Aquel dia pasó demasiado rápido para Benjamin y Catalina, como si de repente el reloj estuviera por fin jugando a su favor, recortando los minutos nada mas para reunirlos mas rápidamente. Ambos estuvieron excitados y emocionados por la noche de aquel dia, por fin se verían cara a cara, libres de ataduras e impedimentos. Después de todo lo que habían vivido, por fin eran capaces de tomar decisiones sin pensar en nadie mas que en ellos mismos.Esa tarde, Rose acompañó a Catalina a comprar un vestido para usar esa noche, llevaba un tiempo trabajando y había ahorrado un dinero que le permitía darse un lujo de vez en cuando. Algo dentro de su cabeza le decía que haber comprado aquel vestido rojo ajustado era una buena idea. Valdría la pena.Poco antes de que el reloj marcara las siete de la noche, ya Catalina estaba perfectamente arreglada, el vestido le ajustaba como un guante, los tacones resaltaban sus piernas blancas y tonificadas, y su maquillaje hacia lucir los rasgos más bonitos de
–¿Que? – ella frenó donde estaba, deteniéndose por las palabras que Benjamin acababa de soltar.–Que te elijo a ti. Por encima de todo, te elijo a ti, no sé que demonios acaba de pasar allá adentro, pero vámonos de aquí y vayamos a otro sitio, déjame llevarte a algun lugar en donde solo estemos los dos – el príncipe estaba comenzando a desesperarse para no perder la atención de Catalina.Se sentia ridículo, quizá haberla llevado allá no había sido la mejor de las ideas, tal vez debió elegir otro sitio. Él queria que aquella noche fuera especial y sin embargo no lo había conseguido. No habían tenido la posibilidad ni de disfrutar el plato fuerte.–No – entre más pensaba al respecto más cuenta se daba que aquello que estaba pasando era solo un sueño del que tarde o temprano terminaría despertándose y catalina sabia muy bien lo doloroso que solía ser ese proceso – creo que debemos dejar las cosas como están – ella titubeo, decir aquello le costaba demasiado – deberíamos volver a nuestras
Esa noche, Catalina llegó a casa con el corazón más roto que nunca, se sentia estúpida por creer que las cosas serian diferentes y que por fin iban a poder estar juntos, esa esperanza que ella seguía albergando en su corazón acababa de hacerse pedazos, pero era más difícil entonces, porque algo le decía a la chica, que se trataba del destino y no de las situaciones particulares que estaban viviendo. Catalina tendría que resignarse a que así serian las cosas siempre, nada iba a cambiar y no habia peor cosa para ella que extrañar algo que nunca sucedió.–Catalina, ¿Estás bien? – Taylor habia llegado a casa y se había extrañado al no encontrarla ahí, asi que estuvo esperándola todo ese tiempo.–Si – ella se limpió la cara, le daba vergüenza decirle a Taylor una vez más que su corazón se habia vuelto a romper por culpa del mismo hombre – estoy bien – aseveró, pero Taylor la conocía demasiado como para saber que eso era una mentira.–Catalina… – él se puso en pie y fue hasta donde ella est
–¿Quién es Catalina Alcott? – preguntó Vivian después de darle un sorbo a la copa de vino que Héctor llevó para ella hasta el silloncito donde estaba sentada.Antoni se frotó la barba y tragó saliva, los movimientos de Vivian lo tenían como a un idiota. Él no era un hombre que se dejara impresionar de cualquiera, de hecho, eran muy pocas las mujeres que llamaban su atención, sin embargo, ella tenia algo de intriga y misterio que lo estaba enloqueciendo. Al mismo tiempo, no podia dejar de pensar que Vivian era algo torpe y poco ambiciosa. Una mujer como ella podia tenerlo todo a sus pies, si lograba susurrarle sus planes al oído entonces ambos podían quedarse con la isla de Bratva. Gobernar y hacer pagar a Catalina y Benjamin por las ofensas a ellos dos. –Es la hija de uno de los lideres de la mafia italiana, Catalina lleva en su sangre la mafia, por eso me casé con ella, porque me aseguró un heredero digno – alguien que tambien podia darle a su padre, el hijo que tanto le estuvo pi
–¿Taylor vendrá a recogerte esta noche? – preguntó Rose a Catalina que estaba terminando de limpiar las mesas.Había sido un dia largo y agotador y la mujer queria descansar, le dolía la cara de tanto sonreír a los clientes, a pesar de eso, tambien estaba satisfecha, últimamente su vida trascurría con total normalidad y paz, no habia tenido noticias de Benjamin, cada vez era mejor en el trabajo, tanto que Rose le estaba enseñando algunas recetas para que ella cocinara, su amistad con Rose la mantenía con los pies sobre la tierra, y lo mejor de todo era que no había dramas a su alrededor.Estando lejos de la monarquía Catalina era solo una mujer del común, alguien que escapó de Italia para volver a empezar. Habían pasado ya mucho tiempo después de la coronación y algunos otros después de aquella noche en el restáurate con Benjamin, y a pesar de que aquel recuerdo seguía lastimándole el alma, ya no le afectaba como antes, ella tenía la firme convicción de que las cosas eran asi por una
Las cuatro personas caminaron juntas por los andenes de las calles de Bratva, a pesar de que Benjamin habia llevado su auto, sin embargo, era mucho mas interesante y beneficioso para él tener a solas esos pocos minutos en los que podia hablar con ella, que compartir el auto con Taylor y Rose. Necesitaba intimidad para hablarle de todos esos sentimientos que lo tenían enloquecido.–¿Cómo está la salud de tu madre? – preguntó Catalina, tratando de romper el silencio incomodo que se formó entre ellos dos. Taylor y Rose parecían un par de adolescentes haciendo tretas para dejarlos a ellos a solas, de modo que comenzaron a caminar más rápido para dejar atrás a Catalina y Benjamin, dándoles su espacio. –Está mejor, aun asi es importante que yo asuma el poder lo más rápido posible, mi madre ya no tiene treinta años, y debe poder descansar – explicó.–Es entendible – ella soltó un suspiro mientras nuevamente volvían a encerrarse en aquel silencio.Ambos tenían demasiadas cosas que decir y
–¡Has dejado el nombre de esta familia por el piso, no te mereces ni una cama en la que dormir! – le gritó Antoni a Catalina, la mujer que a pesar de todo seguía siendo su esposa.Él la agarró con rudeza del brazo, la obligó a entrar en la habitación y la arrojó contra la cama, haciéndola caer de forma violenta, en ese momento sentía que la odiaba más que nunca. Catalina siempre había sido una inservible, no era la mujer que le había prometido su padre cuando se la había entregado en matrimonio, pero ahora la veía como tan poca cosa que lamentaba el día en que se habían casado.–¿Creías que ibas a poder escapar de aquí y que nada sucedería? – le gritó.Ella le sonrió amargamente, aún se cuestionaba cómo era posible que ese hombre tan violento fuera su primer amor, el mismo al que le había prometido amor eterno en el altar. –Solo tenías que hacer una maldita cosa, ¡Darme un hijo! – le gritó hincándose en la cama – pero ni capaz de eso eres.Ella había escuchado palabras peores, pero
–¡Por favor, que sea positiva! – rogó Catalina mientras su orina mojaba la prueba de embarazo casera que estaba haciendo.Sentada ahí, en el váter de aquel lujoso baño, lo único que deseaba era poder quedar embarazada –¿Ya la hiciste? – le gritó Antoni, su esposo, que esperaba impaciente un hijo, de ese modo aseguraba la herencia de su padre. Antoni no solo quería aquella herencia, si no que la necesitaba. –Va a matarme – se dijo a sí misma al ver la rayita de color rojo que alumbraba la pantalla. Ella se acurrucó ahí en el suelo de baldosa fina y se preparó para lo peor, ya había pasado un año desde que se había casado con Antoni y desde que habían comenzado a intentar quedarse embarazados.–¡Catalina! – Antoni aporreó la puerta de madera y esperó a que ella respondiera, pero la mujer no lo hizo – ¡Catalina por un demonio! Ábreme la maldita puerta.–¡Tú! – el hombre señaló a uno de sus muchos guardaespaldas – tira la puerta abajo – ordenó.La puerta cayó justo a un lado del cuerpo