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Capítulo 3. Las olas me recuerdan a mi madre.

Zaria Ivanov.

Que Asher me entregue un sándwich y unas disculpas fueron una forma bonita de empezar el día, no me considero rencorosa, mi madre me enseño a personar repetidas veces, a creer en las segundas oportunidades.

Justo ahora creo en ella, sé que se recuperará y vendrá por mí. A cumplir las tantas promesas que me hizo.

Sin embargo, cuando la señora Miller, es decir, Adelina mencionó la playa no pude evitar pensar en mi familia. Esa tambien era nuestra tradición.

Es inevitable sentir un vacío en mi pecho.

—Sé que no tienes traje de baño— me sonrió—pasaremos por una tienda a comprarte uno nuevo.

—No es necesario señora Adelina, estoy bien— con vergüenza.

—Ay no te preocupes, Zarina. No es nada.

—Es Zaria, mi nombre es Zaria. — no me gusta que digan mal mi nombre.

—Lo siento— se ríe— soy mala con los nombres, Zaria.

Adelina me acompaño hasta mi cuarto y luego me dio privacidad para que me acomodara.

En el auto voy sentada junto a Asher, David va manejando y Adelina leyendo una revista de copiloto.

Asher está mirando por su lado de la ventana, y aprovecho para observar su cabello castaño claro que con el reflejo del sol se ve rubio, moviéndose con la brisa.

En serio, es muy guapo, incluso de espaldas, aunque es un tonto.

—Cuéntame Zaria, ¿eres extranjera, cierto? — cuestiono David, manteniendo la vista en la carretera.

Adelina y Asher miraron a mi dirección.

—Sí, nací en Rusia, pero nos mudamos a Texas cuando tenía dos años, así que no recuerdo mucho— confesé, evitando mirar frente.

—¿Rusa? —cuestiono Asher. — ¿Hablas ruso?

— ¿No escuchaste que no recuerda? — se burla David.

Todos se ríen.

—Con razón, ese apellido se me hacía muy intrigante, Ivanov— afirma Adelina. Regresando su mirada al frente.

Al llegar a la playa camine hasta la orilla del mar, las olas me recuerdan a mi madre antes de las drogas; suaves, calmadas, hacen un sonido que te invita a nadar en sus aguas, te hacía sentir segura.

De la nada imagine como esas olas se hacían más grandes, como un tsunami a punto de arrasar todo, el agua del mar se oscureció, las olas comenzaron a chocar más fuerte contra el malecón, haciendo que lo azul claro del mar se volviera espumoso y turbio.

Ya no había esa calma, ahora daba miedo pensar en nadar ahí. Di un par de pasos atrás de la orilla intentando alejarme del mar, del recuerdo de mi madre y su adicción, de la forma en la que decidió caer en las drogas sin importarle que yo la observaba, logré reaccionar chocando con Asher.

—¿Estás bien? — pregunto, mientras coloco sus manos en mis hombros para detenerme.

Yo parpadeo varias veces, haciendo que la humedad de mis ojos desaparezcan, odio llorar.

—Sí, estoy bien— mentí.

—No lo pareces— me dice, mirándome fijamente.

Yo esquivo su contacto visual y me voy a donde se encuentran los Miller, sentados en las sillas bajo un toldo.

—¿Se darán un baño? — pregunto David.

—El agua está muy fría, más tarde— asegura Asher, acercándose a nosotros.

—Si, quizás escogimos un mal día para venir, está haciendo mucha brisa…— comenta Adelina.

—Realmente venimos aquí porque las encuestas de internet dicen que los adolescentes aman el mar— confiesa David, en tono sarcástico.

—¡David! No me expongas— en medio de risas, — solo quiero romper ese frio hielo con el que llegaste, Zaria— me toma de las manos.

—Yo…— estaba por pedirles perdón, quizá actué muy descortés ayer, cuando le rogué a Jane a irme con ella.

—Lo entendemos, sabemos que debe ser difícil estar en tu posición— me dio un abrazo, ese abrazo se sintió como los de mi madre, me dio ese calor que tanto extrañaba. — no queremos reemplazar a tu madre en ningún sentido, solo queremos ser un lugar seguro mientras todo mejora, ¿está bien?

Yo asentí, evitando decir nada, el nudo en la garganta obstaculiza las palabras, siento que estoy a nada de explotar, así que solo dejo salir una sonrisa suave.

En cuestión de segundos siento la mano de Asher tomando la mía, y llevándome con él.

—Ven, hay un lugar que quiero mostrarte— dijo, mientras caminaba apresurado, haciendo que mi cuerpo se mueva con él.

—¿Qué pasa? — pregunte, algo irritada por su abrupta forma de llevarme.

Asher me llevo a un lugar algo alejado, donde no habían personas y nos metimos al mar, el agua nos llegaba a la rodilla.

—No tengo ganas de nadar, Asher…— refute, él aun sostenía mi mano.

—No vamos a nadar— respondió.

—Tampoco me quiero suicidar ahogándome— solté.

Asher me ignoro, continuando hasta que el agua nos llegó a los hombros.

—Sé que no quieres estar aquí, y sé que extrañas a tu madre— yo me quedé asombrada por lo que dice, —cuando yo no quiero que me vean llorar me meto al agua y saco todo lo que tengo dentro.

Yo lo mire confundida.

—No quiero llorar bajo el mar, no se puede.

—No hablo de llorar, gritar es muy efectivo— explica— es el equivalente de gritar en lo alto de una montaña.

No es una idea tonta ahora que lo pienso.

Observe el agua dudando.

—Lo hare contigo— tomo de nuevo mi mano y con la otra se tapó la nariz, tomo aire por la boca, obligándome a hacer lo mismo, aspire y tape mi nariz, ambos nos hundimos al mar.

Ya bajo el mar, abrí mis ojos, observando como Asher abrió la boca y muchas burbujas salieron de su boca con la presión del aire.

Al principio me dio risa, y lo intente sin mucho ánimo, pero con el primer grito ahogado que deje salir, descubrí que se siente bien. Deje salir un grito tan fuerte que las burbujas se hicieron grandes, emergiendo a la superficie.

Luego de unos segundos ambos sacamos nuestras cabezas para tomar aire.

—Puede que no ayude mucho, pero evita tener ese nudo en la garganta cuando quieres llorar— dijo, mientras que retiraba el cabello de su rostro.

Sus ojos grises se veían maravillosos con el reflejo del sol.

—En realidad fue liberador, gracias—confesé, sintiéndome con un peso menos.

Me sonrió, su rostro mejoro aun con esa sonrisa. Que guapo se ve sonriendo.

Le devuelvo una sonrisa, esta vez una sonrisa real, de verdad me siento mejor con ese grito bajo el agua.

—Me gusta pensar que el mar es capaz de llevarse nuestros problemas o al menos la sensación de tristeza— explica, mientras observa el horizonte del mar.

Yo no puedo dejar de mirarlo, ¿Cómo ese idiota de ayer que fue grosero conmigo ahora se volvió tan amable y atento? Es un cambio ridículamente radical y rápido, pero sea como fuere, estoy agradecida de que pasó.

Asher me suelta la mano y evita mirar a otro lado.

—Debemos regresar, muero de hambre—inquiere mientras camina a la orilla, y yo lo seguí.

El resto de la tarde en la playa fue ameno, los Miller son excelentes personas, mi miedo de que sean maltratadores o violentos conmigo se desapareció por completo. Estuvimos en la playa hasta que el sol cayó detrás de las montañas, haciendo que el cielo se torne color naranja.

Regresamos a casa, cayó la noche y esta vez decidí cenar con ellos.

La mesa esta puesta, todos están sentados, charlando y riéndose. Un flashback de mi familia golpeo mi mente; recordando que así era cuando mi padre estaba vivo.

Mi sonrisa se desvaneció un poco, es inevitable sentirme así cuando los recuerdo.

—Por cierto— dice Adelina, mientras sirve jugo para todos— Zaria, tienes que continuar con tus estudios, estas casi en la recta final de la secundaria.

—Cierto, los estudios son lo más importante,— afirma David, mirando con orgullo a su hijo Asher— te preparan para un futuro brillante.

—Yo estudio en Texas…—hice una pausa, recordando los días que iba a la escuela. También recordé las veces que faltaba al colegio por no tener que comer, ni ropa, ni cuadernos.

—Terminaras tus estudios aquí— dijo Adelina, — en el mismo colegio que Asher.

—Es un buen instituto, Zaria— insiste David.

Yo asentí y continúe comiendo. Asher evitaba mirarme, supongo que sería extraño tener alguna clase de sentimientos románticos con alguien que sería tu hermana.

Los Miller no me adoptaran, mi madre regresará por mí.

—¡Perfecto! Me comunicare con el director. — exclama Adelina, sonriendo de oreja a oreja.

Al terminar la cena, me encuentro en mi habitación, mordiéndome la piel de adentro de los labios, estoy ansiosa. Quiero hablar con Asher, pero no sé si ya está dormido.

Respire profundo, tome fuerzas y camine hasta su habitación, toque la puerta y al segundo me arrepentí, regresándome a mi cuarto y lanzándome a la cama fingiendo dormir.

—¿Qué quieres? — Asher pregunta.

Que idiota, deje la puerta de mi habitación abierta.

Me levanto de la cama y camino hasta él.

—Quería agradecerte por lo que hiciste en la playa.

—No hay de qué. — sus ojos grises me tienen hipnotizada, es increíble. Nunca me había sentido de esta forma por alguien.

Esas mariposas extrañas en mi estómago solo quieren que yo esté más tiempo con Asher.

—¿Cómo lo descubriste? — pregunte.

Él cerró a puerta de mi cuarto y se sentó en el suelo, afincando su espalda de mi cama.

—Un día fuimos a la playa, estaba peleando con mis padres y quería gritarles muy fuerte, así que fui al mar e hice lo que te enseñe… —dejo salir una sonrisa mirando a la nada— fue muy relajante así que eso hago siempre que me siento estresado.

Me senté junto a él.

—¿Te puedo hacer una pregunta? — mirando como su rostro se tensó un poco.

—Sí.

—¿Por qué me trataste de esa forma? — cuestione, mirándolo fijamente.

—Yo… — hizo una pausa— odio cuando se van.

—¿Qué? — confundida.

—No eres la primera persona que mis padres acogen, esta habitación siempre está ocupada por un niño que lo necesita, pasa el tiempo, yo me encariño, se siente como una familia completa y luego se van y no los vuelvo a ver.

Oh, entiendo… nunca me imaginé esa perspectiva, lo difícil que debe ser tener que ver partir a alguien que quieres todo el tiempo.

—Lo lamento, debe ser difícil para ti— musite.

—Pensé que si te odiaba desde el principio no tendría que preocuparme el día que te vayas, pero solo actué como  un idiota— mirando al suelo, supongo que esta apenado.

—Oye— le tome la mano— conmigo no pasará lo mismo, podemos ser buenos amigos. Cuando mi madre venga por mí le diré que nos mudemos aquí cerca y seremos vecinos— sonriéndole.

—¿En serio? — sus ojos brillaron, como me matan esos ojos grises y más si me miran de esa forma. El cosquilleo en mi estómago aumenta.

—Seguro, empezar de cero aquí en Los Ángeles es buena idea, le gustará y podremos vernos— sugerí.

Su rostro se ilumino por completo, y no voy a negar que una parte de mi le fascino la idea, solo espero poder convencer a mi madre.

—Gracias Zaria, — me dio un abrazo, mi corazón late tan fuerte que creo que él puede sentirlo.

El abrazo duro un par de segundos, pero para mí se sintió como un abrazo de dos horas, Asher se fue a su habitación y me dejó ahí en shock por ese abrazo.

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