Meghan trató de liberarse, pero las manos de Ray se cerraban como grilletes sobre su delgada muñeca. Ella miró a todos lados, tratando de llamar la atención de sus compañeros o alguno de los catedráticos, pero nadie se molestó en prestarle atención.—Déjame ir, Ray —le pidió.—No, jamás dejaré ir la oportunidad de ver sufrir a Patrick y de hacer sentir culpable a Paul por tu destino.—Estás secuestrándome y eso es un delito.—Nadie lo sabrá y si lo hacen, nadie podrá probarme nada, para ese momento tu habrás desaparecido entre los cientos de mujeres que son vendidas al mejor postor.Meghan sintió que el corazón se le hundía, en la boca de su estómago se abrió un vació y en su garganta se apretó un fuerte y duro nudo. ¿Cómo podía hablar este tipo de esa manera?—Te dedicas a la trata de personas —no era una pregunta, era una afirmación que Ray no se molestó en negar.—Cállate y será mejor que no te resistas, Meghan, no me obligues a usar la fuerza. No quiero lamentar herir tu bello ros
«¡Kiara!» Kate corrió para ayudar a su hija, su corazón se aceleró y las palpitaciones casi la ahogaron. —Cariño —la llamó, arrodillándose delante de ella y levantando su cabeza para colocarla sobre sus rodillas—, ¡Patrick! ¡Abigaíl! —gritó con desesperación. Abigaíl fue la primera en llegar, la pobre mujer se dio el susto de su vida al ver a su niña desmayada en brazos de Kate. —¿Qué le ha pasado a Kiara? —preguntó con angustia. —No lo sé, Abigaíl —sollozó. La mujer salió corriendo a la cocina, donde había un botiquín, tomó la bolsa de algodón y el alcohol para volver corriendo a la sala. Patrick había escuchado el grito de su madre, se apresuró a dejar a Meghan sobre la cama, la acomodó y cubrió con una fresca sábana antes de volver a la sala con prisa. —¡Mamá! —exclamó al verla sentada en el piso y con Kiara sobre sus rodillas. —Ayúdame, cariño, no sé qué le ha pasado a tu hermana. Estábamos conversando y, de repente, se desmayó —explicó entre sollozos. Patrick se arrodill
Astrid suspiró y dejó el móvil sobre la mesa, miró con discreción la hora en su reloj de pulsera, todo para no pensar en la reciente foto publicada por uno de los diarios más importantes de Nueva York. Era Patrick besando a otra chica, no había tenido oportunidad de verle el rostro, pero podía imaginar de quien se trataba.—¿Estás bien?Astrid levantó la mirada para encontrarse con los ojos claros de Fabio, él se sentó a su lado y le dio un ligero apretón de mano.—¿Lo has visto? —preguntó para no responder. En ese momento, no sabía cómo se sentía en realidad.—Sí.Fabio apartó la mano cuando el mesero se acercó y preguntó si estaban listos para ordenar. Lo hicieron de manera rápida y unos minutos después, volvieron a quedar solos.—Astrid…—Estoy bien, Fabio. Me alegro saber que Patrick ha podido continuar con su vida, siendo sincera.—Pero tú estás enamorada de él.Ella sonrió.—Patrick fue muy importante en mi vida, Fabio, me dio una nueva oportunidad de volver a ser yo. Me hizo co
«¡¿Voy a ser papá?!»El grito de Harrison hizo eco en toda la iglesia y más de una exclamación de sorpresa se hizo escuchar mientras los medios de comunicación aprovechaban para tener la nota exclusiva de la noticia.Entretanto, Ricardo se puso de pie como una flecha, miró a su esposa y tuvo intención de ir hasta su yerno e hija, pero la negación de Kate lo detuvo.—¿Lo sabías? —le preguntó, cuando ella se puso de pie y se paró a su lado.Kate asintió.—Nos hemos enterado poco antes de la ceremonia, ¿no es una gran noticia? —le preguntó con una sonrisa tatuada en el rostro.Ricardo miró a su hija y su sonrisa le decía lo inmensamente feliz que era.—¿Qué es lo que pretende Kiara? —preguntó—. Va a matarme de un infarto —añadió.Kate colocó la cabeza sobre el hombro de Ricardo.—Soy tan feliz, Ricardo. Una vez pensé que no podría darte hijos y tuvimos cuatro. Ahora nuestra hija llega al altar con bebé incluido, ¿no es eso un motivo de fiesta? —le cuestionó.—Se está casando hoy, Kate.—
El ambiente de la habitación era embriagador, la luz de las velas le daban un toque romántico y el calor invitaba a dejarse llevar. Meghan tembló cuando Patrick abrió el cierre del vestido, sintió como la seda acariciaba su piel desnuda, hasta caer al piso, la sensación fue lenta y dolorosamente placentera.Meghan se humedeció los labios con la lengua haciendo que Patrick fijara la mirada en su boca.—Te necesito tanto como respirar —murmuró, cerrando la distancia entre los dos. Él enterró los dedos en los cabellos sueltos de Meghan y buscó su boca.El placer corrió como lengüetas de fuego cuando sus lenguas se encontraron. La dura erección de Patrick golpeó la pelvis de Meghan, estremeciéndola con anticipación. Ella se separó lo suficiente, sus manos fueron a los botones de la camisa de Patrick y con rapidez desabotonó la prenda dejándola caer, sin apartar la mirada, ella volvió a acercarse y le devoró los labios con pasión.Un gemido erótico abandonó sus labios, el cuerpo de Me
«Ray fue asesinado en su celda esta mañana.»El cuerpo de Meghan se estremeció ante la noticia, la mano de Patrick evitó que se levantara, su corazón estaba latiendo fuerte dentro de su pecho, tan fuerte, que parecía tener el corazón en las orejas. Ella no se alegraba por la muerte de ninguna persona, eso sería demasiado cruel; sin embargo, Ray no era cualquier persona y estando vivo, sería un peligro constante para Paul y para ella.—Meghan…—¿Estás seguro de que ha muerto? —su voz fue apenas audible para Patrick.—Mi padre y el abogado lo han confirmado, han estado toda la mañana averiguando que fue lo que pasó.—Crees que… ¿se trate de un asesinato?—Es lo que las autoridades tendrán que esclarecer. Ray no estaba solo en este negocio, y, posiblemente, temieron que hablara más de lo debido. Realmente, no lo sé… —respondió Patrick abrazándola.—Tengo miedo de que esto no termine aquí, Pat, y que nos convirtamos en un objetivo de…El dedo de Patrick la silenció.—Nada va a sucederte,
Meghan jamás imaginó que estaría en dos bodas en menos de tres meses, pero ahí estaba, sentada viendo cómo su hermano y su mejor amiga se casaban. Al principio, le había parecido demasiado apresurado y hasta le había preguntado a Daisy si sería tía en pocos meses, pero la respuesta de su amiga, la había sorprendido.No había bebé a bordo, pero sí una propuesta que ella no había podido rechazar. Los padres de Daisy los esperaban en España y ella no quería marcharse siendo la novia de Paul, pero sí lo haría, siendo su esposa.Meghan seguía pensando que todo era muy abrupto, pero ¿quién era ella para juzgarlos?—Con el poder que la ley me otorga, los declaro, marido y mujer —dijo el juez de paz.A diferencia de Kiara y Harrison, la boda de Paul y Daisy fue discreta, acompañados únicamente por la familia Ferreira.—Esto de las bodas parece una epidemia, solo espero que no vaya a contagiarte —musitó Mía, moviendo los pies con aburrimiento.Meghan le dedicó una mirada.—¿Crees que es una en
Meghan medio suspiró, medió gimió al sentir la suave caricia recorrer la piel de su espalda desnuda. Se movió inquieta y el vello de la nuca se le erizó cuando las sábanas fueron deslizándose del resto de su cuerpo.Era un nuevo día, un nuevo despertar y tenía la sensación de que no sería cualquier día, podía adivinarlo por el aroma impregnado en la habitación.—Feliz cumpleaños, mi amor —susurró Patrick, pegando los labios a la oreja de Meghan, enviando un escalofrío por todo su cuerpo.Meghan se estiró sobre la cama, se giró para quedar frente a Patrick, él gimió al ver su pecho desnudo, se inclinó sobre ella y le dio un corto beso.—Buenos días, cariño —la saludó, sin apartarse, acariciándole los labios.Ella tembló nuevamente, su cuerpo se tensó cuando la rosa se resbaló de su pecho a su vientre plano.—Buenos días, amor —jadeó ella con cierta dificultad, mirándolo con ojos brillantes y seductores.Patrick quería decirle tantas cosas, pero no encontraba las palabras precisas para