La semana pasa con tanta calma que perturba a Mía.
Es primera vez que hace un contrato de ese tipo con un hombre y si además está su actual esposo buscando la forma de acercarse a ella.
No la calma para nada, a pesar de que Luca no se despega de ella en lo absoluto cuando esta fuera del hotel.
Para Gerard es un reto para su autocontrol.
Lo habitual es que al mismo instante en que se firma el contrato, empieza hacer uso de sus derechos, pero el solo saber que ella no será cualquier amante, sino que sus padres la van a conocer, lo obliga a tomarse las cosas con más cuidado, no puede arruinarlo.
Gerard se pone de pie y camina hacia la puerta, se detiene justo antes de girar la manilla, sabiendo que del otro lado se encuentra ella.
“Deja de comportarte como un crio, ella no será diferente a las demás” —piensa para sí, tratando de controlarse.
“Hoy es un buen día para ir al club, quizás solo necesite relajarme”.
Gira el pomo, poniendo en alerta a Mía, la cual se pone de pie mirándolo como un gatito asustado.
—Voy a salir temprano, en cuanto termines con los pendientes, puedes irte, no es necesario que te quedes a cumplir el horario si no voy a estar.
—Muy bien, que tenga una buena tarde.
Ambos se quedan en silencio sin poder quitar la mirada el uno del otro, como si una fuerza invisible se los impidiera.
Hasta que Peter llega a entregarle unos documentos a Mía y todo contacto se pierde.
Mía está preparado a su pequeño para dormir cuando le avisan que su amiga ha llegado.
Al ver la hora, se asusta que algo le pudiera haber pasado. Sale del cuarto de su pequeño al encuentro de Sofi.
—¿Te ha pasado algo? —le pregunta en cuanto la ve.
—¿Por qué tendría que pasarme algo? Gracias a que soy la niñera de tu pequeño también tengo algo de protección, por lo que aunque quiera, no podrá acercarse a mí. He venido para sacarte de la rutina a la que te has metido, es sábado y el cuerpo lo sabe, así que ponte lo que te he traído y nos vamos al club.
Sofi le pasa un bolso, dejando a Mía sorprendida por sus planes a última hora.
Cuando está a punto de replicar, Sofi la agarra de los hombros y la hace caminar hasta la habitación, saca todo del bolso y lo extiende sobre la cama.
—No creas que me voy a poner ese vestido, está muy corto —protesta Mía en cuanto lo ve— y esos tacones, ¿acaso crees que puedo caminar con eso sin caerme?
—Mientras caigas en los brazos de un hombre que te regale una buena noche… no veo el problema.
Mía niega sin poder creer las ocurrencias de su amiga, solo espera que pueda sobrevivir a esa noche.
En cuanto cruzan las puertas del club, Sofi hace que un par de chicos les compre unos tragos, bailan un par de canciones y se les pierden.
Mía trata de que Sofi recapacite y deje de jugar con los hombres, que se ve, llevan mucho rato tomando.
—Mía relájate, al fin y al cabo a eso hemos venido. Ven vamos a bailar.
Ambas amigas se van al centro de la pista dejándose llevar por el ritmo de la música que está sonando, despertando la lujuria de los hombres que están a su alrededor, en especial a Gerard, que desde que la vio entrar no ha podido apartar la mirada de ella.
Gerard escucha a un hombre decir que se acercara a ellas y se las llevara al estacionamiento a pasarla bien. Llama a su guardia para que vigile a la amiga y él se va por Mía.
Sin decirle una sola palabra, la carga como saco y sacando su tarjeta VIP pasa al área privada, entra al cubículo que le indica sin importarle las pataletas y los reclamos que Mía le hace, de forma brusca la deja en el suelo, pero sin dejar de sostenerla.
—¿Qué te has creído? —le reclama molesta, sintiendo su cabeza dar vueltas.
—Te recuerdo que tenemos un contrato y si aún no lo has leído, tu aceptaste ser exclusivamente mia y no es eso lo que estoy viendo desde que llegaste a este club, con claras intenciones de ligarte a cualquiera —aunque su voz sale neutra, la rabia se palpan en cada palabra pronunciada.
Mía no puede creer lo que ha escuchado, motivada por la rabia, levanta la mano y la hace sonar contra la mejilla izquierda de Gerard, dejándola roja.
—Querer pasar un momento divertido no me hace una cualquiera, para la próxima cuida tus palabras.
—Al parecer, no has entendido todo lo que implica ser mi amante. A partir de mañana empezaran las lecciones y lo que acabas de hacer, lo lamentaras.
A medida que le advierte, se va acercando a ella hasta tenerla acorralada contra la pared, la obliga a abrir las piernas, la sienta sobre el muro.
Aparta su cabello y sube más el vestido, sin dejar de tocar y acariciar su piel.
Mía deja escapar un suspiro.
Gerard se aparta de ella dejándola desconcertada y a la espera de más.
—Espera mi llamada, que tu amiga se quede contigo esta noche. En cuanto te levantes vas por mí, tendré todo listo.
Sale del club satisfecho por como la ha dejado, se va a casa con ganas de que amanezca y empezar a probar a su nueva amante.
Algo le dice que será mucho más entretenido de lo que espera.
Sofi al verlo salir sin su amiga, se preocupa y se dirige a la zona VIP, como no la dejan pasar, hace un gran escándalo logrando que Mía la escuche y salga rápido a su encuentro.
—¿Estas bien? ¿Te ha hecho algo? —le pregunta preocupada viéndola de arriba abajo.
—Estoy bien, no me ha hecho nada —se sonroja un poco, ni se atreve a verla a la cara.
—Por como lo dices, no sé si sentirme aliviada o triste por ti.
Mía rueda los ojos al notar el doble sentido de sus palabras, no puede creer lo descarada que puede ser y no tener un poco de vergüenza.
—Mejor vámonos a casa, mañana debo cumplir con mi segundo contrato —agarra a su amiga del brazo y se dirigen a la salida.
Mía no logro dormir durante toda la noche, no sabía que esperar y mucho menos el verdadero significa de sus palabras.
Si tan solo sus circunstancias fueran diferentes… faltaba poco para amanecer cuando sus ojos se cierran finalmente, pensando en un presente muy distinto.
Al despertarse, Gerard le envía un mensaje a Mía pidiéndole encontrarse para desayunar y con una petición particular. Deja el teléfono a un lado y se dirige al baño, deseando estar frente a ella y ver su expresión en cuanto lea el mensaje. Mía se despierta por la alerta del teléfono, se obliga abrir sus ojos y al darse cuenta de quién es el mensaje, el sueño se esfuma enseguida. “Te espero para desayuna. Viste con un vestido cómodo y corto. Importante: no te pongas nada abajo”. Mía leyó incrédula más de una vez el mensaje, no podía creer semejante petición, sin embargo, debía obedecer. Incomoda y sonrojada, se dirige a casa de su jefe. Por un pasillo que conecta por ambas casa, la ama de llaves la guía por todo el recorrido hasta dejarla en el comedor de la casa principal, donde ya Gerard se encuentra esperándola. —Buenos días, Mía —detalla el vestido floreado acampanado que lleva puesto— siéntate, vamos a desayunar. —Buenos días, señor. Obedece y segundos después, entran dos
La aludida se levanta de un salto al escuchar su voz, corre hacia él y lo abraza. Aunque siente su rechazo, busca de besarlo. —Tenemos mucho de qué hablar, sé que la última vez las cosas no terminaron bien, pero ya es momento de sentarnos como personas adultas y solucionar los problemas por el bien de nuestra relación. —No tenemos ninguna relación… —Ger, mi amor, ven conmigo —lo interrumpe colocando el dedo índice sobre sus labios— hablemos, luego podrás irte si así lo quieres. Gerard lo piensa por unos segundos, cediendo finalmente. Aunque lo niegue, aun siente algo por ella y es natural, después de tantos años como pareja, el amor no se arranca del corazón de la noche a la mañana. La toma del brazo y se la lleva a un lugar privado, donde podrán conversar sin interrupciones. Su madre lo ve decepcionada, imaginando el peor escenario posible, hasta que recuerda a Mía a su lado sin saber que decir para excusarlo. Mía siente la mirada de las mujeres a su alrededor. Si ella fuera re
Después de lo sucedido con Vivian, las cosas han estado raras entre Mía y Gerard. Ambos se limitan a conversar sobre trabajo y nada más. Dejando ese segundo compromiso a un lado, para Mía es un alivio, para Gerard una tortura.Por seguridad, Gerard ha hecho que Mía llegue con él al trabajo y cuando se va antes, dos hombres la escoltan hasta dejarla en casa, permaneciendo uno con ella a las afueras para evitar que Dylan se acerque.Por otra parte, Mía no soporta como los empleados la ven ni las insinuaciones que le lanzan cuando tienen oportunidad.—Apenas está empezando la semana y siento que ya no puedo más, nunca imagine que trabajar aquí sería tan agotador, espero que por lo que va de mes no tengamos más eventos en el hotel —se queja Mirna, una de las más jóvenes.—No todas tenemos la suerte de algunas —Josemin ve de soslayo a Mía— de ser la mujer del dueño y hacer lo que queramos.Mía se tensa al escuchar el comentario y la forma tan despectiva como la ven.—Sera mejor que dejen l
Mía se queda anonada, perdida en su mirada tras esa promesa que le ha llegado a su corazón de una forma indescriptible.Unos toques en la puerta los obliga a separarse, Mía se pone de pie limpiando su rostro en un esfuerzo de aparentar que nada a ocurrido.—Disculpe señor —entra Peter a la oficina con varias carpetas en mano— estos documentos están listos para ser firmados.—Gracias, en cuanto estén listos, Mía te los hará llegar. Peter nota el sonrojo de la chica y sale de la oficina sin poder evitar una sonrisa. No esperaba que ella hiciera caso a sus palabras, pero al ver como Vivian salía echa una furia y la mejilla roja, supo enseguida que no se trataba de Gerard, sino de Mía y no se ha equivocado.—¿Pasa algo con Peter? —se gira hacia ella en cuanto quedan solos nuevamente.—Nada. Solo es un buen compañero de trabajo, es el único que no me ve raro o murmura a mis espaldas —se encoje de hombros restándole importancia al asunto— ¿necesitas que te ayude con eso?—No, so
Capítulo 9 Segundo plato Vivian llega a su apartamento feliz de que todo resultara como su madre lo había planeado, es cuestión de tiempo que las empleadas empiecen a esparcir la información. Al entrar, va a la cocina por una copa de vino, cuando siente que alguien está a sus espaldas. —¡Carlos, que susto me has dado! — lleva la mano a su pecho, sintiendo los fuertes latidos de su corazón. —He llegado esta mañana y no te he encontrado, te he llamado varias veces y nada que me atiendes la llamada ¿me puedes explicar qué ocurre? —le exige cruzándose de brazos. —Deja el drama que no estoy para eso en este momento —pasa por su lado restándole importancia, se sienta en uno de los muebles disfrutando de su copa— no ocurre nada, he regresado a la vida que deje hace unos meses atrás ¿acaso esperabas que lo nuestro siguiera? —Por supuesto, traicione a mi mejor amigo por ti, discutí con mis padres por nuestra relación y ahora ni se si tengo un puesto de trabajo en la
Capítulo 10Estos últimos días no han sido nada fácil para Mía, siente que hace malabares con su tiempo. Ser madre, asistente y la amante falsa de Gerard la agotan en extremo.—Buenos días amiga, anoche no te sentí llegar —Sofi entra en la cocina y se sienta en el taburete observándola caminar de un lugar a otro— ¿Qué te tiene tan ansiosa?—¿Te parece poco lo que ocurre? Dylan, mi nuevo empleo, Gerard y casi no tengo tiempo para estar con mi hijo, desde que murieron mis padres mi he hecho otra cosa que vivir al gusto de otra persona, primero fue mi tío, luego Dylan y ahora…—Gerard, lo sé. No lo has tenido nada fácil, a pesar de eso sigues de píe luchando por ti y por tu pequeño. Ya verás que al terminar ese contrato tu vida será diferente, solo resiste unos meses más. Además, ser la amante de Gerard no debe ser aburrido —Sofi mueve sus cejas de forma insinuante haciendo enrojecer a su amiga. —Con él todo es diferente, aunque Dylan fue muy cuidadoso al estar conmigo y fue muy galante
No existe una parte de su cuerpo que no le duela, en cambio a él, parece dormir como un bebe. Mía trata de soltarse de su agarre, luego siente la tentación de meterse al baño a darse una ducha, tiene su cuerpo con restos de fresas, chocolate y crema batida, pero teme que él la escuche y vuelva a seducirla. Se coloca un albornoz azul marino, recoge su ropa y con sigilo, se escabulle de la alcoba. Casi caminando de puntillas llega al pasillo que conecta con la casa que ella está ocupando, al cruzar la puerta, suelta el aire contenido. Se dirige a la cocina por un poco de agua y al encender la luz se lleva el susto de su vida. —¿Qué haces despierta a estas horas? —le pregunta tras pasar el susto. —Buscando un poco de agua —la mira de arriba abajo con una sonrisa pícara—, pero la que necesita el agua eres tú, tienes que contarme ¿Qué tal es en la cama? —¡Sofi por Dios! ¿Cómo crees que te voy a contar esas cosas? —No seas así, yo te cuento —hace un mohín intentando convencerla. Se
Desde la breve reunión con Vivian, Dylan se ha tomado muy apecho la tarea de vigilarla, tanto así, que ya aprendió de memoria su rutina diaria. De vez en cuando, se pasea por la guardería donde dejan a su hijo, repitiéndose una y otra vez que solo será cuestión de tiempo para recuperarlos a ambos. Por las noches no a echo otra cosa que ir a bares y tomar hasta perder la conciencia y para adquirir un poco de dinero, juega al póker. Sabe que si por algún motivo debe pelear la custodia de su hijo, el tipo de vida que está teniendo en este preciso momento no lo ayudara en nada. Unos toques en la puerta lo saca de sus pensamientos. —Adelante. Trata de recoger las botellas que quedan esparcidas por el lugar y abre las ventanas para refrescar un poco el ambiente. —¡Dylan, por dios! ¿Cómo puedes estar encerrado con este olor? —entra Joffre tapándose la nariz. —Si viniste a criticar o a regañarme te puedes ir por donde viniste —le deja ver que no está para broncas. —No creo que eso sea l