Capítulo XXXIX

Edward y Camila siguieron en el sofá, acariciándose, dejando volar la imaginación solo pensando en lo que quería sentir uno del otro, las manos empezaron a acorralar sus cuerpos, las prendas se soltaban solo con el deseo y el entusiasmo, ese sofá era el único cómplice de lo que allí estaba pasando, la pasión desahogándose en cada beso, caricia, gemidos que se ahogaban en lo profundo de sus sensaciones, Camila no le importaba nada más que tener a Edward solo para ella, sin importarle que pueda suceder después, la pasión invadían aquellos cuerpos que yacían desnudos y a la vez, vestidos de estrellas relampagueantes.

Los corazones latían fuertemente a un ritmo acelerado, la pasión se apoderó de sus deseos los momentos de Edward estando con esa mujer eran diferentes al estar en grupo o al verla con Ascanio, los celos lo aturden y en el fondo, no desea que nadie esté con ella, podría en realidad estar Ed, ilusionado y envuelto, en una sensación amorosa o enfermiza por Camila.

—Cariñito mío
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