Pasaron el día entre éxtasis y gruñidos. Después de un intenso encuentro, Danna se sintió exhausta y se quedó dormida, mientras él se levantó de la cama para pedir comida. Al regresar con una bandeja en la mano y colocarla en la mesa, se acomodó a su lado, abrazándola contra su pecho. Admiraba la belleza y dulzura que emanaba de su loba mientras acariciaba suavemente su cabello.
Danna se despertó apenada y trató de alejarse, incorporándose en la cama.
Eros la miró sorprendido y se levantó para agarrar la bandeja que tenía en la mesa.
—¿Qué haces? Mejor vamos a comer, tengo hambre.
Ella asintió con timidez y lo siguió hasta la mesa, aunque todavía se sentía un poco incómoda por la situación. Comieron en silencio, y a medida que pasaba el tiempo, Danna se sentía más avergonzada. Luego de comer él salió de la habitación, ella perezosa se acostó y se quedó dormida, no pasó mucho tiempo cuando sintió unos besos húmedos en su cuello, ella abrió los ojos sofocados y trato de quitárselo de encima.
—¿Quédate quieta? Eres mía —Aunque a él no le agrade quién es, estaba embriagado de deseo, llevó su boca a los labios de ella y empezó a besarla suavemente.
Danna se sentía atraída por su mate y más ahora que la ha marcado, aunque sabe que no la quiere, no tiene voluntad para resistirse ante su encanto.
El alfa en ese momento la embistió salvajemente, sentía su hombría presionado y eso lo envolvía de gozo, así lo hicieron varias veces.
Cuando terminaron su lobo gruñó de satisfacción y la marcó nuevamente, Hércules amaba a su mate y la quiera pase lo que pase, Eros estaba consternado, sabe que eso le va a traer problemas con los viejos lobos. Él le lamió la marca con cariño, luego se levantó de la cama y se vistió tranquilamente para decirle.
—No creas que esto significa que somos mates —dijo él con seriedad—. Tengo una misión con la región y tú no estás en mis planes.
Las palabras de Eros golpearon el corazón de Danna con fuerza. Aunque sabía que su relación era por su celo, no esperaba que él lo expresara de esa manera tan fría.
—Entiendo —respondió ella con voz temblorosa, tratando de ocultar la decepción que sentía—. No esperaba que fueras mi mate, será mejor que te marches y no regresar a esta habitación, yo buscaré la manera de controlar mi celo, como lo hice en anteriores ocasiones.
Eros se enfureció al ver esa actitud retadora en Danna. Para él, ella era suya, aunque solo la tenga de amante. Con voz ronca, vociferó.
—Omega, no seas atrevida. Eres mi mate y tienes que complacerme cuando te busque. Yo voy a decidir si te rechazo.
Danna se sintió abrumada por la furia en la voz de Eros. Su corazón latía con fuerza mientras enfrentaba su mirada dominante.
—Yo no soy propiedad de nadie, Eros —dijo con voz firme—. No me vas a obligar a complacerte solo porque dices que soy tu mate. Yo también tengo derecho a decidir.
—No me subestimes, omega — Eros frunció el ceño y gruñó—. Soy el alfa de alfas y puedo hacer lo que quiera.
Danna no se dejó intimidar y lo miró directamente a los ojos.
—No me importa cuál sea tu rango o título —dijo con valentía—. No me vas a obligar a nada que no quiera.
Los labios de Eros se tensaron en una línea recta de enfado, mientras daba unos pasos hacia ella. Danna inspeccionó rápidamente la habitación en busca de una vía de escape, pero solo encontró una opción: el baño, y tendría que esquivar a su mate para llegar hasta allí. Aunque parecía imposible, decidió intentarlo. Exhaló una larga bocanada de aire, luego intentó saltar por encima de la cama para escapar. Sin embargo, quedó atrapada en el revoltijo de sábanas y soltó un chillido cuando sintió que él la agarraba del tobillo con una mano y tiraba de ella.
—¡Eros! ¡Suéltame! —exclamó con miedo.
Él la jaló de los pies y le dio la vuelta, se sentó en la punta de la cama y la puso encima de sus piernas boca abajo, dándole varias nalgadas, haciendo que los ojos de ella se humedecieran por el dolor.
—Vamos a aclarar las cosas —mirándola con una expresión de absoluta seriedad—. No vuelvas a retarme porque te voy a castigar y no tendré compasión contigo —Él la lanzó en la cama con rapidez, se quitó la ropa y desesperado por su cuerpo se volvió a hundir en ella y la embestía salvajemente.
Danna trató de oponerse a sus arremetidas, pero no podía, cada movimiento la llevaba al borde de la lujuria, rodeo sus pies en la espalda de él para sentir las estocadas más profundas y apaciguar el calor que emanaba de su interior.
Los dos días siguientes los pasaron encerrados y Eros solo salía a buscar comida. Danna estaba adolorida e irritada por el roce de hacerlo varias veces consecutivas, y su hermoso cuello fue marcado cuatro veces.
—¿Mira cómo me dejaste mi lindo cuello? No veo la necesidad de tantas marcas —soltó molesta mientras lo veía vestirse.
Eros tampoco comprendía por qué su lobo la marcaba tanto, respondió con tranquilidad.
—No te quejes, soy tu mate, no veo cuál es el problema.
—¿Puedo salir de la habitación?
—Yo voy a estar ocupado visitando otras manadas, tú puedes salir solo de la habitación, pero tienes prohibido salir de la mansión. Mis hombres te mantendrán vigilada para que no te escapes.
—Eros, ¿por qué no me dejas ir? Sé que no me quieres como tu luna.
—Omega, me perteneces y no te dejaré ir nunca. Desde ahora, debes dirigirte a mí como tu alfa y llamarme así. Obedece y así evitaremos peleas. Deja de ser tan rebelde, no quiero castigarte.
Danna se encogió de hombros, resignada a aceptar que ese era el destino que la diosa Luna le había reservado. Aunque sus palabras la conmovieron un poco, sabía que no tenía otra opción más que obedecer. Con timidez, le respondió.
—Está bien, alfa. Gracias por dejarme salir de la habitación.
Eros sonrió con alegría, sabía que su lobo, Hércules, no quería alejarse de Danna y él también se sentía cada vez más atraído por ella. Estaba decidido a encontrar la manera de convencer al Consejo de Lobos para que le permitieran tenerla a su lado. Se acercó a ella, le dio un beso tierno y luego salió de la habitación.
Durante un mes, Danna pasaba la mayor parte del tiempo en el jardín de la casa, sembrando flores y viendo cómo florecían. Eros había mejorado su actitud con ella y casi todas las noches se colaba en la habitación de su mate para dormir. El corazón de Danna estaba lleno de felicidad en las noches que compartían juntos. Él la trataba con cariño y se entregaban al amor en varias ocasiones.
Sin embargo, Lamia estaba furiosa. Había notado los cambios en Eros. Como le habían ordenado el Consejo de Viejos Lobos, ella se la pasaba con Eros visitando las manadas y Gin le contaba todo lo que hacía y escuchaba sobre Danna.
Una tarde, Gin entró en la habitación de Danna y le dijo que fuera a la habitación del alfa, que él la estaba esperando. Danna se mostró incrédula por la inusual invitación, pero fue rápidamente hacia allí. Al abrir la puerta, se encontró a Lamia acostada en la cama de su mate. Refunfuñó en su interior y se preguntó a sí misma: "¿Qué hace esta mujer aquí?"—Danna, qué agradable sorpresa.Danna sintió que cerraban la puerta a su espalda y presintió que era una trampa. Sin decir nada, dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Tomó el pomo y lo intentó abrir, pero estaba cerrado.—¿Tienes miedo de estar encerrada conmigo, estúpida omega? —murmuró Lamia con malicia.—¡No! Solo que no quiero tener problemas con el alfa —respondió Danna con nerviosismo.Lamia se levantó de la cama y se acercó a Danna con una mirada despiadada.—Oh, no te preocupes, ya me encargaré de que tengas muchos problemas con él. Estoy harta de que te entrometas en mi camino. Eros es mío, él me ama solo a mí y tú no ere
Danna, desde el piso, sollozaba mientras miraba directamente a los ojos oscuros de su mate.—Por favor, no me mates. Yo no le hice nada, caí en una trampa, por favor, créeme —imploró con desesperación.Eros sentía lástima al ver a su mate en ese estado. Había desarrollado un fuerte vínculo con ella, y le dolía hacerla sufrir, pero como alfa de alfas, también debía mantener el respeto y la autoridad entre su manada. Lo que ella había hecho no podía ser ignorado ni perdonado sin un castigo adecuado. Con la mirada seria, observó a los hombres que lo rodeaban, sabía que tendría que tomar una decisión.—Aguántenla de los hombros —él se colocó a su espalda y rasgó su camisa, luego le dio el primer latigazo.Danna soltó un grito desgarrador mientras sus lágrimas empezaron a pelearse por salir rápidamente. Eros le dio un segundo latigazo. Danna sentía el ardor insoportable en cada azote. Decidió tragarse su dolor y, a partir del segundo latigazo, levantó un poco la mirada y vio a Gin riendo c
Danna abrió los ojos poco a poco y se encontró en una cabaña de madera y paja. Estaba recostada sobre unas pieles y la chimenea ardía con un fuego cálido. Al mirar a un costado, vio a una señora de cabello blanco, piel blanca, de unos 60 años, con un tazón en la mano.—Me alegra que hayas despertado. Te trajeron inconsciente y ardiendo en fiebre. Gracias a la diosa Selene, has sanado —expresó la anciana con una amable sonrisa.—¿Quién es usted? ¿Qué hago aquí? ¿Y mi bebé? —preguntó angustiada, tocándose la barriga y con los ojos llenos de lágrimas al recordar las últimas imágenes antes de que todo se volviera negro.—Soy Hécate. Unos lobos salvajes te trajeron a la puerta de mi cabaña. Tu bebé está bien.—¿Lobos sin humanidad? —gritó asustada. Pasó por su mente: “¿Por qué no me comieron? Gracias diosa luna por salvarme de ellos”.—Tranquila, yo también me asusté. Te cuento, hace dos noches unos lobos estaban aullando en la puerta de mi cabaña. Me asomé a la ventana y vi cómo uno de el
A la mañana siguiente, Danna despertó sintiéndose mejor. Se incorporó de las pieles en las que había dormido y acomodo ese espacio. Durante la noche, había percibido los aullidos de las bestias cercanas, pero en lugar de sentir miedo, su corazón latía con curiosidad. Se cuestionaba si su rescate por esas criaturas estaba vinculado a algún propósito de la diosa luna.—¿Cómo amaneciste, mi niña? —preguntó la abuela.—Bien, abuela. Voy a salir a recorrer el área.La anciana se asustó, no quería perderla otra vez.—Afuera están los lobos merodeando la cabaña. Se van y regresan por períodos cortos. ¿No crees que sería mejor que no salgas?Con una mirada cariñosa, Danna trató de calmarla.—Siento en mi corazón que ellos no me causarán daño. Además, me rescataron de aquellos que realmente querían hacerme sufrir.Danna se dirigió con las piernas temblando hacia la puerta. Sin embargo, no era por miedo, sino por el deseo de entender por qué los lobos seguían allí afuera, como si la custodiarán
Cinco años después. La región del sur estaba en peligro debido a los ataques de renegados y humanos aliados del alfa Edon.Varios alfas y lunas que fueron en representación de sus alfas que estaban en guerra o cuyas manadas estaban bajo ataques, se presentaron en el reino del amanecer para implorar ayuda a la reina. Los atendió la Beta Maya. La luna Eurides lo invitó a una reunión de alfas en la mansión de la manada azul para buscar la manera de detener los ataques contra los hombres lobo. Maya les informó que pronto tendrían respuesta. Mientras se estaban retirando, Eos entró corriendo y chocó con una señora.—Disculpe usted, señora, no fue mi intención tropezar.Eurides tomó la mano de la niña con cariño, pero su cuerpo se estremeció. De alguna manera, sentía que llevaba su sangre. Además, esos ojos azul cielo eran iguales a los de su hijo cuando era un infante. Con timidez, le preguntó:—No pasó nada, ¿te has lastimado?—No —respondió con unos ojos chispeantes.—¿Cómo te llamas?—S
Durante aquel día, las delegaciones llegaron a la Manada Azul. Eurides había preparado la mansión para la llegada de la reina y no permitió que Lamia interviniera en sus decisiones. Para ella, la destinada como mate de su hijo, podría ser la luna de su manada y no una loba que menosprecia a las personas solo por ser hija de un alfa. Aunque Lamia no había podido ejercer como luna de la Manada Azul, estaba emocionada por conocer a la reina y destacarse entre las lobas para lograr convertirse en luna.Los todoterrenos de la delegación del Reino del Norte llegaron y recorrieron la manada hasta llegar a la mansión de Eros. Desde que Danna entró a la manada, su corazón se apretó al inundar su mente con recuerdos de su vida allí. Comenzó a sudar frío y trató de tranquilizarse, pero sus ojos se volvieron negros.Cuando informaron a Eurides que la comitiva real estaba entrando a la manada, sus ojos brillaron de emoción. Caminó hacia la entrada de la mansión y pasó por su mente: "Esto va a ser u
Eurides estaba furiosa mientras caminaba hacia la habitación de su hijo, golpeó la puerta con rabia. Eros abrió la puerta y, al ver el rostro enojado de su madre, frunció el ceño y soltó un gran suspiro antes de apartarse para dejarla entrar.—Eros, quiero que pongas un freno a esa perra sarnosa de Lamia —Eurides no andaba con rodeos.—Madre, te he dicho que no le digas así. Está aquí por petición del concejo de lobos.—Fue a la habitación de la reina para ofenderla. Esa loba estúpida que se la tira de grandeza quería que Danna bajara la cabeza delante de ella —gruñó Eurides con ira.Eros cambió la expresión en su rostro y su mirada se oscureció mientras pasaba por su mente. "Había sido una odisea para que mi madre consiguiera que la reina viniera a nuestras tierras y Lamia va a echarlo todo a perder".—¿Cómo se atrevió? —murmuró, yendo de un lado a otro y pasándose la mano por el cabello.—Espero que le pongas un alto. Si dependiera de mí, la habría expulsado de esta manada hace tiemp
En la fiesta, Danna se encontraba sentada con su hija. A ella no le gustaba esos eventos, por cortesía sonreía para disimular sus bostezos, si estuviera en sus tierras ya se hubiera marchado para su habitación. Eurides se acercó a ellas con una amable sonrisa, con un tono cariñosa expresó.—Majestad, espero que esté disfrutando de la bienvenida que le ofrece nuestra manada.—Eurides, es una fiesta entretenida. —Ocultó su fastidio— De verdad agradezco el gesto. Solo dime Danna ——Danna, si no es mucha molestia, ¿me permite llevar a la princesa a su habitación? La he observado un poco aburrida —soltó nerviosa, temiendo ser rechazada. Sin embargo, su loba estaba emocionada por la cachorra. Desde hace siete años que perdió a su mate, su loba se la pasa deprimida y son pocas las veces que ha querido recorrer el bosque.—Mami sí, estoy aburrida aquí, quiero retirarme con la señora bonita que me cae bien, ¿puedo ir con ella mami? — expresó la niña con una tierna sonrisa.Danna es sobreprotect