–¿Quién es Catalina Alcott? – preguntó Vivian después de darle un sorbo a la copa de vino que Héctor llevó para ella hasta el silloncito donde estaba sentada.Antoni se frotó la barba y tragó saliva, los movimientos de Vivian lo tenían como a un idiota. Él no era un hombre que se dejara impresionar de cualquiera, de hecho, eran muy pocas las mujeres que llamaban su atención, sin embargo, ella tenia algo de intriga y misterio que lo estaba enloqueciendo. Al mismo tiempo, no podia dejar de pensar que Vivian era algo torpe y poco ambiciosa. Una mujer como ella podia tenerlo todo a sus pies, si lograba susurrarle sus planes al oído entonces ambos podían quedarse con la isla de Bratva. Gobernar y hacer pagar a Catalina y Benjamin por las ofensas a ellos dos. –Es la hija de uno de los lideres de la mafia italiana, Catalina lleva en su sangre la mafia, por eso me casé con ella, porque me aseguró un heredero digno – alguien que tambien podia darle a su padre, el hijo que tanto le estuvo pi
–¿Taylor vendrá a recogerte esta noche? – preguntó Rose a Catalina que estaba terminando de limpiar las mesas.Había sido un dia largo y agotador y la mujer queria descansar, le dolía la cara de tanto sonreír a los clientes, a pesar de eso, tambien estaba satisfecha, últimamente su vida trascurría con total normalidad y paz, no habia tenido noticias de Benjamin, cada vez era mejor en el trabajo, tanto que Rose le estaba enseñando algunas recetas para que ella cocinara, su amistad con Rose la mantenía con los pies sobre la tierra, y lo mejor de todo era que no había dramas a su alrededor.Estando lejos de la monarquía Catalina era solo una mujer del común, alguien que escapó de Italia para volver a empezar. Habían pasado ya mucho tiempo después de la coronación y algunos otros después de aquella noche en el restáurate con Benjamin, y a pesar de que aquel recuerdo seguía lastimándole el alma, ya no le afectaba como antes, ella tenía la firme convicción de que las cosas eran asi por una
Las cuatro personas caminaron juntas por los andenes de las calles de Bratva, a pesar de que Benjamin habia llevado su auto, sin embargo, era mucho mas interesante y beneficioso para él tener a solas esos pocos minutos en los que podia hablar con ella, que compartir el auto con Taylor y Rose. Necesitaba intimidad para hablarle de todos esos sentimientos que lo tenían enloquecido.–¿Cómo está la salud de tu madre? – preguntó Catalina, tratando de romper el silencio incomodo que se formó entre ellos dos. Taylor y Rose parecían un par de adolescentes haciendo tretas para dejarlos a ellos a solas, de modo que comenzaron a caminar más rápido para dejar atrás a Catalina y Benjamin, dándoles su espacio. –Está mejor, aun asi es importante que yo asuma el poder lo más rápido posible, mi madre ya no tiene treinta años, y debe poder descansar – explicó.–Es entendible – ella soltó un suspiro mientras nuevamente volvían a encerrarse en aquel silencio.Ambos tenían demasiadas cosas que decir y
–¡Has dejado el nombre de esta familia por el piso, no te mereces ni una cama en la que dormir! – le gritó Antoni a Catalina, la mujer que a pesar de todo seguía siendo su esposa.Él la agarró con rudeza del brazo, la obligó a entrar en la habitación y la arrojó contra la cama, haciéndola caer de forma violenta, en ese momento sentía que la odiaba más que nunca. Catalina siempre había sido una inservible, no era la mujer que le había prometido su padre cuando se la había entregado en matrimonio, pero ahora la veía como tan poca cosa que lamentaba el día en que se habían casado.–¿Creías que ibas a poder escapar de aquí y que nada sucedería? – le gritó.Ella le sonrió amargamente, aún se cuestionaba cómo era posible que ese hombre tan violento fuera su primer amor, el mismo al que le había prometido amor eterno en el altar. –Solo tenías que hacer una maldita cosa, ¡Darme un hijo! – le gritó hincándose en la cama – pero ni capaz de eso eres.Ella había escuchado palabras peores, pero
–¡Por favor, que sea positiva! – rogó Catalina mientras su orina mojaba la prueba de embarazo casera que estaba haciendo.Sentada ahí, en el váter de aquel lujoso baño, lo único que deseaba era poder quedar embarazada –¿Ya la hiciste? – le gritó Antoni, su esposo, que esperaba impaciente un hijo, de ese modo aseguraba la herencia de su padre. Antoni no solo quería aquella herencia, si no que la necesitaba. –Va a matarme – se dijo a sí misma al ver la rayita de color rojo que alumbraba la pantalla. Ella se acurrucó ahí en el suelo de baldosa fina y se preparó para lo peor, ya había pasado un año desde que se había casado con Antoni y desde que habían comenzado a intentar quedarse embarazados.–¡Catalina! – Antoni aporreó la puerta de madera y esperó a que ella respondiera, pero la mujer no lo hizo – ¡Catalina por un demonio! Ábreme la maldita puerta.–¡Tú! – el hombre señaló a uno de sus muchos guardaespaldas – tira la puerta abajo – ordenó.La puerta cayó justo a un lado del cuerpo
Catalina corrió fuera de la propiedad, se escapó por en medio del jardín frontal y salió de allí hasta llegar a la avenida principal donde agarró el primer taxi que encontró.–Al aeropuerto – indicó jadeando.Una vez que estuvo frente al aeropuerto, bajó corriendo del taxi y buscó la sala de embarque más cercana, no importaba cual fuera el destino, solo necesitaba desesperadamente salir de Lombardía. La chica buscó dinero en sus bolsillos, pero no tenía suficiente.Ella pensó que hacer, miro a su alrededor justo cuando estaban haciendo la última llamada con destino a la isla Bratva, corrió hasta allá, esperó hasta que la señorita encargada se distrajera y entonces se escabulló entre los pasajeros.–¡Señorita! ¡No puede entrar asi! – de inmediato, la mujer a cargo se dio cuenta de que Catalina se había colado y llamó al equipo de seguridad.–¡Deténgala! – gritó uno de los gorilas de seguridad que la perseguían.Catalina entró en el avión segundos antes de que las puertas fueran cerrada
–¿De qué estás hablando? – preguntó atónita.–Como escuchaste, asi que andando – el vuelo, aunque había sido largo ya se había terminado, y mientras el piloto se encargaba de cumplir con el protocolo, las personas comenzaban a desabrochar sus cinturones de seguridad para bajar de la aeronave.–No puedo irme contigo – dijo asustada.–Te dije que no era una pregunta – Benjamín se levantó de su asiento y Taylor obligó a que Catalina hiciera lo mismo, agarrándola sin nada de cuidado por el antebrazo.–Si vas a llevarme a las malas, será mejor que le digas a tu gorila que me trate mejor – replicó.–Creo que tu no estas en la posición de exigir nada – Ben le habló de forma ruda, no podía permitirse a sí mismo mostrarse vulnerable.Benjamín y Catalina salieron del avión siendo custodiados por todos los guardaespaldas, ellos ni siquiera tomaron la ruta por la que atravesaron el resto de los pasajeros, si no que caminaron por un pasillo alterno que estaba dispuesto para ellos por todo el equip
Catalina vio la forma en la que Benjamín y Taylor se alejaban y entonces no tuvo de otra más que resbalar su espalda por la pared y acurrucarse allí en ese lugar frio y sobre todo desalador. Tal parecía que su suerte no iba a cambiar, por lo menos no pronto.–Averigua todo lo que puedas de ella, quiero saber quién es, de donde viene, si tiene antecedentes penales, todo – le pidió Ben a su guardaespaldas.–¿No sería mejor simplemente deportarla y asegurarnos de que no pueda volver a pisar el suelo de Bratva?–No, se merece una oportunidad.Taylor rodó los ojos, a veces su jefe se comportaba como un hombre muy insensato.–No me quiero ni imaginar lo que diría su madre si se entera de que esa mujer está aquí.–Tú mismo lo dijiste, podría ser una espía y es mejor mantenerla cerca – Benjamín cambió la expresión en su rostro en cuanto vio a Vivian acercándose a él.Ella tambien sonrió y corrió hasta llegar a donde él para poder abrazarlo.–¡Benjamín, llegaste! No te imaginas cuanto te extra