Esa noche, ninguno de los dos pudo dormir.
Mía se sentía muy nerviosa, Sofi le estuvo contando un poco sobre su nuevo jefe y lo mujeriego que es, algo que la descontrolo un poco, ya que le tocara lidiar con sus amantes y al ser un hotel, no quería ni imaginar a lo que se enfrentaría.
Por otro lado, Gerard no dejaba de pensarla. Por primera vez en mucho tiempo soñó con una chica y esa chica es su nueva asistente.
En dos oportunidades le toco levantarse y darse una ducha. Esperaba que sea lo que le estuviera pasando acabara pronto.
Para cuando llega a su oficina, la encuentra trabajando con una nueva montaña de carpetas en el escritorio.
—Buenos días.
Saluda al pasar frente a ella, sigue a su oficina dejando la puerta abierta para ella.
Deja su maletín en su lugar y se sienta, viéndola a ella entrar.
Sin poder evitarlo detalla su caminar, la forma en que sus caderas se mueven, en como su blusa de ceda rosa se ajusta a su cuerpo dejando un escote que lo invita a pecar.
—Señor, ¿me está escuchando? —Mía balancea su peso de una pierna a otra debido a la incomodidad del momento.
—Disculpa, tráeme una buena taza de café, no tuve una buena noche.
—Enseguida.
Deja frente a él los documentos que debe firmar y va en busca del pedido.
—Gerard, mi amor.
Entra la amante de turno sin tocar, poniéndolo de muy mal humor. Se le sienta en las piernas y busca de besarlo, pero él la esquiva.
—Mi madre me ha dicho que fuiste a su casa —le reprocha molesto— eso va en contra del contrato que firmaste.
—Es que te amo, sin poder evitarlo me he enamorado de ti, no es justo que lo nuestro acabe solo porque un papel así lo dice ¿acaso tu no sientes no mismo por mí?
—Sabes que no —la quita de encima, poniéndose de pie— en dos día acababa nuestro contrato, pero debido a lo que hiciste, queda anulado. Por favor retírate.
—No puedes hacerme esto, yo te amo.
Se lanza a sus brazos, justo en el momento en que Mía entra en la oficina, sin saber que su jefe no está solo.
—Disculpe, no sabía que…
—¿Quién es esa? ¿Acaso es por ella que me hechas de tu vida? —le reclama indignada. Interrumpiendo a Mía.
—Mía, deja el café en mi escritorio, en un momento te llamo —le pide cortes.
Al pasar Mía cerca de Marie, le da un fuerte golpe a la bandeja, provocando que Mía se queme.
—¡Te has vuelto loca! —le reclama Gerard— es mejor que salgas de aquí, antes de llame a seguridad.
—Esto no se quedara así Gerard, me la vas a pagar.
Sale de la oficina dando un fuerte portazo.
—Vamos al baño, allí tengo un botiquín.
En cuanto entran al baño, Gerard abre el chorro y sumerge la mano de ella para aliviar el ardor.
Con mucho cuidado Mía levanta un poco su camisa, ya que también le ha salpicado en la parte baja del abdomen.
Agarra una pequeña toalla la empapa de agua y luego la coloca en el área afectada.
—Realmente lo siento, no esperaba que hiciera algo así —se disculpa mientras aplica en la mano la crema— ¿me permites?
Gerard señala donde ella con cuidado ha colocado el pañito. Avergonzada lo retira, cierra los ojos ante el tacto de sus dedos en su abdomen.
—No se preocupe —responde bajito, se le escapa un ligero suspiro.
—si te molesta mucho, vete a casa.
Sentir su tersa y suave piel, lo ha dejado fuera de sí, no se reconoce.
—Con la crema es suficiente, gracias —sonríe nerviosa.
El baño se siente mucho más pequeño de lo que realmente es, ambos se pierden en la mirada del otro, ninguno se atreve a separase, por temor de hacer precisamente lo contrario.
No saben cuánto tiempo pasa, hasta que Peter entra en la oficina.
Salen del trance y abandonan el baño al tiempo, dejando a Peter sorprendido.
—¿Qué quieres Peter? —le pregunta al notar su mirada imprudente hacia Mía.
—Disculpe, es solo que el empresario Italiano ya está en línea para la reunión —le informa bajando la mirada.
—Ve a la enfermería para que te chequeen bien y te den algo para el dolor, sino te sientes en condiciones, puedes ir a casa —le pide a Mía antes de dar inicio a la reunión.
Mía y Peter salen juntos de la oficina y sin poder controlar su sed por saber, Peter le hace la pregunta.
—La chica que salió, me aventó el café encima —le muestra su mano lastimada— también me callo un poco en el abdomen, no es para tanto.
—Entiendo su preocupación, ven, te acompaño a enfermería, lo mejor será que obedezcas. No suele ser muy condescendiente con sus empleados, le has caído muy bien al parecer.
Mía se ruboriza al notar el doble sentido sus palabras.
El resto de la jornada fue sin contratiempos. Aunque de vez en cuando la quemadura en el abdomen le molestaba, tampoco era algo insoportable.
Para cuando llega la hora de irse, Gerard le pide que pase a su oficina.
—Aquí tienes el contrato de trabajo, léelo bien y si estas conforme lo firmas.
Coloca el documento frente a ella.
La observa leerlo, cada gesto que hace no pasa desapercibido y su amigo tampoco.
Por lo que una idea cruza por su cabeza, duda por un momento, pero una vez firmado ese primer contrato, al menos no podrá huir del todo de él.
Mía se queda sorprendida por la suma que le será depositada en su cuenta bancaria, aunque con eso pasara unos cuantos meses reuniendo para el divorcio, al menos es más de lo que esperaba. Lo firma.
—Muchas gracias por la oportunidad.
—Supongo que está separada de su esposo por no poder divorciarse y esa suma no será suficiente para mejorar su situación —ve su sorpresa en su mirada y aprovecha su desconcierto para la siguiente propuesta— por eso, hay algo más que te quiero proponer, es un ingreso extra.
—¿A qué se debe ese ingreso extra? —le pregunta nerviosa, esperando que no sea lo que piensa.
—Se mi amante por un año —le coloca el siguiente contrato frente a ella— léelo bien, tomate tu tiempo y cuando estés lista me das respuesta.
—¡No soy una cualquiera que se vende por dinero! —se levanta de un salto ofendida.
—No es lo que quise decir. Le explico, usted necesita mejorar su situación por usted y su hijo —le hace saber que sabe más de ella de lo que cree— yo necesito a una mujer a mi lado que pueda mostrar ante los medios y mis padres. Usted me ayuda y yo la ayudo.
—No, lo siento. No soy esa clase de mujer. De haber sabido esto, no hubiera firmado aquel contrato.
Sale de la oficina controlando su temperamento, no puede creer el descaro con la que le ofrece ser su amante.
Justo antes de entrar al ascensor, siente que la agarran del brazo, Gerard.
—Llévatelo, léelo y mañana me das respuesta —le ordena.
Mía pasa por su bebé en la guardería y se va directo a casa. Al llegar ve a su amiga Sofi preparando la cena.
—¿Cómo te fue hoy? —Al acercarse a su amiga ve su mano roja y su camisa manchada de café— ¿Qué te sucedió?
Mía se sienta y le cuenta a su amiga todo lo sucedido, desde la extraña mujer en la oficina de su jefe hasta el segundo contrato. Sofi le quita el contrato y lo lee con detalle.
—Amiga, no te molestes con lo que voy a decirte, pero deberías considerarlo —coloca el contrato frente a ella— no solo te va a dar una buena suma de dinero, también tendrás auto, casa y una pensión alimentaria durante el año que estén juntos. Con el primer pago podrás divorciarte de Dylan y al fin quitarte ese peso de encima.
—Se escucha demasiado bonito para ser cierto, alguna trampa debe haber.
—Debes estar disponible para él siempre, supongo que tendrás niñera, aunque podrás contar conmigo cuando lo necesites o yo podría ser tu niñera, supongo que le pagara muy bien a la mujer que lo haga. No tienes nada que perder, yo que tú, lo intentaría.
Después de acostar a su pequeño, se sienta en la cama y lee por ella misma el contrato.
Aunque no hay un punto en el que pueda objetar, pareciera que ese contrato fue echo para que no tuviera algo en que quejarse hasta su hijo salía beneficiado de este trato.
A la mañana siguiente.
Se dirige al hotel bastante nerviosa, debe darle una respuesta y aún no sabe que decidir.
Justo cuando esta llegando, lo ve bajar de su Lamborgini, quedando una vez más anonadada ante su porte imponente.
A verse descubierta, camina hacia él.
—Buenos días, señor —lo saludo en cuanto llega a su lado.
—Buenos días, espero que este mejor —observa su mano.
Gerard extiende su mano hacia la entrada del hotel para que ella entre primero, cuando escuchan a un hombre a sus espaldas.
Mía se gira nerviosa al escuchar su voz.
—Tu… ¿Qué haces aquí?
Por la forma de reaccionar de Mía, supone de quien se trata. Gerard se pone al lado de ella mostrándole su apoyo, aunque no debería. —Tengo seis meses buscándote y al fin te encuentro —da un paso hacia ella. Mía retrocede dos pasos y Gerard se interpone entre los dos, colocándole un claro limite al extraño. El personal de seguridad se prepara para defender a su jefe en caso de que lo necesite. —Soy Dylan Sprouse, su esposo y el padre del niño —se presenta recalcando la palabra esposo. —Gerard Walker, el hombre que no le conviene tener de enemigo, por lo que le sugiero que se aleje de ella —le advierte. —¿Así que por él fue que me abandonaste? Eres una perra desgraciada —intenta llegar a ella nuevamente. Gerard hace una seña a sus hombres, indicándole que intervenga. Dylan es sometido en cuestión de segundos, llevándoselo lejos. Gerard se fija que se han acumulado varias personas intentando averiguar que sucede, por lo que toma a Mía del brazo y la lleva adentro. La nota asus
La semana pasa con tanta calma que perturba a Mía. Es primera vez que hace un contrato de ese tipo con un hombre y si además está su actual esposo buscando la forma de acercarse a ella.No la calma para nada, a pesar de que Luca no se despega de ella en lo absoluto cuando esta fuera del hotel. Para Gerard es un reto para su autocontrol. Lo habitual es que al mismo instante en que se firma el contrato, empieza hacer uso de sus derechos, pero el solo saber que ella no será cualquier amante, sino que sus padres la van a conocer, lo obliga a tomarse las cosas con más cuidado, no puede arruinarlo. Gerard se pone de pie y camina hacia la puerta, se detiene justo antes de girar la manilla, sabiendo que del otro lado se encuentra ella. “Deja de comportarte como un crio, ella no será diferente a las demás” —piensa para sí, tratando de controlarse. “Hoy es un buen día para ir al club, quizás solo necesite relajarme”. Gira el pomo, poniendo en alerta a Mía, la cual se pone de pie mirándol
Al despertarse, Gerard le envía un mensaje a Mía pidiéndole encontrarse para desayunar y con una petición particular. Deja el teléfono a un lado y se dirige al baño, deseando estar frente a ella y ver su expresión en cuanto lea el mensaje. Mía se despierta por la alerta del teléfono, se obliga abrir sus ojos y al darse cuenta de quién es el mensaje, el sueño se esfuma enseguida. “Te espero para desayuna. Viste con un vestido cómodo y corto. Importante: no te pongas nada abajo”. Mía leyó incrédula más de una vez el mensaje, no podía creer semejante petición, sin embargo, debía obedecer. Incomoda y sonrojada, se dirige a casa de su jefe. Por un pasillo que conecta por ambas casa, la ama de llaves la guía por todo el recorrido hasta dejarla en el comedor de la casa principal, donde ya Gerard se encuentra esperándola. —Buenos días, Mía —detalla el vestido floreado acampanado que lleva puesto— siéntate, vamos a desayunar. —Buenos días, señor. Obedece y segundos después, entran dos
La aludida se levanta de un salto al escuchar su voz, corre hacia él y lo abraza. Aunque siente su rechazo, busca de besarlo. —Tenemos mucho de qué hablar, sé que la última vez las cosas no terminaron bien, pero ya es momento de sentarnos como personas adultas y solucionar los problemas por el bien de nuestra relación. —No tenemos ninguna relación… —Ger, mi amor, ven conmigo —lo interrumpe colocando el dedo índice sobre sus labios— hablemos, luego podrás irte si así lo quieres. Gerard lo piensa por unos segundos, cediendo finalmente. Aunque lo niegue, aun siente algo por ella y es natural, después de tantos años como pareja, el amor no se arranca del corazón de la noche a la mañana. La toma del brazo y se la lleva a un lugar privado, donde podrán conversar sin interrupciones. Su madre lo ve decepcionada, imaginando el peor escenario posible, hasta que recuerda a Mía a su lado sin saber que decir para excusarlo. Mía siente la mirada de las mujeres a su alrededor. Si ella fuera re
Después de lo sucedido con Vivian, las cosas han estado raras entre Mía y Gerard. Ambos se limitan a conversar sobre trabajo y nada más. Dejando ese segundo compromiso a un lado, para Mía es un alivio, para Gerard una tortura.Por seguridad, Gerard ha hecho que Mía llegue con él al trabajo y cuando se va antes, dos hombres la escoltan hasta dejarla en casa, permaneciendo uno con ella a las afueras para evitar que Dylan se acerque.Por otra parte, Mía no soporta como los empleados la ven ni las insinuaciones que le lanzan cuando tienen oportunidad.—Apenas está empezando la semana y siento que ya no puedo más, nunca imagine que trabajar aquí sería tan agotador, espero que por lo que va de mes no tengamos más eventos en el hotel —se queja Mirna, una de las más jóvenes.—No todas tenemos la suerte de algunas —Josemin ve de soslayo a Mía— de ser la mujer del dueño y hacer lo que queramos.Mía se tensa al escuchar el comentario y la forma tan despectiva como la ven.—Sera mejor que dejen l
Mía se queda anonada, perdida en su mirada tras esa promesa que le ha llegado a su corazón de una forma indescriptible.Unos toques en la puerta los obliga a separarse, Mía se pone de pie limpiando su rostro en un esfuerzo de aparentar que nada a ocurrido.—Disculpe señor —entra Peter a la oficina con varias carpetas en mano— estos documentos están listos para ser firmados.—Gracias, en cuanto estén listos, Mía te los hará llegar. Peter nota el sonrojo de la chica y sale de la oficina sin poder evitar una sonrisa. No esperaba que ella hiciera caso a sus palabras, pero al ver como Vivian salía echa una furia y la mejilla roja, supo enseguida que no se trataba de Gerard, sino de Mía y no se ha equivocado.—¿Pasa algo con Peter? —se gira hacia ella en cuanto quedan solos nuevamente.—Nada. Solo es un buen compañero de trabajo, es el único que no me ve raro o murmura a mis espaldas —se encoje de hombros restándole importancia al asunto— ¿necesitas que te ayude con eso?—No, so
Capítulo 9 Segundo plato Vivian llega a su apartamento feliz de que todo resultara como su madre lo había planeado, es cuestión de tiempo que las empleadas empiecen a esparcir la información. Al entrar, va a la cocina por una copa de vino, cuando siente que alguien está a sus espaldas. —¡Carlos, que susto me has dado! — lleva la mano a su pecho, sintiendo los fuertes latidos de su corazón. —He llegado esta mañana y no te he encontrado, te he llamado varias veces y nada que me atiendes la llamada ¿me puedes explicar qué ocurre? —le exige cruzándose de brazos. —Deja el drama que no estoy para eso en este momento —pasa por su lado restándole importancia, se sienta en uno de los muebles disfrutando de su copa— no ocurre nada, he regresado a la vida que deje hace unos meses atrás ¿acaso esperabas que lo nuestro siguiera? —Por supuesto, traicione a mi mejor amigo por ti, discutí con mis padres por nuestra relación y ahora ni se si tengo un puesto de trabajo en la
Capítulo 10Estos últimos días no han sido nada fácil para Mía, siente que hace malabares con su tiempo. Ser madre, asistente y la amante falsa de Gerard la agotan en extremo.—Buenos días amiga, anoche no te sentí llegar —Sofi entra en la cocina y se sienta en el taburete observándola caminar de un lugar a otro— ¿Qué te tiene tan ansiosa?—¿Te parece poco lo que ocurre? Dylan, mi nuevo empleo, Gerard y casi no tengo tiempo para estar con mi hijo, desde que murieron mis padres mi he hecho otra cosa que vivir al gusto de otra persona, primero fue mi tío, luego Dylan y ahora…—Gerard, lo sé. No lo has tenido nada fácil, a pesar de eso sigues de píe luchando por ti y por tu pequeño. Ya verás que al terminar ese contrato tu vida será diferente, solo resiste unos meses más. Además, ser la amante de Gerard no debe ser aburrido —Sofi mueve sus cejas de forma insinuante haciendo enrojecer a su amiga. —Con él todo es diferente, aunque Dylan fue muy cuidadoso al estar conmigo y fue muy galante