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—¡Joder hasta que por fin!.

—Me pregunto a qué le llamas discreción imprudente del infierno. ¿Crees que te faltó un poco más de explosivo?.

Me aburro escuchando las quejas de Sánchez mientras papá revisa el arsenal de armas que hemos traído, específicamente robado de los italianos y se le reconoce que tenían buenos ejemplares, pero no es nuevo, me robe lo mejor que tenían y pronto será mi esposa.

El mexicano insiste en que si hubiésemos hablado con mi mujer, ella misma hubiese dado la orden de que tengamos ese armamento, pero no la pienso molestar así que por eso hemos explotado todos esos lugares que al final de cuentas no sirve de nada, la casa donde ella nació y dónde encontramos el cuerpo podrido de Giovani Maranello, era verdad que la demente de Benedetta lo mató, por lo que leímos en la carta que puso muy sentimental y furiosa a mi rubia, el padre le pedía perdón por no haberla cuidado, le decía lo orgulloso que sentía de ella, a pesar de sus errores, Flaviana siempre fu