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Capítulo 4 – el hijo de la reina, el heredero de Bratva.

Catalina vio la forma en la que Benjamín y Taylor se alejaban y entonces no tuvo de otra más que resbalar su espalda por la pared y acurrucarse allí en ese lugar frio y sobre todo desalador. Tal parecía que su suerte no iba a cambiar, por lo menos no pronto.

–Averigua todo lo que puedas de ella, quiero saber quién es, de donde viene, si tiene antecedentes penales, todo – le pidió Ben a su guardaespaldas.

–¿No sería mejor simplemente deportarla y asegurarnos de que no pueda volver a pisar el suelo de Bratva?

–No, se merece una oportunidad.

Taylor rodó los ojos, a veces su jefe se comportaba como un hombre muy insensato.

–No me quiero ni imaginar lo que diría su madre si se entera de que esa mujer está aquí.

–Tú mismo lo dijiste, podría ser una espía y es mejor mantenerla cerca – Benjamín cambió la expresión en su rostro en cuanto vio a Vivian acercándose a él.

Ella tambien sonrió y corrió hasta llegar a donde él para poder abrazarlo.

–¡Benjamín, llegaste! No te imaginas cuanto te extrañé – ella lo abrazó de forma efusiva y él le correspondió enredando sus brazos en la pequeña cintura de la chica – me hiciste mucha falta – le dijo al oído.

Vivian y Benjamin siempre habían estado muy unidos, sobre todo después de la muerte de Elena, que era la hermana de Vivian.

–Estás bronceado – ella se alejó ligeramente de él, lo agarró de las mejillas y se las acarició mientras sentia que su corazón se disparaba a mil por hora. Era una sensación que le atravesaba el cuerpo siempre que estaba junto a él, después de todo, Benjamín era como el hombre perfecto, la hacía sentir amada, protegida, él era lo que cualquier mujer podría pedir.

–Estuve mucho tiempo tumbado bajo el sol de Lombardía – él le sonrío y se fijó en lo arreglada que se veia aquella tarde – ¿vas a algún lado?

–No, pero esperaba reservar una mesa para que vayamos a cenar junto a tu madre.

Benjamín lo pensó, no podia alejarse de la casa teniendo a Catalina encerrada en el sótano, no queria que nadie pudiera darse cuenta de su presencia y tampoco se atrevía a dejarla sola y a su suerte.

–Podrías ir a cenar con mi madre, yo las alcanzaré luego – le dijo. Ben amaba a Vivian como a una hermana, despues de la muerte de Elena él se sentía responsable de ella.

Vivian hizo pucheros y lo miró con cara de perro a medio morir, a pesar de eso terminó aceptado la propuesta con la condición de que él llegara al restaurante, no importaba que tan tarde lo hiciera.

–Taylor, encárgate de la información sobre Catalina – le recordó cuando estuvieron a solas nuevamente.

–¿Quiere que haga algo más?

–No, yo me encargaré del resto.

Un par de horas más tarde, el guardaespaldas se dirigió a la oficina de Ben con un expediente bajo su brazo. 

–Es muy raro lo que he encontrado sobre Catalina – Taylor llegó a la oficina de Benjamín con un montón de papales en la mano – no hay nada de ella – suspiró – no hay antecedentes, no hay registros de que haya asistido a ninguna escuela, no hay registros de sus padres, es como si no existiera.

Ben se quedó en silencio y dejó que el hombre terminara de hablar.

–Debemos buscar algo más, es imposible que no haya nada respecto a ella, encárgate de eso, confío en ti, Taylor, mientras tanto mantengamos la situación del mismo modo en el que está.

Taylor salió del lugar y Benjamín hizo lo mismo dirigiéndose hacia la cocina, habia estado tan distraído todo el dia que se le había olvidado comer, estaba hambriento y seguramente Catalina también lo estaba. El hombre pidió a sus chefs que prepararan un platillo para él y otro para Catalina, cuando lo tuvo en sus manos, fue hasta el sótano, en donde ella estaba llorando.

–Toma, creo que lo necesitas – él le extendió el plato.            

–Esto es denigrante – ella sorbió por la nariz – yo no debería estar aquí, mucho menos contigo, todo esto es un error.

–¿Y quieres arreglarlo?

Ella lo miro detenidamente y asintió con la cabeza.

–Entonces comienza a decirme la verdad sobre ti.

–Antes necesito saber quién eres – le pidió, a sabiendas de que lo más probable era que él no soltara información alguna.

–Ya te lo dije, soy Benjamín Mascherano.

–Necesito mucho más que eso – murmuró.

–Soy el hijo de la reina, el heredero de Bratva – confesó, haciendo que Catalina abriera los ojos por la sorpresa.

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