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Capítulo 5. Mi héroe.

Asher Miller.

Llegando al patio se acerca a mí Sabrina Harper, una chica que conozco desde el kínder, íbamos juntos a natación.

Me sorprendió verla en esa fiesta, no vamos en el mismo instituto.

—¿Qué haces aquí? — pregunte.

Ella tambalea y con un pequeño traspiés choca cayendo en mis brazos. La sostuve para que no siguiera de largo al suelo.

—Asher— murmura con la lengua pastosa.

Yo la sujeto con fuerza.

—Estas muy ebria— y le coloco su mano en mi hombro, dándole un último vistazo a Zaria, la cual se encuentra en el patio.

Subo con cuidado las escaleras sujetando a Sabrina y llevándola a uno de los cuartos de la casa.

—Quiero confesarte algo, Asher— continuaba diciendo con dificultad.

—Me lo dirás otro día, ahorita estas muy, muy ebria— la acosté con cuidado en la cama y antes de irme ella tomo mi mano.

—Asher, nunca había tenido el valor para decirte lo que siento por ti— Oh no…— desde que somos niños te me hiciste el más guapo de la clase.

—Sabrina, basta— intente detenerla, no me gustaría tener que rechazarla y menos en ese estado.

—Te amo, Asher—confeso, cerrando sus ojos por completo, acerqué mi dedo índice a su nariz, comprobando que siga viva.

El aire caliente saliendo de sus fosas nasales me hizo respirar aliviado. Solo está dormida. Salí de la habitación y cerré a puerta.

De verdad odiaría tener que decirle que no siento  lo mismo por ella, todavía me sorprende que este en esta fiesta y que Markus la conozca, no la veía desde hace dos años, pensé que se había mudado.

Cuando camino por el pasillo hasta las escaleras escucho un ‘’NO’’ en forma de grito de una chica, esa voz se me hace conocida. Es Zaria.

Corrí hasta esa habitación y encuentro a Markus encima de Zaria en la cama, por la expresión de esta es obvio que no lo está disfrutando. Esta forcejeando con él.

Mi sangre hierve en segundos, mi corazón se acelera y puedo sentir como la ira corre hasta mis brazos, queriendo golpearlo hasta que quede inconsciente.

Me acerco a Markus, el cual me da la espalda estando encima de Zaria, tomándolo por la camisa y trayéndolo a mí, cuando él se da la vuelta dejo caer mi puño con toda mi fuerza en su rostro, haciendo que le sangre la nariz. Sin darle chance a que reaccione.

Markus se cubre rápido la cara.

—¡Idiota! — me grita. En tanto que observa la sangre en sus manos.

—¿Estás bien, Zaria? — le pregunto, ella se levanta de la cama de inmediato, acomodando su blusa.

—¡Lárguense de mi casa, imbéciles! — grito, aun cubriéndose la nariz.

Zaria antes de irse conmigo se acerca a Markus y le patea la entrepierna.

—Cuando una chica te dice que no, es no—musita y luego corre a mi dirección.

Markus cayó al suelo sin poder hablar del dolor.

Ambos salimos de esa casa. Comenzamos a correr hasta alejarnos lo suficiente de ahí, no sé porque huimos como ratas si se supone que él fue el abusador. Sin embargo se sintió liberador correr luego de eso. Como la sangre que bombea nuestras venas por la adrenalina nos llena de más fuerzas.

Se sintió como si pudiéramos correr para siempre.

Entramos en silencio a la casa por la ventana de mi habitación y nos sentamos en el suelo, intentando recuperar el aliento.

—¿Viste como casi llora luego del golpe que le diste? — me pregunta Zaria, ambos nos reímos en silencio, cubriendo nuestras bocas.

—¿Yo? ¿Qué hay de ti? Tu patada de seguro lo castro— recordando cómo lo dejo casi sin aliento en el suelo.

—Perfecto, menos escorias como él.

Luego de reírnos en mute, ella cambio su expresión y bajo la mirada.

—Tenías razón, fue una mala idea ir a esa fiesta.

—No te preocupes, pronto te acostumbraras a darme la razón— ella me golpeo en el brazo suavemente.

—Eres mi héroe, Asher.

No pude evitar dejar de mirarla, la luz de la luna que entraba por la ventana iluminaban sus ojos marrones, haciendo que se ve a detalle cada parte de su retina e iris.

Ella también me miró fijamente, el momento se puso tenso, no voy a negar que mi corazón comenzó a acelerarse, bombeando sangre por mis venas y haciendo que mi pequeño amigo se comience a emocionar, odio cuando eso pasa en momentos no adecuados.

Veo como Zaria se acerca a mí lentamente, su boca está cada vez más cerca de la mía, yo siento que no puedo moverme, estoy paralizado de los nervios.

Jamás había besado a alguien, no que yo recuerde, este sería mi primer beso, ¿y si o hago mal? ¿Debo meter mi lengua en su boca o eso lo hacen los adultos? Al darme cuenta Zaria ya tiene sus labios en los míos, y yo solo puedo cerrar mis ojos para disfrutar el momento.

Sus labios se sienten suaves, sus brazos rodean mi cuello, en tanto que se sube arriba de mí, estoy demasiado nervioso y algo emocionado por cómo se siente su cuerpo muy pegado al mío.

Deslizo mis manos por su espalda hasta llegar a sus glúteos, ahí los apretó un poco.

De repente se escuchan unas voces, es mi madre.

M****a.

Zaria se levanta rápidamente y corre hasta su habitación, dejándome erecto, extasiado y acelerado en el suelo.

Yo reacciono y me acuesto en la cama, intentando relajar mi cuerpo para bajar mi erección.

Escucho como abren la puerta de mi habitación, me arrebatan la cobija de encima y al girar mi cabeza me encuentro a mi padre; cruzado de brazos y con el ceño tan fruncido que se le notan las divisiones en su frente.

—¿En serio? ¿Escaparse de casa? — dejo caer la cobija en la cama— ¿este será el nuevo tú?

—¿Cómo te diste cuenta? — confundido, según yo hice todo a la perfección, mi plan no debía fallar.

—Tienes puesto tus zapatos todavía, tonto— dijo en medio de risas, por lo menos no está molesto.

Qué idiota soy.

Baje mi mirada odiando mis zapatos y lo tonto que fui al no recordar quitármelos, todo iba tan bien… hasta que Zaria puso sus labios en los míos, eso hizo que perdiera el control de todo.

—Lo siento pa…— excusándome, no quiero que despierte a mamá, ella si me castigaría horrible.

—Cuando tenía tu edad también me escapaba, la diferencia era que no era tan estratega como tú, — se sentó a mi lado— a mi si me descubrían y me dejaban saber a punta de golpes que hice mal.

Me quede en silencio, esperando el regaño fuerte que sé que me dará.

—No fue mi intención decepcionarte, papá— confesé.

—¿Decepcionarme? — dejo salir una carcajada silenciosa— claro que no, eres un adolescente, es normal que hagan esas cosas, pero pensé que teníamos la confianza suficiente para hablar de ello antes de hacerlo a escondidas.

Mi cara cambio por completo, ¿de verdad está diciéndome eso?

—¿Qué? — pregunte, aun confundido.

—Estas creciendo, hay etapas que debes experimentar y eso está bien, sin embargo, recuerda que también cada acción tiene una reacción— me da una pequeña palmada en la espalda—, estas castigado una semana sin salir con tus amigos.

M****a, igual me castigo.

Mi padre se levantó, y antes de salir me dio un vistazo más.

—Deberías pensar en ser policía, esa mente que tienes debe servir al lado bueno de la humanidad— se marchó de la habitación y cerró la puerta.

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