Capítulo256
Después de varios intentos de reanimarla, entre pellizcos en las manos y masajes en las sienes, lograron que la abuela despertara.

Al abrir los ojos, todavía lloraba.

—¡Dios mío! ¿Por qué permites que los niños del mundo sufran tanto? Toda la familia Díaz de Vivar ha sido masacrada. ¿Por qué las cosas tienen que ser así? ¡El destino es tan injusto y tan cruel!

Isabella no podía soportar escuchar esas palabras. Rápidamente salió al exterior. Durante todo ese tiempo, las lágrimas parecían no dejar de brotar. Antes, lograba contenerlas, pero ahora, todo lo que había reprimido parecía fluir sin control.

Mientras tanto, Raulito fue llevado para que conociera a todos uno por uno y finalmente a la habitación de la señora mayor.

Por suerte, le habían dado la medicina para el corazón con antelación. Al verlo convertido en un niño mudo y cojo, no pudo evitar llorar desconsoladamente. Su nieto, que había sido tan saludable y regordete, ¿cómo podía haber terminado así?

Este niño había sido criado
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