Llego la princesita Leticia. Hasta el momento solo tengo un extra preparado, es cortito, en la noche se los estaré publicando.
Años después Leticia baja las escaleras a toda velocidad, está lista para su graduación y ya sabe lo que quiere para su cumpleaños número 18 y espera que su padre no se lo niegue esta vez. —Buenos días —entra al comedor con una sonrisa de oreja a oreja— renacuajo sin cerebro —saluda a su hermano menor. —Me sigues diciendo así y ¿me voy a vengar en tu fiesta? —despega unos segundos la vista de su teléfono lanzándole una mirada amenazadora. Cristian llego a la vida de la pareja tres años después de tener a Leticia y con él decidieron cerrar la fábrica de bebes. La razón por la que se llama Cristian, es porque Marcus perdió una apuesta con Chris, así que dejaron en manos del ganador el nombre del niño. —Hablando de fiesta, ya sé lo que quiero estudiar, en dónde quiero estudiar y tengo un par de acotaciones para ello —sonríe emocionada sentándose frente a su padre, manteniéndole la vista. Marcus aparta el desayuno a un lado, sabiendo que muy probablemente lo que va a escuchar a cont
Cinco años después Cinco años después Último día en la universidad, al fin su tortura ha terminado, sale temprano del instituto queriendo llegar a casa y descansar de estas semanas agotadoras y en una semana será la graduación. Apenas sale del instituto ve al chofer que su padre le ha asignado, deja escapar un largo suspiro, no puede creer que todavía su padre siga con esto, cuando le prometió que la dejaría en paz este último año. —Buenas tardes señorita Brenner, su padre me ha enviado a recogerla —la saluda amable, viendo venir molesta. —Buenas tardes Federico, se supone que esto no volvería a pasar —le reclama, recordando lo que le dijo la última vez. —Lo siento señorita, yo solo estoy cumpliendo órdenes. Maite se da media vuelta y sigue de largo, además de cansada, está molesta, muy molesta de que su padre ni siquiera este último año, haya sido capaz de mantener su palabra. Por lo que lo llama y al segundo repique él le atiende. —Hola hija, ¿qué tal tu último día? Dentro de
Los Ángeles - California. —¿¡En dónde estás m*****a mujer!?Escucha que grita su esposo. Se estremece al darse cuenta que será una noche terrible para ella.“Debí huir antes”. —se lamenta.Para Mía Goth, su matrimonio no era un cuento de hadas. Su esposo no era el príncipe azul que esperaba tener a su lado. La casa que debía ser su castillo, se convirtió en una prisión. Dylan Sprouse, había sido su mejor amigo desde la infancia, en la universidad, pero después de casados, algo cambió, se convirtió en su verdugo. Sus negocios empezaron a decaer, se asoció con personas tramposas y debido a ello, poco a poco se fue hundiendo en el alcohol, llegando a casa tan tomado, que desquitaba su rabia en Mía. Ya han pasado tres años, las esperanzas de Mía por que él cambiara se esfumaron, ni el nacimiento de su primer hijo lo motivo a dejar el vicio, reponerse de la mala racha y empezar de nuevo. Tenía todo listo para huir, las maletas, los boletos y a donde llegar. Tan solo debía esperar qu
Seis meses después. —Buenos días, ¿Cómo amanece el príncipe de esta casa? Sofi entra en la cocina seducida por el rico aroma del café recién hecho, una de las ventajas que tiene al tener a Mía en su casa. —Buenos días Sofi, él está con unas energías repotenciadas, parece una licuadora endemoniada, no pensé que los dos años fueran así. Quisiera tener sus energías, las necesito. —Supongo que cada etapa tiene sus desafíos. Sofi se encoge de hombros, para ella, Chris es un niño adorable. Se sirve una buena tasa y se sienta junto a su amiga, notando el periódico abierto en la sección de empleo. —¿Buscando empleo? —Chris ya tiene dos años, aunque esta pequeño, ya debo soltarlo y dejarlo en una guardería, necesito trabajar para poder darle todo lo que necesite, sobre todo el próximo año que entra a la escuela. —No te sientas presionada, con tu marido es suficiente, Chris también necesita una madre sana y fuerte. Se queda pensando en lo que dice su amiga, tiene razón, tan solo nec
Esa noche, ninguno de los dos pudo dormir. Mía se sentía muy nerviosa, Sofi le estuvo contando un poco sobre su nuevo jefe y lo mujeriego que es, algo que la descontrolo un poco, ya que le tocara lidiar con sus amantes y al ser un hotel, no quería ni imaginar a lo que se enfrentaría. Por otro lado, Gerard no dejaba de pensarla. Por primera vez en mucho tiempo soñó con una chica y esa chica es su nueva asistente. En dos oportunidades le toco levantarse y darse una ducha. Esperaba que sea lo que le estuviera pasando acabara pronto. Para cuando llega a su oficina, la encuentra trabajando con una nueva montaña de carpetas en el escritorio. —Buenos días. Saluda al pasar frente a ella, sigue a su oficina dejando la puerta abierta para ella. Deja su maletín en su lugar y se sienta, viéndola a ella entrar. Sin poder evitarlo detalla su caminar, la forma en que sus caderas se mueven, en como su blusa de ceda rosa se ajusta a su cuerpo dejando un escote que lo invita a pecar. —Señor,
Por la forma de reaccionar de Mía, supone de quien se trata. Gerard se pone al lado de ella mostrándole su apoyo, aunque no debería. —Tengo seis meses buscándote y al fin te encuentro —da un paso hacia ella. Mía retrocede dos pasos y Gerard se interpone entre los dos, colocándole un claro limite al extraño. El personal de seguridad se prepara para defender a su jefe en caso de que lo necesite. —Soy Dylan Sprouse, su esposo y el padre del niño —se presenta recalcando la palabra esposo. —Gerard Walker, el hombre que no le conviene tener de enemigo, por lo que le sugiero que se aleje de ella —le advierte. —¿Así que por él fue que me abandonaste? Eres una perra desgraciada —intenta llegar a ella nuevamente. Gerard hace una seña a sus hombres, indicándole que intervenga. Dylan es sometido en cuestión de segundos, llevándoselo lejos. Gerard se fija que se han acumulado varias personas intentando averiguar que sucede, por lo que toma a Mía del brazo y la lleva adentro. La nota asus
La semana pasa con tanta calma que perturba a Mía. Es primera vez que hace un contrato de ese tipo con un hombre y si además está su actual esposo buscando la forma de acercarse a ella.No la calma para nada, a pesar de que Luca no se despega de ella en lo absoluto cuando esta fuera del hotel. Para Gerard es un reto para su autocontrol. Lo habitual es que al mismo instante en que se firma el contrato, empieza hacer uso de sus derechos, pero el solo saber que ella no será cualquier amante, sino que sus padres la van a conocer, lo obliga a tomarse las cosas con más cuidado, no puede arruinarlo. Gerard se pone de pie y camina hacia la puerta, se detiene justo antes de girar la manilla, sabiendo que del otro lado se encuentra ella. “Deja de comportarte como un crio, ella no será diferente a las demás” —piensa para sí, tratando de controlarse. “Hoy es un buen día para ir al club, quizás solo necesite relajarme”. Gira el pomo, poniendo en alerta a Mía, la cual se pone de pie mirándol
Al despertarse, Gerard le envía un mensaje a Mía pidiéndole encontrarse para desayunar y con una petición particular. Deja el teléfono a un lado y se dirige al baño, deseando estar frente a ella y ver su expresión en cuanto lea el mensaje. Mía se despierta por la alerta del teléfono, se obliga abrir sus ojos y al darse cuenta de quién es el mensaje, el sueño se esfuma enseguida. “Te espero para desayuna. Viste con un vestido cómodo y corto. Importante: no te pongas nada abajo”. Mía leyó incrédula más de una vez el mensaje, no podía creer semejante petición, sin embargo, debía obedecer. Incomoda y sonrojada, se dirige a casa de su jefe. Por un pasillo que conecta por ambas casa, la ama de llaves la guía por todo el recorrido hasta dejarla en el comedor de la casa principal, donde ya Gerard se encuentra esperándola. —Buenos días, Mía —detalla el vestido floreado acampanado que lleva puesto— siéntate, vamos a desayunar. —Buenos días, señor. Obedece y segundos después, entran dos