–¡Por favor, que sea positiva! – rogó Catalina mientras su orina mojaba la prueba de embarazo casera que estaba haciendo.
Sentada ahí, en el váter de aquel lujoso baño, lo único que deseaba era poder quedar embarazada
–¿Ya la hiciste? – le gritó Antoni, su esposo, que esperaba impaciente un hijo, de ese modo aseguraba la herencia de su padre. Antoni no solo quería aquella herencia, si no que la necesitaba.
–Va a matarme – se dijo a sí misma al ver la rayita de color rojo que alumbraba la pantalla.
Ella se acurrucó ahí en el suelo de baldosa fina y se preparó para lo peor, ya había pasado un año desde que se había casado con Antoni y desde que habían comenzado a intentar quedarse embarazados.
–¡Catalina! – Antoni aporreó la puerta de madera y esperó a que ella respondiera, pero la mujer no lo hizo – ¡Catalina por un demonio! Ábreme la m*****a puerta.
–¡Tú! – el hombre señaló a uno de sus muchos guardaespaldas – tira la puerta abajo – ordenó.
La puerta cayó justo a un lado del cuerpo débil y menudo de Catalina.
–¿Qué demonios estás haciendo ahí tirada como una pordiosera? – gritó Antoni.
Ella lo miró con terror en los ojos y se puso en pie de inmediato.
–¿Dónde está la prueba? ¿Salió positiva? – inquirió ansioso.
Ella se quedó en silencio y señaló con la mano el lavado donde había dejado la prueba, el hombre la agarró sin pensarlo dos veces y entonces vio el resultado.
–Lo siento mucho – Catalina se acercó a él con lágrimas en los ojos, intentó poner sus manos en su cuerpo, pero Antoni no deseaba que ella lo tocara – yo tambien queria quedar embarazada, lamento no poder darte lo que tanto quieres.
El hombre frunció los labios y vio con rabia a la mujer que estaba delante de él, no podia dejar de pensar que se habia equivocado al casarse con una mujer que al parecer era una completa inservible. Poco a poco la rabia se fue acumulando en su cabeza en la que corría sangre italiana.
–Lo lamento mucho – ella se agachó delante de él, completamente humillada, esperando que, al verla de esa forma, él no se pusiera violento, pero ya era demasiado tarde, Antoni la golpeó en la mejilla derecha.
–Antoni, mi amor… – intentó razonar con él.
–¡No me digas mi amor! – le gritó – solo una esposa que es capaz de complacer a su marido tiene el derecho de llamarlo de esa forma – pero tú no eres más que una inútil, una buena para nada. Estás dañada, no eres una mujer verdadera – las palabras de Antoni le dolían a Catalina tanto como sus golpes – haberme casado contigo fue la desgracia más grande que he tenido, ¡Una maldición! – la haló del cabello, haciendo que su cuero cabelludo doliera.
Catalina sabía que su esposo era un hombre fuerte y de carácter complicado, no podia atreverse a contradecir ninguna de las palabras que estaba diciendo, mucho menos podia oponerse a sus golpes, después de todo, ella se había casado con nada más y nada menos que uno de los herederos de la mafia italiana.
–Eres una vergüenza para tu especie, no eres capaz de hacer lo único para lo que las mujeres son buenas, engendrar – fue lo último que dijo, antes de escupirle en la cara y salir del baño.
Ella se limpió la saliva de Antoni del rostro, se lavó la cara en el lavabo, tiro la prueba de embarazo en el cesto de la basura y entonces se miró en el espejo, estando ahí fue como si tuviera una revelación que le decía cuál era la única forma de salir de ese infierno. Tenía que escaparse de las garras de su marido y lo haría esa misma noche.
Catalina aprovechó que su marido la dejó sola después de haberla maltratado en el baño y se preparó para huir, a pesar de eso el resto del dia lo pasó con normalidad, bebió su té favorito cuando dieron las cinco, miró por el balcón como siempre solía hacer y se dio una ducha antes de irse a dormir. Cuando salió del baño, Antoni ya estaba quitándose la camisa blanca que llevaba puesta, ella lo vio de espaldas, estaba prácticamente tambaleándose, tenía el pelo desordenado y olía como a destilería. Nada de eso le sorprendió a Catalina, quien ya estaba acostumbrada a que su marido llegase borracho en la noche.
–¿Qué haces ahí como un espanto, mujer? ¿Pretendes matarme de un susto? – balbuceó él cuando se dio cuenta de la presencia de ella.
–Lo lamento.
Él la agarró de la muñeca con fuerza y la atrajo hacia su cuerpo.
–¿Qué estás haciendo? – preguntó ella asustada por sus arrebatos.
–Hacerte cumplir con tus deberes conyugales – gruñó y entonces la besó con fuerza en el cuello.
Catalina se quedó estática donde estaba, lo que menos deseaba era tener relaciones con Antoni, no después de que la había maltratado de semejante forma.
–Antoni, por favor, estás ebrio… – le suplico para que la dejara tranquila.
–¿Ahora tampoco vas a cumplir con esto? – gritó exasperado – es lo menos que puedes hacer, eres mi m*****a esposa – sentenció y entonces le agarró la bata de dormir y la rasgó – si no vas a darme un hijo, por lo menos dame placer.
Antoni manoseó a Catalina por todo su cuerpo, la llenó de besos que ella no queria y terminó de quitarle la ropa rota. La tiró en la cama de espaldas, la obligo a que levantara el trasero y comenzó a meterse dentro de ella.
Catalina se mordió el labio para que él no escuchara sus sollozos, aun le sorprendía la manera en la que Antoni cambió después del matrimonio. Antes de haberle dado el si en el altar, él se había comportado como todo un príncipe, pero una vez que se casaron todas sus atenciones se convirtieron en gritos y golpes.
–Ya, detente – susurro ella entre lágrimas, pero Antoni hizo justo lo contrario, comenzó a moverse con más fuerza hasta que llego al clímax y se derramó dentro de la mujer que sintió repulsión al sentir el calor recorrer sus piernas desnudas.
Sin detenerse para saber cómo estaba la chica, Antoni se tumbó a un lado de la cama y se quedó dormido enseguida a causa del alcohol y de la placidez que sentia después de haber alcanzado el orgasmo. Catalina se acostó de espaldas contra el colchón y se quedó rígida como una piedra para no perturbar a su marido.
Ella esperó hasta que él estuviera completamente dormido y entonces se escabulló de la habitación. Catalina salió por el patio trasero y caminó sobre el gran jardín, miró tras su hombro por una última vez y sintió que dejaba atrás toda esa vida desastrosa que llevaba, porque no importaba cuanto le dolieran las piernas o la cabeza, no descansaría hasta ser libre.
Catalina corrió fuera de la propiedad, se escapó por en medio del jardín frontal y salió de allí hasta llegar a la avenida principal donde agarró el primer taxi que encontró.–Al aeropuerto – indicó jadeando.Una vez que estuvo frente al aeropuerto, bajó corriendo del taxi y buscó la sala de embarque más cercana, no importaba cual fuera el destino, solo necesitaba desesperadamente salir de Lombardía. La chica buscó dinero en sus bolsillos, pero no tenía suficiente.Ella pensó que hacer, miro a su alrededor justo cuando estaban haciendo la última llamada con destino a la isla Bratva, corrió hasta allá, esperó hasta que la señorita encargada se distrajera y entonces se escabulló entre los pasajeros.–¡Señorita! ¡No puede entrar asi! – de inmediato, la mujer a cargo se dio cuenta de que Catalina se había colado y llamó al equipo de seguridad.–¡Deténgala! – gritó uno de los gorilas de seguridad que la perseguían.Catalina entró en el avión segundos antes de que las puertas fueran cerrada
–¿De qué estás hablando? – preguntó atónita.–Como escuchaste, asi que andando – el vuelo, aunque había sido largo ya se había terminado, y mientras el piloto se encargaba de cumplir con el protocolo, las personas comenzaban a desabrochar sus cinturones de seguridad para bajar de la aeronave.–No puedo irme contigo – dijo asustada.–Te dije que no era una pregunta – Benjamín se levantó de su asiento y Taylor obligó a que Catalina hiciera lo mismo, agarrándola sin nada de cuidado por el antebrazo.–Si vas a llevarme a las malas, será mejor que le digas a tu gorila que me trate mejor – replicó.–Creo que tu no estas en la posición de exigir nada – Ben le habló de forma ruda, no podía permitirse a sí mismo mostrarse vulnerable.Benjamín y Catalina salieron del avión siendo custodiados por todos los guardaespaldas, ellos ni siquiera tomaron la ruta por la que atravesaron el resto de los pasajeros, si no que caminaron por un pasillo alterno que estaba dispuesto para ellos por todo el equip
Catalina vio la forma en la que Benjamín y Taylor se alejaban y entonces no tuvo de otra más que resbalar su espalda por la pared y acurrucarse allí en ese lugar frio y sobre todo desalador. Tal parecía que su suerte no iba a cambiar, por lo menos no pronto.–Averigua todo lo que puedas de ella, quiero saber quién es, de donde viene, si tiene antecedentes penales, todo – le pidió Ben a su guardaespaldas.–¿No sería mejor simplemente deportarla y asegurarnos de que no pueda volver a pisar el suelo de Bratva?–No, se merece una oportunidad.Taylor rodó los ojos, a veces su jefe se comportaba como un hombre muy insensato.–No me quiero ni imaginar lo que diría su madre si se entera de que esa mujer está aquí.–Tú mismo lo dijiste, podría ser una espía y es mejor mantenerla cerca – Benjamín cambió la expresión en su rostro en cuanto vio a Vivian acercándose a él.Ella tambien sonrió y corrió hasta llegar a donde él para poder abrazarlo.–¡Benjamín, llegaste! No te imaginas cuanto te extra
–Ya te he dicho quién soy, es hora de que tú me digas que haces aquí – pidió Ben. –Ya te lo dije, mi marido es un hombre violento al que ya no soporto más–¿Por qué no te divorciaste? Eso habría solucionado tus problemas.–No es tan fácil.–¿Bratva fue un destino que elegiste al azar? – preguntó, intentando no mirarla a los ojos, de alguna forma cada vez que lo hacía lo único que deseaba era abrazara y cargarla, igual a como solía hacer con Elena.–Si, era el único vuelo que estaba saliendo cuando llegue al aeropuerto.–¿Y que tienes planeado de ahora en adelante?Ella titubeo y lo pensó dos veces antes de responder – no lo sé.–Yo podría ofrecerte un empleo – chasqueó la lengua, esperando sinceramente no arrepentirse de lo que estaba haciendo – podrías trabajar para mí, eso te garantizaría dinero, estadía y todo lo que pudieras necesitar.–¿A cambio de qué?–No ganarías mucho, pero tampoco harías mucho – explicó – solo tendrías que estar a mi lado, dispuesta a ayudarme en lo que y
Catalina se llevó una mano a la mejilla y sintió el ardor en su piel aterciopelada, abrió los ojos y vio la cara de satisfacción y al mismo tiempo de sorpresa que tenía Vivian, de inmediato un sentimiento que Catalina conocía demasiado bien le llenó por completo el pecho, se sentia humillada, igual a como se había sentido siempre que habia estado con Antoni y la maltrataba. –¡¿Cómo se te ocurre golpearla?! – dijo Benjamín irritado. –¿Ahora vas a defenderla a ella y no a la mujer que te ha acompañado todos estos años? – Vivian salió de la estupefacción. Ella más que nadie sabía que los muertos no volvían a la tierra, esa mujer no podia ser Elena, porque si lo fuera, seguramente ya le habría cobrado todo lo que sucedió en el pasado… –¿Estás bien? – pregunto Benjamín a Catalina. La chica dejo que una lagrima resbalara de sus ojos y entonces con la voz ronca pero firme, le habló a Vivian – ¡No se le ocurra volver a golpearme! – dijo entre dientes. –Entonces tú vas a dejar de abrazar
–Ve a hablar con Vivian, hazle saber que lo que pasó hoy no volverá a suceder – Alise acarició la mejilla de su hijo.Benjamín asintió con la cabeza y se dirigió a su oficina, donde ya estaba Vivian mordiéndose las uñas y esperándolo para que le aclarara que Catalina no era nadie importante y que se iría de esa casa antes de convertirse en un problema.–Dime que te deshiciste de esa arpía – dijo Vivian en cuanto Ben entró en el despacho.Benjamín negó resignado y entonces soltó un bufido pesado – tienes que dejes de tratarla como tal, no la conoces, no tienes por qué tratarla como si fuera una cualquiera, eso no le queda nada bien a una mujer de tu categoría.–¿Cuándo vas a aprender, Benjamín? – la chica bajó la voz y se acercó al asiento de Ben – ¿Cómo tengo que hacerte entender que ninguna de esas mujeres te quiere realmente? – preguntó mirándolo con decepción.–Ella no va a ser nadie más que una empleada, para que te quedes tranquila, pero tendrás que aprender a respetarla como a c
Al dia siguiente, ya estando completamente instalada, Catalina se levantó muy temprano, se arregló y salió dispuesta a comenzar el que sería su primer dia de trabajo.–¡Catalina, creo que anoche empezamos con el pie izquierdo! – Vivian salió de una de las habitaciones y abordó a la italiana.Catalina frunció los labios y la vio con desconfianza, a pesar de eso no le dijo absolutamente nada, era consciente de que estaba en una casa extraña y por como ella veia las cosas, tenia todas las de perder. –Creo que lo apropiado es presentarme – sonrío de forma falsa – soy Vivian, la mujer más importante para Benjamín, después de su madre por supuesto – dijo con orgullo – tu y yo debemos hablar, Benjamín me pidió que te diera instrucciones sobre esta noche – mintió.–¿Instrucciones? Él tambien puede dármelas, supongo – soltó confundida.–Benjamín es un hombre muy ocupado, ahora mismo no puede atenderte, por eso me ha pedido a mí que me encargué. Tenemos que conseguirte un atuendo apropiado pa
La mujer podía sentir la tela de encaje de las bragas color negro que se había puesto aquel dia, eran unas brasileras que seguramente ya todos en el salón habían visto a la perfección. Catalina se cubrió como pudo con la palma de la mano y salió corriendo hacia donde le pareció mejor, no se sentia capaz de salir del salón asi porque sabía que afuera debía haber muchas más personas esperando entrar, y no queria que nadie mas tuviera la oportunidad de burlarse de lo que le habia pasado.Mientras todos las miraban, las mujeres con repudio y los hombres con deseo, Catalina se alejó hasta que encontró alguien que le pudo dar indicaciones del baño mas cercano, ella fue hasta ese lugar y se encerró en uno de los muchos cubículos. –No es posible que esto me esté pasando a mi – dijo para si misma una vez que estuvo allí a solas, se sentia ridícula, estúpida e ingenua por haber confiado en las buenas intenciones de Vivian.Debió haberlo sabido, debió haber sido menos tonta, se reclamó a si mi