La Sangre Manda
La Sangre Manda
Por: PeltaBelten
INTRO

ELLA

La enorme caja de madera labrada tenía teñida una rosa carmesí en la tapa,las hermosas filigranas cubiertas en oro representaban a una bestia enfrentándose a otra. La cerradura tenía un rubí, que apenas asomaba de un diseño en forma de capullo. Era en realidad una llave de sangre.

Acaricie la tapa hasta llegar al capullo, tenía miedo de tocarlo. Sabía que la llave de sangre era un compromiso de por vida. El monstruoso hombre que me lo envió como regalo sabe que estoy entre la espada y la pared.

- Señora…..- la voz a mi espalda fue apenas un susurro. Cuando gire, me encontre con una pequeña mujer de cabello castaño que vestia de

negro, era apenas un sencillo vestido negro con un fajo del que colgaba un hermoso reloj de bolsillo.

- ¿A qué nos enfrentamos Zhara? - dije después de un suspiro.

- A una bestia hambrienta de sangre y sexo; que en lo personal no me molesta Mi Señora.. - la sonrisa de la joven era contagiosa, una travesura implícita. Se me escapó una risita también. El escalofrío que le siguió llegó hasta mis pezones.

Había visto al macho solo una vez; era enorme y bien entrenado. Era una bestia, otra especie completamente diferente. Pero si queremos paz alguien debía poner el ejemplo, la bestia fue la primera en dar el paso, mandó un séquito a negociar un acuerdo de paz.

Me aseguraron que todo estaría bien, esta guerra de especies se había extendido por siglos, varias generaciones se habían desvanecido. Tantas almas perdidas. Yo había visto de primera mano la destrucción. Todavía recuerdo los campos bañados en sangre, los cuerpos mutilados. Solo quería descansar. Dibuje el contorno del capullo con el dedo, dudosa de abrir el sello. Pero era esto o aceptar la ruina de la familia. No quería arrastrar a nadie más en esta espiral de destrucción.

- Zhara…. - dije finalmente, ya cansada de toda esta lucha sin sentido.

- Si, Mi señora…-

-Diganle que acepto…- presione el dedo contra el pequeño rubí, hasta que su afilado borde abrió la piel y la sangre oscura baño el capullo. La magia de sangre se encargó de abrir el capullo hasta mostrar el precioso rubí incrustado en una rosa que ahora era carmesí. La madera no era mi pasión pero aceptaba que esta caja había sido bellamente trabajada para ser un regalo. El monstruoso hombre no era nada discreto.

Cuando la rosa se volvió tan carmesí que brillaba de manera irreal, el seguro se abrió. Mire la pequeña herida en el dedo, ya se había comenzado a cerrar; la piel pálida desvío mi atención a mi nudillo. Era delgado, nervoso y aterrador.

Rápidamente aparté la mirada y abrí la tapa. Dentro de la caja había una Moharra de plata, con un grabado caligráfico. La llave goteo la sangre dentro de la caja impregnando el grabado y así lo supe.

- M****a…. - dije quedamente, la joven que me acompañaba se acercó rápidamente, la escuche contener el aliento ruidosamente. - Es lo que

creo que es ... - estaba sorprendida a muchos niveles.

- Si Mi Señora, es justo lo que es…- ambas nos miramos y luego volvimos a ver la punta de la lanza de plata que ahora había sellado un pacto con su Maestra. Era la Lanza de Sangre, le había pertenecido a mi familia desde sus orígenes. Se decía que había sido forjada con el alma del primer vampire Señor de la Casa; lo que era estupido porque yo estaba segura que no teníamos alma alguna.

Hace años la habían robado en un ataque a la casa de mis padres, junto con otras reliquias. La Sangre forjaba un pacto que concede poder a su Maestro, pero solo la sangre más pura le podía ser entregada. Es por eso que mi familia era su dueña.

-El mensajero afirmó que es una muestra de la buena fe, fue recuperada por el Alfa y se la entrega como dote… – cuando voltee a ver a Zhara, me quedó claro que todo mi séquito estaba desesperado porque aceptara este acuerdo.

Asi que lo hice, camine hacia la ventana y mire atraves de las cortinas, en la planta baja pude ver a varios hombres enormes vestidos de negro que parecian mercenarios. Algunos cargaban cajas ricamente decoradas mientras que otros platicaban entre ellos.

- Bien Zhara, terminemos con esto…- Su sonrisa fue radiante y llena de dicha, salvaría a los mios y por fin podría descansar.

EL

El bosque siempre me había hecho sentir en casa, me gustaba sentarme en este viejo tronco y observar la vida. Todo era pacifico en las montañas, sentí el móvil vibrar en mi bolsa; me quite el guante de piel usando los dientes y metí la mano en el enorme abrigo de caza para sacar mi móvil. En la pantalla había un mensaje “Está hecho”.

Mire la pantalla intentando sacarle mas informacion, asi de facil había cambiado el destino de miles de personas. Sin empuñar un arma, sin destruir ninguna empresa o matar a alguien.

Así pase de dirigir una de las empresas más grandes de telecomunicaciones a ser un príncipe azul improvisado. Guarde el móvil en la bolsa y tome el guante para examinarlo unos momentos.

Hacía tiempo que no sentía el frío, usaba guantes porque era un maldito pretencioso. Cada vez que tocaba a alguien podía sentir sus deseos; deseo de poder, deseo de dinero hasta deseo carnal.

Odiaba ser tocado.

Pero el hedor era lo peor.

Mientras me ponía nuevamente el guante, sentí el suave roce de la tela fría. Y la recordé. La mujer de hielo, tan pálida como un campo nevado. Con hermosos ojos oscuros y su olor. Estaba duro y me removí en mi lugar, la recordaba y me inquietaba más. Su fragancia me hizo querer meter la mano y tomarme la polla con fuerza hasta arrancarmela. Que estaba mal conmigo, era un maldito enfermo. Pero este lugar, mi lugar, mi santuario; olía a ella.

Ella olía a mi lugar.

Olía a la suave brisa que baja de las montañas después de una reciente nevada. Fresca y salvaje. De ese frío que te hacía envolverte en una manta y acurrucarte ante el calor de la fogata, tomando algo caliente y pasando el tiempo con alguien especial. Olía a Hogar.

Y no lo resistí, me quité los guantes todo frenético y me apreté la polla. Estaba tan duro que no podía respirar y mi corazón latía desbocado buscando

liberarse. Y cuando una suave brisa trajo ese olor único, no solo apreté la polla con más fuerza, me vine de inmediato.

Maldije para mi interior, cómo era posible. Me solté la polla decepcionado, seguía duro y ahora también estaba sucio. Levanté la vista al cielo, que estaba cargado de nubes grises que presagiaban otra nevada. Solo quería ir a casa y meterme a la tina, ahogarme en algún licor barato y luego, si podía dormir.

Pero solo pensaba en la mujer de hielo.

- Esto es terrible…..- suspire pesadamente y me puse en pie, sentí como todo mi líquido se pegaba a mi ropa interior, era incomodo.

Entonces tomé los guantes y los acaricie con el pulgar. Mi familia peleaba desde hace siglos contra los salvajes, pero también contra los

rebeldes incluso contra otras especies. No todos estaban de acuerdo con la adaptación. Pero el mundo humano ya había superado nuestras

fronteras. Los avances tecnológicos y médicos nos habían dejado sin lugar a donde ir. Era difícil ocultar nuestra naturaleza.

Esa mujer lo había hecho bien desde hace décadas, Su nombre era conocido y su poder no se podía poner en duda, había logrado derrotar a varios clanes rebeldes y salvajes, logró negociar tratados de adaptación y todo con su dinero; su Casa está abiertamente en bancarrota, pero ella seguía inyectando su dinero para hacer las cosas bien. Por eso era odiada, había sido blanco de

varios ataques y asesinatos. Solo se había visto su rostro en público durante un evento de gala en Viena. Un solo evento en 15 años.

Ella tenía algo que yo quería y yo tenía el recurso.

Porque negociaba un acuerdo, las especies odiaban la guerra más que a sus enemigos. Perder a un ser amado por una guerra sin fin era el motivo por el cual dedicaba un día a la semana a escuchar a aquellos que venían a buscar mi ayuda. Desde hace 10 años lo hacía. Ese era mi deber como Rey Alfa.

Cuando el móvil volvió a vibrar, lo saque rápidamente y lei en la pantalla un mensaje “Ella ha Aceptado” seguido de una fotografía. No llevaba el velo que ocultaba su rostro y su cabello gris caía en gruesas ondas sobre sus hombros. Ella miraba a través de una ventana y sus oscuros ojos a contraluz revelaban la verdad.

Eran de un tono ámbar tan intenso que parecían

dorados. Su piel era blanca como nieve y sus labios de un intenso rojo parecían brillar como caramelo líquido. Ella era la más pura de su línea, la última Señora de la Casa Vampire.

- Hola querida esposa…- dije entre dientes mientras me apretaba nuevamente la polla con fuerza.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP