Una tarde, Gin entró en la habitación de Danna y le dijo que fuera a la habitación del alfa, que él la estaba esperando. Danna se mostró incrédula por la inusual invitación, pero fue rápidamente hacia allí. Al abrir la puerta, se encontró a Lamia acostada en la cama de su mate. Refunfuñó en su interior y se preguntó a sí misma: "¿Qué hace esta mujer aquí?"
—Danna, qué agradable sorpresa.
Danna sintió que cerraban la puerta a su espalda y presintió que era una trampa. Sin decir nada, dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Tomó el pomo y lo intentó abrir, pero estaba cerrado.
—¿Tienes miedo de estar encerrada conmigo, estúpida omega? —murmuró Lamia con malicia.
—¡No! Solo que no quiero tener problemas con el alfa —respondió Danna con nerviosismo.
Lamia se levantó de la cama y se acercó a Danna con una mirada despiadada.
—Oh, no te preocupes, ya me encargaré de que tengas muchos problemas con él. Estoy harta de que te entrometas en mi camino. Eros es mío, él me ama solo a mí y tú no eres nada más que una omega insignificante. Olvídate de quitarme mi lugar en esta manada. Te di la oportunidad de un mes para marcharte, pero veo que quieres morir.
Danna sintió una mezcla de indignación y miedo ante las amenazas de Lamia. Sabía que esta loba era peligrosa y estaba dispuesta a todo para conseguir lo que quería. Sin embargo, Danna también tenía orgullo y no iba a dejarse intimidar fácilmente.
—No te equivoques, Lamia. No estoy tratando de quitarte nada. Eros y yo tenemos una conexión especial, y él ha decidido estar conmigo. No te atrevas a interferir en nuestra relación —respondió Danna, intentando mantener la calma.
Lamia la miró con desprecio y se acercó aún más, haciendo que Danna retrocediera un paso.
—No te hagas la valiente, omega. No eres más que una molestia para mí. Pero puedo hacer que tu estancia aquí sea un infierno. Si te quedas, te arrepentirás cada día de tu vida.
En ese momento, dieron dos golpecitos a la puerta. Lamia rápidamente se alborotó el cabello, sacó un cuchillo y se aproximó a Danna.
—¿Qué vas a hacer con ese cuchillo? —soltó Danna con temor en la mirada.
—Tu muerte.
Lamia, rápidamente, le puso el cuchillo en la mano derecha, sin soltarla, la subió a la altura de su hombro y se clavó el cuchillo a un costado mientras vociferaba.
—Danna, no me mates. Hablaré con Eros para que tú seas su Luna y me iré de esta manada. —En eso abrieron la puerta y Lamia se soltó de Danna y cayó al piso con lágrimas en los ojos—. Me quitaré de tu camino, pero por favor no me sigas lastimando. Soy inocente, no tengo la culpa de que Eros me quiera como Luna.
Eros estaba entrando cuando escuchó a Lamia. Salió corriendo a socorrerla cuando la vio tirada en el piso.
—¿Qué pasó aquí? ¿Qué hiciste, Omega? ¿De dónde sacaste ese cuchillo? —vociferó mirando a Danna con furia.
En ese momento, entró Gin y se llevó la mano a la boca, incrédula por lo que miraba. Con temor en los ojos, expresó.
—Señor, soy la culpable. Danna agarró un cuchillo de la cocina. Solo yo la vi. Le pregunté para qué lo necesitaba y…
—¡Maldita seas, termina de hablar! —Gruñó con desespero mientras presionaba la herida de Lamia, quien se aferraba de los brazos del alfa con miedo.
—Me dijo que si abría la boca o la acusaba de haber tomado un cuchillo, me iba a matar.
—Eros, por favor, no tomes represalias contra ella —expresó Lamia con dificultad en la voz—. Ella piensa que le estoy quitando a su mate, pero le dije que me iba de la manada y te dejaba libre. No entiendo por qué me hizo esto.
Danna estaba paralizada por todo lo que pasó. Tragó en seco al ver la mirada asesina de su mate. Con un hilo de voz, solo pudo defenderse.
—Es mentira lo que ellas dicen. Yo no le hice nada. Fue Lamia quien me atacó y trató de culparme. Por favor, Eros, tú sabes que no haría algo así.
—¡Cállate! No tienes excusas. Yo escuché como Lamia te pedía que no le hicieras daño —volteó la mirada hacia Gin—. Llama al doctor para que venga a revisar a Lamia y a Santino, que venga ahora.
Gin salió corriendo. Eros se levantó con Lamia en brazos y la acostó en su cama. En ese momento llegó Santino.
—¡Señor! ¿Me mandó a llamar?
—Saca a esta mujer de mi vista y enciérrala en su habitación.
En ese momento, el médico de la manada entró en la habitación y revisó a Lamia. Le administró unos calmantes porque la mujer estaba llorando, luego limpió la herida y le puso cinco puntos. Después de terminar, se dirigió a Eros para informarle sobre su estado de salud.
—Ella está bien, la sedé para calmar sus nervios. La herida no fue profunda, en pocos días estará completamente curada.
—Gracias, Benjamín —el doctor sale y entra apresuradamente uno de sus hombres.
—Señor, el consejo se ha enterado de lo que pasó, están en la sala, piden su presencia.
Eros, sintiéndose furioso y frustrado, dio un largo suspiro y salió de la habitación. Bajó las escaleras y se encontró con un grupo de cinco ancianos.
—Alfa, estamos aquí porque nos hemos enterado de la tragedia que pasó con la pobre Lamia. Te advertimos que esa omega te iba a traer problemas y no hiciste caso —soltó Fabricio.
—Lamia está bien, solo fue una herida superficial. Respecto a la omega, me encargaré de su castigo. Además, les expliqué que Hércules se descontrola cuando me separo de su mate, así que la tendré como amante.
—No puedes dejar que tu lobo te domine. Somos un equilibrio entre el hombre y el animal. El hombre es el conocimiento y la inteligencia, y el animal es la fuerza. Como lobo, él debe obedecer a tus órdenes —expresó otro anciano.
Hércules escuchaba y gruñía por dentro.
—Tienes razón —respondió Eros con seriedad—. Tengo que dominar a mi lobo.
—Exacto. Como líder de la manada, tienes una gran responsabilidad. Debes recordar que tus decisiones afectan a todos los miembros, tanto humanos como lobos. No permitas que tus instintos te dominen por completo.
—Debes marcar a Lamia lo más pronto posible para que el pueblo sienta seguridad por una Luna alfa y no corra los rumores de que tienes una salvaje como mate —soltó un tercer anciano.
—Quiero que esa omega sea castigada a latigazos por su mate, delante de nosotros, para que aprenda a respetar a sus superiores —soltó el anciano más viejo de todos.
El alfa abrió enlace con dos de sus hombres y les ordenó que trajeran un látigo y a Danna.
Danna estaba llorando en la cama con la cabeza entre sus piernas cuando sintió que abrían la puerta. El miedo se apoderó de ella cuando vio a dos hombres corpulentos dando unos pasos hacia ella.
—Por favor, no me hagan daño —rogó con voz temblorosa.
Cada uno de los hombres la agarró por los hombros y la sacaron de la habitación.
—¿Qué quieren de mí? —Danna intentó resistirse, pero estaba en clara desventaja frente a ellos.
La llevaron a la sala y la lanzaron a los pies de su alfa, otro hombre le entregó el látigo a Eros.
Danna, desde el piso, sollozaba mientras miraba directamente a los ojos oscuros de su mate.—Por favor, no me mates. Yo no le hice nada, caí en una trampa, por favor, créeme —imploró con desesperación.Eros sentía lástima al ver a su mate en ese estado. Había desarrollado un fuerte vínculo con ella, y le dolía hacerla sufrir, pero como alfa de alfas, también debía mantener el respeto y la autoridad entre su manada. Lo que ella había hecho no podía ser ignorado ni perdonado sin un castigo adecuado. Con la mirada seria, observó a los hombres que lo rodeaban, sabía que tendría que tomar una decisión.—Aguántenla de los hombros —él se colocó a su espalda y rasgó su camisa, luego le dio el primer latigazo.Danna soltó un grito desgarrador mientras sus lágrimas empezaron a pelearse por salir rápidamente. Eros le dio un segundo latigazo. Danna sentía el ardor insoportable en cada azote. Decidió tragarse su dolor y, a partir del segundo latigazo, levantó un poco la mirada y vio a Gin riendo c
Danna abrió los ojos poco a poco y se encontró en una cabaña de madera y paja. Estaba recostada sobre unas pieles y la chimenea ardía con un fuego cálido. Al mirar a un costado, vio a una señora de cabello blanco, piel blanca, de unos 60 años, con un tazón en la mano.—Me alegra que hayas despertado. Te trajeron inconsciente y ardiendo en fiebre. Gracias a la diosa Selene, has sanado —expresó la anciana con una amable sonrisa.—¿Quién es usted? ¿Qué hago aquí? ¿Y mi bebé? —preguntó angustiada, tocándose la barriga y con los ojos llenos de lágrimas al recordar las últimas imágenes antes de que todo se volviera negro.—Soy Hécate. Unos lobos salvajes te trajeron a la puerta de mi cabaña. Tu bebé está bien.—¿Lobos sin humanidad? —gritó asustada. Pasó por su mente: “¿Por qué no me comieron? Gracias diosa luna por salvarme de ellos”.—Tranquila, yo también me asusté. Te cuento, hace dos noches unos lobos estaban aullando en la puerta de mi cabaña. Me asomé a la ventana y vi cómo uno de el
A la mañana siguiente, Danna despertó sintiéndose mejor. Se incorporó de las pieles en las que había dormido y acomodo ese espacio. Durante la noche, había percibido los aullidos de las bestias cercanas, pero en lugar de sentir miedo, su corazón latía con curiosidad. Se cuestionaba si su rescate por esas criaturas estaba vinculado a algún propósito de la diosa luna.—¿Cómo amaneciste, mi niña? —preguntó la abuela.—Bien, abuela. Voy a salir a recorrer el área.La anciana se asustó, no quería perderla otra vez.—Afuera están los lobos merodeando la cabaña. Se van y regresan por períodos cortos. ¿No crees que sería mejor que no salgas?Con una mirada cariñosa, Danna trató de calmarla.—Siento en mi corazón que ellos no me causarán daño. Además, me rescataron de aquellos que realmente querían hacerme sufrir.Danna se dirigió con las piernas temblando hacia la puerta. Sin embargo, no era por miedo, sino por el deseo de entender por qué los lobos seguían allí afuera, como si la custodiarán
Cinco años después. La región del sur estaba en peligro debido a los ataques de renegados y humanos aliados del alfa Edon.Varios alfas y lunas que fueron en representación de sus alfas que estaban en guerra o cuyas manadas estaban bajo ataques, se presentaron en el reino del amanecer para implorar ayuda a la reina. Los atendió la Beta Maya. La luna Eurides lo invitó a una reunión de alfas en la mansión de la manada azul para buscar la manera de detener los ataques contra los hombres lobo. Maya les informó que pronto tendrían respuesta. Mientras se estaban retirando, Eos entró corriendo y chocó con una señora.—Disculpe usted, señora, no fue mi intención tropezar.Eurides tomó la mano de la niña con cariño, pero su cuerpo se estremeció. De alguna manera, sentía que llevaba su sangre. Además, esos ojos azul cielo eran iguales a los de su hijo cuando era un infante. Con timidez, le preguntó:—No pasó nada, ¿te has lastimado?—No —respondió con unos ojos chispeantes.—¿Cómo te llamas?—S
Durante aquel día, las delegaciones llegaron a la Manada Azul. Eurides había preparado la mansión para la llegada de la reina y no permitió que Lamia interviniera en sus decisiones. Para ella, la destinada como mate de su hijo, podría ser la luna de su manada y no una loba que menosprecia a las personas solo por ser hija de un alfa. Aunque Lamia no había podido ejercer como luna de la Manada Azul, estaba emocionada por conocer a la reina y destacarse entre las lobas para lograr convertirse en luna.Los todoterrenos de la delegación del Reino del Norte llegaron y recorrieron la manada hasta llegar a la mansión de Eros. Desde que Danna entró a la manada, su corazón se apretó al inundar su mente con recuerdos de su vida allí. Comenzó a sudar frío y trató de tranquilizarse, pero sus ojos se volvieron negros.Cuando informaron a Eurides que la comitiva real estaba entrando a la manada, sus ojos brillaron de emoción. Caminó hacia la entrada de la mansión y pasó por su mente: "Esto va a ser u
Eurides estaba furiosa mientras caminaba hacia la habitación de su hijo, golpeó la puerta con rabia. Eros abrió la puerta y, al ver el rostro enojado de su madre, frunció el ceño y soltó un gran suspiro antes de apartarse para dejarla entrar.—Eros, quiero que pongas un freno a esa perra sarnosa de Lamia —Eurides no andaba con rodeos.—Madre, te he dicho que no le digas así. Está aquí por petición del concejo de lobos.—Fue a la habitación de la reina para ofenderla. Esa loba estúpida que se la tira de grandeza quería que Danna bajara la cabeza delante de ella —gruñó Eurides con ira.Eros cambió la expresión en su rostro y su mirada se oscureció mientras pasaba por su mente. "Había sido una odisea para que mi madre consiguiera que la reina viniera a nuestras tierras y Lamia va a echarlo todo a perder".—¿Cómo se atrevió? —murmuró, yendo de un lado a otro y pasándose la mano por el cabello.—Espero que le pongas un alto. Si dependiera de mí, la habría expulsado de esta manada hace tiemp
En la fiesta, Danna se encontraba sentada con su hija. A ella no le gustaba esos eventos, por cortesía sonreía para disimular sus bostezos, si estuviera en sus tierras ya se hubiera marchado para su habitación. Eurides se acercó a ellas con una amable sonrisa, con un tono cariñosa expresó.—Majestad, espero que esté disfrutando de la bienvenida que le ofrece nuestra manada.—Eurides, es una fiesta entretenida. —Ocultó su fastidio— De verdad agradezco el gesto. Solo dime Danna ——Danna, si no es mucha molestia, ¿me permite llevar a la princesa a su habitación? La he observado un poco aburrida —soltó nerviosa, temiendo ser rechazada. Sin embargo, su loba estaba emocionada por la cachorra. Desde hace siete años que perdió a su mate, su loba se la pasa deprimida y son pocas las veces que ha querido recorrer el bosque.—Mami sí, estoy aburrida aquí, quiero retirarme con la señora bonita que me cae bien, ¿puedo ir con ella mami? — expresó la niña con una tierna sonrisa.Danna es sobreprotect
Danna entró en la sala de la mansión con una sonrisa de satisfacción en sus labios. Ya estaba aburrida de la fiesta, así que utilizó el pretexto del largo viaje para despedirse con cortesía y retirarse a su habitación.Una vez en la habitación, se sintió aturdida y furiosa. Los recuerdos bombardeaban su cabeza y debía calmar sus emociones. Se quitó la ropa. En busca de alivio, llenó la bañera con agua fría y se sumergió en ella con desespero, deseaba que el agua fría borraran por unos segundos los recuerdos del pasado.Desde que había pisado la mansión, los recuerdos y el dolor que había vivido allí comenzaron a resurgir en su mente como una película. En ese momento, no pudo controlar las lágrimas desoladas que se escapaban de sus ojos y recorrían sus mejillas, calientes de rabia.Danna no podía entender por qué se sentía así. Abrumada por la confusión, la nostalgia y el dolor que le había causado su mate en el pasado. Hacía 5 años que huyó de la manada y no había experimentado celo ni