El centro de operaciones improvisado en el sótano de la clínica bullía de actividad. Pantallas mostraban mapas de Houston salpicados de puntos de colores, cada uno representando un incidente de actividad elemental anómala. Yasmany, Caroline, Damián, Mei Chang y Eleanor Blackwood se inclinaban sobre una mesa central, discutiendo estrategias."Los incidentes están aumentando," informó Mei, señalando el mapa. "Tenemos informes de géiseres espontáneos en el distrito financiero, mini tornados en los suburbios del oeste, e incluso casos de personas desarrollando habilidades elementales sin previo aviso."Yasmany frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad. "El Caos Primordial debe haber dejado grietas en la barrera entre los reinos. La energía elemental se está filtrando.""¿Y qué hacemos al respecto?" preguntó Damián, su tono cargado de frustración. "No podemos estar en todas partes a la vez."Caroline, que había estado revisando informes en una tablet, levantó la vista. "Tal vez
La noche caía sobre Houston, pero la ciudad nunca había estado tan viva. Luces de neón se mezclaban con destellos de energía elemental, creando un espectáculo que atraía a turistas de todo el mundo. En las calles, vendedores ofrecían amuletos y pociones, mientras que en los parques, nuevos Guardianes practicaban sus habilidades bajo la supervisión de instructores certificados.Desde la ventana de su oficina en la recién establecida Torre de los Elementos, Yasmany observaba la ciudad con una mezcla de orgullo y preocupación. Los últimos meses habían sido un torbellino de cambios y desafíos, pero Houston estaba adaptándose sorprendentemente bien a su nueva realidad.Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos. "Adelante," dijo, girándose para ver entrar a Mei Chang, su rostro normalmente sereno ahora marcado por la preocupación."Tenemos un problema," anunció sin preámbulos. "Ha habido una fuga en la prisión de máxima seguridad."Yasmany se tensó. "¿Quién?""Alejandro Ramos," res
El cielo de Houston era un torbellino de colores elementales, reflejando la batalla épica que se libraba en las calles de la ciudad. Yasmany Ramos, envuelto en un aura de fuego dorado, se enfrentaba a su padre, Alejandro, cuyo cuerpo emanaba una energía oscura y caótica."¡Es suficiente, padre!" gritó Yasmany, esquivando un rayo de energía negra. "¡Esta ciudad no es tuya para gobernar o destruir!"Alejandro rio, su voz resonando con un poder inhumano. "¡Tonto! ¿No lo ves? Houston es solo el comienzo. Con el poder que he desatado, podríamos rehacer el mundo entero a nuestra imagen."Cerca de allí, Caroline y Mei Chang lideraban a los Guardianes en un esfuerzo por contener las anomalías elementales que amenazaban con desgarrar el tejido de la realidad. El Dr. Cortez, desde un centro de comando móvil, coordinaba los esfuerzos para evacuar a los civiles y estabilizar los puntos focales de la ciudad.En medio del caos, Damián observaba el enfrentamiento entre su padre y su hermano, su rost
El sol de Texas castigaba sin piedad el asfalto de las calles de Houston cuando Yasmany Ramos se despertó sobresaltado. El sudor perlaba su frente, mezclándose con la suciedad acumulada de días sin un baño decente. Se incorporó lentamente, sus músculos protestando por otra noche pasada en el duro suelo de un callejón."Otro día en el paraíso", murmuró para sí mismo con una sonrisa irónica, estirando su cuerpo atlético pero malnutrido.A sus 22 años, Yasmany era un superviviente nato. Abandonado al nacer, había pasado su vida saltando de un hogar de acogida a otro, nunca encontrando un lugar al que pudiera llamar verdaderamente hogar. Ahora, las calles de Houston eran su dominio, un laberinto de concreto y acero que había aprendido a navegar con la destreza de un nativo.Se puso de pie, recogiendo la mochila raída que contenía todas sus posesiones mundanas. Un par de cambios de ropa, una botella de agua medio vacía, y una fotografía arrugada de una mujer sonriente que asumía era su mad
El Rolls-Royce se deslizaba silenciosamente por las calles de Houston, alejándose del bullicio del centro hacia los suburbios opulentos. Yasmany se removía inquieto en el asiento de cuero, consciente de la suciedad de su ropa contrastando con el lujoso interior del vehículo.Eleanor Blackwood lo observaba con una mezcla de curiosidad y cálculo. "Relájate, joven", dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. "Pronto estaremos en casa.""¿Casa?", preguntó Yasmany, su voz apenas un susurro. "¿Qué quiere de mí, señora Blackwood?"Eleanor se reclinó en su asiento, sus dedos jugueteando con su collar de perlas. "Directo al grano, ¿eh? Me gusta eso." Hizo una pausa, como si estuviera considerando cuidadosamente sus siguientes palabras. "Verás, Yasmany, tengo una hija. Caroline. Es una joven encantadora, inteligente, hermosa... pero terriblemente sola."Yasmany frunció el ceño, confundido. "No entiendo qué tiene que ver eso conmigo.""Todo", respondió Eleanor con una sonrisa enigmática. "T
Los días siguientes fueron un torbellino para Yasmany. Pasó de dormir en callejones a ocupar una suite más grande que cualquier apartamento en el que hubiera vivido. Un ejército de sirvientes se encargaba de cada uno de sus caprichos, aunque él apenas se atrevía a pedir nada.Una mañana, mientras se miraba en el espejo de cuerpo entero de su nuevo dormitorio, apenas se reconoció. El joven desaliñado de las calles había sido reemplazado por alguien que parecía salido de una revista de moda. Su cabello, antes largo y enmarañado, ahora estaba perfectamente cortado y peinado. Su piel bronceada brillaba, limpia y bien cuidada. El traje a medida que vestía probablemente costaba más que todo lo que había poseído en su vida."Señor Ramos," la voz del mayordomo lo sacó de sus pensamientos. "La señorita Caroline lo espera en el jardín para el té."Yasmany asintió, su estómago revolviéndose con nervios. Después de una semana en la mansión, finalmente iba a conocer a la mujer que se suponía iba a
Los meses pasaron como un sueño febril para Yasmany. Su boda con Caroline fue un espectáculo deslumbrante, más para la sociedad de Houston que para ellos mismos. Bajo los flashes de las cámaras y las miradas escrutadoras de la élite, sellaron su pacto con un beso que pareció convencer a todos, menos a ellos mismos.Una mañana de domingo, casi cuatro años después de su llegada a la mansión Blackwood, Yasmany se encontraba en la biblioteca, rodeado de libros de historia y economía. Se había sumergido en el estudio, determinado a entender el mundo en el que ahora vivía."Trabajando duro, como siempre," dijo Caroline desde la puerta, una sonrisa irónica en sus labios.Yasmany levantó la vista, ofreciéndole una sonrisa cansada. "Alguien tiene que mantener las apariencias."Caroline entró, cerrando la puerta tras de sí. "Hablando de apariencias," dijo en voz baja, "tenemos un problema."Yasmany se enderezó, alerta. "¿Qué sucede?""Mi madre," respondió Caroline, sentándose frente a él. "Está
Yasmany se quedó inmóvil, sus ojos fijos en Alejandro Ramos, el hombre que acababa de voltear su mundo de cabeza. Las palabras "heredero", "familia Ramos", y "dragón" resonaban en su mente como un eco interminable."No... no puede ser cierto," murmuró Yasmany, su voz apenas audible.Alejandro dio un paso adelante, su expresión una mezcla de determinación y algo que podría ser interpretado como afecto. "Sé que es difícil de creer, Yasmany, pero es la verdad. Has vivido una mentira todos estos años."En ese momento, Eleanor Blackwood emergió de las sombras, su rostro una máscara de fría compostura. "Creo que es hora de que se vaya, señor Ramos," dijo, su voz cortante como el hielo.Alejandro se volvió hacia ella, sus ojos brillando con una furia apenas contenida. "No tiene derecho a interferir, señora Blackwood. Yasmany es sangre de mi sangre.""Yasmany es mi yerno," respondió Eleanor, "y miembro de la familia Blackwood. Su lugar está aquí."Mientras los dos se enfrentaban, Yasmany sint