¡Gracias por llegar hasta aquí! Les traeré una gran sorpresa en la próxima actualización... ¡Un gran maratón! Así que esperen por ello. La sorpresa será la cantidad de capitulos jiji 🤭❤️ ¡Nos vemos en los próximos caps! un gran beso y un abrazo! ❤️
—¿Gusta de algo, señor Montesinos…? —la pregunta de Guadalupe saca a Gerardo de su ensoñación, así que aparta la mirada de Matías—. ¿Puedo ayudarlo en algo?—No —Gerardo contesta amablemente—. ¿El niño vive aquí?—Sí, señor —Guadalupe se ve nerviosa, dudando de sí decir otra cosa más porque la presencia de Gerardo es demasiado intimidante.Gerardo no sabe si acercar la mano hacia la mejilla del niño. No quiero incomodar al bebé, tampoco molestar a Guadalupe. No está seguro si ella sería capaz de avisarle a Rafael, ya que eso sería problema. Pero es difícil quitar la mirada del hermoso niño. Cabello castaño, piel nívea y grandes ojos verdes expresivos.Gerardo coloca su mano en la cabeza de Matías y con suavidad lo acaricia.Dándose la vuelta, Gerardo termina la pequeña interrupción y entra al auto sin decir nada más.Guadalupe queda desatendida por lo que ve, más de lo que creyó. No había creído que, de ser otra situación u otro momento, hubiese confundido la apariencia de Matías con
Altagracia no se dirige a Villalmar. Considerando que su padre está ahí, no quiere cometer el error de arruinar lo mucho que le ha costado estar en la piel de una mujer qué no es. Por esa razón deja a su caballo en manos de uno de los hombres que está cerca de la hacienda para esperar a Gilberto y partir a la mansión de su madre en la ciudad.Se quita el cabello negro falso de Ximena. Se acaricia el suyo propio sentada en el sofá, con un fuerte dolor de cabeza del cual no escapa. Tantas cosas en su mente qué no sabe si es capaz de ir a la oficina. Ximena necesita mantenerse cuerda.Ella, Altagracia, ¿Está cuerda?Incluso cada momento sin saber nada de su bebé también atosiga. 1 año, cerca de los cinco meses, y su bebé sigue sin aparecer.Los caóticos pensamientos estallan en su contra. Pero lo qué más le duele es haber perdido Los Reyes. Su hogar, su casa, donde creció y por lo que tanto luchó. Esa hacienda es de su bebé, y la perdió. Los Montesinos se apoderaron de ella y ahora Soled
Altagracia la suelta, y Maribel baja las manos, un tanto sorprendida por su reacción. Altagracia se sacude las manos, roja por la ira y por los recuerdos de esa noche, desconfiando de ésta mujer.—Delante de Dios y pidiendo dinero. ¿Cómo sé yo qué no miente? —gruñe Altagracia—. Estoy a nada de mandarla a la cárcel por sospecha.—Tenemos qué ir por partes, señorita Ximena. Sé qué puede dudar, pero yo sólo le estoy diciendo lo qué sé. No más —Maribel acomoda su cartera, carraspeando porque el agarre la asustó tan sólo un poco—. Puede llamarme avariciosa, pero no dejaré qué me llame infame. Hacerle eso a un niño ya sobrepasa los límites de nuestro Dios.—¿Usted me está diciendo que su hermana pudo haber contribuido en la desaparición de ese bebé? ¿Cómo lo prueba? Muestréeme —Altagracia la toma por el codo—. O no la dejaré en paz de ahora en adelante.—Debería calmarse, señorita Ximena. Yo conozco a mi hermana, está lejos de la cordura. Y cuando me dijeron que vivía en un burdel quise bus
Camina de un lado al otro. Con la mano en la cintura y por instantes sintiéndose devastada, Altagracia no para caminar de un lado al otro.El sonido de la puerta llama su atención y de una vez salta a recibir al fiscal Omar, quien llega con Gilberto. Ya es hora de la cena, muy entrada la noche para perder más tiempo. Altagracia estira la mano para estrechar el saludo.—Lamento hacerlo venir a ésta hora pero necesito con urgencias hablar con usted sobre —toma aire—, el hijo de Altagracia Reyes. Sé que usted abrió una búsqueda porque ella se lo pidió.El fiscal Omar se acaricia su mostacho.—Hace un tiempo de eso. Luego de la muerte de la señora Altagracia se estuvo buscando al niño por dos meses: no hubo respuesta. ¿Por qué pegunta ahora eso, señorita Ximena?—Hay alguien, una mujer…qué dice ser hermana de una anciana que noches después llevaba a un bebé cerca de la carretera donde todo ocurrió. Necesita interrogarla, ¡Y necesita buscar a esa mujer!—Un momento, cálmese. Iremos por par
Por un efímero instante Altagracia observa como todo lo que ha creado para recuperarlo todo se derrumba. Con su padre aquí, Roberto, nada volverá a ser igual. Teme. Su cuerpo se inmoviliza.Roberto Reyes tiene estirada su mano como señal de saludo. Altagracia sale de su ensoñación para mirar la mano delante de ella. Sólo ha pasado un par de segundos y cree que es una eternidad.Mirándolo otra vez, Altagracia toma la mano de su padre en un intento de creer que todo está bien y no dejarse influenciar por su miedo.—Es un placer conocerla.Mientras lo oye Altagracia percata de la normalidad en el rostro de su padre. Suelta la mano de Roberto, aún sorprendida de que quizás todo cambie si se atreve a abrir la boca. Pero será más sospechoso si se sigue comportándose así.—Señor Reyes —finalmente carraspea—. El placer es todo mío. ¿En qué puedo ayudarlo? —vuelve a su secretaria—. Puedes dejarnos solos, Gabriela. Muchas gracias.—Si necesita algo sólo avísame, señorita Serrano —la joven cierr
Las palabras de él, sus palabras, vuelven una tormenta su mente.“Tus ojos me traen a la vida.” Altagracia aguanta la respiración.“Mía.” La voz de Gerardo retumba en su mente.Se separa de Gerónimo a los segundos.—Lo lamento, pero no —Altagracia traga saliva, balbuceando. Coloca las manos en su pecho desnudo—. No deberíamos estar haciendo esto. Lo lamento tanto.—No haré nada que no te guste, Ximena.Gerónimo rodea su cintura, atrayéndola hacia él. Altagracia logra sentir otro beso en sus labios.—Eres la mujer más hermosa qué he visto, y no puedo dejar de pensar que por un instante podría ser el hombre más afortunado del mundo al tenerte. Puede qué no lo creas, o creas que soy un tonto, pero sólo me bastó mirarte y darme cuenta qué sí, en realidad…estoy muy loco por interesarme en una mujer cómo tú.—No creo que sea lo indicado. Ni para ti, ni para mí —Altagracia suelta un suspiro desganado, aún con las manos en su pecho—, no sé si pueda abrirme a otro hombre. No ahora.—“¿Otro?” —
Rafael lee algunos documentos sobre la hacienda Los Reyes en la oficina principal. Jamás creyó qué se quedaría en Mérida más de lo que creyó.También está con el mando de gran parte de Compañía Reyes. Todo en sus manos le pertenece a Gerardo. Su hermano tiene una gran influencia en el país. Este escandalo no puede salpicar a Campos Del Valle porque recuperarse de esto tomará más tiempo de lo que costó construirla. Y tampoco puede dejar sola a su propia madre. Es increíble.Deja los papeles de mala gana en el escritorio. Tiene resentimiento con pisar ésta hacienda. Todo lo que tenga que ver con la familia Reyes es un completo no para él.Agarra el teléfono. Marca a Nueva York.No ha hablado con Guadalupe ni con el niño desde que Soledad partió hace unos días a Nueva York. Ella tampoco lo ha llamado de vuelta.“¿Bueno?”—Guadalupe —Rafael menciona—. ¿Cómo está Matías?“¡Señor Rafael!” La expresión de Guadalupe no se tarda en escuchar. “El pequeño Matías está aquí, jugando. Acaba
En la mesa todos están presentes. Azucena no deja de hablar con Rita, y de vez en cuando Altagracia le da una mirada a su abuela, quien con una sonrisa pequeña le demuestra que todo está bien. Pero Altagracia sabe que casi nada está bien. Delante de todos es una desconocida. Y ella misma se siente una desconocida. Como quisiera abrazar a su hermana pequeña y demostrarle que sigue aquí. O simplemente tirar todo y continuar con su vida. Suspira. Es algo difícil de hacer. Mucho está en juego. Y alguien tiene qué rendir cuentas a lo que le sucedió a su hijo y a ella. Se limpia las comisuras con la servilleta, notando la mirada de vez en cuando de Ana. Juan Carlo está en el asiento principal, hablando sin parar. Puede decir con certera que no reconoce a su primo. Pero la soberbia de Juan Carlo no está dentro de su mente ahora. Tiene mucho en qué pensar. —Si me disculpan —se pone de pie, llamando la atención de todos en la mesa. Sonríe a Rita. —¿Ya te vas? ¿No comerás todo tu plat