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Capítulo 2: Veinte años después.

     VEINTE AÑOS DESPUÉS.

     BARRIO DE CHICAGO.

     —Sophie Sabes que me tienes loco, no aguanto más, vente a vivir conmigo.

     —No, tú sabes lo que pienso respecto al matrimonio, si me caso es con un hombre que me saque de este barrio, por ahora disfrutemos de esto.

     Yo sé que hacer para tenerlo contento, sé cómo hacer para que disfrute al máximo.

     —Sophie sí, así es, me gusta lo que haces.

     —Cállate y gózalo, en realidad por eso estoy aquí.

     —Dime que me amas.

     —Conformate con esto que te doy.

     Así entre besos dados en lugares y que prohibidos, caricias interminables, así paso parte de la noche, lo dejo exhausto para que no se olvide de mi; me visto, tomo la cartera nueva que me compró, en realidad eso fue  lo que me impulsó a visitarlo esta noche, nos damos un beso y me voy para mi casa, mañana será otro día.

     —Sophie despierta, tienes que ir a trabajar.

     —Tía no seas tan fastidiosa, déjame dormir un rato más.

     —Hija levántate acá no tenemos para comer, todo lo que ganas te lo gastas en maquillaje y ropa.

     —Bueno para eso trabajo.

     —También tenemos que comer, lamentablemente no puedo salir a trabajar a la calle y lo poco que gano trabajando acá  en la casa apenas me alcanza para comprar algo de comida. 

     —Por eso es que todo mi sueldo me lo gasto en maquillaje y ropa, para verme bella y así conseguirme un hombre rico que me saque de esta pobreza.

     —Si hubieras estudiado, las cosas en esta casa serían otras.

    —¿De qué me hablas? ¿Estudiado qué?, acaso me ibas a mandar para la universidad, no, eso es imposible, en esta casa no hay plata para eso, así que lo lamento, pero no me puedo conformar con un cursillo de secretaria para trabajar en una oficina mediocre o bien uno de peluquera para ser la empleada en  una de las peluquerías del barrio o mejor aún, ¿qué te parece un curso de cocinera?, para trabajar en los pobres restaurantes de por aquí;  esas mujeres trabajan todo el día regresan en las noches cansadas y sólo les pagan una miseria.

     —Será una miseria, pero ese sueldo les da para comer y cubrir las necesidades de sus hijos, a mí me hubiese gustado que fueras a la universidad, pero tú sabes que eso es muy costoso de dónde íbamos a sacar los reales.

     Tu tío cuando murió sólo nos dejó deudas, aún no me explico porque se endeudó tanto, pidiendo tanto dinero prestado, si para la casa era muy poco el dinero que traía.

     —Tía, no seas tan ingenua, seguramente ese dinero lo gastó con otra mujer.

     —No digas eso, tú tío nunca me fue infiel

     —Tía tú perdiste tu tiempo, cuando mi tío murió aún tenías un cuerpo apetecible, porque no te buscaste un marido con plata, mejor aún varios, así a cada uno le sacabas dinero y ya hubiésemos salido de esta miseria donde vivimos, pero no, preferiste guardarle luto y fidelidad a quien no se lo merece. 

     —Agradece a Dios que por lo menos tenemos un techo.

     —¿Dios? Yo no tengo nada que agradecerle a ese señor.

     —No seas así, no blasfemes,  mira que gracias a Dios tu mamá no te parió en la calle, allí si te hubiesen comido los perros, gracias a Dios tu mamá llegó a tiempo al hospital para parirte y gracias a él me enteré por una vecina que tú mamá estaba  en el hospital, así fue como te  reclamé como mi sobrina, si no te hubieses criado en un orfanato.

     —Pues lo hubiese preferido, con esta carita que tengo, de seguro de bebé era muy linda, te aseguro que una familia rica me hubiese adoptado, y ahora no estaría aquí bajo este techo que se está cayendo a pedazos y comiendo pan duro con café.

     —Eso tiene solución, colabora con la comida , aparta algo de tu sueldo para la comida y de seguro comes mejor.

     —¡Ay! tía no empieces, déjame dormir que hoy no pienso ir a trabajar, anoche no pude dormir, las goteras que caían del techo me mojaban toda, si hoy vuelve a llover nos inundamos porque esta casa parece un colador.

     —Te van a botar del trabajo.

     —Pues que lo hagan, ya buscaré quien me mantenga, esa es la meta, no te olvides de eso, voy a tener dinero, ¡cueste lo que cueste! Yo no me voy a morir como lo hizo mi madre, una alcohólica prostituta que se lo daba a todo el barrio, eso en realidad no me importa, lo que no entiendo es porque no se cuidaba.

     —Sí, se hubiese cuidado tú no estarías aquí.

     —Tienes razón, pero para estar aquí viviendo en este cuchitril, mejor me hubiese quedado en las pelotas de uno de sus amantes.

     —Hija, no hables así, Dios te puede castigar.

     —Que me castigue, pero que lo haga con un hombre rico, bello, con un auto último modelo.

     —¿Y qué piensas hacer con ese noviecito que tienes? Según me han dicho él no tiene dinero.

     —Ya te vinieron con el chisme, puedes dormir tranquila, no te preocupes por eso, yo no pienso terminar mi vida viviendo en este barrio,  algún día salgo de aquí, salgo, porque salgo, él sólo es un entretenimiento cuando tengo ganas de estar con alguien, él trabaja y gana bien, así que me complace un poquito con mis caprichos, por supuesto que yo no me pienso conformar con lo poco que me da, pero por ahora sirve para darme algunos gustos.

     Ahora sal de aquí y no me vuelvas a llamar, me despierto cuando yo quiera.

     —No sé que voy hacer contigo, los huesos de mi hermana deben estar revolcándose en la tumba.

     —No lo creo, de ella ya no debe quedar ni los huesos.

     —¡Ave María Purísima! No respetas ni a tu madre.

     —Jajajaja, deja el lloriqueo tía y cierra la cortina.

     MANSIÓN DE LOS RAYTON.

     —Bertha, Bertha, dile a la niña que baje a desayunar.

     —Señora Alexa ya la niña se fue para la universidad.

     —¿Desayunó?

     —No, sólo se tomó un vaso de jugo de naranjas, me dijo que estaba apurada porque tiene un examen, le dejó dicho  que no se preocupara que ella desayunaba en la universidad.

     —Como no me voy a preocupar, esa muchacha se va a enfermar si sigue así, casi no come, su vida es la universidad y su labor social ayudando en el orfanato.

     —Igual que tú, cuando eras joven te la pasabas en los orfanatos y en los asilos  de ancianos, colaborando con todo el personal.

     —Sí, en eso se parece mucho a mí, Dios la bendiga tiene un corazón de oro, por eso Dios la premió con ese novio tan bello y tan cariñoso, Brandon es un muchacho muy bueno, de nobles sentimientos, tanto es así que teniendo la posibilidad de trabajar en las mejores clínicas de Chicago, decidió trabajar en el hospital donde su papá es el director.

     —Ese joven se parece mucho a su padre, esta noche están invitados a cenar, ojalá y a la niña no se le olvide.

     —Bertha tienes que llamarla para recordarle la cena con sus futuros suegros, cuando se mete en los orfanatos se le olvida que tiene familia y también novio.

     —No, allí usted se equivoca, ella no se le olvida su novio,  se quieren mucho, Dios quiera y ellos sí puedan cristalizar lo que usted en su tiempo no pudo.

     —No hablemos del pasado, tú sabes que aún me duele, a ti te consta que yo amo y respeto a mi esposo, jamás le he sido infiel, pero hay espinas que quedan clavadas y son muy difíciles sacarlas de raíz, pero eso tiene que quedar en el pasado, ahora como cosa del destino o de Dios están estos muchachos que se adoran, ellos no tienen motivo ni razón para no culminar lo que empezaron y muy pronto tendremos boda.

     —Te admiro mi niña, porque a pesar de que él joven Brandon es hijo de la esposa del hombre que tanto amaste, jamás he notado una mirada de desprecio, de dolor, de rabia hacia ese muchacho, todo lo contrario veo que lo quieres mucho.

     —Sí, eso es verdad, yo a él lo veo como un hijo y muy pronto lo será cuando se case con mi adorada princesa, Bertha ya basta de parloteo, vamos te voy a ayudar a preparar el menú de la cena de esta noche.

     UNIVERSIDAD.

     —Buenos días amor.

     —Buenos días, ¿cómo amaneció mi bebé preciosa? 

     —Un poco atareada, ahorita voy a presentar un parcial, luego voy para el orfanato, uno de los niños está de cumpleaños, ¡Dios! me olvidé de comprarle un regalo, no puedo llegar al orfanato con las manos vacías.

     —Amor, si todos los días les llevas regalos.

     —Sí, pero hoy es un día especial, es su cumpleaños y se va a poner triste si no le llevo nada.

     —Por eso te amo tanto, por tu hermoso corazón, amor recuerda que hoy voy para tu casa, tus padres nos invitaron a cenar.

     —Si hermoso, claro que me acuerdo estoy pendiente, del examen me voy a comprar el regalo, luego al orfanato, no te preocupes yo me desocupo temprano.

     —Te escucho y me veo en nuestra casa,  si así eres con los hijos de otros,  que será cuando tengamos los nuestros, ya estoy loco por casarme contigo.

     —Recuerda que fuimos claros, después de mi graduación fijamos fecha de boda.

     —Tú crees que pueda aguantar hasta allá, ya quiero estar contigo, que seas mía.

     —Tuya soy.

     —No me vengas con eso, tú sabes a lo que me refiero.

     —Jajaja, me encanta cuando te enojas, lástima que no te tengo al frente para comerte a besos.

     —Eso me lo dices porque no estoy frente a ti, amor este fin de semana quiero que me acompañes a un paseo, a una isla, nos vamos con unos amigos, ¿no me puedes dejar ir sólo?

     —Jamás, solo no vas, con tanta serpiente que hay suelta, no señor, yo voy contigo.

     —Eso me gusta, tú verás lo mucho que nos vamos a divertir, esta noche en la cena hablamos de eso.

     —Okey amor, besos, ya voy a entrar al salón, te amo y portate bien.

     —Yo también te amo bebé y no te preocupes, yo siempre me porto bien, sólo tengo ojos para ti.

   —Brandon, comenzaste el día muy bien, cuando hablo con ella todo se me aclara, la quiero tanto, si es preciso doy la vida por ella; bueno ahora a trabajar, ojalá la lista de pacientes, no sea muy larga y me dé tiempo para pasar por el orfanato, así me quedo un rato con mi bebé y con sus niños como ella los llama.

     Ya quiero tenerla conmigo, pero con ella tengo que ir lentamente, a pesar de su apariencia fuerte sé que es muy frágil, tengo que cuidar su corazón, la amo tanto que no sería capaz de hacerle daño, me moriría antes de hacerlo.

     HOSPITAL DE CHICAGO.

     —Buenos días doctor.

     —Buenos días  Elena, ¿cómo estamos hoy de pacientes?

     —La lista es larga doctor. 

     —Muchas sondas que quitar y muchas que poner.

     —Así es doctor, la gente últimamente se está enfermando mucho de los riñones.

     —Bueno Elena vamos a trabajar, tengo que desocuparme temprano, está noche tengo un compromiso ineludible.

     La mañana comenzó muy atareada terminé la consulta un poco más de la una de la tarde.

     —Elena , ya es muy tarde ordena todo y te vas a tu casa, tu marido me va a demandar por explotador.

     —No se preocupe doctor, mi esposo es muy comprensivo, ya él sabe que usted no se va hasta que no atiende a todos los pacientes y si surgen emergencias las cosas empeoran.

     —Elena que me haría yo sin ti, siempre metiendo la mano por mí, me voy a almorzar, nos vemos mañana.

     Llego  al cafetín del hospital, pido mi almuerzo especial y me siento a disfrutarlo; aún no he terminado cuando suena mi teléfono.

     —Doctor Brandon.

     —¿Dígame?

     —¿Dónde está?

     —En el cafetín del hospital.

     —Que bueno que aún está en el hospital, necesito su ayuda, se trata de la esposa de un amigo, tenemos que operar de emergencia, tuvo un accidente y el golpe afectó su riñón.

     —¡Cómo no Doctor! ya voy para allá.

     Aún sin terminar mi almuerzo, me levanto de la mesa y me dirijo a la sala de quirófanos; estoy entrando a quirófano a las tres de la tarde, pero no sé la hora que voy a salir. Así es la vida del médico, gracias a Dios que tengo una novia que me comprende, por eso la amo tanto.

   

     

     

     

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