Capítulo 5: El viaje.

     MANSIÓN DE LOS RAYTON.

     —Buenos días doctor.

     —Buenos días, doña Bertha le he dicho en infinidades de ocasiones que no me llame doctor, usted prácticamente me vio nacer, no entiendo porque no me llama por mi nombre de pila.

     —Joven, pero es que lo veo como una falta de respeto, pero le prometo que voy hacer el intento.

     —¿Tu niña ya está lista?

     —Creo que sí, ya se la llamo, ¿quiere un cafecito?

     —Sí, no me puedo negar a tomar su  café.

     —Ya se lo traigo, mire ya mi niña viene bajando con maleta en mano.

     —Buenos días bebé.

     —Buenos días precioso.

     Brandon se me acerca, me toma en sus brazos y me levanta, indudablemente que soy una pluma en sus manos, me da un beso en cada mejilla y luego en los labios, suspira y me dice en el oído.

     —Esto es solo un adelanto de los besos que te voy a dar en el viaje.

     —Espero que sean muchos.

     —Mi amor estás preciosa no me cansó de decírtelo, muchos se van a morir de la envidia, me encanta presumirte.

     —Señor Brandon ya estoy lista, podemos irnos.

     —Ya va, primero me tengo que tomar el café de doña Bertha. ¿Ya te despediste de tu mamá?

     —Sí, está en su habitación porque le duele un poco la cabeza.

     —¿Quieres que vaya a verla?

     —No es necesario, se tomó un calmante y se quedó tranquila en su cama, de papá me despedí bien temprano, por cierto me dijo que lo llamaras.

     —Ya me imagino el contenido de esa llamada. “Cuídame a mi niña, que regrese sin faltarle ni un pelo y no se te ocurra hacerla llorar “

     —¡Ah! Bueno ya sabes, tienes que cumplir al pie de la letra con todo eso.

     —Por supuesto amor, conmigo estás segura, por mi culpa nunca vas a llorar.

     Al escuchar esas palabras de nuevo sentí esa punzada en el pecho y en el estómago, de pronto mi piel se erizó.

     —¿Qué pasa amor? Te pusiste pálida.

     —Nada, no tengo nada.

     —Seguro, ¿te sientes bien?

     —Sí amor, estoy bien, vámonos este fin de semana es nuestro.

     EN EL YATE.

     —¡Wow! Amor este yate es bastante cómodo, está muy bien acondicionado.

     —¿Te gusta? Lo compré para nosotros, así nos escapamos de vez en cuando y nos perdemos de todos.

     —¿Es tuyo?, pensé que era de uno de tus amigos.

     —Es mío y tuyo también.

     —¿Quién va a conducir el yate, tú?

     —No, contraté a un señor, él es capitán de barco, este fin de semana te lo dedico a ti, no quiero perder el tiempo haciendo cosas que no sea atenderte.

     —Buenos días capitán.

     —Buenos días doctor, me imagino que la señorita es su novia.

     —Imagina bien, está preciosura es mi novia.

     —Buenos días señorita, bienvenida a “Tu y yo por siempre”

     —Buenos días capitán, ¿ese es el nombre del yate? “ Tu y yo por siempre” 

     —Sí, ese fue el nombre que le puso el doctor.

     Brandon se acerca y me susurra al oído.  

     —Siempre tuyo mi amor, ven vamos para que conozcas las instalaciones. Capitán, ¿ya llegaron los muchachos?

     —Sí ya están dentro.

     Al entrar todos nos recibieron con risas y aplausos.

     —Brandon te votaste este yate está precioso.

     —¿Ya se instalaron?

     —Sí, les dejamos el camarote más grande a ustedes.

     —Al escuchar esto mi corazón se aceleró, significa que tengo que dormir con Brandon, todavía nosotros no hemos llegado a esa intimidad, hemos estado cerca, pero todavía nada, por supuesto que sus amigos creen que ya nosotros somos más que novios, Brandon me ve como adivinando lo que estoy pensando, me abraza y me dice en voz baja, que sólo yo puedo oír.

     —Quédate tranquila, no va a pasar nada de lo que tú no quieras que pase.

     Esas palabras en lugar de tranquilizarme me incomodaron más, quiere decir que la decisión es mía, ¡Dios! Qué compromiso, dormir con esta belleza a mi lado como si fuera un hermano, no creo que lo pueda soportar.

     Me toma la mano y me conduce al camarote.

     —Ven amor, para que te instales.

     Me lleva al camarote, la cama no es tan amplia como la mía, pero cabemos los dos, en el closet coloco mis pertenencias y las de Brandon, es la primera vez que le acomodo su ropa al lado de la mía.

     Siento el motor del yate, ya comenzó nuestro viaje, al momento entra Brandon al camarote.

     —Mi amor, ¿te ayudo?

     —No amor, ya todo está listo.

     —¿Te vas a cambiar? Ya todos están arriba esperándonos.

     —Sí, ya me cambio.

     Brandon entra al baño y aprovecho el momento para ponerme el traje de baño, la verdad es que estoy muy nerviosa, parezco una quinceañera.

     Cuando sale del baño me queda mirando.

     —¿Amor te he dicho que eres hermosa?

     —Todos los días del mundo.

     —¿Te aplicaste protector?

     —No, iba a eso.

     —Déjame ayudarte.

     Toma el protector y se lo unta en las manos

     —Me siento a su lado y él con mucha suavidad comienza a aplicarme el protector, dándome ligeros masajes a nivel del cuello, bajando a los hombros, la suavidad de sus dedos recorren toda mi espalda, un escalofrío baja por mi columna vertebral cuando siento sus labios que besan mis hombros, ya no son sus manos, son sus labios que recorren toda mi columna deteniéndose en cada vértebra,  con mucha suavidad me coloca sobre la cama, besando mi rostro, mis labios, baja y baja hasta llegar a mi vientre, allí se detiene, me mira, y luego me da un beso en los labios.

     —No, así no, te mereces algo mejor.

     Sacude su cabeza, cierra sus ojos, como queriendo borrar lo que pasó.

     —Ven, vamos a subir.

     Mi cerebro le dio las gracias por detenerse, pero mi corazón estaba gritando a viva voz que no se detuviera.

     Tomados de la mano, subimos hasta donde está todo el grupo; somos tres parejas, todos muy alegres, con muchas ganas de divertirse; en realidad yo no tengo mucho  tiempo para visitar sitios donde los jóvenes acostumbran divertirse, por mi carrera si visito muchos lugares, me tengo que mover dentro de multitudes;  sin embargo mi vida siempre gira alrededor de mis libros, mis niños en el orfanato y Brandon, pero eso no quiere decir que no me adapte, de inmediato me gané la simpatía de los amigos de Brandon.

     —Brandon, por fin convenciste a Brianna para que nos acompañara, teníamos muchas ganas de compartir con ella.

     —Sí por fin la tengo conmigo,  para mí solo, mi mayor rival son sus libros y sus  niños

     —¿Tiene hijos? Se ve muy joven.

     —No vale, los niños de los orfanatos que ella visita, los ama mucho, creo que más que a mí.

     —Que suerte tienes mi hermano, conseguir una novia hermosa y con un corazón de oro.

     —Así es, mi bebé es preciosa, la amo mucho.

     —¿Cuándo es la boda?

     —Ni lo menciones, si es por mí, me caso mañana mismo, pero ella quiere esperar hasta graduarse.

     —Bueno mientras tanto tienes que cuidarla mucho, porque con ese cuerpo, esa cara y esa cabellera negra, debe tener muchos admiradores esperando que te resbales.

     —¡Epa! No te pases deja de bucear a mi novia.

     —De mí no tienes porqué preocuparte,  a mí me tienen más que atado, mírala, mi novia también es bella.

     —Sí,  Grace es muy bonita.

     —Al parecer ya se hicieron amigas, ahora quien las aguanta.

     —Y Michael, ¿dónde está? 

     —Con el capitán, tú sabes que a él le apasionan los barcos, eso va de la mano con su carrera; un corazón y un barco.

     —Ya sabemos, si él capitán tiene ganas de descansar tenemos a Michael para que lo sustituya, tu hablas que un corazón es la pasión de Michael, pero lo tuyo son unos pulmones.

     —Y tú los riñones, menos mal que nuestras mujeres se fueron por carreras diferentes, si no tuviésemos todos los órganos durmiendo con nosotros, Brandon tu novia se ve tan tranquila y su carrera es bien agitada.

     —Así es, ella por su carrera tiene que estar dentro de la multitud, los eventos, le gusta lo que estudia, comunicación social, tiene un don para caerle bien a la gente, a todos se los mete en el bolsillo, incluyéndome a mí, me tiene más que embobado.

     —¿Cómo la conociste? La veo tan joven, ¿tiene menos de veinte años?

     —No vale, Brianna dentro de un mes cumple veintiún años, nosotros  nos criamos juntos, yo prácticamente la vi en pañales, cuando se lo digo se molesta.

     —Osea que tú te enamoraste de ella siendo una niña.

     —No, cuando era una niña yo la veía como una amiga, a quien apreciaba muchísimo; cuando termine mis estudios para irme a la universidad ella apenas tenía once o doce  años, para ese entonces mis sentimientos hacia ella eran del amigo incondicional que siempre estaba allí, para complacerla; me fui a estudiar, muy poco venía en vacaciones, quería aprovechar el tiempo para terminar rápido y graduarme, fueron pasando los años, en unas vacaciones  regreso para su fiesta de quince años, era un compromiso adquirido con ella, en una de las tantas llamadas telefónicas me hizo prometer que vendría para su fiesta de quince años.

     Cuando la vi, la cosa cambió, algo se disparó en mí, ya no vi a la amiga, vi a la mujer, pero decido callar, no le dije nada; estuvimos hablando, le pregunté si tenía alguna conquista, me dijo que sí, había un joven que estudiaba con ella, la estaba enamorando, pero ella estaba confusa y aún no se decidía si aceptarlo o no; en ese momento me di cuenta que estaba celoso; terminaron las vacaciones, me fui con una espinita, con ganas de regresar pronto para verla, pero aún me faltaban unos años, terminé los estudios en el menor tiempo posible, hice la especialidad, durante ese tiempo nos hablábamos mucho por teléfono, pasaba horas hablando con ella, pero aun sin decirle nada de mis sentimientos.

     Cuando me gradué, apenas suelto la toga y el birrete me vine de inmediato para acá.

     Mis padres me hicieron una fiesta de graduación, por supuesto ella estaba allí, más hermosa que nunca con sus dieciocho años. Esa noche no me pude resistir, le pregunté por su enamorado, me dijo que no lo había aceptado, porque se dio cuenta que no estaba enamorada de él, de inmediato sin pensarlo mucho le dije: “ Me alegro que no lo hayas aceptado”; me vio con esos ojos hermosos y me preguntó, ¿por qué te alegras?.

     Le respondo, “porque no te quiero para nadie, te quiero para mí”

     En ese momento me dije, listo ya la soltaste, ahora espera el rebote; en su lugar me quedó mirando mientras una lágrima corría por su mejilla.

     No me contuve, le tomé el rostro entre mis manos y limpié esa lágrima con mis labios, mientras le preguntaba:

     ¿Por qué lloras?

     —Amigo, ¿sabes lo que me respondió,?

     “Por años estuve esperando que me dijeras esto, cada vez que se acercaban las vacaciones, te esperaba, añorando el momento que me declararas tu amor y cuando no venías, yo misma me respondía, espera, será para el próximo encuentro.

     Ese fue el momento más feliz de mi vida,  la tomé de la mano y me alejé con ella a un lugar lejos de las miradas de todos, nos besamos, quería retribuir todo el tiempo que pasó sin mis besos, sin mis abrazos; desde allí no la he soltado, estoy con ella hasta que Dios quiera.

     —Y tus padres y los de ella, ¿qué dijeron?

     —Su papá estaba un poco celoso, se negaba a aceptar que su niña consentida se hubiese enamorado, pero en el fondo estaba contento y tranquilo, me vio crecer y sabe que su hija está en buenas manos.

     Por otro lado mi papá me dijo, “ por fin te decidiste a hablar, yo lo sabía, cuando ustedes estaban juntos ese amor les salía por los poros, eso no se puede ocultar, el amor siempre sale a flote”

     —Amigo, que historia tan linda, eso es amor, los felicito a ambos, no permitan que nada ni nadie empañe su relación, cuídala y protégela mucho.

     —Eso hago, la amo demasiado, jamás le haría daño.

     —¿Te puedo hacer una pregunta un poco indiscreta?

     —Sí hazla, aprovecha que estoy en momento de confesiones.

     —¿Ustedes son pareja? Sabes a lo que me refiero.

     —No.

     —¡Wow! Esto no me lo esperaba, amigo te voy a dar un consejo, el día que lo decidan haga que ese momento sea especial, que jamás lo olvide, ese momento tiene que ser único.

     —Sí, eso quiero.

     —¡Oigan, ustedes!, -es Grace quien nos llama- hasta cuándo van hablar, ustedes vinieron a eso o a consentirnos, Brianna y yo nos hemos tomado casi toda la botella de vino y ustedes conversando como dos comadres chismosas.

     —Ya vamos mujer, acaso ustedes son las únicas que saben chismear.

     —Luck es mejor que nos acerquemos a ellas, el deber nos llama.

     Pasamos una tarde-noche encantadora, a la hora de dormir cada uno se va a su camarote; todos están encendidos por el licor, menos yo, Brianna si tomó lo suficiente como para estar muy mareada, con mucho cuidado la tomo en mis brazos, la llevo a la cama, la cubro con una manta, luego me tiendo a su lado y la abrazo, miro por un buen rato su carita dormida, no quiero molestarla, prefiero que  duerma, si la despierto no me voy a poder resistir de besar esos labios y se me pueden volar los tapones, no quiero que nuestra primera noche sea incentivada por el alcohol, además todavía las condiciones no están dadas, tengo que esperar un poquito más.

     

     

     

     

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