CASA DE LOS RAYTON. —Señor Peter, ya estamos listos, no se ponga nervioso, usted va a llegar el sitio y espere que ellos se comuniquen con usted, luego procede a entregarles el dinero, no se preocupe no está solo, yo voy a estar pendiente de todo. —Todo está bien, ya sé lo que tengo que hacer, ya podemos irnos. —Vámonos, los demás por favor esperen aquí en la casa. Llegamos al sitio donde había que entregar el dinero, me quedé en el auto, en espera que él jefe de la banda se comunicara conmigo. Llega una moto, un tipo con una chaqueta negra y una gorra del mismo color, se baja de la moto, en eso suena mi celular. —Aló Peter. —Sí, yo soy. —¿Trajo el dinero? —Sí, pero yo no veo a mi hija. —Tranquilo, ella está bien, lo está esperando, pero no aquí, ella está no muy lejos de nosotros, sólo tiene que dejar el dinero en ese pipote de basura que vemos allí y se retira a su auto, yo voy a tomar el dinero, espere que me vaya y luego le
MANSIÓN DE LOS RAYTON. —Buenos días mi amor. —Buenos días mi príncipe hermoso. —Que pena con tus papás me quedé durmiendo contigo aquí en tu habitación y aún no estamos casados. —Pero hoy lo vamos a estar, hoy me convierto en la señora Collins. —¿Qué hora es? Ya es tarde y tengo que arreglar todo los papeles para casarnos, mi amor me visto y me voy, tengo tantas cosas que hacer. —Amor, espera deja los nervios, primero vamos a desayunar. —Bebé no puedo, hoy nos casamos y nos vamos de luna de miel, así que tengo que dejar todo arreglado, mi consulta todo. —Okey, está bien, yo también tengo que salir con mamá, aunque es una boda sencilla, me imagino a mi mamá con las manos en la cabeza haciendo los preparativos, si es por mí nos vamos a una prefectura donde nos casemos y ya. —Amor, ya estoy listo me voy nos vemos más tarde, te amo. —Yo también amor, te amo muchísimo. Brandon se va de la habitación, al instante tocan mi puerta.
HOSPITAL DE CHICAGO. ¡Qué nochecita! Tengo mucho frío, debe ser por causa de la tormenta, está lloviendo mucho, en todo el hospital se siente un silencio sepulcral; el día estuvo muy agitado, pero la noche está en calma, se puede pasear por los pasillos tranquilamente. Los doctores de guardia todos están descansando, menos yo, en sala de parto no hay tiempo para descansar; por ahora sólo ha llegado una emergencia, una mujer, a pesar de su apariencia descuidada se nota que es una mujer muy joven, por su vestimenta parece una indigente, llegó sola, lo mas seguro es que no tenga familia, eso es un problema por si se presenta alguna emergencia, si esto ocurre, a la hora de decidir entre la vida de la madre o el niño, entonces nosotros los médicos tenemos que tomar la decisión. —Doctor, la señora que acaba de ingresar ya está en proceso de parto. —Voy, a esa señora no la ví nada bien, enfermera venga conmigo. Al llegar a la sala de parto, me sorprendo por la
VEINTE AÑOS DESPUÉS. BARRIO DE CHICAGO. —Sophie Sabes que me tienes loco, no aguanto más, vente a vivir conmigo. —No, tú sabes lo que pienso respecto al matrimonio, si me caso es con un hombre que me saque de este barrio, por ahora disfrutemos de esto. Yo sé que hacer para tenerlo contento, sé cómo hacer para que disfrute al máximo. —Sophie sí, así es, me gusta lo que haces. —Cállate y gózalo, en realidad por eso estoy aquí. —Dime que me amas. —Conformate con esto que te doy. Así entre besos dados en lugares y que prohibidos, caricias interminables, así paso parte de la noche, lo dejo exhausto para que no se olvide de mi; me visto, tomo la cartera nueva que me compró, en realidad eso fue lo que me impulsó a visitarlo esta noche, nos damos un beso y me voy para mi casa, mañana será otro día. —Sophie despierta, tienes que ir a trabajar. —Tía no seas tan fastidiosa, déjame dormir un rato más. —Hija levántate acá no tenemos
HOSPITAL DE CHICAGO. —¡Dios! Está operación fue un poco complicada. —Gracias colega, gracias por ayudarme, yo sabía que tú eras el hombre para esta operación, gracias a ti pudimos salvarle el riñón. —Para eso estamos hermano para ayudarnos, ahora me voy tengo un compromiso en la casa de mis suegros, ya es tarde. En efecto, ya es de noche, me cambio rápidamente y me voy al estacionamiento —Tanto que le pedí a mi bebé que no llegara tarde a la cena, ahora resulta que soy yo quien va a llegar retardado. Tengo que apurarme, gracias a Dios no hay mucho tráfico, ya salí del estacionamiento, ahora voy a tomar la avenida principal. —Ahora sí, lo que faltaba mi teléfono está sonando, pero no sé dónde lo puse, allí está con el apuro lo tire en el piso del auto. Bajo la vista hacia el piso, me inclino para tomar el teléfono que no deja de sonar cuando escucho un fuerte grito. —¡Dios que hice! ¿A quién golpeé con el auto? Me bajo rápidamente
HOSPITAL DE CHICAGO. —Buenos días doctor. —Buenos días. —Doctor la joven que atropelló, debe estar por despertar. —Ya voy a verla, pero primero voy a darle una vuelta a mis pacientes, así le doy más chance para que duerma. Ya terminé con mi ronda de visitas, ahora sí, voy a la habitación de la señorita. —Buenos días señorita. —Doctor porque es tan formal, llámame por mi nombre, Sophie, no se le olvide me llamo Sophie. Hice como si no hubiese escuchado el comentario. —¿Cómo se siente? —No sé que me pasó anoche, la enfermera me puso un analgésico y me quedé profundamente dormida, hasta hace unos minutos que desperté. —Eso es bueno, así descansa, ¿cómo están los dolores? —Un poco mejor, pero aún me duele en ciertos lugares del cuerpo, como aquí. Se levanta la blusa y me enseña su abdomen, pero la levanta tanto que se le ve todo el brassier, me quedo atónito porque no esperaba esto; de repente siento unos brazos que me r
MANSIÓN DE LOS RAYTON. —Buenos días doctor. —Buenos días, doña Bertha le he dicho en infinidades de ocasiones que no me llame doctor, usted prácticamente me vio nacer, no entiendo porque no me llama por mi nombre de pila. —Joven, pero es que lo veo como una falta de respeto, pero le prometo que voy hacer el intento. —¿Tu niña ya está lista? —Creo que sí, ya se la llamo, ¿quiere un cafecito? —Sí, no me puedo negar a tomar su café. —Ya se lo traigo, mire ya mi niña viene bajando con maleta en mano. —Buenos días bebé. —Buenos días precioso. Brandon se me acerca, me toma en sus brazos y me levanta, indudablemente que soy una pluma en sus manos, me da un beso en cada mejilla y luego en los labios, suspira y me dice en el oído. —Esto es solo un adelanto de los besos que te voy a dar en el viaje. —Espero que sean muchos. —Mi amor estás preciosa no me cansó de decírtelo, muchos se van a morir de la envidia, me encanta pres
LA ISLA. Cuando despierto, me veo sola en la cama, Brandon no está, entro al baño para darme una ducha. Recuerdo que anoche estaba muy mareada, recuerdo a Brandon cuando me levantó en sus brazos y me llevó a la cama, me arropó con una manta, sentí su brazo y su pierna encima de mí, en ese momento me sentí protegida, así en esa posición nos quedamos dormidos. Tan bello mi Brandon, anoche era una presa fácil a sus encantos, pero no sé aprovechó de eso, sólo me abrazó, menos mal que me quedé dormida, si no de seguro hubiese sucumbido a sus caricias. Me visto, elijo un vestido playero que me compré para el viaje y salgo a cubierta, allí lo veo, tan hermoso como siempre, hablando con el capitán. Me acerco y le doy un ligero beso en los labios. —Buenos días amor. —Buenos días hermosa, ¿dormiste bien? —Yo creo que sí, no me desperté en toda la noche, ¿y tú, te dejé dormir, no te molesté? —Tú nunca me molestas. —Buenos días gente, ¿cómo a