Meghan jamás imaginó que estaría en dos bodas en menos de tres meses, pero ahí estaba, sentada viendo cómo su hermano y su mejor amiga se casaban. Al principio, le había parecido demasiado apresurado y hasta le había preguntado a Daisy si sería tía en pocos meses, pero la respuesta de su amiga, la había sorprendido.No había bebé a bordo, pero sí una propuesta que ella no había podido rechazar. Los padres de Daisy los esperaban en España y ella no quería marcharse siendo la novia de Paul, pero sí lo haría, siendo su esposa.Meghan seguía pensando que todo era muy abrupto, pero ¿quién era ella para juzgarlos?—Con el poder que la ley me otorga, los declaro, marido y mujer —dijo el juez de paz.A diferencia de Kiara y Harrison, la boda de Paul y Daisy fue discreta, acompañados únicamente por la familia Ferreira.—Esto de las bodas parece una epidemia, solo espero que no vaya a contagiarte —musitó Mía, moviendo los pies con aburrimiento.Meghan le dedicó una mirada.—¿Crees que es una en
Meghan medio suspiró, medió gimió al sentir la suave caricia recorrer la piel de su espalda desnuda. Se movió inquieta y el vello de la nuca se le erizó cuando las sábanas fueron deslizándose del resto de su cuerpo.Era un nuevo día, un nuevo despertar y tenía la sensación de que no sería cualquier día, podía adivinarlo por el aroma impregnado en la habitación.—Feliz cumpleaños, mi amor —susurró Patrick, pegando los labios a la oreja de Meghan, enviando un escalofrío por todo su cuerpo.Meghan se estiró sobre la cama, se giró para quedar frente a Patrick, él gimió al ver su pecho desnudo, se inclinó sobre ella y le dio un corto beso.—Buenos días, cariño —la saludó, sin apartarse, acariciándole los labios.Ella tembló nuevamente, su cuerpo se tensó cuando la rosa se resbaló de su pecho a su vientre plano.—Buenos días, amor —jadeó ella con cierta dificultad, mirándolo con ojos brillantes y seductores.Patrick quería decirle tantas cosas, pero no encontraba las palabras precisas para
El enorme letrero con el nombre del casino brillaba en lo más alto del edificio. Paul miró el rótulo y dudó en entrar. Era la primera vez que tenía miedo de hacerlo. Había acumulado una deuda muy elevada con el Casino Spencer-Imperial, y era muy probable que no volvieran a dejarle jugar. Sin embargo, era una necesidad que quemaba dentro de él, había estado los últimos tres días luchando para no sucumbir ante su adicción.Sí, Paul sabía que era un adicto al juego y como cualquier otro tipo de adicciones le era imposible de controlar. Había perdido la fortuna que heredó de sus padres y lo hizo en menos de seis meses. Había vendido las acciones, había hipotecado su casa, perdido el auto… había terminado con todo.Con frustración, Paul se mesó el cabello, su garganta estaba seca y pasar un poco de saliva fue una agonía. No debía estar allí, no tenía nada más que cincuenta dólares en el bolsillo; sin embargo, la necesidad que sentía por el juego era más de lo que podía soportar.—Debería m
Meghan miró la hora en su reloj, había perdido la cuenta de la cantidad de veces que lo estuvo haciendo. Paul no había vuelto a casa, la ansiedad y el miedo de no volver a verlo le rompió el corazón como todas las noches. Era algo que no podía evitar.Sin embargo, Paul no era el mejor hermano, su vicio por el juego los había llevado a la ruina. Su hermano despilfarró en seis meses la herencia que sus padres les dejaron. En tan solo seis meses, había terminado con un patrimonio millonario. Vendió las acciones, perdió la casa y el auto. ¿Qué más le faltaba perder?Meghan no tenía la menor idea de la última trastada que Paul le había hecho.—Deja de preocuparte por tu hermano, está ya bastante grande para saber lo que hace.—Eso no quita que me preocupe por él, Daisy. Es mi hermano.—Paul no merece un solo minuto de tu preocupación. ¡Casi no duermes! ¡No vives pensando en lo siguiente que hará! —expresó con cierto enojo la joven pelirroja.Meghan suspiró.—Quizá tengas razón.—¿Quizá?Me
«Te aposté y te perdí, Meghan.»Meghan cerró los ojos, se mordió el interior de su mejilla para evitar dejar escapar el sollozo que subió por su garganta; sin embargo, eso no impidió que sus ojos se llenaran de lágrimas.«Ahora… él es tu dueño»Ella no era un objeto, pero su hermano la estaba tratando como tal, su enfermedad había rebasado los límites y había hecho lo impensable.—¿No dirás nada? —preguntó Paul, sintiéndola temblar.—Una vez más me haces sentir desilusionada —dijo. Meghan trató de ignorar a los hombres que estaban a su alrededor, no eran importantes en ese momento.—Meghan, yo…—Estos últimos seis meses han sido un infierno a tu lado. La angustia y el miedo de no volverte a ver me dejaron muchas noches sin dormir. Traté de comprenderte, de apoyarte, pero entiendo que estás enfermo y que no puedes controlar tu necesidad de apostar —Meghan hizo una pausa, se liberó del agarre de Paul gracias a que él aflojó su agarre y se alejó unos pocos pasos para mirarlo—. Me has lle
Patrick recargó la cabeza en el respaldo de su silla después de dejar a Meghan en su departamento. Regresó al Casino, pero no pudo concentrarse en el trabajo. No podía pensar en nada más que en el lío en el que se había metido y en qué haría si Meghan decidía no irse. Tal vez, en el fondo, era mejor que ella decidiera marcharse y comenzar una nueva vida lejos de Paul. Pero, ¿qué sucedería si ella decidía quedarse con él?Patrick pensó en Astrid; a ella no le haría mucha gracia saber que otra mujer estaba viviendo en su nidito de amor. Pensar en Astrid le hizo recordar que no se había comunicado con ella. Miró la hora y se atrevió a marcarle, arriesgándose a que ella no respondiera debido a lo tarde que era en Milán. Sin embargo, el teléfono fue atendido al segundo timbre; estaba despierta. ¿Tal vez esperando su llamada?—¿Cariño? —preguntó intrigado ante el silencio al otro lado de la línea.—Pat —la voz de Astrid era ronca, como si hubiera estado llorando, y eso le angustió.—¿Estás
Kate miró a Meghan con el ceño fruncido; verla titubear era muy sospechoso.—¿Y bien? —insistió Kate, ante el silencio de la joven.Meghan se mordió el labio; sus manos eran dos pequeños puños, y sus uñas estaban enterrándose en su piel, las palabras atoradas en su pecho.—Yo, soy...—¡Kate!El grito de Harrison supuso un alivio para Meghan; el aire escapó de sus labios y un pequeño suspiro alivió la tensión de su cuerpo.Harrison se apresuró y caminó hasta pararse al lado de Kate, quien se había girado para verlo.—Harrison, ¿conoces a esta mujer? —preguntó Kate con afán.Meghan tragó saliva mientras esperaba una respuesta del amigo de Patrick.—¡Oh! Claro, deja que te presente a Meghan Summers, es una amiga mía —se apresuró a decir, caminando para colocarse al lado de la joven y envolverle el hombro con su brazo.—¿Es tu amiga?—Sí, lo es —aseguró Harrison ante la mirada sospechosa de Kate.—Si es amiga tuya, ¿qué hace en el departamento de Patrick? —quiso saber Kate, muy inteligent
El día había sido largo, la noche no pintaba mejor; Patrick dejó escapar un suspiro, ordenó los documentos sobre su escritorio y se preparó para salir a casa de sus padres. Hoy era la cena de despedida y no quería fallarles, independientemente de lo que estuviera viviendo en ese momento, su familia eran otro asunto. No mezclaría las cosas, por lo menos es lo que pensaba antes de que la puerta se abriera y dejara ver a Harrison, el hombre parecía haber corrido una maratón.—¿Qué pasa? —preguntó, tomando su saco del respaldo de su silla y colocándolo encima de su cuerpo.—¿Vas a casa?—Sí.—Es mejor que vayas preparado —le advirtió Harrison.—¿Preparado?—Tu madre sabe de la existencia de Meghan —soltó.La noticia le cambió el semblante a Patrick, no era algo que esperara sucediera tan pronto. Meghan apenas llevaba un día con él y había puesto su mundo de cabeza.—¿Qué? ¿Cómo que sabe de Meghan? ¿Cómo es posible?—Estuvo en tu departamento y se encontró de frente con Meghan.Patrick se