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Capítulo 5 – el fantasma de Elena.

–Ya te he dicho quién soy, es hora de que tú me digas que haces aquí – pidió Ben.   

–Ya te lo dije, mi marido es un hombre violento al que ya no soporto más

–¿Por qué no te divorciaste? Eso habría solucionado tus problemas.

–No es tan fácil.

–¿Bratva fue un destino que elegiste al azar? – preguntó, intentando no mirarla a los ojos, de alguna forma cada vez que lo hacía lo único que deseaba era abrazara y cargarla, igual a como solía hacer con Elena.

–Si, era el único vuelo que estaba saliendo cuando llegue al aeropuerto.

–¿Y que tienes planeado de ahora en adelante?

Ella titubeo y lo pensó dos veces antes de responder – no lo sé.

–Yo podría ofrecerte un empleo – chasqueó la lengua, esperando sinceramente no arrepentirse de lo que estaba haciendo – podrías trabajar para mí, eso te garantizaría dinero, estadía y todo lo que pudieras necesitar.

–¿A cambio de qué?

–No ganarías mucho, pero tampoco harías mucho – explicó – solo tendrías que estar a mi lado, dispuesta a ayudarme en lo que yo pueda llegar a necesitar.

Catalina frunció el ceño, no era tonta y aquella propuesta sonaba como algo muy sexual, cosa a lo que no estaba dispuesta.

–¡Si crees que voy a prostituirme por dinero, entonces estás loco! – le gritó ofendida.

–¡Perdón si te confundí! – Benjamín era un caballero y no queria que ella pensara lo contrario – constantemente necesito a una asistente, la mujer que trabaja conmigo ahora es bastante vieja, no le interesa asistir a bailes, eventos o reuniones en las que necesito una mano derecha, eso es lo que estoy ofreciendo.

Ella se mordió el labio y entonces el corazón de Benjamín comenzó a latir desenfrenadamente, aquel era un gesto que Elena solía hacer a menudo.

–Si acepto, no sería para estar cerca de ti – aclaró – estoy muy agradecida por lo que intentas hacer, pero no quiere decir que voy a ponerme a tus pies. Conozco a los hombres poderosos como tu – levantó una ceja – creen que tienen el mundo a sus pies y tratan al resto como si estuvieran debajo de sus zapatos – ella pensó en Antoni al decir esas palabras.

Catalina era mayormente débil y lo sabía, pero siempre y cuando fingiera lo contrario, entonces todo estaría bien.

–No sé con qué clase de hombres has tratado, pero yo no soy igual al resto.

–No me interesa si lo eres o no, porque yo simplemente seré una empleada más, ¿Entendido?

–Entendido – asintió con la cabeza.

Ambos permanecieron en silencio, hasta que una duda comenzó a rondarle la cabeza a la chica – este ofrecimiento quiere decir que ¿Confías en que la historia que te he dicho es la verdad?

 –No, no te creo, pero tampoco estoy dispuesto a dejarte ir.

Mientras Catalina y Benjamín hablaban en el sótano, Vivian entraba a la gran mansión junto a Alise, la madre de Ben.

–No tienes que molestarte, seguramente le pasó algo – Alise excusó a su hijo.

–Si, seguramente es eso – Vivian asintió y se despidió de Alise, a pesar de eso no estaba conforme con esa excusa, Benjamín la había dejado plantada en el restaurante y eso era algo que nunca había sucedido antes y queria conocer el motivo, ¿Acaso ella ya no era importante para él?

La chica, que estaba ataviada en un vestido corto ajustado, caminó hasta el despacho de Ben dispuesta a pedirle explicaciones, sin embargo se detuvo en cuanto vio que la puerta al sótano estaba entre abierta, ella lo dudó, pero antes de entrar en la oficina fue hacia el sótano para percatarse de que no hubiera nadie allí. Enseguida se asomó y escuchó las voces de Catalina y Benjamín.

–Ahora que tienes claro que no soy una criminal, ¿Podrías sacarme de aqui? – pidió Catalina a Ben.

Él solto una risa jocosa y sacó la llave de su bolsillo para dejarla libre.

Vivian intentó reconocer a la mujer, pero no recordaba haber escuchado esa voz y no podia verla desde donde estaba, asi que tuvo que acercarse un poco más.

–Ya eres libre – dijo Ben, una vez que Catalina salió de la celda.

Ella frunció los labios formando una sonrisa y Ben se quedó observándola embelesado, de repente, mientras la nostalgia le embargaba el pecho al recordar a Elena, no pudo evitar abrazarla mientras se imaginaba que era su ex prometida la persona a la que sostenía en sus brazos.

–Benjamin ¿Qué significa esto? – preguntó Vivian con tristeza mientras bajaba las escaleras.

Enseguida Benjamín se separó de Catalina y le dio la espalda mientras intentaba hablar con Vivian, que parecia que iba a echarse a llorar en cualquier momento.

–¿Quién es ella y porque la estás abrazando? – a pesar de que estaba exigiendo respuestas, su tono de voz estaba entrecortado – ¿Por esto fue que me dejaste plantada? ¿para venir a revolcarte con una cualquiera en este hueco? 

Catalina se quedó a las espaldas de Ben, esperando que él pudiera manejar la situación.

–Vivian, lo siento, te prometo que mi intención no fue dejarte plantada, pequeña, escucha… – intentó poner sus manos en los hombros de ella para reconfortarla.

–¡No me toques! No después de que acabas de poner tus manos encima de ella – soltó.

Benjamín trató de hablar con la caprichosa de Vivian, sin embargo, la chica no queria oírlo, solo queria deshacerse de la arpía que estaba abrazando al hombre del que ella siempre había estado enamorada.

¡Paff! Una bofetada cayó en el rostro de Catalina. 

Parece que ni con esto pueda apagarse la furia de Vivian. Segundos después de que Catalina levantó la cara, Vivian se quedó aterrorizada como si estuviera viendo a una fantasma. 

Es una fantasma de verdad. 

¡No puede ser! Pensó Vivian.

Mi hermana está muerta. Estoy más que segura.

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