Por la forma de reaccionar de Mía, supone de quien se trata.
Gerard se pone al lado de ella mostrándole su apoyo, aunque no debería.
—Tengo seis meses buscándote y al fin te encuentro —da un paso hacia ella.
Mía retrocede dos pasos y Gerard se interpone entre los dos, colocándole un claro limite al extraño.
El personal de seguridad se prepara para defender a su jefe en caso de que lo necesite.
—Soy Dylan Sprouse, su esposo y el padre del niño —se presenta recalcando la palabra esposo.
—Gerard Walker, el hombre que no le conviene tener de enemigo, por lo que le sugiero que se aleje de ella —le advierte.
—¿Así que por él fue que me abandonaste? Eres una perra desgraciada —intenta llegar a ella nuevamente.
Gerard hace una seña a sus hombres, indicándole que intervenga. Dylan es sometido en cuestión de segundos, llevándoselo lejos.
Gerard se fija que se han acumulado varias personas intentando averiguar que sucede, por lo que toma a Mía del brazo y la lleva adentro.
La nota asustada o más bien aterrada, teme que en cualquier momento pueda desmayarse.
En cuanto entran a la oficina, Mía se dirige al baño, cierra la puerta y se sienta a llorar, el pánico la invade, no se explica cómo es que ese hombre logro dar con ella.
Saca su teléfono y le envía un mensaje a Sofi, poniéndola en aviso de la llegada de Dylan y que proteja a su bebe de ese hombre.
Gerard le da su espacio para que se calme, mientras le pide a su hombre de confianza que investigue al esposo de Mía y su relación con ella hace seis meses.
Al estar más calmada, sale del baño a enfrentar a su jefe, teme que por esto la despidan.
—Lamento mucho lo ocurrido, no pensé que el llegara a descubrir donde estoy... —se calla en cuanto el levanta el dedo índice, esperando lo peor.
—En el pasado ¿llego a lastimarte? —queda atento a cualquier mínimo gesto.
—Si —responde sintiendo mucha vergüenza.
—Podría ayudarte y protegerte de él, solo si firmas el contrato que te di anoche.
Sabe que lo que está haciendo está mal, pero por alguna razón, necesita saberla suya de algún modo aunque sea solo por un año.
—Puede traerle más problemas de lo que imagina.
Niega enseguida, no puede meter en este problema ni a su amiga Sofi, por lo que hoy mismo debe mudarse.
Es tanta la presión, el estrés que siente ese instante que termina inconsciente en el suelo.
Gerard marca rápidamente la extensión de enfermería al ver como de un momento a otro pierde el color y se desvanece, llegando justo a tiempo para que no se dé un mal golpe.
La coloca en el mueble de tres plazas, asegurándose que este respirando.
—¿Me ha mandado a llamar? —pregunta la enfermera entrando rápido a la oficina.
—Sí, Mía se ha desmayado.
Se hace a un lado para que la enfermera haga su trabajo, después de unos minutos logran hacerla reaccionar.
—Lo siento tanto —se disculpa una vez más.
—Gracias por ayudarla, puedes retirarte —le pide a la enfermera— ¿Cómo te sientes?
Mía no sabe que responder, sus ojos se llenan de lágrimas debido al miedo que siente de que Dylan le haga daño otra vez o peor aun, a su hijo.
—No seas terca, te estoy dando una solución, acéptala, el no podrá conmigo —le asegura sentándose a su lado. Toma sus manos entre las suyas.
—Yo no…
Gerard coloca un dedo sobre sus labios haciéndola callar, busca el contrato y lo coloca frente a ella.
—Fírmalo, tu hijo necesita protección al igual que tú.
En ese momento no tiene cabeza para pensar con claridad, por lo que al escuchar la mención de su hijo la hace tomar una decisión.
—Bien, voy a firmar.
Agarra el lapicero y plasma su firma en donde le indica.
—No fue tan difícil —retira el contrato— de ahora en adelante las cosas van a cambiar para ti. Tendrás chofer las veinticuatro horas, así sea para la heladería de la siguiente calle, debes ir con el chofer. Desde ya puedes mudarte a tu nueva casa, está justo al lado de la mía y para mañana tendrás tu primer pago para que agilices lo del divorcio, te puedo recomendar mi abogado.
—Entonces, ¿podría mudarme esta misma noche?
—Aquí tienes la llave —se la entrega junto a un sobre— allí está el acuerdo, en caso de dudas, puedes llamarme.
—Bien, esta misma noche hago la mudanza —se pone de pie con cuidado— voy a comenzar a trabajar. Gracias por todo.
—No lo des, ese es un trabajo más. Que no se te olvide.
El día pasa relativamente tranquilo.
Sofi le notifica a Mía que ya ha ido por el pequeño a la guardería y que fueron directo a su casa, sin notar la presencia de Dylan en ningún momento.
Para la joven madre, fue una muy buena noticia, permitiéndole concentrarse mucho mejor en el trabajo.
Para cuando llega la hora de irse a casa, nota que un hombre de traje negro y lentes oscuros se acerca a ella, recordándole la película “los hombres de negro”.
—Buenas tardes, ¿en que lo puedo ayudar?
—Buenas tardes, soy Lucas, su guardaespaldas. Ya es su hora de salida, estaré por acá hasta que ya esté lista para partir, tómese su tiempo.
—Sabia del chofer, más no de usted. Entrego esto al señor Walker y podremos irnos —le notifica sintiéndose extraña.
Primera vez que está en una situación así.
—Disculpe señor, aquí están los documentos que pidió —le entrega acercándose a su escritorio— un guardaespaldas ha venido por mí.
—Te prometí protección y eso estoy haciendo, tu hijo también tendrá a alguien cuidando de él, así que no tienes nada que temer, ese tal Dylan no podrá acercarse a ustedes.
Gerard levanta la mirada al no escucharla hablar, encontrándola con los ojos humedecidos, conmovida.
—Lo siento, es que nunca habían hecho algo así por nosotros, aunque sé que esto forma parte del contrato.
Mía sale casi corriendo de la oficina, sintiéndose avergonzada por todo el show que ha montado durante el día y ahora ella llorando por todo.
Recoge sus cosas y se va junto a Lucas a casa de su amiga por sus cosas.
—¿Tan rápido te vas? Apenas acabas de firmar el contrato.
—Lo sé, pero sabes mejor que nadie lo peligroso que puede ser Dylan —le dice a su amiga en voz baja, viendo de reojo a Lucas— además, mientras que consigo quien cuide de mi hijo, tu estarás a cargo de buscarlo y cuidar de él hasta que salga, por lo que nos veremos a diario.
—Entonces no busques niñera, así no tendrás escusas para no venir a verme —abraza a su amiga.
Al llegar a la casa, Lucas se asegura de que su nueva protegida este segura y tenga a su alcance todo lo que necesita para ponerse en contacto con su jefe.
—Buenas noches señor, la señora Mía está en la casa junto a su hijo, todo está bajo control.
La semana pasa con tanta calma que perturba a Mía. Es primera vez que hace un contrato de ese tipo con un hombre y si además está su actual esposo buscando la forma de acercarse a ella.No la calma para nada, a pesar de que Luca no se despega de ella en lo absoluto cuando esta fuera del hotel. Para Gerard es un reto para su autocontrol. Lo habitual es que al mismo instante en que se firma el contrato, empieza hacer uso de sus derechos, pero el solo saber que ella no será cualquier amante, sino que sus padres la van a conocer, lo obliga a tomarse las cosas con más cuidado, no puede arruinarlo. Gerard se pone de pie y camina hacia la puerta, se detiene justo antes de girar la manilla, sabiendo que del otro lado se encuentra ella. “Deja de comportarte como un crio, ella no será diferente a las demás” —piensa para sí, tratando de controlarse. “Hoy es un buen día para ir al club, quizás solo necesite relajarme”. Gira el pomo, poniendo en alerta a Mía, la cual se pone de pie mirándol
Al despertarse, Gerard le envía un mensaje a Mía pidiéndole encontrarse para desayunar y con una petición particular. Deja el teléfono a un lado y se dirige al baño, deseando estar frente a ella y ver su expresión en cuanto lea el mensaje. Mía se despierta por la alerta del teléfono, se obliga abrir sus ojos y al darse cuenta de quién es el mensaje, el sueño se esfuma enseguida. “Te espero para desayuna. Viste con un vestido cómodo y corto. Importante: no te pongas nada abajo”. Mía leyó incrédula más de una vez el mensaje, no podía creer semejante petición, sin embargo, debía obedecer. Incomoda y sonrojada, se dirige a casa de su jefe. Por un pasillo que conecta por ambas casa, la ama de llaves la guía por todo el recorrido hasta dejarla en el comedor de la casa principal, donde ya Gerard se encuentra esperándola. —Buenos días, Mía —detalla el vestido floreado acampanado que lleva puesto— siéntate, vamos a desayunar. —Buenos días, señor. Obedece y segundos después, entran dos
La aludida se levanta de un salto al escuchar su voz, corre hacia él y lo abraza. Aunque siente su rechazo, busca de besarlo. —Tenemos mucho de qué hablar, sé que la última vez las cosas no terminaron bien, pero ya es momento de sentarnos como personas adultas y solucionar los problemas por el bien de nuestra relación. —No tenemos ninguna relación… —Ger, mi amor, ven conmigo —lo interrumpe colocando el dedo índice sobre sus labios— hablemos, luego podrás irte si así lo quieres. Gerard lo piensa por unos segundos, cediendo finalmente. Aunque lo niegue, aun siente algo por ella y es natural, después de tantos años como pareja, el amor no se arranca del corazón de la noche a la mañana. La toma del brazo y se la lleva a un lugar privado, donde podrán conversar sin interrupciones. Su madre lo ve decepcionada, imaginando el peor escenario posible, hasta que recuerda a Mía a su lado sin saber que decir para excusarlo. Mía siente la mirada de las mujeres a su alrededor. Si ella fuera re
Después de lo sucedido con Vivian, las cosas han estado raras entre Mía y Gerard. Ambos se limitan a conversar sobre trabajo y nada más. Dejando ese segundo compromiso a un lado, para Mía es un alivio, para Gerard una tortura.Por seguridad, Gerard ha hecho que Mía llegue con él al trabajo y cuando se va antes, dos hombres la escoltan hasta dejarla en casa, permaneciendo uno con ella a las afueras para evitar que Dylan se acerque.Por otra parte, Mía no soporta como los empleados la ven ni las insinuaciones que le lanzan cuando tienen oportunidad.—Apenas está empezando la semana y siento que ya no puedo más, nunca imagine que trabajar aquí sería tan agotador, espero que por lo que va de mes no tengamos más eventos en el hotel —se queja Mirna, una de las más jóvenes.—No todas tenemos la suerte de algunas —Josemin ve de soslayo a Mía— de ser la mujer del dueño y hacer lo que queramos.Mía se tensa al escuchar el comentario y la forma tan despectiva como la ven.—Sera mejor que dejen l
Mía se queda anonada, perdida en su mirada tras esa promesa que le ha llegado a su corazón de una forma indescriptible.Unos toques en la puerta los obliga a separarse, Mía se pone de pie limpiando su rostro en un esfuerzo de aparentar que nada a ocurrido.—Disculpe señor —entra Peter a la oficina con varias carpetas en mano— estos documentos están listos para ser firmados.—Gracias, en cuanto estén listos, Mía te los hará llegar. Peter nota el sonrojo de la chica y sale de la oficina sin poder evitar una sonrisa. No esperaba que ella hiciera caso a sus palabras, pero al ver como Vivian salía echa una furia y la mejilla roja, supo enseguida que no se trataba de Gerard, sino de Mía y no se ha equivocado.—¿Pasa algo con Peter? —se gira hacia ella en cuanto quedan solos nuevamente.—Nada. Solo es un buen compañero de trabajo, es el único que no me ve raro o murmura a mis espaldas —se encoje de hombros restándole importancia al asunto— ¿necesitas que te ayude con eso?—No, so
Capítulo 9 Segundo plato Vivian llega a su apartamento feliz de que todo resultara como su madre lo había planeado, es cuestión de tiempo que las empleadas empiecen a esparcir la información. Al entrar, va a la cocina por una copa de vino, cuando siente que alguien está a sus espaldas. —¡Carlos, que susto me has dado! — lleva la mano a su pecho, sintiendo los fuertes latidos de su corazón. —He llegado esta mañana y no te he encontrado, te he llamado varias veces y nada que me atiendes la llamada ¿me puedes explicar qué ocurre? —le exige cruzándose de brazos. —Deja el drama que no estoy para eso en este momento —pasa por su lado restándole importancia, se sienta en uno de los muebles disfrutando de su copa— no ocurre nada, he regresado a la vida que deje hace unos meses atrás ¿acaso esperabas que lo nuestro siguiera? —Por supuesto, traicione a mi mejor amigo por ti, discutí con mis padres por nuestra relación y ahora ni se si tengo un puesto de trabajo en la
Capítulo 10Estos últimos días no han sido nada fácil para Mía, siente que hace malabares con su tiempo. Ser madre, asistente y la amante falsa de Gerard la agotan en extremo.—Buenos días amiga, anoche no te sentí llegar —Sofi entra en la cocina y se sienta en el taburete observándola caminar de un lugar a otro— ¿Qué te tiene tan ansiosa?—¿Te parece poco lo que ocurre? Dylan, mi nuevo empleo, Gerard y casi no tengo tiempo para estar con mi hijo, desde que murieron mis padres mi he hecho otra cosa que vivir al gusto de otra persona, primero fue mi tío, luego Dylan y ahora…—Gerard, lo sé. No lo has tenido nada fácil, a pesar de eso sigues de píe luchando por ti y por tu pequeño. Ya verás que al terminar ese contrato tu vida será diferente, solo resiste unos meses más. Además, ser la amante de Gerard no debe ser aburrido —Sofi mueve sus cejas de forma insinuante haciendo enrojecer a su amiga. —Con él todo es diferente, aunque Dylan fue muy cuidadoso al estar conmigo y fue muy galante
No existe una parte de su cuerpo que no le duela, en cambio a él, parece dormir como un bebe. Mía trata de soltarse de su agarre, luego siente la tentación de meterse al baño a darse una ducha, tiene su cuerpo con restos de fresas, chocolate y crema batida, pero teme que él la escuche y vuelva a seducirla. Se coloca un albornoz azul marino, recoge su ropa y con sigilo, se escabulle de la alcoba. Casi caminando de puntillas llega al pasillo que conecta con la casa que ella está ocupando, al cruzar la puerta, suelta el aire contenido. Se dirige a la cocina por un poco de agua y al encender la luz se lleva el susto de su vida. —¿Qué haces despierta a estas horas? —le pregunta tras pasar el susto. —Buscando un poco de agua —la mira de arriba abajo con una sonrisa pícara—, pero la que necesita el agua eres tú, tienes que contarme ¿Qué tal es en la cama? —¡Sofi por Dios! ¿Cómo crees que te voy a contar esas cosas? —No seas así, yo te cuento —hace un mohín intentando convencerla. Se