Ignacio aceptó que su esposa se encargara del asunto, pero en su corazón tenía objeciones al respecto.En su momento, todos admiraban enormemente a Theobald y Desislava. Por lo que se depositaban muchas esperanzas en ambos.En las filas del ejército se cantaban alabanzas sobre su amor. Sentían compasión y admiración por Desislava, quien, siendo una destacada general que había conseguido grandes méritos, aceptó ser solo una esposa secundaria.También elogiaban a Theobald, diciendo que, aunque sentía un profundo amor por la General Desislava, nunca olvidó a su esposa principal y luchó por asegurarle a Desislava la posición de esposa secundaria.La victoria en villa Desamparada cegó a todos, y no les permitió ver más allá de esto. Pero disipada la euforia, poco a poco, comenzaron a darse cuenta de que esas historias llenas de belleza escondían mucha suciedad.Y al final se dieron cuenta de que aquella esposa principal, Isabella, era incluso más destacada que Desislava. Entonces recordaro
La familia Conrado se sintió perpleja al escuchar la noticia. ¿Qué buenas nuevas podría enviar el Rey Benito sobre la familia Conrado?Viendo las miradas de duda de los presentes, Tomas continuó diciendo:—El Rey Benito encontró en villa hojarasca a un pequeño mendigo cuyo rostro se parecía mucho al del niño Raulito Díaz de Vivar. Lo llamó "Raulito" sin pensar mucho, y para su sorpresa, ese pequeño mendigo reaccionó...Soleado sintió que la historia era absurda y lo interrumpió:—Tomás, con todo el respeto que ustedes se merecen no les parece atrevido esto. ¿el Rey Benito vio a alguien que se parece a Raulito y envió una carta a su hermano, Su Majestad para informarle? ¿Qué intenta con todo esto? Parecerse no significa ser Raulito. ¿Qué clase de buenas nuevas son estas para informar al Rey?Ellos estaban molestos al escuchar semejante delirio sin fundamento.Raulito era una herida en el corazón de la familia Conrado, especialmente para la matriarca, que no podía soportar escuchar tales
¿Pero cómo podría semejante cosa ser verdad?Seguro que era falso.Todos se sentían incómodos, pero también compadecían a Isabella. Si fue llena de esperanzas, seguramente se decepcionará cuando llegase y se encontrase con la verdad.No, el criado Tomas habia dicho que pronto llegarán a la capital. ¿Significa eso que en serio ha traído a ese pequeño mendigo creyendo que es Raulito?¿Qué clase de decisión era esa? Justo cuando pensaban que era una persona prudente, ahora parece que ha actuado sin sentido.Isabella salió de la capital durante el festival de media luna. Cuando regreso el clima era fresco, un muy buen día.Los soldados que custodiaban las puertas de la capital se sorprendieron al ver que el cochero era el propio Benito. ¿Qué clase de personas viajarían en la carreta conducida por el Benito?Por supuesto, la carreta del Benito no necesitaba inspección alguna y fue inmediatamente autorizada para pasar. El carruaje se dirigió directamente a su hogar.Al llegar, Benito le dijo
Eduardo no acomodó a Raulito en su antigua habitación. Aunque todo había sido renovado, temía que le trajera de nuevo a la mente esos recuerdos tan dolorosos. Por eso, decidió que él y Isabella se mudaran a las habitaciones junto al jardín. Al fin y al cabo, el lugar era lo suficientemente amplio como para que ambos vivieran cómodamente.Eduardo pensó que, después de todo lo que había pasado, Raulito necesitaba que Isabella estuviera a su lado.Raulito, aún sin cumplir formalmente los siete años, y al ser un ya varoncito vivir con su tía no era algo inapropiado. Al menos, hasta que pasaran los primeros meses y, cuando Isabella se casara, ya podrían decidir qué hacer después.Una vez que Raulito estuvo instalado, Isabella convocó a todos en el salón auxiliar y pidió a al mayordomo Eduardo que enviara a alguien a informar a Hermenegildo, Ignacio y a la casa de los Conrado.—Dentro de unos días, cuando Raulito se siéntese mejor, lo llevaré a saludar a todos uno por uno —dijo.—Si en la ca
Isabella sabía perfectamente cuánto dolía que le rompieran un hueso. De niña, también había sufrido fracturas.Aunque existían decocciones para aliviar el dolor , el dolor seguía siendo inevitable.Después de sentir lástima por un momento, Isabella volvió a preguntar:—¿Y los venenos que consumió antes? ¿Cómo está con eso ahora?El doctor Dagel respondió:—Ese tipo de sustancia, son opioides, una vez ingeridos, generan adicción. Pero, según veo, está en buen estado. ¿Tuvo alguna crisis en el camino de regreso a la capital?Isabella recordó el viaje. Al parecer, él sí había tenido una crisis, pero la soportó. En los días posteriores, y hasta ahora, no había mostrado señales de recaídas. Respondió:—No tuvo muchas crisis. La última vez que ocurrió, logró controlarse.—Por cierto, Benito me comentó que, cuando estaban en villa Luz, él tuvo una crisis muy fuerte. Se daba el mismo contra las paredes y hasta intentó hacerse daño. Pero cuando llegué, ya no vi ese tipo de episodios.El doctor
Mientras despedía al doctor Dagel, este suspiró y dijo:—Ser capturado por traficantes de personas es, por supuesto, una desgracia. Pero evitar aquella masacre que acabó con toda la familia también podría considerarse una suerte dentro de toda la desgracia acaecida.Isabella, sin embargo, no pensaba lo mismo.Si en ese momento Raulito hubiera llevado los dulces a la casa de los Vogel, seguramente ella misma lo habría llevado de regreso. Tal vez incluso se habría quedado allí esa noche.Cuando los espías llegaron a matar, si ella hubiera estado presente, aunque no pudiera salvar a todos, al menos no habrían matado a toda la familia entera.Por eso, ahora odiaba a esos traficantes de personas con toda su alma.Solo deseaba que pudieran darle su merecido a todos, sin dejar escapar a ninguno.Después de despedir al doctor Dagel, Isabella ordenó que prepararan un carruaje. Primero llevaría a Raulito al palacio para presentarlo ante el Rey y la Reina Madre, y luego irían a la casa de los Con
Al salir, Isabella llevó a Raulito en el carruaje hacia la casa de los Conrado.Ya era casi el anochecer, y los hombres de la familia Conrado seguramente ya habrían regresado de sus labores.Dentro del carruaje, Raulito escribió en la palma de la mano de Isabella:—¿Vamos a la casa de mis abuelos maternos?Isabella asintió y dijo:—Sí, vamos a la casa de tus abuelos. ¿No los extrañas?Raulito asintió y escribió una sola palabra:—¡Sí!Sin embargo, su expresión mostraba preocupación.Los niños son sensibles. Raulito había oído que los Conrado no creían que estuviera vivo y sentía que tal vez no querían verlo.Isabella, al notar su inquietud le dijo a manera de consuelo:—Raulito, no te preocupes. Tu abuelo, abuela y tíos te extrañan mucho. Solo que no creen que sigas vivo. Pero cuando te vean, estarán muy felices.Raulito, recostado junto a su tía, levantó ligeramente su delgada barbilla y abrió la boca, intentando emitir algún sonido, pero no lo logró, lo que lo dejó algo desanimado.N
Isabella sabía que había un malentendido, y aunque antes decía que lo entendía, en realidad no lo comprendía del todo.Al igual que cuando recibió la carta de Benito, partió inmediatamente hacia villa Luz, incluso cuando durante todo el camino trataba de convencerse de que no debía hacerse ilusiones, no pudo evitar querer verlo con sus propios ojos.Por eso, al escuchar nuevamente las palabras de Soleado, sintió algo de enojo. Se giró, levantó la cortina y tomó a Raulito en brazos, colocándolo frente a Soleado, y dijo fríamente:—Al menos ten la dignidad de míralo a los ojos. Durante todo el camino hasta aquí, Raulito estaba muy preocupado y me escribió en la palma de la mano que temía que ustedes lo despreciaran. Yo lo consolé diciéndole que no sería así.Soleado mostró resistencia a este gesto, pero instintivamente miró al niño que Isabella sostenía en brazos.Con solo una mirada, supo que estaba equivocado.Y con solo una mirada, su respiración casi se detuvo.Era demasiado parecido