Capítulo 4. La fiesta.

Zaria Ivanov.

Me he acostumbrado de una forma increíble a esta casa, a estas personas, Jane tenía razón; los Miller son geniales. En especial Asher, aunque el primer día actuó como todo un idiota, en tanto más paso el tiempo con él, más me doy cuenta que es igual que yo.

Que tenemos los mismos deseos por cumplir nuestras metas, que tenemos las mismas ganas de crecer y también tenemos miedo de fallar.

Logré entrar al mismo colegio que Asher, estamos cursando las mismas clases. Para muchos podría ser incomodo tener que ir al colegio con una extraña que además vive en tu casa, pero con Asher lo más incómodo se vuelve normal.

—No te preocupes, mis amigos son igual de cool que yo— insiste Asher mientras que yo camino más lento a medida que nos acercamos al instituto.

Mi respiración se agita, al igual que los latidos de mi corazón. Mis ojos me advierten que si menciono cualquier palabra, lloraré, así que solo me quedo en silencio, paralizada del miedo.

Un colegio nuevo es algo que nunca había experimentado, se me había olvidado por completo los terribles nervios del primer día.

Asher, que iba varios pasos delante de mí, se regresa, sujeta mi mano y sin decir palabra entramos al instituto.

Pude percibir las miradas de todos los chicos en mí, todos me miran como un juguete nuevo, como una novedad, o quizá como un extraterrestre llegando a su tierra sin aviso.

Este tipo de atención no me gusta, me hace sentir desnuda, vulnerable y lo peor es que solo puedo caminar.

—Todos están mirándome, Asher— susurre.

—¿Y? — respondió, en tanto caminábamos por el pasillo a nuestra clase.

Llegamos al salón y un grupo de chicos se acercó a Asher, saludándolo con choques de puños y palmas.

Yo me hice a un lado para no interferir.

—¿Quién es? — pregunta uno del grupo.

—Se llama Zaria, es…— pausa incomoda.

—Su vecina— salté yo, levantando la mano para moverla de un lado a otro como saludo.

El profesor entro al salón y todos nos sentamos de inmediato.

—¿Vecina? — me murmuro Asher, sentado en el puesto de al lado — no acordamos que diríamos eso.

—Es más fácil decir eso que complicar todo con la verdad.

Fue mejor evitarnos las preguntas incomodas sobre ‘’porque vivimos juntos’’ o chistes de ‘’hermanastra’’.

Tampoco quiero explicarles a un montón de desconocidos por qué mi madre no está conmigo y yo tengo que vivir con  los Miller.

Luego de terminar las clases el mismo grupo de antes se acerca a Asher.

Yo escucho mientras  recojo mis cosas.

—Markus tiene casa sola, hará una fiesta hoy en la noche, ¿te llegas? —le pregunta uno del grupo.

¿Una fiesta? Nunca he ido a una, y con lo mal que esta mi vida ahora me gustara algo de distracción y música.

Asher niega la cabeza luego de dudar unos segundos.

—¿Yo puedo ir? — di varios pasos a su dirección.

Todos voltearon a mirarme extrañados, incluso Asher.

—¿Quieres ir? — cuestiono Asher. Confundido.

Yo subí mis hombros.

—No sabes donde vive Markus— dice uno del grupo.

—Yo la llevaré— menciona Asher.

—Bien, es a las nueve— advierte el chico y se marcha junto con el resto del grupo.

Asher se gira a mi dirección y arqueando sus cejas me fulmina con la mirada.

—¿Una fiesta? ¿En serio?

Continúe caminando hasta la salida del instituto.

—¿Qué tiene de malo? — pregunte.

Apresuro su paso para alcanzarme.

—No conoces a Markus, ni sus tipo de fiestas— se explica— son desagradables.

—Tienes razón, no conozco a Markus, pero puedo hacerlo si voy a la fiesta— dije, insistiendo en mi decisión.

Asher respiro profundo, supongo que esta fastidiado o cansado por tratar de seguirme el paso.

—A demás, ¿Por qué te ofreciste a llevarme? Puedo ir sola.

—No conoces el lugar— dijo mirando al frente.

No pude evitar dejar salir una sonrisa pequeña, algo muy dentro de mí me hace pensar que le gusto, quizá un poco.

Aunque recordé algo de golpe.

—¿Tú crees que Adelina nos de permiso?

Asher se detuvo en seco, me dejo entender que tampoco se acordaba.

—Mierda— dejó salir.

—¿Qué? — preocupada.

—Ella no nos dejará, estamos empezando las clases y una fiesta no es algo que ella permitirá.

—Mierda— repetí. — ¿Ahora qué?

—¿En serio quieres ir a esa fiesta? — insistió.

—Si.

—Entonces tendrás que hacer todo lo que yo te diga.

Esperamos que se hiciera de noche, luego de cenar nos fuimos a ‘’dormir temprano’’ haciéndole creer a los padres de Asher que teníamos mucho sueño.

Obviamente nos creyeron.

Los padres de Asher ven televisión en su habitación hasta las diez de la noche, luego dan una última ronda por toda la casa, para verificar que las ventanas y puertas estén cerradas.

El señor David tiene esta obsesión debido a su trabajo, al ser detective tiene la necesidad de sentirse protegido en su propia casa. Eso me ha contado Asher.

Una vez terminan se van a dormir, Asher dice que el señor David tiene un sueño liviano así que hay que ser silenciosos, la señora Adelina cae en coma cuando duerme, con ella no hay problema.

Justo así fue, eran las diez y media, cuando ya todos estaban en sus posiciones, Asher salió por la ventana de su habitación y luego me espero bajo mi ventana para ayudarme a bajar sin caerme. Con mucho miedo me deje caer haciendo que él me tomase por la cintura y dejándome en el suelo con cuidado.

Ambos nos quedamos mirando, nuestras respiraciones chocaban una a la otra.

—Asher eres muy ágil con las alturas— dije, evitando ese silencio incómodo.

—Si— soltándome y caminando hasta la casa de Markus— mi padre me obliga a aprender ciertas maniobras.

—¿Maniobras de escape? ¿Por qué? — intrigada.

—Desde que es detective nos dice que nunca esta demás aprender defensa personal y ser agiles.

—qué bueno que usas muy bien tus habilidades— en medio de risas.

—Hey, tu querías ir a la estúpida fiesta, yo solo soy caballeroso— dice evitando mi contacto visual.

Debo admitir que estoy nerviosa. He visto algunas películas sobre fiestas de adolescentes; todas son muy divertidas, música alta, todos bailando y olvidando sus problemas, es justo lo que necesito.

Al llegar a la casa lo primero que noto es que no hay música.

—¿Es aquí? — pregunte para rectificar.

—Sí— Asher se adelanta y toca la puerta.

—¿Y la música?

—Deben estar en el patio. Ahí hay una piscina.

Un chico abre la puerta.

—¿Qué onda Markus?— Saluda Asher.

—Que hay Ash. — apuntándome con la barbilla— ¿Ella quién es?

—Mi…

—Su vecina— interrumpí.

Asher me miro abriendo sus ojos como platos.

Entramos a la casa y Asher me guía hasta el patio. En efecto, hay un grupo como de cincuenta chicos, unos están sentados en la grama, otros dentro de la piscina y unos regados por las esquinas.

Me sorprende saber que la idea de una ‘’fiesta adolescente’’ que tenía en mente solo fue eso, una idea. La realidad es bastante decepcionante.

No creo que pueda olvidar ningún problema aquí, todo se ve deprimente. Digamos que esperaba algo estilo proyecto X; la película.

Me acerco a la cocina para tomar algo y solo encuentro cerveza en lata, ¿en serio? Deben estar jodiendome, ¿Cerveza? Tome una y la abrí, muero de sed así que quizá no sepa tan mal.

Al abrirla el olor fuerte se impregno en mi nariz, trayendo consigo recuerdos amargos de mi madre ebria y acostada en el sofá, ignorándome por completo mientras yo le rogaba por algo de comida. Tenía doce años cuando eso paso.

Deje con asco la cerveza en la nevera y volví al patio. Lista para decirle a Asher que tenía razón.

Alguien encendió una bocina portátil y puso una canción de The weeknd; Offten. Hay música, pero nadie baila, ¿Qué es esto? ¿Un funeral? Busco con la mirada a Asher.

¿A dónde fue? Ya quiero irme.

Lo busco con la mirada, pero en frente de mí se coloca el tal Markus.

—¿No bailas? —mirándome de arriba abajo.

—No este tipo de música— seca.

—¿Qué bailas entonces?

—Música clásica.  Beethoven, Brahms y Mahler— dije, buscando entre la multitud del patio los ojos grises de Asher.

—Qué curioso, justamente tengo vinilos de esos músicos, ¿quieres verlos? — me guiñó el ojo izquierdo.

Yo asentí con la cabeza, de todos modos no veo a Asher por ningún lado.

Me guio hasta el segundo piso, entrando a una de las habitaciones.

Hay una cama matrimonial, dos mesas de noche con portarretratos de una pareja en una boda.

—¿Es la habitación de tus padres? — cuestione.

—Aquí están los discos— me enseña uno de ellos, un disco de Beethoven lleno de polvo.

Yo asiento repetidas veces y luego camino hasta la salida de la habitación.

—¿Ya te vas tan pronto?

—Ya vi los vinilos, ya me voy.

—Puedes sentarte aquí, abajo hay mucha gente— insistió,  sentándose en la cama y acariciando con su palma aun lado de él.

—No quiero sentarme, estoy bien aquí— dije, dando algunos pasos atrás.

Siento una vibra extraña de toda esta situación, solo quiero buscar a Asher e irme.

—¿Estas nerviosa? — dice, mientras lleva su lata de cerveza a la boca.

—¿Por qué estaría nerviosa?

Se levanta y se acerca a mí, acariciando mi cabello.

—Desde que te vi no pude evitar sentirme atraído.

No puede ser, su aliento a cerveza esta que me borra las cejas.

—Ya debo irme— susurre, al girarme, Markus me tomo por el brazo y llevo mi mano hasta su miembro.

Con toda mi fuerza intenté empujarlo, pero él me sometió, dejando caer la cerveza al suelo y colocando sus feos y húmedos labios en los míos.

—¡No! — grité. — ¡suéltame! Forcejeando con Markus y temiendo que ese momento tan turbio y grotesco sea el fin de mi virginidad.

Que un encuentro sexual en contra de mi voluntad sea la forma en la que recordare mi primera vez.

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