30. Yo te enseñaré

30

Gabriel

“¿Frío? ¿Frío? ¿No tenía otra excusa mejor?” Pensé, reprendiéndome internamente mientras veía a varios hombres observando a mi prometida con descaro. No me gustó, no me gustó en absoluto, pero jamás admitiría esa molestia.

Salimos del lugar, con mi rostro ensombrecido queriendo devolverme para golpear a esos hombres, y sin pensarlo, entrelacé mis dedos con los de ella. Sentir su piel contra la mía fue un alivio que no esperaba, pero lo ignoré y simplemente apuré el paso. Ella, con sus pasos más cortos, casi trotaba para seguirme.

—Señor Seraphiel, no sirvo para esto del cardio —se quejó con un jadeo, como si le faltara el aire.

Me detuve de golpe, y ella, al no esperarlo, tropezó contra mi espalda, golpeando su pequeña nariz. Su expresión fue tan divertida como irritante. Mientras se acariciaba la nariz, alcé su barbilla con suavidad, obligándola a mirarme.

—Mi nombre es Gabriel —repetí obstinadamente, con firmeza y un matiz más suave, queriendo escucharla decirlo. N
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