Capítulo 3: Encuentros y Desencuentros

Los días siguientes fueron un torbellino para Yasmany. Pasó de dormir en callejones a ocupar una suite más grande que cualquier apartamento en el que hubiera vivido. Un ejército de sirvientes se encargaba de cada uno de sus caprichos, aunque él apenas se atrevía a pedir nada.

Una mañana, mientras se miraba en el espejo de cuerpo entero de su nuevo dormitorio, apenas se reconoció. El joven desaliñado de las calles había sido reemplazado por alguien que parecía salido de una revista de moda. Su cabello, antes largo y enmarañado, ahora estaba perfectamente cortado y peinado. Su piel bronceada brillaba, limpia y bien cuidada. El traje a medida que vestía probablemente costaba más que todo lo que había poseído en su vida.

"Señor Ramos," la voz del mayordomo lo sacó de sus pensamientos. "La señorita Caroline lo espera en el jardín para el té."

Yasmany asintió, su estómago revolviéndose con nervios. Después de una semana en la mansión, finalmente iba a conocer a la mujer que se suponía iba a ser su esposa.

El jardín era un oasis de verdor y color, con rosas de todos los tonos imaginables bordeando un camino de grava que serpenteaba entre fuentes ornamentadas. Al final del camino, sentada en una elegante mesa de hierro forjado, estaba Caroline Blackwood.

Yasmany se detuvo en seco, momentáneamente sin aliento. Caroline era hermosa, no había duda de ello. Su cabello rubio caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos azules brillaban con inteligencia. Pero había algo más en su expresión, una dureza apenas oculta, que lo puso inmediatamente en guardia.

"Así que tú eres el proyecto de caridad de mi madre," dijo Caroline a modo de saludo, su voz dulce pero con un filo apenas disimulado.

Yasmany se sentó frente a ella, tratando de mantener la compostura. "Mi nombre es Yasmany Ramos," respondió, extendiendo su mano. "Es un placer conocerte, Caroline."

Caroline ignoró su mano, tomando en su lugar un sorbo de té. "Ahórrate las formalidades, Yasmany. Ambos sabemos por qué estás aquí."

"Tu madre mencionó que estabas... sola," dijo Yasmany, eligiendo cuidadosamente sus palabras.

Caroline soltó una risa amarga. "¿Sola? Es una forma amable de decirlo. Desesperada sería más preciso. O al menos, eso es lo que mi madre piensa."

Yasmany frunció el ceño, confundido. "No entiendo."

"Por supuesto que no entiendes," dijo Caroline, dejando su taza con un golpe seco. "¿Cómo podrías? Vienes de las calles, Yasmany. No tienes idea de cómo funciona nuestro mundo."

"Entonces explícamelo," desafió Yasmany, una chispa de su viejo yo asomando a través de su nueva fachada pulida.

Caroline lo miró sorprendida por un momento, luego sonrió, una sonrisa genuina que transformó su rostro. "Tal vez hay algo en ti después de todo," murmuró. Luego, en voz más alta, "Muy bien, Yasmany Ramos. Te lo explicaré. En nuestro mundo, el matrimonio no es sobre amor. Es sobre alianzas, poder, y mantener el estatus. Mi madre está desesperada por casarme porque teme que nuestro linaje se extinga. Y tú... bueno, tú eres guapo, joven, y lo suficientemente maleable para ser moldeado en el yerno perfecto."

Yasmany absorbió sus palabras en silencio, su mente dando vueltas. "¿Y tú qué quieres, Caroline?" preguntó finalmente.

Por un momento, la máscara de Caroline se deslizó, revelando una vulnerabilidad que lo tomó por sorpresa. "Quiero ser libre," susurró. "Libre de las expectativas, de las obligaciones, de este mundo dorado que es más una prisión que un paraíso."

Yasmany sintió una oleada de empatía. Él también conocía el anhelo de libertad. "Tal vez," dijo lentamente, "podríamos ayudarnos mutuamente."

Caroline lo miró con curiosidad. "¿Qué propones?"

"Un trato," dijo Yasmany, las palabras formándose en su mente mientras hablaba. "Nos casamos, como tu madre quiere. Pero es un matrimonio de conveniencia. Tú obtienes tu libertad, yo obtengo... bueno, una nueva vida. Y tal vez, con el tiempo, podríamos ser amigos."

Caroline lo estudió por un largo momento, como si lo estuviera viendo realmente por primera vez. Luego, lentamente, extendió su mano. "Trato hecho, Yasmany Ramos."

Mientras estrechaban las manos, Yasmany sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si acabara de sellar un pacto que cambiaría el curso de sus vidas para siempre. Y en algún lugar profundo de su ser, algo se agitó, como si un dragón dormido comenzara a despertar.

Lo que Yasmany no sabía era que este acuerdo, aparentemente simple, pondría en marcha una cadena de eventos que sacudiría los cimientos de la sociedad de Houston y revelaría secretos enterrados durante generaciones. Su viaje apenas comenzaba, y los desafíos más grandes aún estaban por venir.

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