Los días siguientes fueron un torbellino para Yasmany. Pasó de dormir en callejones a ocupar una suite más grande que cualquier apartamento en el que hubiera vivido. Un ejército de sirvientes se encargaba de cada uno de sus caprichos, aunque él apenas se atrevía a pedir nada.
Una mañana, mientras se miraba en el espejo de cuerpo entero de su nuevo dormitorio, apenas se reconoció. El joven desaliñado de las calles había sido reemplazado por alguien que parecía salido de una revista de moda. Su cabello, antes largo y enmarañado, ahora estaba perfectamente cortado y peinado. Su piel bronceada brillaba, limpia y bien cuidada. El traje a medida que vestía probablemente costaba más que todo lo que había poseído en su vida.
"Señor Ramos," la voz del mayordomo lo sacó de sus pensamientos. "La señorita Caroline lo espera en el jardín para el té."
Yasmany asintió, su estómago revolviéndose con nervios. Después de una semana en la mansión, finalmente iba a conocer a la mujer que se suponía iba a ser su esposa.
El jardín era un oasis de verdor y color, con rosas de todos los tonos imaginables bordeando un camino de grava que serpenteaba entre fuentes ornamentadas. Al final del camino, sentada en una elegante mesa de hierro forjado, estaba Caroline Blackwood.
Yasmany se detuvo en seco, momentáneamente sin aliento. Caroline era hermosa, no había duda de ello. Su cabello rubio caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos azules brillaban con inteligencia. Pero había algo más en su expresión, una dureza apenas oculta, que lo puso inmediatamente en guardia.
"Así que tú eres el proyecto de caridad de mi madre," dijo Caroline a modo de saludo, su voz dulce pero con un filo apenas disimulado.
Yasmany se sentó frente a ella, tratando de mantener la compostura. "Mi nombre es Yasmany Ramos," respondió, extendiendo su mano. "Es un placer conocerte, Caroline."
Caroline ignoró su mano, tomando en su lugar un sorbo de té. "Ahórrate las formalidades, Yasmany. Ambos sabemos por qué estás aquí."
"Tu madre mencionó que estabas... sola," dijo Yasmany, eligiendo cuidadosamente sus palabras.
Caroline soltó una risa amarga. "¿Sola? Es una forma amable de decirlo. Desesperada sería más preciso. O al menos, eso es lo que mi madre piensa."
Yasmany frunció el ceño, confundido. "No entiendo."
"Por supuesto que no entiendes," dijo Caroline, dejando su taza con un golpe seco. "¿Cómo podrías? Vienes de las calles, Yasmany. No tienes idea de cómo funciona nuestro mundo."
"Entonces explícamelo," desafió Yasmany, una chispa de su viejo yo asomando a través de su nueva fachada pulida.
Caroline lo miró sorprendida por un momento, luego sonrió, una sonrisa genuina que transformó su rostro. "Tal vez hay algo en ti después de todo," murmuró. Luego, en voz más alta, "Muy bien, Yasmany Ramos. Te lo explicaré. En nuestro mundo, el matrimonio no es sobre amor. Es sobre alianzas, poder, y mantener el estatus. Mi madre está desesperada por casarme porque teme que nuestro linaje se extinga. Y tú... bueno, tú eres guapo, joven, y lo suficientemente maleable para ser moldeado en el yerno perfecto."
Yasmany absorbió sus palabras en silencio, su mente dando vueltas. "¿Y tú qué quieres, Caroline?" preguntó finalmente.
Por un momento, la máscara de Caroline se deslizó, revelando una vulnerabilidad que lo tomó por sorpresa. "Quiero ser libre," susurró. "Libre de las expectativas, de las obligaciones, de este mundo dorado que es más una prisión que un paraíso."
Yasmany sintió una oleada de empatía. Él también conocía el anhelo de libertad. "Tal vez," dijo lentamente, "podríamos ayudarnos mutuamente."
Caroline lo miró con curiosidad. "¿Qué propones?"
"Un trato," dijo Yasmany, las palabras formándose en su mente mientras hablaba. "Nos casamos, como tu madre quiere. Pero es un matrimonio de conveniencia. Tú obtienes tu libertad, yo obtengo... bueno, una nueva vida. Y tal vez, con el tiempo, podríamos ser amigos."
Caroline lo estudió por un largo momento, como si lo estuviera viendo realmente por primera vez. Luego, lentamente, extendió su mano. "Trato hecho, Yasmany Ramos."
Mientras estrechaban las manos, Yasmany sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si acabara de sellar un pacto que cambiaría el curso de sus vidas para siempre. Y en algún lugar profundo de su ser, algo se agitó, como si un dragón dormido comenzara a despertar.
Lo que Yasmany no sabía era que este acuerdo, aparentemente simple, pondría en marcha una cadena de eventos que sacudiría los cimientos de la sociedad de Houston y revelaría secretos enterrados durante generaciones. Su viaje apenas comenzaba, y los desafíos más grandes aún estaban por venir.
Los meses pasaron como un sueño febril para Yasmany. Su boda con Caroline fue un espectáculo deslumbrante, más para la sociedad de Houston que para ellos mismos. Bajo los flashes de las cámaras y las miradas escrutadoras de la élite, sellaron su pacto con un beso que pareció convencer a todos, menos a ellos mismos.Una mañana de domingo, casi cuatro años después de su llegada a la mansión Blackwood, Yasmany se encontraba en la biblioteca, rodeado de libros de historia y economía. Se había sumergido en el estudio, determinado a entender el mundo en el que ahora vivía."Trabajando duro, como siempre," dijo Caroline desde la puerta, una sonrisa irónica en sus labios.Yasmany levantó la vista, ofreciéndole una sonrisa cansada. "Alguien tiene que mantener las apariencias."Caroline entró, cerrando la puerta tras de sí. "Hablando de apariencias," dijo en voz baja, "tenemos un problema."Yasmany se enderezó, alerta. "¿Qué sucede?""Mi madre," respondió Caroline, sentándose frente a él. "Está
Yasmany se quedó inmóvil, sus ojos fijos en Alejandro Ramos, el hombre que acababa de voltear su mundo de cabeza. Las palabras "heredero", "familia Ramos", y "dragón" resonaban en su mente como un eco interminable."No... no puede ser cierto," murmuró Yasmany, su voz apenas audible.Alejandro dio un paso adelante, su expresión una mezcla de determinación y algo que podría ser interpretado como afecto. "Sé que es difícil de creer, Yasmany, pero es la verdad. Has vivido una mentira todos estos años."En ese momento, Eleanor Blackwood emergió de las sombras, su rostro una máscara de fría compostura. "Creo que es hora de que se vaya, señor Ramos," dijo, su voz cortante como el hielo.Alejandro se volvió hacia ella, sus ojos brillando con una furia apenas contenida. "No tiene derecho a interferir, señora Blackwood. Yasmany es sangre de mi sangre.""Yasmany es mi yerno," respondió Eleanor, "y miembro de la familia Blackwood. Su lugar está aquí."Mientras los dos se enfrentaban, Yasmany sint
Los días siguientes a la visita de Alejandro Ramos fueron un torbellino de confusión y tensión en la mansión Blackwood. Yasmany se movía por los pasillos como un fantasma, su mente un caos de preguntas sin respuesta y emociones contradictorias.Una mañana, mientras el sol apenas se asomaba sobre el horizonte de Houston, Yasmany se encontró en el jardín trasero de la mansión. El rocío brillaba sobre el césped perfectamente cortado, y el aire fresco de la mañana llevaba el aroma de las rosas recién florecidas. Cerró los ojos, intentando encontrar un momento de paz en medio de la tormenta que era su vida.Fue entonces cuando lo sintió de nuevo: ese calor interno, como un fuego suave que ardía en su pecho. Esta vez, en lugar de luchar contra él, Yasmany se concentró en la sensación, dejando que el calor fluyera por su cuerpo.Para su asombro, cuando abrió los ojos, vio que sus manos estaban envueltas en un tenue resplandor dorado. Flexionó los dedos, fascinado, y pequeñas chispas danzaron
La noche caía sobre Houston cuando Yasmany salió sigilosamente de la mansión Blackwood. Vestido con ropa oscura y llevando una mochila con algunas provisiones, se movía con la agilidad y sigilo que había aprendido en las calles años atrás.Su destino: la biblioteca pública de Houston. Sabía que era un lugar poco probable para encontrar respuestas sobre dragones y poderes místicos, pero era un comienzo. Además, necesitaba alejarse de la mansión, de las miradas inquisitivas de Eleanor y la preocupación en los ojos de Caroline.Mientras caminaba por las calles nocturnas, Yasmany no pudo evitar notar cómo la ciudad parecía diferente ahora. Las sombras parecían más profundas, las luces más brillantes. Era como si sus sentidos se hubieran agudizado, permitiéndole percibir cosas que antes pasaban desapercibidas.Al llegar a la biblioteca, se dirigió directamente a la sección de mitología y folklore. Pasó horas revisando libros sobre dragones, leyendas antiguas y poderes místicos. Aunque la m
El amanecer encontró a Yasmany en el jardín trasero de la mansión Blackwood, su cuerpo tenso con anticipación. Las palabras del Dr. Cortez resonaban en su mente: "Aprender. Entrenar. Descubrir quién eres realmente y qué puedes hacer."Respiró profundamente, cerrando los ojos y centrándose en el calor que siempre parecía arder en su interior. Esta vez, en lugar de reprimirlo, lo abrazó, dejando que el fuego interno se expandiera por todo su cuerpo.Cuando abrió los ojos, sus manos estaban envueltas en llamas doradas. Yasmany las observó con asombro, notando que el fuego no quemaba su piel. Con un movimiento de su muñeca, las llamas danzaron, formando patrones en el aire."Increíble," susurró para sí mismo.Animado por este éxito, Yasmany comenzó a experimentar. Descubrió que podía controlar la intensidad del fuego, desde un suave resplandor hasta una llamarada feroz. Podía darle forma, crear bolas de fuego e incluso hacer que las llamas "saltaran" de una mano a otra.Estaba tan absorto
La noche de Houston envolvía la ciudad en un manto de luces brillantes y sombras profundas mientras Yasmany y Caroline se deslizaban por las calles en el elegante coche de los Blackwood. El silencio entre ellos estaba cargado de tensión y preguntas no formuladas."¿Estás seguro de esto?" preguntó Caroline finalmente, rompiendo el silencio.Yasmany asintió, sus ojos fijos en el camino. "Necesitamos respuestas, Caroline. Y no podemos confiar en tu madre para obtenerlas."Caroline suspiró, recostándose en su asiento. "Nunca pensé que diría esto, pero tienes razón. Mi madre... siempre ha tenido sus propios planes. Pero Yasmany, ¿confías realmente en este profesor?""No," admitió Yasmany. "Pero ahora mismo, es la única pista que tenemos."El coche se detuvo frente a un modesto edificio de apartamentos en las afueras de la ciudad. Yasmany y Caroline intercambiaron una mirada antes de salir del vehículo.En el tercer piso, Yasmany tocó la puerta del apartamento 3B. Después de un momento, la
El túnel oscuro parecía interminable mientras Yasmany, Caroline y el Dr. Cortez corrían, sus pasos resonando en la estrecha pasarela. El aire estaba cargado de humedad y el olor a moho, pero Yasmany apenas lo notaba. Su mente estaba enfocada en una cosa: el poder que fluía por sus venas."¡Por aquí!" gritó el Dr. Cortez, girando bruscamente a la izquierda. Emergieron en lo que parecía ser un antiguo sótano, lleno de cajas polvorientas y muebles cubiertos con sábanas. El profesor se dirigió rápidamente a una pared, palpando los ladrillos hasta que uno cedió bajo su toque. Un panel se deslizó, revelando una pequeña habitación oculta."Entren," instó. "Estaremos seguros aquí por ahora."Una vez dentro, el Dr. Cortez cerró el panel y encendió una tenue luz. La habitación era pequeña pero estaba bien equipada: había una mesa con varios monitores, estanterías llenas de libros y lo que parecía ser equipo de comunicación.Caroline miró a su alrededor con asombro. "¿Qué es este lugar?""Mi ce
Los días se convirtieron en semanas en el refugio subterráneo del Dr. Cortez. Para Yasmany, cada hora estaba llena de descubrimientos y desafíos mientras se sumergía en el entrenamiento de los Guardianes del Fuego.Una mañana, Yasmany se encontraba en el centro de la habitación principal, sus ojos cerrados en concentración. Gotas de sudor perlaban su frente mientras luchaba por mantener una pequeña llama flotando sobre su palma extendida."Controla tu respiración," instruyó el Dr. Cortez. "El fuego responde a tus emociones, a tu voluntad. Debe ser una extensión de ti mismo."Caroline observaba desde un rincón, sus ojos nunca dejando a Yasmany. En las últimas semanas, había visto a su esposo transformarse, no solo en sus habilidades, sino en su confianza y determinación.De repente, la llama en la mano de Yasmany creció, formando la silueta de un pequeño dragón que rugía silenciosamente. Los ojos de Yasmany se abrieron, brillando con un resplandor dorado."¡Lo hice!" exclamó, una sonri