— Señor, al parecer acaban de ver a Miller bajar las escaleras de emergencia desde el octavo piso — Kiliam le comunicó a su jefe tan pronto recibió la información por el auricular.Jack se detuvo de camino a su elevador privado y ladeó ligeramente la cabeza.— ¿Qué carajos hace aquí? — preguntó por encima de su hombro.— Ya tengo a mis hombres averiguándolo.Jack asintió, pero, antes de continuar con su camino, notó que gente se comenzaba a arremolinar frente al ascensor, y a cuestionarse entre ellos que era lo que estaba ocurriendo.De pronto, escuchó un grito de auxilio proveniente del interior, y la alerta roja en la bombilla superior indicaba que algo estaba fallando.Jack se tensó.— ¿Dónde está Kira? — preguntó a Kiliam.Este hizo una comunicación rápida, y tan pronto Jack miró el semblante congelado de su jefe de seguridad, lo supo.Y todo comenzó a suceder muy rápido.Kira estaba en peligro.En seguida, puso a todo el mundo en marcha, y mientras unos intentaban comunicarse sin
— Estoy bien, abuela, no pasó a mayores — Jack la escuchó hablar cuando regresó a la habitación de la clínica. Casi tuvo que obligarla a ir para hacerse un chequeo. Allí volvieron a escuchar los latidos de su hijo y todo marchaba bien, aunque debía permanecer tranquila si quería que siguiera siendo así. Se quedó de pie junto a la cama mientras ella continuaba hablando — No, no hace falta, de verdad estoy bien. Solo fue un percance con el elevador y nada más… Sí, por suerte lo abrieron a tiempo y está ahora mismo en reparación… Que no, abuela, no hace falta que viajes antes de la fecha acordada.Con cariño, Jack le quitó el móvil de la oreja y se lo llevó la suya. Kira lo miró sin comprender que era lo que se proponía.— ¿Margaret? Habla Jack — saludó él, cauto, reservado —. Sé que no soy la persona que más estima en el mundo, pero si quiere estar con su nieta… y bisnieto, yo mismo le enviaré mi jet para que puedan traerlas a usted y a Lana. ¿Tiene disponibilidad para viajar dentro de…
Como había prometido, regresó en una hora. La encontró mimando a su gato y no quiso interrumpirla, así que se quedó bajo el marco de la puerta durante un par de minutos, contemplándola sin más.Todavía no se hacía a la idea de que esa maravillosa mujer fuese a darle un hijo que solo el fruto de lo que sentían por el otro.Jack amaba a Kira, a secas, sin explicaciones o motivos. La amaba simplemente y punto, aunque deseara no haberlo hecho por el bien de ella y ese bebé inocente que no debía pagar el precio de sus demonios más personales.Cuando Kira alzó la vista y lo vio allí, de pie, cruzado de brazos, observándola con esa mirada azul cobalto que podía fácilmente robarle el aliento a cualquier mujer del estado, la sonrisa se le borró y sus hombros se tensaron.— El doctor ya ha dado tu alta — le dijo. Ella asintió desganada mientras acariciaba la cabeza del gato —. También lo he arreglado todo para que tengas tus citas médicas aquí a partir de ahora. Hay una buena ginecóloga que es
— Espero sea de tu agrado— le dijo él, después abrió la puerta de una recámara amplia con ventanas grandes, por donde se veían los copos de nieve caer —. La acondicionaron especialmente para ti.— Gracias — musitó levemente y echó un rápido vistazo a las cortinas color rosa pastel, la cama sencilla de tres plazas hecha de madera de roble y la pequeña colchoneta junto a esta que parecía ser para Félix. Esbozó una pequeña sonrisa para sí misma —. Luce confortable.— El armario aún está vacío, pero podrás llenarlo a tu gusto tan pronto como quieras. En la mesa de noche hay una extensión ilimitada de mi tarjeta de crédito — señaló con el gesto —. Úsala libremente.Ella suspiró y negó con la cabeza.— No quiero abusar.— Lo sé, pero necesitarás ropa. Recuerda que todas tus pertenencias sé… quemaron — le dijo con pesadumbre.— Gracias, compraré lo necesario.— Bien, otra cosa, me han informado que el jet no podrá despegar debido a que se aproxima una tormenta, así que es muy probable que Ma
Su expresión de ensueño fue una clara invitación, y sus gemidos ahogados; mientras trazaba un camino de besos por la piel preparada y expuesta, fue solo el inicio de lo que nunca más podría volver a privarse, no tratándose de esa bendita y necesaria mujer.Cuando alzó la vista, y sus ojos azules se apoderaron de los suyos castaños, fervientes y sobrecargados de anhelo, su instinto más salvaje tomó el control.Se hizo de los botones de su camisa, y uno a uno, fue desabrochándolos. La prenda se abrió a los lados. Unas pequeñas y diminutas bragas blancas, los pechos tal cual como los recordaba esa tarde… y como los había sentido entre sus manos.El viril miembro masculino se hizo dolorosamente más apretado, y pulsaba de necesidad.Carajo.En todas las horas que estuvo fuera no hizo más que pensar en ella, y ahora la tenía así… enteramente dispuesta.Deslumbrado, le recorrió el cuerpo con las manos. Sus dedos aseaban sus caderas y sus palmas tranquilizaban los espasmos involuntarios. Y al
Cuando llegaron a la clínica, Jack todavía tenía los dedos de Kira entrelazados a los suyos. Su primo, Tyler — quien le había dado la terrible noticia — fue el primero en incorporarse de su familia. Ethan y Emma los secundaron, aferrados al otro, como la pareja de esposos que eran.— Jack — saludó el hombre con pesar, que igualaba a su primo en estatura y edad —. Lamento que nos tengamos que ver después de tanto tiempo en estas circunstancias.— ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó en seguida, al tiempo que estrechaban sus manos.— Un accidente en la carretera. Iban a encontrarse con Ethan y Emma para cenar, pero aparentemente nuestro abuelo perdió el control del auto y se estrellaron.— ¿Qué dicen los médicos?Tyler suspiró y negó levemente con la cabeza.— No mucho, salvo que debemos esperar por un diagnóstico definitivo.Jack asintió destrozado. Prudence y Albert lo significaban todo para él… y no imaginaba como podría ser la vida si algo llegara a sucederles.Kira posó sus ojos castañ
— Dime… Kira, ¿ese cabezotas de mi nieto… se porta bien… o tengo que reprenderlo… como cuándo era un niño? — le preguntó Prudence cuando le pidió su mano para tenerla entre la suya arrugadita, aunque bastante conservada para la edad que tenía la mujer.Ella soltó una risita suave— Se porta bien — admitió con voz tierna y después se acercó para susurrar algo en su oído — pero concuerdo con lo de cabezotas.Jack se cruzó de brazos y negó con una sonrisa.— ¿Me parece que las dos están en mi contra? — replicó y Kira le echó un vistazo con esos dulces ojos.Prudence lo reprendió y le pidió que llamara a una de sus muchachas de servicio para que le prepararan su maleta de mano, pues no quería salir de la clínica en esta estado cuando le diesen el alta. Una mujer de su talla siempre iba impecable, incluso en las peores circunstancias.También aprovechó para quedarse a solas con esa preciosa joven que había conseguido ganar el corazón de su nieto, lo que era un motivo más que suficiente par
Esa misma mañana, Margaret y Lana aterrizaron en Nueva York.Kira no tuvo más remedio que contarles la verdad absoluta de lo que había sucedido, pues tantos hombres custodiándola no era por nada, como les había dicho ella en un principio.— Las dejaré solas para que se pongan al día. Yo debo volver a la clínica — dijo Jack, que apareció de pronto en el salón luego de haber estado en una llamada de suma importancia con su abogado — Lana, Margaret, siéntanse como en casa. Ya he pedido al servicio que prepare sus habitaciones.— ¡Gracias cuñado! — soltó la menor de las Raleigh, entusiasmada.Kira sonrió y negó con la cabeza.Margaret asintió levemente. Todavía tenía un ojo puesto sobre él; sin embargo, todo indicaba que estaba cuidando de su muchacha y con eso se sentía más que agradecida.Kira se incorporó y lo siguió hasta el elevador. Lo detuvo delicada tomándolo por el brazo.— ¿Vendrás pronto a casa? — le preguntó con voz tierna.Jack la rebosó con su mirada azul, y se sintió extrañ