131. El tiempo acaba

—¡Gerardo! —Rosa Montesinos sale de la casa a paso desesperado cuando ve a su hijo mayor. Lágrimas de alivio rondan por su rostro, abriendo los brazos para recibirlo—. ¡Gracias a mi Dios!

Sergio suelta la mano de Rosa para correr por más que Victoria trate de detenerlo hacia Gerardo, quien con alivio se agacha para recibirlo.

—¡Papi! —Sergio se abalanza con fuerza hacia sus brazos—. ¡Estás aquí!

—¿Qué haces aquí? ¡Todo salió bien, hijo! Si estás significa que…—Rosa empieza.

—Que le han quitado los cargos, pero me temo que eso no es lo que nos preocupa —Víctor le responde a su madre, ordenando de una vez que descarguen la camioneta en la que han llegado—. Altagracia…

El rostro longevo de Rosa se estremece porque el rostro de Gerardo está ajeno a la felicidad, está completamente impertérrito ante la gran noticia de su inocencia, pero cuando el nombre de Altagracia reluce en sus rostros preocupados y enojados se da cuenta que algo malo está ocurriendo.

—¿Dónde está Altagracia? ¡¿Dónde es
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