Los meses pasaron como un sueño febril para Yasmany. Su boda con Caroline fue un espectáculo deslumbrante, más para la sociedad de Houston que para ellos mismos. Bajo los flashes de las cámaras y las miradas escrutadoras de la élite, sellaron su pacto con un beso que pareció convencer a todos, menos a ellos mismos.
Una mañana de domingo, casi cuatro años después de su llegada a la mansión Blackwood, Yasmany se encontraba en la biblioteca, rodeado de libros de historia y economía. Se había sumergido en el estudio, determinado a entender el mundo en el que ahora vivía.
"Trabajando duro, como siempre," dijo Caroline desde la puerta, una sonrisa irónica en sus labios.
Yasmany levantó la vista, ofreciéndole una sonrisa cansada. "Alguien tiene que mantener las apariencias."
Caroline entró, cerrando la puerta tras de sí. "Hablando de apariencias," dijo en voz baja, "tenemos un problema."
Yasmany se enderezó, alerta. "¿Qué sucede?"
"Mi madre," respondió Caroline, sentándose frente a él. "Está empezando a hacer preguntas. Sobre por qué no tenemos hijos aún."
Yasmany sintió un nudo en el estómago. Este era un tema que habían evitado cuidadosamente durante años. "¿Qué le dijiste?"
"Lo de siempre. Que estamos esperando el momento adecuado," Caroline suspiró. "Pero no sé cuánto tiempo más podremos mantener esta farsa, Yasmany."
Antes de que pudiera responder, un golpe en la puerta los interrumpió. Era el mayordomo, su rostro habitualmente impasible mostraba signos de preocupación.
"Señor Ramos, tiene una visita," anunció. "Un hombre que dice ser... su tío."
Yasmany se congeló. En todos sus años en las calles, nunca había conocido a ningún familiar. "Debe haber un error," dijo, su voz apenas un susurro.
"El caballero insiste, señor," respondió el mayordomo. "Está esperando en el vestíbulo."
Con el corazón latiendo furiosamente, Yasmany se levantó. Caroline lo miró, preocupada. "¿Quieres que vaya contigo?"
Yasmany negó con la cabeza. "No, yo... necesito hacer esto solo."
El vestíbulo parecía más grande y frío que nunca mientras Yasmany descendía las escaleras. Al pie de estas, un hombre alto y de aspecto severo lo esperaba. Sus ojos, del mismo tono ámbar inusual que los de Yasmany, lo estudiaban con una mezcla de curiosidad y algo más... ¿expectación?
"Yasmany," dijo el hombre, su voz profunda resonando en el espacio. "Ha pasado mucho tiempo."
Yasmany se detuvo a unos pasos de distancia, cauteloso. "Lo siento, pero no lo conozco."
El hombre sonrió, pero la sonrisa no llegó a sus ojos. "Por supuesto que no. Eras solo un bebé cuando te perdimos. Mi nombre es Alejandro Ramos. Soy el hermano de tu padre."
El mundo de Yasmany pareció tambalearse. "Mi... ¿mi padre?"
Alejandro asintió. "Tu verdadero padre, Yasmany. Has estado viviendo una mentira todos estos años."
Las palabras golpearon a Yasmany como un puñetazo en el estómago. "¿Qué quieres decir?"
"Quiero decir," dijo Alejandro, dando un paso adelante, "que eres el heredero de la familia Ramos. La familia más poderosa de Texas. Y es hora de que reclames tu lugar."
En ese momento, como si respondiera a las palabras de Alejandro, Yasmany sintió un calor intenso en su pecho. Era como si algo dentro de él, algo antiguo y poderoso, estuviera despertando.
Alejandro notó su reacción y sonrió, esta vez con genuina satisfacción. "Ah, ya lo sientes, ¿verdad? El dragón en tu interior. Es hora de que conozcas tu verdadero destino, Yasmany Ramos."
Mientras Yasmany luchaba por procesar esta revelación, no se dio cuenta de la figura que observaba desde las sombras. Eleanor Blackwood, con los ojos entrecerrados y los labios apretados en una línea fina, había escuchado cada palabra. Su cuidadosamente construido plan estaba a punto de desmoronarse, y no iba a permitir que eso sucediera sin luchar.
El mundo de Yasmany, ya complicado por su matrimonio de conveniencia y su nueva vida de riqueza, estaba a punto de dar otro giro dramático. Las sombras de su pasado habían llegado para reclamarlo, y con ellas, secretos que amenazaban con destruir todo lo que conocía.
Yasmany se quedó inmóvil, sus ojos fijos en Alejandro Ramos, el hombre que acababa de voltear su mundo de cabeza. Las palabras "heredero", "familia Ramos", y "dragón" resonaban en su mente como un eco interminable."No... no puede ser cierto," murmuró Yasmany, su voz apenas audible.Alejandro dio un paso adelante, su expresión una mezcla de determinación y algo que podría ser interpretado como afecto. "Sé que es difícil de creer, Yasmany, pero es la verdad. Has vivido una mentira todos estos años."En ese momento, Eleanor Blackwood emergió de las sombras, su rostro una máscara de fría compostura. "Creo que es hora de que se vaya, señor Ramos," dijo, su voz cortante como el hielo.Alejandro se volvió hacia ella, sus ojos brillando con una furia apenas contenida. "No tiene derecho a interferir, señora Blackwood. Yasmany es sangre de mi sangre.""Yasmany es mi yerno," respondió Eleanor, "y miembro de la familia Blackwood. Su lugar está aquí."Mientras los dos se enfrentaban, Yasmany sint
Los días siguientes a la visita de Alejandro Ramos fueron un torbellino de confusión y tensión en la mansión Blackwood. Yasmany se movía por los pasillos como un fantasma, su mente un caos de preguntas sin respuesta y emociones contradictorias.Una mañana, mientras el sol apenas se asomaba sobre el horizonte de Houston, Yasmany se encontró en el jardín trasero de la mansión. El rocío brillaba sobre el césped perfectamente cortado, y el aire fresco de la mañana llevaba el aroma de las rosas recién florecidas. Cerró los ojos, intentando encontrar un momento de paz en medio de la tormenta que era su vida.Fue entonces cuando lo sintió de nuevo: ese calor interno, como un fuego suave que ardía en su pecho. Esta vez, en lugar de luchar contra él, Yasmany se concentró en la sensación, dejando que el calor fluyera por su cuerpo.Para su asombro, cuando abrió los ojos, vio que sus manos estaban envueltas en un tenue resplandor dorado. Flexionó los dedos, fascinado, y pequeñas chispas danzaron
La noche caía sobre Houston cuando Yasmany salió sigilosamente de la mansión Blackwood. Vestido con ropa oscura y llevando una mochila con algunas provisiones, se movía con la agilidad y sigilo que había aprendido en las calles años atrás.Su destino: la biblioteca pública de Houston. Sabía que era un lugar poco probable para encontrar respuestas sobre dragones y poderes místicos, pero era un comienzo. Además, necesitaba alejarse de la mansión, de las miradas inquisitivas de Eleanor y la preocupación en los ojos de Caroline.Mientras caminaba por las calles nocturnas, Yasmany no pudo evitar notar cómo la ciudad parecía diferente ahora. Las sombras parecían más profundas, las luces más brillantes. Era como si sus sentidos se hubieran agudizado, permitiéndole percibir cosas que antes pasaban desapercibidas.Al llegar a la biblioteca, se dirigió directamente a la sección de mitología y folklore. Pasó horas revisando libros sobre dragones, leyendas antiguas y poderes místicos. Aunque la m
El amanecer encontró a Yasmany en el jardín trasero de la mansión Blackwood, su cuerpo tenso con anticipación. Las palabras del Dr. Cortez resonaban en su mente: "Aprender. Entrenar. Descubrir quién eres realmente y qué puedes hacer."Respiró profundamente, cerrando los ojos y centrándose en el calor que siempre parecía arder en su interior. Esta vez, en lugar de reprimirlo, lo abrazó, dejando que el fuego interno se expandiera por todo su cuerpo.Cuando abrió los ojos, sus manos estaban envueltas en llamas doradas. Yasmany las observó con asombro, notando que el fuego no quemaba su piel. Con un movimiento de su muñeca, las llamas danzaron, formando patrones en el aire."Increíble," susurró para sí mismo.Animado por este éxito, Yasmany comenzó a experimentar. Descubrió que podía controlar la intensidad del fuego, desde un suave resplandor hasta una llamarada feroz. Podía darle forma, crear bolas de fuego e incluso hacer que las llamas "saltaran" de una mano a otra.Estaba tan absorto
La noche de Houston envolvía la ciudad en un manto de luces brillantes y sombras profundas mientras Yasmany y Caroline se deslizaban por las calles en el elegante coche de los Blackwood. El silencio entre ellos estaba cargado de tensión y preguntas no formuladas."¿Estás seguro de esto?" preguntó Caroline finalmente, rompiendo el silencio.Yasmany asintió, sus ojos fijos en el camino. "Necesitamos respuestas, Caroline. Y no podemos confiar en tu madre para obtenerlas."Caroline suspiró, recostándose en su asiento. "Nunca pensé que diría esto, pero tienes razón. Mi madre... siempre ha tenido sus propios planes. Pero Yasmany, ¿confías realmente en este profesor?""No," admitió Yasmany. "Pero ahora mismo, es la única pista que tenemos."El coche se detuvo frente a un modesto edificio de apartamentos en las afueras de la ciudad. Yasmany y Caroline intercambiaron una mirada antes de salir del vehículo.En el tercer piso, Yasmany tocó la puerta del apartamento 3B. Después de un momento, la
El túnel oscuro parecía interminable mientras Yasmany, Caroline y el Dr. Cortez corrían, sus pasos resonando en la estrecha pasarela. El aire estaba cargado de humedad y el olor a moho, pero Yasmany apenas lo notaba. Su mente estaba enfocada en una cosa: el poder que fluía por sus venas."¡Por aquí!" gritó el Dr. Cortez, girando bruscamente a la izquierda. Emergieron en lo que parecía ser un antiguo sótano, lleno de cajas polvorientas y muebles cubiertos con sábanas. El profesor se dirigió rápidamente a una pared, palpando los ladrillos hasta que uno cedió bajo su toque. Un panel se deslizó, revelando una pequeña habitación oculta."Entren," instó. "Estaremos seguros aquí por ahora."Una vez dentro, el Dr. Cortez cerró el panel y encendió una tenue luz. La habitación era pequeña pero estaba bien equipada: había una mesa con varios monitores, estanterías llenas de libros y lo que parecía ser equipo de comunicación.Caroline miró a su alrededor con asombro. "¿Qué es este lugar?""Mi ce
Los días se convirtieron en semanas en el refugio subterráneo del Dr. Cortez. Para Yasmany, cada hora estaba llena de descubrimientos y desafíos mientras se sumergía en el entrenamiento de los Guardianes del Fuego.Una mañana, Yasmany se encontraba en el centro de la habitación principal, sus ojos cerrados en concentración. Gotas de sudor perlaban su frente mientras luchaba por mantener una pequeña llama flotando sobre su palma extendida."Controla tu respiración," instruyó el Dr. Cortez. "El fuego responde a tus emociones, a tu voluntad. Debe ser una extensión de ti mismo."Caroline observaba desde un rincón, sus ojos nunca dejando a Yasmany. En las últimas semanas, había visto a su esposo transformarse, no solo en sus habilidades, sino en su confianza y determinación.De repente, la llama en la mano de Yasmany creció, formando la silueta de un pequeño dragón que rugía silenciosamente. Los ojos de Yasmany se abrieron, brillando con un resplandor dorado."¡Lo hice!" exclamó, una sonri
El refugio subterráneo del Dr. Cortez era un laberinto de habitaciones y pasillos, cada uno lleno de secretos y conocimientos antiguos. Yasmany había pasado semanas explorando cada rincón, absorbiendo toda la información que podía sobre los Guardianes del Fuego y su herencia.Una tarde, mientras buscaba un libro específico sobre técnicas avanzadas de control de fuego, Yasmany notó un volumen que no había visto antes. Estaba oculto detrás de otros tomos, su lomo de cuero agrietado por el tiempo.Con curiosidad, lo extrajo de la estantería. El título, escrito en caracteres chinos antiguos, brilló tenuemente bajo la luz. Yasmany frunció el ceño, sorprendido de poder entender las palabras: "El Camino del Fuego Sanador"."¿Qué tienes ahí?" preguntó Caroline, acercándose.Yasmany abrió el libro, sus ojos recorriendo las páginas con asombro creciente. "Es... increíble. Habla sobre cómo los antiguos Guardianes usaban su fuego no solo para destruir, sino para sanar."El Dr. Cortez, atraído por