Capítulo XXXII

Luego del paseo, de recordar la felicidad en ese sitio, regresaron al automóvil, para ir cada uno de nuevo a su oficina, el resto de la tarde pasó rápidamente en un abrir y cerrar de ojos, Pam aprovechó para llamar a su madre.

—Hola madre, deseo saludarte tomé un minuto para saber de ti, ¿estás bien?

—Hola hija estoy bien ¿y tú como estas? mis nietas como se portan.

—Bien madre en sus cosas y mi papá está por allí, deseo saludarlo.

—Buenas tardes hija como has estado.

—Padre, ¿cómo sigues de tu dolor de espalda?

—Estoy mejor ha venido la masajista y con esas manos suaves que tiene, me han sentado muy bien gracias por estar pendiente.

—Papá déjate de esas cosas mi madre te matará —risas —has caso no te pongas en el jardín por tanto tiempo, sé que amas tu rosal, pero piensa un poco en ti.

—Tienes razón hija, pero no me quedaré sentado sin hacer nada, pero lo tomaré en cuenta hija, adiós besos a las nietas saludos a tu esposo.

Pamela llegó a casa, necesitaba hablar con su marido con resp
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