3. Voy a firmar

Por la forma de reaccionar de Mía, supone de quien se trata.

Gerard se pone al lado de ella mostrándole su apoyo, aunque no debería.

—Tengo seis meses buscándote y al fin te encuentro —da un paso hacia ella.

Mía retrocede dos pasos y Gerard se interpone entre los dos, colocándole un claro limite al extraño.

El personal de seguridad se prepara para defender a su jefe en caso de que lo necesite.

—Soy Dylan Sprouse, su esposo y el padre del niño —se presenta recalcando la palabra esposo.

—Gerard Walker, el hombre que no le conviene tener de enemigo, por lo que le sugiero que se aleje de ella —le advierte.

—¿Así que por él fue que me abandonaste? Eres una perra desgraciada —intenta llegar a ella nuevamente.

Gerard hace una seña a sus hombres, indicándole que intervenga. Dylan es sometido en cuestión de segundos, llevándoselo lejos.

Gerard se fija que se han acumulado varias personas intentando averiguar que sucede, por lo que toma a Mía del brazo y la lleva adentro.

La nota asustada o más bien aterrada, teme que en cualquier momento pueda desmayarse.

En cuanto entran a la oficina, Mía se dirige al baño, cierra la puerta y se sienta a llorar, el pánico la invade, no se explica cómo es que ese hombre logro dar con ella.

Saca su teléfono y le envía un mensaje a Sofi, poniéndola en aviso de la llegada de Dylan y que proteja a su bebe de ese hombre.

Gerard le da su espacio para que se calme, mientras le pide a su hombre de confianza que investigue al esposo de Mía y su relación con ella hace seis meses.

Al estar más calmada, sale del baño a enfrentar a su jefe, teme que por esto la despidan.

—Lamento mucho lo ocurrido, no pensé que el llegara a descubrir donde estoy... —se calla en cuanto el levanta el dedo índice, esperando lo peor.

—En el pasado ¿llego a lastimarte? —queda atento a cualquier mínimo gesto.

—Si —responde sintiendo mucha vergüenza.

—Podría ayudarte y protegerte de él, solo si firmas el contrato que te di anoche.

Sabe que lo que está haciendo está mal, pero por alguna razón, necesita saberla suya de algún modo aunque sea solo por un año.

—Puede traerle más problemas de lo que imagina.

Niega enseguida, no puede meter en este problema ni a su amiga Sofi, por lo que hoy mismo debe mudarse.

Es tanta la presión, el estrés que siente ese instante que termina inconsciente en el suelo.

Gerard marca rápidamente la extensión de enfermería al ver como de un momento a otro pierde el color y se desvanece, llegando justo a tiempo para que no se dé un mal golpe.

La coloca en el mueble de tres plazas, asegurándose que este respirando.

—¿Me ha mandado a llamar? —pregunta la enfermera entrando rápido a la oficina.

—Sí, Mía se ha desmayado.

Se hace a un lado para que la enfermera haga su trabajo, después de unos minutos logran hacerla reaccionar.

—Lo siento tanto —se disculpa una vez más.

—Gracias por ayudarla, puedes retirarte —le pide a la enfermera— ¿Cómo te sientes?

Mía no sabe que responder, sus ojos se llenan de lágrimas debido al miedo que siente de que Dylan le haga daño otra vez o peor aun, a su hijo.

—No seas terca, te estoy dando una solución, acéptala, el no podrá conmigo —le asegura sentándose a su lado. Toma sus manos entre las suyas.

—Yo no…

Gerard coloca un dedo sobre sus labios haciéndola callar, busca el contrato y lo coloca frente a ella.

—Fírmalo, tu hijo necesita protección al igual que tú.

En ese momento no tiene cabeza para pensar con claridad, por lo que al escuchar la mención de su hijo la hace tomar una decisión.

—Bien, voy a firmar.

Agarra el lapicero y plasma su firma en donde le indica.

—No fue tan difícil —retira el contrato— de ahora en adelante las cosas van a cambiar para ti. Tendrás chofer las veinticuatro horas, así sea para la heladería de la siguiente calle, debes ir con el chofer. Desde ya puedes mudarte a tu nueva casa, está justo al lado de la mía y para mañana tendrás tu primer pago para que agilices lo del divorcio, te puedo recomendar mi abogado.

—Entonces, ¿podría mudarme esta misma noche?

—Aquí tienes la llave —se la entrega junto a un sobre— allí está el acuerdo, en caso de dudas, puedes llamarme.

—Bien, esta misma noche hago la mudanza —se pone de pie con cuidado— voy a comenzar a trabajar. Gracias por todo.

—No lo des, ese es un trabajo más. Que no se te olvide.

El día pasa relativamente tranquilo.

Sofi le notifica a Mía que ya ha ido por el pequeño a la guardería y que fueron directo a su casa, sin notar la presencia de Dylan en ningún momento.

Para la joven madre, fue una muy buena noticia, permitiéndole concentrarse mucho mejor en el trabajo.

Para cuando llega la hora de irse a casa, nota que un hombre de traje negro y lentes oscuros se acerca a ella, recordándole la película “los hombres de negro”.

—Buenas tardes, ¿en que lo puedo ayudar?

—Buenas tardes, soy Lucas, su guardaespaldas. Ya es su hora de salida, estaré por acá hasta que ya esté lista para partir, tómese su tiempo.

—Sabia del chofer, más no de usted. Entrego esto al señor Walker y podremos irnos —le notifica sintiéndose extraña.

Primera vez que está en una situación así.

—Disculpe señor, aquí están los documentos que pidió —le entrega acercándose a su escritorio— un guardaespaldas ha venido por mí.

—Te prometí protección y eso estoy haciendo, tu hijo también tendrá a alguien cuidando de él, así que no tienes nada que temer, ese tal Dylan no podrá acercarse a ustedes.

Gerard levanta la mirada al no escucharla hablar, encontrándola con los ojos humedecidos, conmovida.

—Lo siento, es que nunca habían hecho algo así por nosotros, aunque sé que esto forma parte del contrato.

Mía sale casi corriendo de la oficina, sintiéndose avergonzada por todo el show que ha montado durante el día y ahora ella llorando por todo.

Recoge sus cosas y se va junto a Lucas a casa de su amiga por sus cosas.

—¿Tan rápido te vas? Apenas acabas de firmar el contrato.

—Lo sé, pero sabes mejor que nadie lo peligroso que puede ser Dylan —le dice a su amiga en voz baja, viendo de reojo a Lucas— además, mientras que consigo quien cuide de mi hijo, tu estarás a cargo de buscarlo y cuidar de él hasta que salga, por lo que nos veremos a diario.

—Entonces no busques niñera, así no tendrás escusas para no venir a verme —abraza a su amiga.

Al llegar a la casa, Lucas se asegura de que su nueva protegida este segura y tenga a su alcance todo lo que necesita para ponerse en contacto con su jefe.

—Buenas noches señor, la señora Mía está en la casa junto a su hijo, todo está bajo control.

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