Capítulo240
Isabella tomó al niño de los brazos de Benito, abrazándolo con fuerza contra su pecho.

El niño, extremadamente delgado, parecía solo piel y huesos, tan frágil y vulnerable que su miseria le partía el alma. Su cuerpo desprendía un olor a podrido.

Pero Isabella lo abrazó como si fuera el tesoro más preciado del mundo, dejando que las lágrimas cayeran libremente por su rostro.

El niño no luchó. Parecía una pequeña ave indefensa, atrapada en los brazos de Isabella. Las lágrimas de ella corrieron por su cara sucia, dejando dos líneas amarillentas en su piel cubierta de mugre.

La ferocidad que había mostrado hacia Benito desapareció. Ahora, el niño estaba completamente quieto, como un muñeco de trapo, sin mover ni siquiera los ojos, aunque las lágrimas seguían cayendo de ellos.

Benito, al ver la escena, finalmente pudo confirmar lo que había sospechado: este niño era un miembro de la familia Díaz de Vivar. Era la sangre de los suyos.

Sin embargo, se preguntaba cómo el niño había escapado ini
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