4. Aun no has entendido

La semana pasa con tanta calma que perturba a Mía.

Es primera vez que hace un contrato de ese tipo con un hombre y si además está su actual esposo buscando la forma de acercarse a ella.

No la calma para nada, a pesar de que Luca no se despega de ella en lo absoluto cuando esta fuera del hotel.

Para Gerard es un reto para su autocontrol.

Lo habitual es que al mismo instante en que se firma el contrato, empieza hacer uso de sus derechos, pero el solo saber que ella no será cualquier amante, sino que sus padres la van a conocer, lo obliga a tomarse las cosas con más cuidado, no puede arruinarlo.

Gerard se pone de pie y camina hacia la puerta, se detiene justo antes de girar la manilla, sabiendo que del otro lado se encuentra ella.

“Deja de comportarte como un crio, ella no será diferente a las demás” —piensa para sí, tratando de controlarse.

“Hoy es un buen día para ir al club, quizás solo necesite relajarme”.

Gira el pomo, poniendo en alerta a Mía, la cual se pone de pie mirándolo como un gatito asustado.

—Voy a salir temprano, en cuanto termines con los pendientes, puedes irte, no es necesario que te quedes a cumplir el horario si no voy a estar.

—Muy bien, que tenga una buena tarde.

Ambos se quedan en silencio sin poder quitar la mirada el uno del otro, como si una fuerza invisible se los impidiera.

Hasta que Peter llega a entregarle unos documentos a Mía y todo contacto se pierde.

Mía está preparado a su pequeño para dormir cuando le avisan que su amiga ha llegado.

Al ver la hora, se asusta que algo le pudiera haber pasado. Sale del cuarto de su pequeño al encuentro de Sofi.

—¿Te ha pasado algo? —le pregunta en cuanto la ve.

—¿Por qué tendría que pasarme algo? Gracias a que soy la niñera de tu pequeño también tengo algo de protección, por lo que aunque quiera, no podrá acercarse a mí. He venido para sacarte de la rutina a la que te has metido, es sábado y el cuerpo lo sabe, así que ponte lo que te he traído y nos vamos al club.

Sofi le pasa un bolso, dejando a Mía sorprendida por sus planes a última hora.

Cuando está a punto de replicar, Sofi la agarra de los hombros y la hace caminar hasta la habitación, saca todo del bolso y lo extiende sobre la cama.

—No creas que me voy a poner ese vestido, está muy corto —protesta Mía en cuanto lo ve— y esos tacones, ¿acaso crees que puedo caminar con eso sin caerme?

—Mientras caigas en los brazos de un hombre que te regale una buena noche… no veo el problema.

Mía niega sin poder creer las ocurrencias de su amiga, solo espera que pueda sobrevivir a esa noche.

En cuanto cruzan las puertas del club, Sofi hace que un par de chicos les compre unos tragos, bailan un par de canciones y se les pierden.

Mía trata de que Sofi recapacite y deje de jugar con los hombres, que se ve, llevan mucho rato tomando.

—Mía relájate, al fin y al cabo a eso hemos venido. Ven vamos a bailar.

Ambas amigas se van al centro de la pista dejándose llevar por el ritmo de la música que está sonando, despertando la lujuria de los hombres que están a su alrededor, en especial a Gerard, que desde que la vio entrar no ha podido apartar la mirada de ella.

Gerard escucha a un hombre decir que se acercara a ellas y se las llevara al estacionamiento a pasarla bien. Llama a su guardia para que vigile a la amiga y él se va por Mía.

Sin decirle una sola palabra, la carga como saco y sacando su tarjeta VIP pasa al área privada, entra al cubículo que le indica sin importarle las pataletas y los reclamos que Mía le hace, de forma brusca la deja en el suelo, pero sin dejar de sostenerla.

—¿Qué te has creído? —le reclama molesta, sintiendo su cabeza dar vueltas.

—Te recuerdo que tenemos un contrato y si aún no lo has leído, tu aceptaste ser exclusivamente mia y no es eso lo que estoy viendo desde que llegaste a este club, con claras intenciones de ligarte a cualquiera —aunque su voz sale neutra, la rabia se palpan en cada palabra pronunciada.

Mía no puede creer lo que ha escuchado, motivada por la rabia, levanta la mano y la hace sonar contra la mejilla izquierda de Gerard, dejándola roja.

—Querer pasar un momento divertido no me hace una cualquiera, para la próxima cuida tus palabras.

—Al parecer, no has entendido todo lo que implica ser mi amante. A partir de mañana empezaran las lecciones y lo que acabas de hacer, lo lamentaras.

A medida que le advierte, se va acercando a ella hasta tenerla acorralada contra la pared, la obliga a abrir las piernas, la sienta sobre el muro.

Aparta su cabello y sube más el vestido, sin dejar de tocar y acariciar su piel.

Mía deja escapar un suspiro.

Gerard se aparta de ella dejándola desconcertada y a la espera de más.

—Espera mi llamada, que tu amiga se quede contigo esta noche. En cuanto te levantes vas por mí, tendré todo listo.

Sale del club satisfecho por como la ha dejado, se va a casa con ganas de que amanezca y empezar a probar a su nueva amante.

Algo le dice que será mucho más entretenido de lo que espera.

Sofi al verlo salir sin su amiga, se preocupa y se dirige a la zona VIP, como no la dejan pasar, hace un gran escándalo logrando que Mía la escuche y salga rápido a su encuentro.

—¿Estas bien? ¿Te ha hecho algo? —le pregunta preocupada viéndola de arriba abajo.

—Estoy bien, no me ha hecho nada —se sonroja un poco, ni se atreve a verla a la cara.

—Por como lo dices, no sé si sentirme aliviada o triste por ti.

Mía rueda los ojos al notar el doble sentido de sus palabras, no puede creer lo descarada que puede ser y no tener un poco de vergüenza.

—Mejor vámonos a casa, mañana debo cumplir con mi segundo contrato —agarra a su amiga del brazo y se dirigen a la salida.

Mía no logro dormir durante toda la noche, no sabía que esperar y mucho menos el verdadero significa de sus palabras.

Si tan solo sus circunstancias fueran diferentes… faltaba poco para amanecer cuando sus ojos se cierran finalmente, pensando en un presente muy distinto.

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