La ascensión del dragón: La historia de Yasmany Ramos
La ascensión del dragón: La historia de Yasmany Ramos
Por: Mrpol0
Capítulo 1: El Rescate

El sol de Texas castigaba sin piedad el asfalto de las calles de Houston cuando Yasmany Ramos se despertó sobresaltado. El sudor perlaba su frente, mezclándose con la suciedad acumulada de días sin un baño decente. Se incorporó lentamente, sus músculos protestando por otra noche pasada en el duro suelo de un callejón.

"Otro día en el paraíso", murmuró para sí mismo con una sonrisa irónica, estirando su cuerpo atlético pero malnutrido.

A sus 22 años, Yasmany era un superviviente nato. Abandonado al nacer, había pasado su vida saltando de un hogar de acogida a otro, nunca encontrando un lugar al que pudiera llamar verdaderamente hogar. Ahora, las calles de Houston eran su dominio, un laberinto de concreto y acero que había aprendido a navegar con la destreza de un nativo.

Se puso de pie, recogiendo la mochila raída que contenía todas sus posesiones mundanas. Un par de cambios de ropa, una botella de agua medio vacía, y una fotografía arrugada de una mujer sonriente que asumía era su madre. Era todo lo que tenía en el mundo.

Yasmany salió del callejón, mezclándose con la multitud matutina que se apresuraba hacia sus trabajos de oficina. Se movía con una gracia natural, esquivando a los transeúntes con la agilidad de un bailarín. Sus ojos, de un ámbar inusual, escaneaban constantemente su entorno, buscando oportunidades o amenazas.

Su estómago gruñó, recordándole que no había comido en más de 24 horas. Con un suspiro, se dirigió hacia el distrito financiero. Allí, entre los rascacielos de cristal y acero, a veces podía conseguir algunas monedas limpiando parabrisas o haciendo recados para los ejecutivos apresurados.

Mientras caminaba, un recuerdo del sueño que lo había despertado esa mañana se filtró en su consciencia. Alas enormes, escamas brillantes, un rugido que hacía temblar la tierra. Sacudió la cabeza, tratando de disipar la imagen. Estos sueños lo habían perseguido toda su vida, un recordatorio constante de que era diferente, aunque no sabía exactamente cómo o por qué.

Llegó a una intersección concurrida y se posicionó estratégicamente en la esquina, listo para ofrecer sus servicios a los conductores atrapados en el tráfico. Fue entonces cuando lo vio: un Rolls-Royce negro, reluciente bajo el sol de la mañana, detenido en el semáforo.

Algo en ese coche captó su atención de una manera que no podía explicar. Era como si una fuerza invisible tirara de él. Sin pensarlo dos veces, se acercó, trapo en mano, listo para ofrecer limpiar el ya inmaculado parabrisas.

Justo cuando estaba a punto de tocar el coche, la ventanilla trasera bajó suavemente. Yasmany se encontró mirando directamente a los ojos de una mujer mayor, elegantemente vestida, con un collar de perlas que probablemente costaba más que todo lo que él había poseído en su vida.

"Joven", dijo la mujer, su voz suave pero autoritaria, "¿cuál es tu nombre?"

Yasmany parpadeó, sorprendido por la pregunta. "Yasmany", respondió, "Yasmany Ramos, señora."

La mujer lo estudió por un momento, sus ojos recorriendo su figura delgada, su ropa gastada, su rostro sucio pero innegablemente atractivo. Luego, para sorpresa de Yasmany, sonrió.

"Yasmany Ramos", repitió ella, como si saboreara el nombre. "Mi nombre es Eleanor Blackwood. Tengo una propuesta para ti."

El semáforo cambió a verde, pero el Rolls-Royce no se movió. Los coches detrás comenzaron a tocar sus bocinas, pero Eleanor Blackwood los ignoró, su atención completamente enfocada en Yasmany.

"¿Te gustaría cambiar tu vida, joven Yasmany?" preguntó, su voz apenas audible sobre el ruido del tráfico.

Yasmany miró a su alrededor, consciente de las miradas curiosas de los transeúntes. Parte de él gritaba que esto era una trampa, que debía correr. Pero otra parte, una parte que no entendía completamente, le decía que este era el momento que había estado esperando toda su vida.

Con el corazón latiendo fuertemente en su pecho, Yasmany tomó una decisión que cambiaría el curso de su vida para siempre.

"Sí", dijo simplemente, "me gustaría."

Eleanor Blackwood sonrió de nuevo, esta vez mostrando los dientes. "Excelente", dijo, abriendo la puerta del coche. "Sube."

Y así, bajo el sol abrasador de Houston, rodeado por el caos del tráfico matutino, Yasmany Ramos dio el primer paso hacia su destino. Mientras se deslizaba en el lujoso interior del Rolls-Royce, no tenía forma de saber que acababa de iniciar un viaje que lo llevaría a descubrir su verdadera naturaleza, enfrentar peligros inimaginables, y potencialmente, cambiar el mundo.

La puerta se cerró detrás de él, sellando su destino. El Rolls-Royce se alejó del bordillo, llevándose a Yasmany hacia un futuro desconocido, lleno de promesas y peligros por igual.

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