26. Más y más problemas

La noche se fue tan rápido como ella, y entrada el amanecer, Gerardo jamás estado tan fuera de sí mismo.

Es tan parecida y distinta a la vez.

¿Qué es esto? ¿Un espejismo? ¿Alguna pesadilla? ¿Siquiera está cuerdo?

No fue a dormir anoche a la hacienda. Se quedó en Mérida, en su oficina, para pasar el malestar, la rabia y la incredulidad.

Camina por la oficina de un lado al otro, con las manos en la cintura.

¿Qué está pasando? ¿Acaso nadie es capaz de ver lo que él?

¿Ha perdido la cabeza ya?

—Vaya, no fuiste a dormir —Fernando interrumpe su soledad austera. Entra a la oficina y se toma el tiempo de cerrar la puerta—, supongo que…

—No digas nada —Gerardo finalmente expele. Rabia, dolor, todo se mezcla—, no digas ni una sola palabra. No estoy de humor.

—He de saber una cosa, Gerardo —Fernando se acerca al escritorio. Sólo coloca lo que trae en la mesa—, ¿Sigue en pie tu deseo de volver Los Reyes y Santa María una sola hacienda?

—Sí —Gerardo no titubea al contestar. En su ro
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