*Meses después*—Éste vestido es precioso, Gracia. ¡Tan sólo mírate! —es la dulce voz de Azucena, agachada mientras ayuda a estirar la cola del vestido de su hermana—. Nuestra abuela hizo un hermoso trabajo.—No puedo creer que ya llegó el día. No puedo creerlo —Altagracia se mira en el espejo. Tiene exactamente cuatro meses de embarazo, y su pancita sobresale en el vestido blando de novia hecho por Aleida. Su embarazo le da un toque especial y hermoso al atuendo, y en general, a toda ésta celebración que apenas comienza—. Estoy tan nerviosa.—¿Cómo no lo vas a estar? Si la última vez…Altagracia se echa a reír por el comentario de Rita.—No te preocupes, Rita. Sé que hacer para compensar ese pequeño detalle —Altagracia le guiña un ojo a Rita. Su prima también se echa a reír confidente a la idea clara de Altagracia. Ella vuelve a mirarse en el espejo, vislumbrándose a sí misma y sobre todo a su vientre. Lo acaricia con tal suavidad que teme molestar a su bebé en espera—. ¿Estamos casi
Altagracia creyó que sería una buena idea hacerle una pequeña broma inocente a su marido. Y como lo había sospechado, si funcionó. Al ver la palidez de Gerardo cuando él le devuelve la mirada, Altagracia no evita echarse a reír un poco.Altagracia le sonríe a su abuela mientras se acerca al altar. Es una hermosa imagen ahora porque la última vez fue ella quien la llevó al altar. No Roberto por las indiferencias. Ahora con el beneficio del perdón, es un sueño hecho realidad. Altagracia logra finalmente llegar al altar.—Gerardo —Roberto le habla, mirándolo a los ojos—. Te entrego a mi hija —su padre coloca su mano en la mano de Gerardo—, te entrego a mi hija para que la ames, y la cuides. No le hagas daño, y si ya no la amas, devuélvemela a mis brazos. Estará segura en los brazos de su padre. Mi hija te eligió como su compañero de vida, y mi es deber entregártela como Dios siendo testigo —Roberto hace llorar a más de una persona. Coloca la mano en el hombro de Gerardo—, cuídala.Gerar
Altagracia se acaricia su vientre ya de nueve meses mientras riega el jardín en su hacienda en Los Reyes. Su sonrisa resplandece.Sergio y Matías corretean en el patio junto a ella, divirtiéndose con un cachorro de no menos de cinco meses. Los mira con amor a los dos, y también mira con amor su embarazo. Ya han pasado cinco meses desde que le dijo que Sí Acepto a Gerardo, y su matrimonio ha resultado ser un cuento de hadas.La luna de miel fue por al menos dos días en Acapulco, debido a que Matías y Sergio no paraban de llorar por sus padres. Ambos decidieron que alargarían su luna de miel cuando el bebé naciera. Al igual que los niños, tampoco le agrada estar lejos de sus bebés. Ya casi tres bebés.—Toma, mami —Sergio trae un ramo de dientes de león. Altagracia se agacha a recibirlo.—Oh, mi amor. ¿Para mí?—Y para mi hermanito —Sergio dice—. ¿Cuándo voy a conocer a mi hermanito?—Muy pronto. Ya casi todos vamos a conocer a tu hermanito —Altagracia le toca la punta de la nariz con el
***Ha pasado un mes desde que su hermosa bebé vino a éste mundo.Altagracia la tiene en brazos, amamantándola frente a la playa, sentada bajo una campaña que la protege a ambas. El viaje a la playa en la isla que su esposo le regaló es un hecho. Ésta es la luna de miel de la que hablaban, con sus tres hermosos hijos juntos a ellos, en un paraíso que abunda en amor, en felicidad y en exclusiva ternura.Sus dos hijos varones están armando castillos en la arena, y su padre los acompaña. Altagracia tiene una sonrisa plasmada desde que llegaron a la playa. Gerardo disfruta y juega con sus hijos en una hermosa imagen para Altagracia. Los hombres de su vida en su propio mundo.Mientras ella está junto a su adorada princesa.—Ángela, mi amor —Altagracia besa su cuello—. ¿Quién es la bebé más hermosa del universo?Su hija heredó los ojos verdes de su padre, al igual que Matías. Nació con abundante cabello, de tono caramelo, casi rubio. Es simplemente perfecta. Pese a que dice que su hija se p
Hemos llegado al final de ésta gloriosa historia y sigo sin creerlo. Cada vez que sucede no lo creo, y cuando llega, simplemente me da nostalgia. No puedo creer que haya terminado. Estoy en agradecimiento con los lectores que quisieron y amaron ésta historia como yo hice en escribirla. La amé desde que estuvo en mi mente como una idea. Es irracional el amor que le tengo a ésta historia en particular, y agradezco full todo el recibimiento. Fue un mar de emociones encontradas en todo éste viaje, y como siempre sucede, me entristezco cada vez que le tengo qué decir ádios a mis personajes principales. ¡Gracias! ¡Gracias! El agradecimiento qué tengo es enorme. Gracias por querer mi historia. Cada línea fue hecha con mucho amor y con demasiada dedicación. Agradezco en especial a:Goss FMMiles CuparesPama Hérnandez BraSandra Georgina Osornio LimaCristina AguileraAleKaro OjedaMaribel MarreroIliana FerreiaMi querida Rossi ZamoranoY a todos los lectores que estuvieron presentes en la
Vestida de novia, de pie en el altar y mirando hacia la salida de la iglesia, Altagracia finalmente se da cuenta que su futuro esposo no vendrá.Acaba de dejarla plantada en el altar.Su corazón late con fuerza y las lágrimas en sus ojos se van formando cuando, sin creerlo, sigue mirando la entrada de la iglesia y así creer que esto es una broma. Una completa broma de mal gusto.Tiene el ramo de flores blancas, tiene su velo, tiene su vestido hermoso, éste sería el día más feliz de su vida, lo creía ésta mañana cuando se levantó. Ahora aquí, con todas las personas mirándola y dándose cuenta de éste horror, Altagracia no puede ni siquiera respirar.Humillada. Completamente humillada. Su corazón se quiebra en mil pedazos cada vez que mira hacia la puerta. No hay nadie. No viene nadie. No entra a nadie.El hombre de sus sueños acaba de dejarla plantada frente a todo el mundo.Altagracia se traga el sollozo, parada frente a un centenar de personas que ya empiezan a verla con lástima. No.
—Aquí están los papeles, señor Montesinos. Los papeles de la hacienda “Los Reyes.” —en la corporación “Campo Del Valle”, un hombre en sus cincuentas le entrega las tan esperadas escrituras a su jefe.El magnate más poderoso de la región de Yucatán y uno de los hombres más millonarios de todo México está sentado en su puesto en la oficina de reuniones. Recibe el papel, mirando con desdén el nombre “Los Reyes.” Lo lanza al escritorio. Su mirada cambia a una calculadora, mirando hacia la ventana. Ojos gravemente fríos se quedan en el cielo de la ciudad de México, y mueve la mano.El hombre que está acostumbrado a tener el mundo a sus pies. Nunca objetado. Siempre teniendo razón sobre todas las cosas.—¿Todo está listo?—Todo, señor Montesinos. La firma es la elegible de la señorita Reyes. El documento especifica que le da a usted todos sus bienes y toda su herencia. No es falsificada como los abogados creyeron, no. Es la firma real de su…—el hombre se calla, relamiéndose los labios.—No
—Es increíble que hayas deshonrado así a nuestra familia. ¡Le diste todo a ese hombre! ¡Todo, Altagracia! ¡Gerardo Montesinos se apoderó y es dueño de todo lo nuestro por tu culpa!Altagracia abraza a su hijo con fuerza, oyendo las horribles palabras que suelta su abuelo contra ella. Ya ni puede recordar la última vez que escuchó algo tan horrible como esto. No puede imaginar lo que sucederá de ahora en adelante porque lo que sale de la boca de su abuelo le quita lo que queda de fuerzas.—¡No quiero verte más, Altagracia! No mereces llevar el apellido Reyes. ¡¿Cómo se te ocurre hacer algo así?! ¡¿Cómo?!—Basta, abuelo —Azucena se arrodilla para abrazar a su hermana—, ¿No estás viendo que tiene a un pequeño en sus brazos?—¡Eso es imposible! ¡Ésta niña jamás tuvo una barriga como para decir que estaba embarazada! —exclama el abuelo de Altagracia señalando con el dedo—, ¡Otra de sus mentiras!—Es verdad. Altagracia acaba de dar a luz a un niño. Estos embarazos son crípticos, la madre no