Zaria Ivanov.
Me he acostumbrado de una forma increíble a esta casa, a estas personas, Jane tenía razón; los Miller son geniales. En especial Asher, aunque el primer día actuó como todo un idiota, en tanto más paso el tiempo con él, más me doy cuenta que es igual que yo.
Que tenemos los mismos deseos por cumplir nuestras metas, que tenemos las mismas ganas de crecer y también tenemos miedo de fallar.
Logré entrar al mismo colegio que Asher, estamos cursando las mismas clases. Para muchos podría ser incomodo tener que ir al colegio con una extraña que además vive en tu casa, pero con Asher lo más incómodo se vuelve normal.
—No te preocupes, mis amigos son igual de cool que yo— insiste Asher mientras que yo camino más lento a medida que nos acercamos al instituto.
Mi respiración se agita, al igual que los latidos de mi corazón. Mis ojos me advierten que si menciono cualquier palabra, lloraré, así que solo me quedo en silencio, paralizada del miedo.
Un colegio nuevo es algo que nunca había experimentado, se me había olvidado por completo los terribles nervios del primer día.
Asher, que iba varios pasos delante de mí, se regresa, sujeta mi mano y sin decir palabra entramos al instituto.
Pude percibir las miradas de todos los chicos en mí, todos me miran como un juguete nuevo, como una novedad, o quizá como un extraterrestre llegando a su tierra sin aviso.
Este tipo de atención no me gusta, me hace sentir desnuda, vulnerable y lo peor es que solo puedo caminar.
—Todos están mirándome, Asher— susurre.
—¿Y? — respondió, en tanto caminábamos por el pasillo a nuestra clase.
Llegamos al salón y un grupo de chicos se acercó a Asher, saludándolo con choques de puños y palmas.
Yo me hice a un lado para no interferir.
—¿Quién es? — pregunta uno del grupo.
—Se llama Zaria, es…— pausa incomoda.
—Su vecina— salté yo, levantando la mano para moverla de un lado a otro como saludo.
El profesor entro al salón y todos nos sentamos de inmediato.
—¿Vecina? — me murmuro Asher, sentado en el puesto de al lado — no acordamos que diríamos eso.
—Es más fácil decir eso que complicar todo con la verdad.
Fue mejor evitarnos las preguntas incomodas sobre ‘’porque vivimos juntos’’ o chistes de ‘’hermanastra’’.
Tampoco quiero explicarles a un montón de desconocidos por qué mi madre no está conmigo y yo tengo que vivir con los Miller.
Luego de terminar las clases el mismo grupo de antes se acerca a Asher.
Yo escucho mientras recojo mis cosas.
—Markus tiene casa sola, hará una fiesta hoy en la noche, ¿te llegas? —le pregunta uno del grupo.
¿Una fiesta? Nunca he ido a una, y con lo mal que esta mi vida ahora me gustara algo de distracción y música.
Asher niega la cabeza luego de dudar unos segundos.
—¿Yo puedo ir? — di varios pasos a su dirección.
Todos voltearon a mirarme extrañados, incluso Asher.
—¿Quieres ir? — cuestiono Asher. Confundido.
Yo subí mis hombros.
—No sabes donde vive Markus— dice uno del grupo.
—Yo la llevaré— menciona Asher.
—Bien, es a las nueve— advierte el chico y se marcha junto con el resto del grupo.
Asher se gira a mi dirección y arqueando sus cejas me fulmina con la mirada.
—¿Una fiesta? ¿En serio?
Continúe caminando hasta la salida del instituto.
—¿Qué tiene de malo? — pregunte.
Apresuro su paso para alcanzarme.
—No conoces a Markus, ni sus tipo de fiestas— se explica— son desagradables.
—Tienes razón, no conozco a Markus, pero puedo hacerlo si voy a la fiesta— dije, insistiendo en mi decisión.
Asher respiro profundo, supongo que esta fastidiado o cansado por tratar de seguirme el paso.
—A demás, ¿Por qué te ofreciste a llevarme? Puedo ir sola.
—No conoces el lugar— dijo mirando al frente.
No pude evitar dejar salir una sonrisa pequeña, algo muy dentro de mí me hace pensar que le gusto, quizá un poco.
Aunque recordé algo de golpe.
—¿Tú crees que Adelina nos de permiso?
Asher se detuvo en seco, me dejo entender que tampoco se acordaba.
—Mierda— dejó salir.
—¿Qué? — preocupada.
—Ella no nos dejará, estamos empezando las clases y una fiesta no es algo que ella permitirá.
—Mierda— repetí. — ¿Ahora qué?
—¿En serio quieres ir a esa fiesta? — insistió.
—Si.
—Entonces tendrás que hacer todo lo que yo te diga.
Esperamos que se hiciera de noche, luego de cenar nos fuimos a ‘’dormir temprano’’ haciéndole creer a los padres de Asher que teníamos mucho sueño.
Obviamente nos creyeron.
Los padres de Asher ven televisión en su habitación hasta las diez de la noche, luego dan una última ronda por toda la casa, para verificar que las ventanas y puertas estén cerradas.
El señor David tiene esta obsesión debido a su trabajo, al ser detective tiene la necesidad de sentirse protegido en su propia casa. Eso me ha contado Asher.
Una vez terminan se van a dormir, Asher dice que el señor David tiene un sueño liviano así que hay que ser silenciosos, la señora Adelina cae en coma cuando duerme, con ella no hay problema.
Justo así fue, eran las diez y media, cuando ya todos estaban en sus posiciones, Asher salió por la ventana de su habitación y luego me espero bajo mi ventana para ayudarme a bajar sin caerme. Con mucho miedo me deje caer haciendo que él me tomase por la cintura y dejándome en el suelo con cuidado.
Ambos nos quedamos mirando, nuestras respiraciones chocaban una a la otra.
—Asher eres muy ágil con las alturas— dije, evitando ese silencio incómodo.
—Si— soltándome y caminando hasta la casa de Markus— mi padre me obliga a aprender ciertas maniobras.
—¿Maniobras de escape? ¿Por qué? — intrigada.
—Desde que es detective nos dice que nunca esta demás aprender defensa personal y ser agiles.
—qué bueno que usas muy bien tus habilidades— en medio de risas.
—Hey, tu querías ir a la estúpida fiesta, yo solo soy caballeroso— dice evitando mi contacto visual.
Debo admitir que estoy nerviosa. He visto algunas películas sobre fiestas de adolescentes; todas son muy divertidas, música alta, todos bailando y olvidando sus problemas, es justo lo que necesito.
Al llegar a la casa lo primero que noto es que no hay música.
—¿Es aquí? — pregunte para rectificar.
—Sí— Asher se adelanta y toca la puerta.
—¿Y la música?
—Deben estar en el patio. Ahí hay una piscina.
Un chico abre la puerta.
—¿Qué onda Markus?— Saluda Asher.
—Que hay Ash. — apuntándome con la barbilla— ¿Ella quién es?
—Mi…
—Su vecina— interrumpí.
Asher me miro abriendo sus ojos como platos.
Entramos a la casa y Asher me guía hasta el patio. En efecto, hay un grupo como de cincuenta chicos, unos están sentados en la grama, otros dentro de la piscina y unos regados por las esquinas.
Me sorprende saber que la idea de una ‘’fiesta adolescente’’ que tenía en mente solo fue eso, una idea. La realidad es bastante decepcionante.
No creo que pueda olvidar ningún problema aquí, todo se ve deprimente. Digamos que esperaba algo estilo proyecto X; la película.
Me acerco a la cocina para tomar algo y solo encuentro cerveza en lata, ¿en serio? Deben estar jodiendome, ¿Cerveza? Tome una y la abrí, muero de sed así que quizá no sepa tan mal.
Al abrirla el olor fuerte se impregno en mi nariz, trayendo consigo recuerdos amargos de mi madre ebria y acostada en el sofá, ignorándome por completo mientras yo le rogaba por algo de comida. Tenía doce años cuando eso paso.
Deje con asco la cerveza en la nevera y volví al patio. Lista para decirle a Asher que tenía razón.
Alguien encendió una bocina portátil y puso una canción de The weeknd; Offten. Hay música, pero nadie baila, ¿Qué es esto? ¿Un funeral? Busco con la mirada a Asher.
¿A dónde fue? Ya quiero irme.
Lo busco con la mirada, pero en frente de mí se coloca el tal Markus.
—¿No bailas? —mirándome de arriba abajo.
—No este tipo de música— seca.
—¿Qué bailas entonces?
—Música clásica. Beethoven, Brahms y Mahler— dije, buscando entre la multitud del patio los ojos grises de Asher.
—Qué curioso, justamente tengo vinilos de esos músicos, ¿quieres verlos? — me guiñó el ojo izquierdo.
Yo asentí con la cabeza, de todos modos no veo a Asher por ningún lado.
Me guio hasta el segundo piso, entrando a una de las habitaciones.
Hay una cama matrimonial, dos mesas de noche con portarretratos de una pareja en una boda.
—¿Es la habitación de tus padres? — cuestione.
—Aquí están los discos— me enseña uno de ellos, un disco de Beethoven lleno de polvo.
Yo asiento repetidas veces y luego camino hasta la salida de la habitación.
—¿Ya te vas tan pronto?
—Ya vi los vinilos, ya me voy.
—Puedes sentarte aquí, abajo hay mucha gente— insistió, sentándose en la cama y acariciando con su palma aun lado de él.
—No quiero sentarme, estoy bien aquí— dije, dando algunos pasos atrás.
Siento una vibra extraña de toda esta situación, solo quiero buscar a Asher e irme.
—¿Estas nerviosa? — dice, mientras lleva su lata de cerveza a la boca.
—¿Por qué estaría nerviosa?
Se levanta y se acerca a mí, acariciando mi cabello.
—Desde que te vi no pude evitar sentirme atraído.
No puede ser, su aliento a cerveza esta que me borra las cejas.
—Ya debo irme— susurre, al girarme, Markus me tomo por el brazo y llevo mi mano hasta su miembro.
Con toda mi fuerza intenté empujarlo, pero él me sometió, dejando caer la cerveza al suelo y colocando sus feos y húmedos labios en los míos.
—¡No! — grité. — ¡suéltame! Forcejeando con Markus y temiendo que ese momento tan turbio y grotesco sea el fin de mi virginidad.
Que un encuentro sexual en contra de mi voluntad sea la forma en la que recordare mi primera vez.
Asher Miller.Llegando al patio se acerca a mí Sabrina Harper, una chica que conozco desde el kínder, íbamos juntos a natación.Me sorprendió verla en esa fiesta, no vamos en el mismo instituto.—¿Qué haces aquí? — pregunte.Ella tambalea y con un pequeño traspiés choca cayendo en mis brazos. La sostuve para que no siguiera de largo al suelo.—Asher— murmura con la lengua pastosa.Yo la sujeto con fuerza.—Estas muy ebria— y le coloco su mano en mi hombro, dándole un último vistazo a Zaria, la cual se encuentra en el patio.Subo con cuidado las escaleras sujetando a Sabrina y llevándola a uno de los cuartos de la casa.—Quiero confesarte algo, Asher— continuaba diciendo con dificultad.—Me lo dirás otro día, ahorita estas muy, muy ebria— la acosté con cuidado en la cama y antes de irme ella tomo mi mano.—Asher, nunca había tenido el valor para decirte lo que siento por ti— Oh no…— desde que somos niños te me hiciste el más guapo de la clase.—Sabrina, basta— intente detenerla, no me
Zaria Ivanov.No pude dormir bien. Cometí el peor error de mi vida; besar a Asher Miller, ¿En que estaba pensando? No puedo echarle la culpa al alcohol porque no estaba bebiendo, ¿adrenalina? Quizá, puede ser creíble.No puedo evitar pensar en sus labios tímidos, en sus manos traviesas que se deslizaban por mi espalda y en lo emocionante que fue hacerlo a escondidas. Fue un error placentero.¿Qué te sucede Zaria? Estas hablando de Asher Miller, el hijo de quienes cuidan de ti hasta que tu madre regrese. ¿Qué no se supone que debe haber ciertos límites entre nosotros?Esto es demasiado que procesar y necesito música.Me levanté de la cama y busque entre mis cosas un viejo reproductor de música mp3, coloque los audífonos en mis oídos y elegí una canción para practicar mi ballet, debo estar tan oxidada.Puse mis pies descalzos en el suelo y me estire, haciendo un arco con los brazos, luego estirándolos y moviendo mis dedos con suavidad.El sonido de la música me trajo recuerdos de cuando
Asher Miller.Hace tiempo que no me reía tanto, me duelen las mejillas de tanto sonreír, ese entumecimiento me hace sentir muy afortunado de haber conocido a Zaria.Tiene un sentido del humor muy parecido al mío así que es inevitable tener largas conversaciones que parecen no tener final y tampoco queremos que lo tenga.—¿Cuándo usarás el cupo?—Estaba pensando ir la semana que viene, ¿me acompañas?—Por supuesto, luego podríamos ir al cine… nunca he besado a alguien en las filas de atrás— coloco su mano en su entrepierna y le beso el cuello.—Asher, ¿no tienes miedo de que nos vean? — resistiéndose.—Son las dos de la madrugada Zari, no hay nada que temer— continuo besándole el cuello.—Asher—Baja su voz, volviéndola tan irresistible y seductora— yo salto desde su cuello hasta sus labios, haciéndola callar, mordiendo un poco su labio inferior en medio del beso.—¿Quieres que pare? —susurre.—No— en medio de jadeosMe subí encima de ella, continuando con mis besos en sus labios, luego
Zaria Ivanov.¿Cómo se puede pasar de la felicidad a la tragedia en cuestión de segundos? Nunca entenderé la ironía de la vida, como te regala un poco de alegría y dicha en tu corazón y luego procede a apuñalarte con un filo hirviendo justo en el pecho. Sin darte tiempo tan siquiera de procesar.Ahí estaba yo, de pie junto a Asher, y los Miller, quienes se han encargado de arreglar poco a poco mi corazón roto, de ponerle color a mi mundo gris. Frente a la mujer que se encargó de destrozarlo, de hacerme sentir miserable y poca cosa.— ¿Mamá? — deje salir con lo poco de aliento que me quedaba del asombro.¿En serio está abriendo sus brazos hacia mí? ¿Qué le hace pensar que le quiero dar un abrazo?Se ve como mi madre; una versión desgastada y enferma de ella, pero no la siento como mi madre.— ¿Qué haces aquí?—Vine por ti.Sus ojos se ven opacos, sin ningún ápice de amor.—No quiero irme.—Eso no lo decides tú.—¿Por qué mejor no tomamos un poco de café y lo hablamos con calma? — sugie
Asher MillerMe siento de manos atadas al ver como Zaria es llevada con fuerza en contra de su voluntad, quería correr para defenderla, pero sentí la mano firme de mi padre en mi hombro.— ¿Por qué se la lleva? ¿Puede hacerlo? — cuestione desesperado.Mi madre saco su teléfono y comenzó a llamar a la de servicios sociales.—No podemos hacer nada, Asher, ella es su madre— inquirió mi padre.—Debe haber una forma…—No la hay, así es la ley.—La ley es una mierda— retire de un jalón la mano de mi padre y subí las escaleras, ignorando el llamado de mi padre.Quiero golpear cosas, quiero golpear todo lo que se me ponga en frente, quiero salvar a Zaria, me siento un inútil por no poder hacer nada.¿Cómo pude quedarme paralizado mientras veía como se marchaba? ¿A dónde se fueron? Esto me está haciendo hervir la sangre a un nivel que jamás había experimentado.Me siento igual de furioso que cuando Markus la estaba besando sin su consentimiento.Baje las escaleras nuevamente para saber qué har
Zaria Ivanov.Nueva York.Me encuentro caminando rumbo a Los Ángeles, sé que es un camino muy largo, pero encontraré la solución para llegar hasta allá; no importa si debo pedir aventón, limosna o trabajar limpiando autos a desconocidos por un par de dólares.Tengo que llegar de cualquier forma hasta Los Ángeles, debo llegar con los Miller, debo volver con Asher.Mientras camino no puedo evitar recordar el rostro de mi madre, como la encontré tendida en el suelo, retiro con mis dedos las lágrimas que se asoman, no quiero llorar y mucho menos en la calle. Está haciendo frio, casi anochece por completo y no tengo idea de cuánto tiempo me llevará llegar a los Miller.Muchos pensamientos vienen a mi mente, todos negativos. Es difícil mantenerse positiva cuando un golpe tras otro te recuerdan que la vida es cuesta arriba.Llevo a penas quince minutos caminando, cuando se acercan unas luces de un auto; yo me hago aun lado montándome en la acera de la calle para no estorbar, pero el auto baj
Asher Miller.Desde que Zaria no está me siento todas las noches frente a mi computador abriendo casi todas las redes sociales que tengo; buscando su nombre y apellido, entrando en cada perfil de ‘’Zaria Ivanov’’, decepcionándome con cada equivocación, cada rostro desconocido.Ninguna es ella.¿Cómo pudo desaparecer? Nunca hablamos sobre nuestras redes sociales, pero si quisiera contactarme ella sabría qué hacer. ¿Qué chica de diecisiete no tiene redes sociales? Es imposible, a menos que ella realmente no pueda buscarme porque no está bien.Empecé a imaginar posibles escenarios; su madre es una adicta, por su forma de actuar y vestir se nota que seguía consumiendo. Muchas cosas malas pueden pasar cuando tienes una madre drogadicta.¿Y si se quedó dormida y dejo la estufa encendida y todo se prendió en fuego? Deslice mi mano con el mouse y busque en google recientes accidentes de casas o departamentos prendidos en fuego en estados unidos. Un par de noticias, pero nada que involucre el
Zaria Ivanov.Unos hombres armados y tatuados me enseñaron todas las instalaciones, me enseñaban las puertas donde ‘’posiblemente puedes huir, pero no podrás porque hay guardias ahí’’, también me dijeron muy claramente; ‘’te pondremos una bala en la frente si lo intentas’’.Quedo claro para mí cuando le dispararon a aquel hombre.El lugar era algo oscuro, tenía iluminación roja y violeta, carteles de neón en todos lados, varios cubículos donde entraban mujeres acompañadas por hombres que las miraban como si fuesen un pollo recién horneado.Tengo muchísimo miedo, pero no quiero morir.Los dos tipos me llevaron al último lugar por enseñarme; El camerino de chicas.Al entrar observo a un montón de piernas delgadas, desnudas, en tacones altos y con mucho maquillaje.Todas se me quedan viendo, el silencio invade el lugar.—Nuevo juguete, ya saben que hacer— dice uno de los guardias mientras me empuja al centro y cierra la puerta.Yo tropiezo con una de ellas, me sujeta y me aparta.—No inv