Después de que Raulito se quedara profundamente dormido, Isabella fue a buscar a Benito y le entregó las hojas que Raulito había escrito.Benito, al leerlas, sintió una mezcla de emociones complejas. ¿Se parecía tanto a los traficantes que habían maltratado al niño? Quizás sí. Tras tantos años en el campo de batalla, su cuerpo emanaba una energía intimidante.Suspiró profundamente y dijo — Habrá que ir poco a poco. Intentaré ser más amable y sonreírle más.El niño necesitaba curación, tanto física como emocional.— Este viaje ha sido muy duro para usted — dijo Isabella, profundamente agradecida. Su gratitud hacia Benito era tan grande que no podía expresarla solo con palabras.Sin embargo, había algo que debía dejar en claro. Sacó una horquilla, avivó la mecha de la lámpara, y la llama iluminó la habitación, reflejándose en su rostro demacrado y sus labios pálidos.Habló con calma — En el estado en el que está Raulito, al menos durante los próximos años no podré separarme de él. Si nue
Finalmente, al alojarse en una posada, cuando Benito extendió la mano para ayudar a Isabella a bajar del carruaje, Raulito reunió todo su valor, bajó del vehículo temblando y se colocó entre ambos, extendiendo los brazos para proteger a su tía. Su mirada estaba llena de hostilidad hacia Benito.Raulito temblaba de pies a cabeza; sus delgadas piernas parecían incapaces de sostenerlo y sus labios temblaban mientras emitía sonidos ahogados para intentar alejar a Benito.Benito e Isabella intercambiaron miradas de pregunta por lo que estaba sucediendo. ¿Qué estaba pasando?—¡Caramba ya sé por qué! —exclamó Isabella, golpeándose la frente al recordar algo. Raulito no sabía que ya no era la esposa de Theobald, ni que estaba comprometida con Benito.Esa noche, la tía y el sobrino se sentaron juntos en la cama para hablar.Isabella sabía que ya no podía tratar a Raulito como a un niño pequeño. Después de haber sobrevivido en las calles como mendigo, entendía muchas cosas. Solo era cuestión de
Al día siguiente, Benito parecía renovado, aunque tenía unas ojeras bien marcadas.Isabella no entendía cómo lo hacía: claramente no había dormido bien, pero aun así lucía tan radiante y lleno de energía, su rostro y ojos brillaban con mucha vitalidad.Después de platicar con Raulito la noche anterior, ahora él niño ya no le tenía tanto miedo ni recelo. De vez en cuando, levantaba la cortina del carruaje para espiarlo desde atrás.¿él era un gallardo como su abuelo? Entonces, sin duda, debía ser un varón muy fuerte. Alguien que podía luchar contra cualquier embate enemigo.No debía entonces por que tenerle miedo.Raulito se repetía esto en su mente todo el camino. Poco a poco, comenzó a ver a Benito como a sus fallecidos abuelo y padre. Además, él sería su futuro tío político, era entonces familia.Cuando llegaron a villa Hojarasca, Raulito ya se atrevía a hacer gestos con las manos a Benito, y permitirle que le tomara la mano para llevarlo a comprar bombones.Isabella observó este cam
Ignacio se limpió las lágrimas y exclamo.—Con que esté vivo, con eso basta, pero lo siento por perder la compostura hace un momento.—Yo también casi pierdo la mía, no se preocupe usted por eso. ¿Quién no estaría contento al saber semejante noticia? —el Rey sonrió con alegría. Entonces, como recordando algo, ordenó rápidamente: —Tomasito, ve tú mismo a la casa de los Conrado o busca a Soleado Conrado para contarles las buenas nuevas. Que ellos también se alegren.Tomas, que estaba limpiándose las lágrimas, escuchó la orden y respondió de inmediato:—Sí, Su Majestad. Ahora mismo voy.Tomasito salió muy contento. Que la familia Díaz de Vivar tuviera descendencia lo alegraba sinceramente. La madre de Isabella había sido muy bondadosa con él, y nadie deseaba más que él el bienestar de la familia.Ignacio, observando cómo se iba, se sintió profundamente conmovido. Aunque aún tenía muchas cosas por hacer, no tenía prisa por volver a trabajar.—Majestad, la batalla luchada en villa Desampar
Ignacio aceptó que su esposa se encargara del asunto, pero en su corazón tenía objeciones al respecto.En su momento, todos admiraban enormemente a Theobald y Desislava. Por lo que se depositaban muchas esperanzas en ambos.En las filas del ejército se cantaban alabanzas sobre su amor. Sentían compasión y admiración por Desislava, quien, siendo una destacada general que había conseguido grandes méritos, aceptó ser solo una esposa secundaria.También elogiaban a Theobald, diciendo que, aunque sentía un profundo amor por la General Desislava, nunca olvidó a su esposa principal y luchó por asegurarle a Desislava la posición de esposa secundaria.La victoria en villa Desamparada cegó a todos, y no les permitió ver más allá de esto. Pero disipada la euforia, poco a poco, comenzaron a darse cuenta de que esas historias llenas de belleza escondían mucha suciedad.Y al final se dieron cuenta de que aquella esposa principal, Isabella, era incluso más destacada que Desislava. Entonces recordaro
La familia Conrado se sintió perpleja al escuchar la noticia. ¿Qué buenas nuevas podría enviar el Rey Benito sobre la familia Conrado?Viendo las miradas de duda de los presentes, Tomas continuó diciendo:—El Rey Benito encontró en villa hojarasca a un pequeño mendigo cuyo rostro se parecía mucho al del niño Raulito Díaz de Vivar. Lo llamó "Raulito" sin pensar mucho, y para su sorpresa, ese pequeño mendigo reaccionó...Soleado sintió que la historia era absurda y lo interrumpió:—Tomás, con todo el respeto que ustedes se merecen no les parece atrevido esto. ¿el Rey Benito vio a alguien que se parece a Raulito y envió una carta a su hermano, Su Majestad para informarle? ¿Qué intenta con todo esto? Parecerse no significa ser Raulito. ¿Qué clase de buenas nuevas son estas para informar al Rey?Ellos estaban molestos al escuchar semejante delirio sin fundamento.Raulito era una herida en el corazón de la familia Conrado, especialmente para la matriarca, que no podía soportar escuchar tales
¿Pero cómo podría semejante cosa ser verdad?Seguro que era falso.Todos se sentían incómodos, pero también compadecían a Isabella. Si fue llena de esperanzas, seguramente se decepcionará cuando llegase y se encontrase con la verdad.No, el criado Tomas habia dicho que pronto llegarán a la capital. ¿Significa eso que en serio ha traído a ese pequeño mendigo creyendo que es Raulito?¿Qué clase de decisión era esa? Justo cuando pensaban que era una persona prudente, ahora parece que ha actuado sin sentido.Isabella salió de la capital durante el festival de media luna. Cuando regreso el clima era fresco, un muy buen día.Los soldados que custodiaban las puertas de la capital se sorprendieron al ver que el cochero era el propio Benito. ¿Qué clase de personas viajarían en la carreta conducida por el Benito?Por supuesto, la carreta del Benito no necesitaba inspección alguna y fue inmediatamente autorizada para pasar. El carruaje se dirigió directamente a su hogar.Al llegar, Benito le dijo
Eduardo no acomodó a Raulito en su antigua habitación. Aunque todo había sido renovado, temía que le trajera de nuevo a la mente esos recuerdos tan dolorosos. Por eso, decidió que él y Isabella se mudaran a las habitaciones junto al jardín. Al fin y al cabo, el lugar era lo suficientemente amplio como para que ambos vivieran cómodamente.Eduardo pensó que, después de todo lo que había pasado, Raulito necesitaba que Isabella estuviera a su lado.Raulito, aún sin cumplir formalmente los siete años, y al ser un ya varoncito vivir con su tía no era algo inapropiado. Al menos, hasta que pasaran los primeros meses y, cuando Isabella se casara, ya podrían decidir qué hacer después.Una vez que Raulito estuvo instalado, Isabella convocó a todos en el salón auxiliar y pidió a al mayordomo Eduardo que enviara a alguien a informar a Hermenegildo, Ignacio y a la casa de los Conrado.—Dentro de unos días, cuando Raulito se siéntese mejor, lo llevaré a saludar a todos uno por uno —dijo.—Si en la ca