Capítulo251
Eduardo no acomodó a Raulito en su antigua habitación. Aunque todo había sido renovado, temía que le trajera de nuevo a la mente esos recuerdos tan dolorosos. Por eso, decidió que él y Isabella se mudaran a las habitaciones junto al jardín. Al fin y al cabo, el lugar era lo suficientemente amplio como para que ambos vivieran cómodamente.

Eduardo pensó que, después de todo lo que había pasado, Raulito necesitaba que Isabella estuviera a su lado.

Raulito, aún sin cumplir formalmente los siete años, y al ser un ya varoncito vivir con su tía no era algo inapropiado. Al menos, hasta que pasaran los primeros meses y, cuando Isabella se casara, ya podrían decidir qué hacer después.

Una vez que Raulito estuvo instalado, Isabella convocó a todos en el salón auxiliar y pidió a al mayordomo Eduardo que enviara a alguien a informar a Hermenegildo, Ignacio y a la casa de los Conrado.

—Dentro de unos días, cuando Raulito se siéntese mejor, lo llevaré a saludar a todos uno por uno —dijo.

—Si en la ca
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