#34:

—¡¿EMILIA?!

Sonó como una pregunta, pero yo estaba únicamente concentrada en intentar dilucidar si él mezclaba los nombres siguiendo una pauta concreta.

Al principio creía que lo hacía para humillarme, pero luego me dije que seguro que ya estaba satisfecho con el grado de humillación que soportábamos y solo lo hacía porque no podía molestarse en decir correctamente algo tan poco importante como los nombres de sus asistentes.

Así me lo había confirmado Eliza cuando me contó que Markus la llamaba por su nombre la mitad de las veces y por el mío o el de Emilia, la antigua ayudante, la otra mitad. Eso me hizo sentir mejor.

Otra vez me temblaba la voz. ¡Maldita sea! ¿Tan difícil era conservar un mínimo de dignidad con ese hombre?

— Realmente, no sé por qué tanto alboroto por encontrar el número de móvil del señor Lagerfeld cuando lo tengo aquí delante. Me lo dio hace cinco minutos, pero se cortó la comunicación y no consigo marcarlo correctamente. —Dijo esto último como si el mundo en
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