El Rolls-Royce se deslizaba silenciosamente por las calles de Houston, alejándose del bullicio del centro hacia los suburbios opulentos. Yasmany se removía inquieto en el asiento de cuero, consciente de la suciedad de su ropa contrastando con el lujoso interior del vehículo.
Eleanor Blackwood lo observaba con una mezcla de curiosidad y cálculo. "Relájate, joven", dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. "Pronto estaremos en casa."
"¿Casa?", preguntó Yasmany, su voz apenas un susurro. "¿Qué quiere de mí, señora Blackwood?"
Eleanor se reclinó en su asiento, sus dedos jugueteando con su collar de perlas. "Directo al grano, ¿eh? Me gusta eso." Hizo una pausa, como si estuviera considerando cuidadosamente sus siguientes palabras. "Verás, Yasmany, tengo una hija. Caroline. Es una joven encantadora, inteligente, hermosa... pero terriblemente sola."
Yasmany frunció el ceño, confundido. "No entiendo qué tiene que ver eso conmigo."
"Todo", respondió Eleanor con una sonrisa enigmática. "Tiene todo que ver contigo."
El coche giró, entrando en un camino privado flanqueado por robles centenarios. Al final del camino, una mansión imponente se alzaba contra el cielo de Texas, sus columnas blancas y ventanales relucientes bajo el sol de la mañana.
Los ojos de Yasmany se abrieron de par en par. Había visto casas grandes antes, pero esto... esto era otro nivel. "¿Usted vive aquí?", preguntó, incapaz de ocultar su asombro.
Eleanor asintió, una chispa de orgullo en sus ojos. "Esta ha sido la casa de los Blackwood por generaciones. Y ahora, podría ser tu hogar también."
El coche se detuvo frente a la entrada principal. Un mayordomo de aspecto severo abrió la puerta, inclinando levemente la cabeza. "Bienvenida a casa, señora Blackwood."
Eleanor salió del coche con gracia, gesticulando a Yasmany para que la siguiera. Con piernas temblorosas, él obedeció, sintiéndose completamente fuera de lugar en este mundo de riqueza y privilegio.
"Sígueme", ordenó Eleanor, guiándolo hacia el interior de la mansión. Yasmany la siguió, sus ojos recorriendo los techos altos, las pinturas que probablemente costaban más que todo lo que había visto en su vida, los muebles antiguos que parecían sacados de un museo.
Llegaron a un estudio, una habitación imponente llena de libros y con un escritorio masivo de caoba en el centro. Eleanor se sentó detrás del escritorio, indicando a Yasmany que tomara asiento frente a ella.
"Ahora, Yasmany", comenzó, su tono volviéndose serio, "te traje aquí porque creo que podrías ser la solución a un problema que tenemos. Como te dije, mi hija Caroline está sola. Necesita un compañero, alguien que pueda estar a su lado, apoyarla, quizás incluso... amarla."
Yasmany parpadeó, procesando lentamente las palabras de Eleanor. "Espere... ¿está diciendo que quiere que me case con su hija?"
Eleanor sonrió, pero la sonrisa no alcanzó sus ojos. "Eres perspicaz. Sí, eso es exactamente lo que estoy proponiendo. A cambio, te ofrezco una vida que nunca soñaste posible. Educación, riqueza, estatus... todo puede ser tuyo."
El corazón de Yasmany latía furiosamente en su pecho. Su mente daba vueltas, tratando de procesar la oferta increíble que se le presentaba. Era como un cuento de hadas, demasiado bueno para ser verdad. Y sin embargo, aquí estaba, sentado en esta mansión, con esta mujer ofreciéndole el mundo.
"¿Y si digo que no?", preguntó, su voz apenas audible.
Los ojos de Eleanor se endurecieron por un momento. "Entonces te llevaremos de vuelta a donde te encontramos. Sin resentimientos. Pero piénsalo bien, Yasmany. Oportunidades como esta no se presentan dos veces en la vida."
Yasmany cerró los ojos, respirando profundamente. En su mente, vio las calles duras y frías que habían sido su hogar durante tanto tiempo. Luego, vio esta mansión, la promesa de una vida mejor, de seguridad, de... pertenencia.
Cuando abrió los ojos, había tomado su decisión. "Acepto", dijo, su voz firme a pesar del temblor en sus manos.
Eleanor sonrió, esta vez con genuina satisfacción. "Excelente decisión, Yasmany. Bienvenido a la familia Blackwood."
Mientras Eleanor comenzaba a delinear los próximos pasos, explicando cómo lo prepararían para su nuevo papel, Yasmany no podía sacudirse la sensación de que acababa de hacer un pacto con el diablo. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Su vida había cambiado para siempre, y solo el tiempo diría si había sido para mejor o para peor.
En algún lugar de la mansión, un reloj dio las doce. Para Yasmany Ramos, era el comienzo de una nueva vida, una vida que nunca hubiera imaginado posible. Pero con las promesas de riqueza y estatus, también llegaban nuevos peligros y desafíos que aún no podía comprender. Su viaje apenas comenzaba.
Los días siguientes fueron un torbellino para Yasmany. Pasó de dormir en callejones a ocupar una suite más grande que cualquier apartamento en el que hubiera vivido. Un ejército de sirvientes se encargaba de cada uno de sus caprichos, aunque él apenas se atrevía a pedir nada.Una mañana, mientras se miraba en el espejo de cuerpo entero de su nuevo dormitorio, apenas se reconoció. El joven desaliñado de las calles había sido reemplazado por alguien que parecía salido de una revista de moda. Su cabello, antes largo y enmarañado, ahora estaba perfectamente cortado y peinado. Su piel bronceada brillaba, limpia y bien cuidada. El traje a medida que vestía probablemente costaba más que todo lo que había poseído en su vida."Señor Ramos," la voz del mayordomo lo sacó de sus pensamientos. "La señorita Caroline lo espera en el jardín para el té."Yasmany asintió, su estómago revolviéndose con nervios. Después de una semana en la mansión, finalmente iba a conocer a la mujer que se suponía iba a
Los meses pasaron como un sueño febril para Yasmany. Su boda con Caroline fue un espectáculo deslumbrante, más para la sociedad de Houston que para ellos mismos. Bajo los flashes de las cámaras y las miradas escrutadoras de la élite, sellaron su pacto con un beso que pareció convencer a todos, menos a ellos mismos.Una mañana de domingo, casi cuatro años después de su llegada a la mansión Blackwood, Yasmany se encontraba en la biblioteca, rodeado de libros de historia y economía. Se había sumergido en el estudio, determinado a entender el mundo en el que ahora vivía."Trabajando duro, como siempre," dijo Caroline desde la puerta, una sonrisa irónica en sus labios.Yasmany levantó la vista, ofreciéndole una sonrisa cansada. "Alguien tiene que mantener las apariencias."Caroline entró, cerrando la puerta tras de sí. "Hablando de apariencias," dijo en voz baja, "tenemos un problema."Yasmany se enderezó, alerta. "¿Qué sucede?""Mi madre," respondió Caroline, sentándose frente a él. "Está
Yasmany se quedó inmóvil, sus ojos fijos en Alejandro Ramos, el hombre que acababa de voltear su mundo de cabeza. Las palabras "heredero", "familia Ramos", y "dragón" resonaban en su mente como un eco interminable."No... no puede ser cierto," murmuró Yasmany, su voz apenas audible.Alejandro dio un paso adelante, su expresión una mezcla de determinación y algo que podría ser interpretado como afecto. "Sé que es difícil de creer, Yasmany, pero es la verdad. Has vivido una mentira todos estos años."En ese momento, Eleanor Blackwood emergió de las sombras, su rostro una máscara de fría compostura. "Creo que es hora de que se vaya, señor Ramos," dijo, su voz cortante como el hielo.Alejandro se volvió hacia ella, sus ojos brillando con una furia apenas contenida. "No tiene derecho a interferir, señora Blackwood. Yasmany es sangre de mi sangre.""Yasmany es mi yerno," respondió Eleanor, "y miembro de la familia Blackwood. Su lugar está aquí."Mientras los dos se enfrentaban, Yasmany sint
Los días siguientes a la visita de Alejandro Ramos fueron un torbellino de confusión y tensión en la mansión Blackwood. Yasmany se movía por los pasillos como un fantasma, su mente un caos de preguntas sin respuesta y emociones contradictorias.Una mañana, mientras el sol apenas se asomaba sobre el horizonte de Houston, Yasmany se encontró en el jardín trasero de la mansión. El rocío brillaba sobre el césped perfectamente cortado, y el aire fresco de la mañana llevaba el aroma de las rosas recién florecidas. Cerró los ojos, intentando encontrar un momento de paz en medio de la tormenta que era su vida.Fue entonces cuando lo sintió de nuevo: ese calor interno, como un fuego suave que ardía en su pecho. Esta vez, en lugar de luchar contra él, Yasmany se concentró en la sensación, dejando que el calor fluyera por su cuerpo.Para su asombro, cuando abrió los ojos, vio que sus manos estaban envueltas en un tenue resplandor dorado. Flexionó los dedos, fascinado, y pequeñas chispas danzaron
La noche caía sobre Houston cuando Yasmany salió sigilosamente de la mansión Blackwood. Vestido con ropa oscura y llevando una mochila con algunas provisiones, se movía con la agilidad y sigilo que había aprendido en las calles años atrás.Su destino: la biblioteca pública de Houston. Sabía que era un lugar poco probable para encontrar respuestas sobre dragones y poderes místicos, pero era un comienzo. Además, necesitaba alejarse de la mansión, de las miradas inquisitivas de Eleanor y la preocupación en los ojos de Caroline.Mientras caminaba por las calles nocturnas, Yasmany no pudo evitar notar cómo la ciudad parecía diferente ahora. Las sombras parecían más profundas, las luces más brillantes. Era como si sus sentidos se hubieran agudizado, permitiéndole percibir cosas que antes pasaban desapercibidas.Al llegar a la biblioteca, se dirigió directamente a la sección de mitología y folklore. Pasó horas revisando libros sobre dragones, leyendas antiguas y poderes místicos. Aunque la m
El amanecer encontró a Yasmany en el jardín trasero de la mansión Blackwood, su cuerpo tenso con anticipación. Las palabras del Dr. Cortez resonaban en su mente: "Aprender. Entrenar. Descubrir quién eres realmente y qué puedes hacer."Respiró profundamente, cerrando los ojos y centrándose en el calor que siempre parecía arder en su interior. Esta vez, en lugar de reprimirlo, lo abrazó, dejando que el fuego interno se expandiera por todo su cuerpo.Cuando abrió los ojos, sus manos estaban envueltas en llamas doradas. Yasmany las observó con asombro, notando que el fuego no quemaba su piel. Con un movimiento de su muñeca, las llamas danzaron, formando patrones en el aire."Increíble," susurró para sí mismo.Animado por este éxito, Yasmany comenzó a experimentar. Descubrió que podía controlar la intensidad del fuego, desde un suave resplandor hasta una llamarada feroz. Podía darle forma, crear bolas de fuego e incluso hacer que las llamas "saltaran" de una mano a otra.Estaba tan absorto
La noche de Houston envolvía la ciudad en un manto de luces brillantes y sombras profundas mientras Yasmany y Caroline se deslizaban por las calles en el elegante coche de los Blackwood. El silencio entre ellos estaba cargado de tensión y preguntas no formuladas."¿Estás seguro de esto?" preguntó Caroline finalmente, rompiendo el silencio.Yasmany asintió, sus ojos fijos en el camino. "Necesitamos respuestas, Caroline. Y no podemos confiar en tu madre para obtenerlas."Caroline suspiró, recostándose en su asiento. "Nunca pensé que diría esto, pero tienes razón. Mi madre... siempre ha tenido sus propios planes. Pero Yasmany, ¿confías realmente en este profesor?""No," admitió Yasmany. "Pero ahora mismo, es la única pista que tenemos."El coche se detuvo frente a un modesto edificio de apartamentos en las afueras de la ciudad. Yasmany y Caroline intercambiaron una mirada antes de salir del vehículo.En el tercer piso, Yasmany tocó la puerta del apartamento 3B. Después de un momento, la
El túnel oscuro parecía interminable mientras Yasmany, Caroline y el Dr. Cortez corrían, sus pasos resonando en la estrecha pasarela. El aire estaba cargado de humedad y el olor a moho, pero Yasmany apenas lo notaba. Su mente estaba enfocada en una cosa: el poder que fluía por sus venas."¡Por aquí!" gritó el Dr. Cortez, girando bruscamente a la izquierda. Emergieron en lo que parecía ser un antiguo sótano, lleno de cajas polvorientas y muebles cubiertos con sábanas. El profesor se dirigió rápidamente a una pared, palpando los ladrillos hasta que uno cedió bajo su toque. Un panel se deslizó, revelando una pequeña habitación oculta."Entren," instó. "Estaremos seguros aquí por ahora."Una vez dentro, el Dr. Cortez cerró el panel y encendió una tenue luz. La habitación era pequeña pero estaba bien equipada: había una mesa con varios monitores, estanterías llenas de libros y lo que parecía ser equipo de comunicación.Caroline miró a su alrededor con asombro. "¿Qué es este lugar?""Mi ce