En cuanto Violet le corta la llamada de esa manera tan grosera, se va directo al despacho de Robert para preguntarle si él sabía que su hija se había ido de la casa.—¡Esposa mía…! Ya estás enojada, ¿y ahora qué hice, mujer?—¡¿Tú sabías que Violet se fue a Oxford y peor…?! ¡¡¿Qué está con Antoine en su departamento en Londres?!!—Lo primero sí, hace unos meses habló conmigo cuando fui a verla y me dijo que quería quedarse en Inglaterra, quiere estudia ingeniería biomédica, hoy la llamaron para decirle que fue aceptada en la universidad de Oxford.—¿Por qué no me dijo nada? —la mujer se deja caer en una silla, se lleva las manos al rostro y comienza a llorar desconsolada.—Porque está molesta contigo y esa manía tuya de privarle estar con el novio lo vuelve todo peor. Violet tomó una mala decisión en un momento de hormonas alborotadas, pero tú la castigaste todo el resto de su adolescencia… y de paso a mí.—¿Qué quieres decir?—Mujer, para tener el coeficiente más alto que el mío, se
Para la madre de Violet no es sencillo todo lo que está pasando con su hija, porque está llena de miedos que no tienen fundamento, pero allí están. Al llegar a Londres, pide que la lleven directo al departamento de Antoine, porque está segura de que allí los encontrará juntos.—Cálmate, mujer —le advierte Robert—. Si no lo haces, te llevaré a la casa y allí te daré tu merecido, para que te duermas hasta mañana y te relajes.—¡No vengas a amenazarme, Sanders, que te corto los servicios!—Quentin, cambio de ruta, llévenos a la casa por favor.—¡No te atrevas…! —pero Robert la calla con un beso, sube la separación del vehículo y allí se encarga del preámbulo.Sabe que, si su mujer llega así de alterada al departamento del muchacho, será el peor error que cometa.Esa noche Robert se lleva varias mordidas, pero para él valen la pena si con eso logra hacer gritar a su mujer su nombre en medio del orgasmo y lograr que se relaje de una vez.Por la mañana, los dos se levantan más tranquilos, s
Violet se mira al espejo, se alisa el vestido y luego posa sus manos en su vientre con una sonrisa.—¿En verdad no le has dicho a Antoine? —le pregunta Caroline mientras termina de colocarle unas flores en su cabello.—No, sólo ustedes dos saben, no quiero que nadie piense que nos casamos por esto —le responde Violet.—A mí parece espectacular —le dice su madre, quien la ayuda a colocarse el velo—. Y haber sido la primera en enterarme fue muy lindo… ya quiero ver la cara de tu padre.—¡El viejo va a llorar! —se burla Caroline y las tres se ríen cómplices.—¿De qué se ríen el trío de brujas Sanders?—Oye, que no se te olvide que Hope también es Sanders ahora.—Sí… pero ella es un ángel.—Sí, cómo no —dicen las tres y vuelven a reírse.—¿Sabías que tuvo a Daryan durmiendo una semana en el sofá porque se olvidó del aniversario de noviazgo? —le dice Caroline.—¡Se lo merece por pendejo! Yo le enseñé que esas cosas no se olvidan, allá él si corre el riesgo.Las tres ruedan los ojos, Robert
Zoe abre los ojos con dificultad, siente que la cabeza le va a estallar, la boca seca y un extraño dolor en su zona íntima, lleva sus manos a sus piernas, porque es como si hubiese hecho ejercicio. De pronto, su cerebro le envía un recuerdo fugaz y se incorpora con brusquedad.Mira a todos lados algo desorientada y solo sabe que no tiene idea en dónde está, a su lado, hay un hombre desnudo que no conoce y se lleva las manos a la boca muy asustada.—¿Qué… qué pasó?Flashazos de la noche anterior comienzan a llegarle poco a poco...«Aquella figura que no reconoce la deja en una habitación del hotel, sin saber muy bien por qué. Allí, otra figura la espera y ataca su boca sin pensarlo dos veces en cuanto la siente cerca.No puede resistirse a esa persona, porque la supera en tamaño y fuerza, sin embargo, en pocos segundos, siente un fuego que la quema y necesita ser extinguido, por lo que sus manos hacen lo mismo que el hombre desconocido, arrancarle la ropa.Esas manos poderosas recorren
En cuanto sale de la habitación, los periodistas no dejan de hacerle preguntas y de acosarla, pero ella solo deja esa máscara fría que se vio obligada a usar desde hace unos años, sin responder a nada. Y Francesco no es de ayuda para nada, porque no se ve por ninguna parte. Las puertas del ascensor se abren y entra, presiona el botón, fija la vista al frente, porque si su rostro se hará famoso, al menos que sea la mejor parte de ella. Las puertas se cierran y siente las ganas de llorar, pero no puede, no ahí. Que cuando baje de la caja metálica, nadie diga que iba con los ojos rojos por el llanto. Al salir, revisa su cartera, encuentra que tiene dinero suficiente para el taxi, se apresura a tomar uno que la lleve directo al único refugio que le queda. Consigue detener uno y se sube rápido, antes de que la prensa o alguien más pueda verla. Incluso en ese momento no se permite llorar, ya tendrá oportunidad de hacerlo sola, sin que nadie sienta lástima por ella, porque detesta que se
Para Daryl Marchetti tener que ir a un evento, en donde lo más abundante sería la gente era la muerte misma. Odiaba tener contacto con las personas, odiaba tener que compartir con los demás tiempo de sociabilización, tener que fingir interesarse en una conversación con otra persona por las cosas que simplemente no interesaban, todo eso para él era pérdida de tiempo. Según su padre, no siempre había sido así, que de niño era muy sociable y amable, pero eso ahora mismo no le importaba, simplemente porque no lo recordaba. Desde que tenía memoria, siempre se rehusó a participar de esos eventos y ahora la situación que estaba viviendo le daba la razón. Llega a la casa con aquella mirada que hace a todos perderse de su vista, corriendo como si fuesen a ser asesinados en un segundo, excepto por su padre, que lo acompaña hasta la habitación para seguir discutiendo el asunto de su matrimonio. —Déjame, no quiero hablar con nadie —dice con un tono gélido, pero Osvaldo, su padre, no se va. —D
Si de alguna manera podía decir que estaba totalmente en contra de casarse con aquel hombre que no conocía ahora, era revelándose el día de su boda al no dejarse peinar ni maquillar por las personas que él mismo había enviado. Si Daryl pensaba que ella se deslumbraría por esas atenciones, solo para luego hacerle la vida imposible, tal como la había amenazado, estaba muy equivocado. Ella no era una chica fácil de intimidar ni deslumbrar como otras mujeres. «—Pero, necesitas ayuda, hija… es el día de tu boda —le había dicho su abuelo.» Pero ella no quería verse bonita ni como una princesa. Quería demostrar que no necesitaba un séquito detrás de ella para lucir bien… y también quería sacar de sus casillas al novio. El vestido era divino solo porque su abuelo lo había elegido su abuelo para ella, de delicado encaje, por completo blanco inmaculado, pero en lo más profundo ella no lo quería. Probablemente ese era el vestido de novia que soñó para contraer nupcias, pero nunca imaginó que
Avanzan un par de cuadras y Zoe no se ha relajado del todo, en verdad les teme a los caballos por una situación que vivió de niña. «Si este bruto tan solo se acordara, seguro me bajaría de aquí», piensa molesta, aferrada al carruaje como gato en bañera. Pero Daryl no necesita recordar para querer sacarla de allí. Aunque quiere matarla, tampoco le gusta la idea de que termine tirándose del carro y partiéndose una pierna antes de que él pueda comenzar aquella tortura, eso sería muy sencillo, llama a alguien, quien le responde de inmediato. —Estoy a tres cuadras por el sur de la iglesia, trae el auto —cuelga y le pide al cochero con tono autoritario—. Deténgase. El hombre se detiene, Daryl salta de la carroza y Zoe lo mira con una expresión de que no puede entender aquel gesto, especialmente cuando él le extiende la mano y la anima a bajar. —¿En serio no haremos el recorrido en esto? —dice ella dubitativa, pero Daryl solo le da media sonrisa, una que no le agrada. —Bájate… y no te e