Danna entró en la sala de la mansión con una sonrisa de satisfacción en sus labios. Ya estaba aburrida de la fiesta, así que utilizó el pretexto del largo viaje para despedirse con cortesía y retirarse a su habitación.Una vez en la habitación, se sintió aturdida y furiosa. Los recuerdos bombardeaban su cabeza y debía calmar sus emociones. Se quitó la ropa. En busca de alivio, llenó la bañera con agua fría y se sumergió en ella con desespero, deseaba que el agua fría borraran por unos segundos los recuerdos del pasado.Desde que había pisado la mansión, los recuerdos y el dolor que había vivido allí comenzaron a resurgir en su mente como una película. En ese momento, no pudo controlar las lágrimas desoladas que se escapaban de sus ojos y recorrían sus mejillas, calientes de rabia.Danna no podía entender por qué se sentía así. Abrumada por la confusión, la nostalgia y el dolor que le había causado su mate en el pasado. Hacía 5 años que huyó de la manada y no había experimentado celo ni
Eros giró para mirar a su hija. La mirada risueña de la pequeña le llenaba el corazón de ternura, aunque también le provocaba un leve nerviosismo. Sin decir una palabra, se acercó a ella con cautela y se inclinó para admirar su dulce belleza. Al mirar esos ojitos brillantes que irradiaban inocencia y alegría, despertó en él una mezcla de amor y preocupación.—Alfa guapo ¿Quiere ver los pececitos conmigo? —articuló Eos haciendo puchero y moviendo sus manitas de un lado a otro.Eros y Hércules, al escuchar esa vocecita tan tierna, se ablandaron de amor. Hércules estaba enamorado de su cachorra hasta la médula, y Eros sentía su corazón oprimido de emoción. Estaba completamente feliz en ese instante; todavía no podía creer que ella fuera suya, su cachorra. En ese momento, no quería que nadie interrumpiera. Él simplemente deseaba complacer a su pequeña en todas sus peticiones.—Es un placer para mí acompañarte —dijo Eros con voz enamorada—. Desde hoy, puedes pedirme lo que desees, mi prince
Eros se sobresaltó al encontrarse con unos ojos entrecerrados y negros como la noche, en ese instante comprendió que él era el culpable de que los ojos mágicos que lo habían cautivado la primera vez que se encontraron ahora hubieran desaparecido. Hizo un esfuerzo por incorporarse, pues no deseaba incomodarla ni entrar en conflicto con ella. En ese momento percibió claramente el odio que ella sentía hacia él y estaba decidido a buscar su perdón.Eos al ver a su mamá dibujó una sonrisa en su rostro mientras pronunciaba.—Alfa guapo, no tienes que levantarte cuando mi mamá esté aquí. Ella no es una reina mala y altanera. Mi mamá es muy buena con la gente y los lobos ¿verdad mami?Danna, por primera vez, quería darle unas nalgadas a su hija. Se acercó a ella e ignorando lo que le dijo, articuló.—Hija, vamos a ponerte los zapatos.—Mami, ¿no me vas a responder? El alfa guapo es muy bueno conmigo —expresó haciendo puchero.Danna no quería que su hija se enterara de lo desagradable que era E
En la noche, Lamia caminó sigilosamente hacia el calabozo. Aprovechó que el guardia estaba dormido y entró. Bajó las escaleras y, desde afuera de la celda, expresó en voz baja.—Gin, no digas que fui yo quien te instó a atacar a la princesa. Hablé con el abuelo, se comprometió a hablar con el resto de los lobos del consejo para sacarte de aquí. Él se encargará de convencer a Eros de que tú sólo querías ver si la princesa estaba bien, pero te pusiste nerviosa al ver la mano del alfa agarrándote por la muñeca. Tú no tenías intención de lastimar a nadie. Sabes que Eros obedece al consejo de ancianos.—Señora Lamia, el alfa Eros, estaba furioso. Él me matará. ¿No escuchaste cuando dijo que era su hija? Casi lastimo a su hija —Gin desesperada empezó a llorar—. No quiero vivir encerrada en este calabozo. Tampoco quiero morir comida por las ratas.—Tranquila, mi abuelo hablará con Eros —dijo Lamia con calma, luego su tono cambio de repente a rabia expulsando—. Además, la omega no estará conte
Eros dejó escapar un suspiro ahogada de tristeza. Se levantó lentamente de su asiento y caminó a pasos acelerados hacia su despacho. Mientras avanzaba, escuchó una voz chillona que lo llamaba.—Eros, espera. Necesito hablar contigo sobre Gin. Todo fue un malentendido de tu parte. Ella no tenía intención de empujar a la hija de la reina. Sabe que es un delito meterse con lobos de la realeza. Su intención simplemente fue comprobar si la niña estaba bien, porque la vio sola sin que nadie la resguardara —explicó Lamia, buscando la ayuda de Eros.—Quien eres tú para defenderla, que no descubra Lamia que tu tuviste algo que ver con lo que iba hacer Gin, yo vi claramente sus intenciones, casi la empuja al agua, si quieres abogar por ella debes dirigirte con la reina, ella decidirá su castigo. No tengo más nada de qué hablar contigo —Eros estaba dando la vuelta para seguir su camino cuando volvió a escuchar.—Eros, eres nuestro líder alfa y debes proteger a tu manada, especialmente a Gin, que
Danna y Maya entraron juntas a los calabozos. Descendieron por las escaleras. Cuando llegaron a la celda de Gin, un guardia que se encontraba allí saludó con cortesía.—Su majestad, estoy a su servicio.—Por favor, déjenos solas, vengo a darle el castigo a la loba que intento dañar a la princesa —Danna habló con autoridad.—Como ordene, su majestad —el hombre salió a grandes zancadas del lugar.Danna giro hacia Maya y le dijo, quédate aquí afuera, yo sola entrare, Maya asistió con la cabeza mientras veía como su amiga se sumergía en la celda deprimente.—Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí, a la valiente sirvienta que se atrevió a intentar lastimar a mi hija. ¿Pensaste que podías meterte con mi cachorra y que me quedaría de brazos cruzados? —Preguntó de manera calmada.Gin estaba sentada en una pequeña cama de cemento y se levantó de golpe al escuchar a la voz de Danna. Un sudor frío recorrió su cuerpo al ver aquellos ojos negros perforándola. Mentalmente, susurró: "¿Qué hace ella a
Fabricio había ido a la mansión, estaba furioso, los guardias le bloqueaban el paso, por órdenes del alfa no lo dejaban entrar. Sus intentos de hablar con Eros habían sido en vano; el alfa se negaba a recibirlo. Esto dejaba a Fabricio desconcertado, solo esperaba que su nieta no saliera perjudicada por las acciones que valla hacer contra la reina. Resignado, esperaría el día de la llegada de los guerreros para buscar una oportunidad de hablar con él.Danna buscaba a Eros para obtener detalles sobre el recibimiento de los guerreros de otras manadas, que se unirían a ellos para la batalla. Camino hacia la Casa de las Bestias.Dentro de la casa, Eros entraba sosteniendo la mano de Eos. Las bestias emitieron gruñidos y mostraron sus afilados dientes al ver al hombre grande con su cachorra. Eros se tensó, temiendo que lastimaran a la princesa. Hércules estaba alerta, listo para tomar el control.—Zeus y Memnón, compórtense con el alfa guapo —expresó Eos, frunciendo el ceño mientras miraba
Eros entro en el despacho acompañado de dos personas, quienes le hicieron una reverencia a la reina.—Majestad, ellos son Aragne Boss, quien llegó con un mensaje de la colonia de ninfas, y él es el alfa de la manada Regen. Ellos solicitan una reunión con la reina con urgencia.Danna se levantó se su asiento y con amabilidad expresó. —Soy Danna la reina de las tierras del norte, estoy para escucharlos.—Majestad, ha surgido un nuevo peligro para las manadas, y es imprescindible que lo sepa —dijo Eros, señalando los asientos a los recién llegados. Luego continuó—. Reina, él es Titono, el alfa de la manada Regen. Su gente fue atacada anoche.—Un placer conocerla en persona, Majestad. Soy un fiel devoto de la reina —expresó el hombre con la mirada decaída.—Solo dime Danna. Cuéntame qué ocurrió y cómo está tu gente —respondió la reina, mirando a Titono con preocupación en sus ojos.Titono dio un gran suspiro de dolor y con voz temblona comenzó a relatar:—Mi manada se encuentra cerca de l