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La Venganza de mi Hermana Gemela
La Venganza de mi Hermana Gemela
Por: LashistoriasdeEva
Capítulo 1: ¡Qué nochecita!

     HOSPITAL DE CHICAGO. 

     ¡Qué nochecita! Tengo mucho frío, debe ser por causa de la tormenta, está lloviendo mucho, en todo el hospital se siente un silencio sepulcral; el día estuvo muy agitado, pero la noche está en calma, se puede pasear por los pasillos tranquilamente.

     Los doctores de guardia todos están descansando, menos yo, en sala de parto no hay tiempo para descansar; por ahora sólo ha llegado una emergencia, una mujer, a pesar de su apariencia descuidada se nota que es una mujer muy joven, por su vestimenta parece una indigente, llegó sola, lo mas seguro es que no tenga familia, eso es un problema por si se presenta alguna emergencia, si esto ocurre, a la hora de decidir entre la vida de  la madre o el niño, entonces nosotros los médicos tenemos que tomar la decisión.

     —Doctor, la señora que acaba de ingresar ya está en proceso de parto.

     —Voy, a esa señora no la ví nada bien, enfermera venga conmigo.

     Al llegar a la sala de parto, me sorprendo por la gran cantidad de sangre que empapa casi toda la camilla.

     —¡Carajo! Está mujer se está desangrando, enfermera, no hay tiempo que perder, tenemos que ayudarla a que tenga a su bebé, prepárese ya viene en camino.

     ¡Vamos! ¡Vamos! Ya viene, haz un esfuerzo más, tu bebé ya está aquí.

     Al instante se escucha un llanto.

     —Doctor es una niña.

     —Preparate porque son dos, ya viene el otro, ¿cómo está la madre?

     —Muy mal doctor, ha perdido mucha sangre, está muy débil.

     —Trata de mantenerla despierta, tenemos que ayudarla a parir a su otro hijo. ¡Ajá! Acá viene, ya está aquí, es otra niña.

     —Enfermera encárgate de la bebé, tengo que ver cómo está la madre.

     —Doctor la señora no tiene pulsaciones, creo que murió.

     Aún con los guantes ensangrentados me acerco a ella.

     —Tienes razón, está muerta, pobre mujer no aguantó el parto, perdió mucha sangre.

     —Pobrecita dejó dos niñas huérfanas, dígame qué hacemos ahora, informo para que averiguen si ella tiene familia para que vengan a reclamar a las niñas.

     En este momento mi mente es un caos, de pronto recuerdo el caso de  Alexa, caso que me tiene muy preocupado.

     —Ya va, no informes a nadie, quédate con las niñas, no dejes que nadie entre a este salón.

     Para mí suerte todo el personal está durmiendo, con pasos apresurados salgo al pasillo para hacer una llamada.

     —Aló Peter, ¿cómo está Alexa?, ¿aún no ha despertado?

     —No, el doctor antes de irse a su casa le suministró un sedante muy fuerte, eso va a permitir que duerma por varias horas; amigo estoy muy preocupado no sé que le voy a decir cuando despierte.

     —No le digas nada, creo que tengo la solución, pero necesito tu autorización para hacer lo que tengo en mente.

     —Habla, ¿de qué se trata?

     —Acá en sala de parto acaba de morir una mujer, por su apariencia es una mujer de la calle, se presentó sola, creo que no tiene familia y tuvo dos niñas completamente sanas, puedo ayudarte a que te lleves una, pero sin comentarios,  esto es estrictamente confidencial, nadie puede enterarse de esto.

     —Pero tu personal, ¿quién más sabe de esto?

     —No te preocupes por eso, estoy solamente con una enfermera el resto del personal está descansando.

     Yo me voy a encargar de la enfermera, pero eso sí, el silencio cuesta, tenemos que callarla con bastante dinero.

     —Por el dinero no te preocupes, por mí mujer yo hago cualquier cosa, tú sabes que el dinero es lo de menos, tengo suficiente, sólo fija con ella la cantidad y le hago la transferencia de inmediato.

     —Okey, entonces está hecho, voy hablar con ella para fijar la cantidad para que le deposites el dinero ; necesito que envies a una persona de tu entera confianza a buscar a la niña, dile que espere afuera en un sitio no muy visible, que espere con mucho cuidado hasta que salga la enfermera con la niña.

     —Voy a enviar a Henry mi chófer, tengo plena confianza en él.

     —Me parece bien, voy hablar con la enfermera para cuadrar lo del dinero, espera mi llamada.

     Entro de nuevo a sala de parto, la enfermera Daniela, está atendiendo a las niñas.

     —Doctor,  ¿ya informó de la muerte de la señora?

     —No, primero necesito hablar contigo.

     —Digame doctor.

     —Primero júrame que esta conversación no va a salir de estas cuatro paredes.

     —Por eso no se preocupe doctor, soy una tumba.

     —Muy bien, eso me gusta, esto que vamos hacer por supuesto que tiene un precio; yo sé que tú eres una mujer necesitada, tienes un hijo que es muy buen estudiante, me enteré por las otras enfermeras que está cursando el último año para luego ingresar a la universidad y eso es muy costoso.

     —Sí doctor para entrar a la universidad necesita mucho dinero, no sé cómo voy hacer, pero mi hijo entra como sea a la universidad, yo estoy dispuesta a todo por él.

     Y yo estoy dispuesto a ayudarte con una buena cantidad de dinero, pero a cambio necesito de tus servicios y de tu completo silencio, dime si estás dispuesta.

     —Hable doctor, por mi hijo hago lo que sea.

     —Muy bien, ya nos estamos entendiendo, entonces vamos al grano, necesito que saques de la sala de parto a una de estas niñas; en la entrada del hospital te va a esperar un auto, se la entregas al chofer, se llama Henry, es un señor canoso, alto, un poco robusto, después de la entrega te regresas de inmediato a sala de parto, no te detengas en ningún lado, ni hables con nadie.

     Escúchame bien, cuando vayamos a informar de la muerte de la paciente, vas a declarar que está mujer solo tuvo una niña, okey, ¿tienes alguna duda?

     —No doctor, todo está clarísimo, delo por hecho.

     ¿Y cuál de las dos niñas me llevo?

     —Cualquiera de las dos, total son muy parecidas.

     —Sí, son hermosas, que lástima que tengan que separarse, ¿ya me la puedo llevar?

     —Sí, antes que él personal despierte, ten cuidado que nadie te vea.

     —No se preocupe por eso, seré invisible.

     La enfermera sonríe con una sonrisa pícara porque ella sabe que el vigilante de guardia es su amigo de sábanas, en caso que la vea no dirá nada. 

     La enfermera se acerca a las niñas, mientras yo la observo, por un momento se queda mirándolas no sabe cuál llevarse, se decide por la última que nació, envuelve a la niña en una sábana del hospital, luego va a su bolso y saca una toalla, la envuelve en la toalla, la saca de la cuna y sale con ella.

     —Ven bebé no vayas a llorar, tienes que portarte bien.

      Voy a bajar por las escalinatas, las prefiero al ascensor, me da miedo que alguien entre y se de cuenta que llevo a un bebé, ¡Ay! Diosito acompáñame, que nervios, mi corazón está a punto de dispararse.

     Gracias a Dios, ya llegué a la puerta de entrada, allí está mi amiguito el vigilante, como siempre medio dormido en su silla, voy a pasar por su lado, ojalá y no note mi presencia, Diosito que no me vea.

     —Buenas noches Daniela, ¿para dónde vas a esta hora?

     —Buenas noches amorcito, no quería despertarte, sólo quiero salir un rato para despejarme, ya regreso.

     —Tú estás loca, la noche está helada, te puedes resfriar, no quiero que te enfermes.

     —No te preocupes por eso, estoy bien abrigada.

     —¿Qué llevas allí entre esas sábanas?

     El vigilante se me acerca y ve que se trata de un bebé.

     —Daniela, ¿qué es eso?, ¿para dónde llevas a ese bebe?

     —Amorcito, confía en mí, tú no has visto nada, te prometo que después te explico; por ahora quédate así como estás, medio dormido en tu silla.

     —¿Estás segura de lo que estás haciendo?

     —Completamente segura.

     —Okey negra, entonces todo está bien.

     —Gracias amorcito ya regreso.

     Salgo fuera del hospital, la brisa helada me golpea la cara, aprieto más a la bebé, como protegiéndola del clima, en este instante siento tristeza por la niña, o por la que quedó dentro del hospital, no sé, total ya todo está hecho, ahora tengo que terminar con mi trabajo.

     Un poco alejado del resto de los autos, veo una camioneta que prende y apaga sus luces.

     —Ese debe ser el que viene a buscar a la bebé, me acerco un poco y veo que un señor corpulento, alto,  como me lo describió el doctor, se baja del auto.

     —Soy Henry.

     —Muy bien, tome esto es suyo.

     El hombre toma a la bebé y la coloca en la parte trasera del auto y en forma apresurada sale del estacionamiento.

     Después de entregar a la niña mi corazón se normaliza, llego a la entrada del hospital y veo a “mi peor es nada” esperándome.

     —¿Ya la entregaste?

     —Sí, ya el trabajo está listo

     —Espero que la paga por este trabajo sea buena.

     —Si lo es, amorcito después hablamos, nos vemos más tarde cuando termine la guardia.

     Me alejo rápidamente para no darle más tiempo, no quiero que me siga interrogando.

     Al llegar a la sala de parto, el doctor me está esperando con la angustia reflejada en sus ojos.

     —¿Resultó todo bien?  ¿No hubo problemas?

     —Todo bien doctor, le entregué la niña al tal Henry.

     —Muy bien, ahora dame tu número de cuenta para que te hagan la transferencia.

     —¿Doctor que va a pasar con la otra niña?

     —Se la entregaremos a protección social, a ella seguramente la llevan a un orfanato, a menos que aparezca un familiar y se haga cargo de ella, ya sabes, silencio total, mira que tú también formas parte de esto.

     —Ya le dije doctor, soy una tumba.

     —Ahora voy a informar la muerte de la señora, antes déjame hacer una llamada, puedes salir un momento, por favor.

     —Como usted diga doctor.

     —Aló Peter.

     —Cuéntame ¿Todo salió bien?

     —Todo salió perfecto, la niña ya va en camino, recuerda que esto nadie lo puede saber, sólo personas de tu entera confianza, mira que está en juego mi carrera.

     —Sí, lo sé, no te imaginas cómo te agradezco todo esto que haces por nosotros, no te preocupes, de aquí, de esta casa no sale esa información.

     Le doy gracias a Dios que el parto se le adelantó y hubo que atenderla aquí en la casa, los únicos que saben de la muerte del bebé son: la señora Bertha nuestra ama de llaves, ella ya forma parte de la familia, quiere mucho a Alexa, estoy seguro que ella no dirá nada; Henry nuestro chófer, él fue quien buscó a la niña y el doctor, de él me encargo yo para que cierre la boca, así que puedes estar tranquilo, tu carrera no corre peligro.

     Una vez más te doy las gracias, a parte de mi amigo, ahora eres mi compadre, bien merecido que tienes el título de padrino.

     Gracias por ese favor tan grande que me haces 

     Corto la llamada y me quedo pensando en lo que hice.

     —Si supieras Peter que no lo hago por ti, lo hago por Alexa, el amor de mi vida, mi amor de adolescente, nunca he podido olvidarte, hice el intento, pero no pude; jamás he podido olvidar tus besos, tus caricias; sin embargo, a pesar de ese gran amor que nos teníamos tuvimos que separarnos, tus padres te enviaron al exterior a terminar tus estudios, con el único propósito que te olvidaras de mí y lo consiguieron, tiempo después regresaste, graduada y casada con Peter.

     Tuve que continuar con mi vida, me casé con una mujer a quien respeto y amo, pero no puedo amar como te amé a ti, tenemos un hijo, mi pequeño Brandon, mi adoración.

     Pasaste muchos años buscando un bebé y ahora después de tantos intentos, lograste concebir, pero lamentablemente nació muerto, no puedo permitir que tú salud mental se venga abajo, por eso lo hice, aún a costa de mi carrera, pero para mí es mas importante que tú estés bien, por eso pongo en tus manos a esta  bebé preciosa, sé que la vas a querer muchísimo y ella merece una mamá como tú. Por ti Alexa, todo lo hice por ti.

     

     

     

     

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