《EIZA 》
Suspiro antes de tocar el timbre de la imponente casa frente a mis ojos. Al parecer, Kadir vive bien. Suelto un bufido mirando a Lucía, quien me observa apenada, con deseos de preguntarme miles de cosas.
—Pregúntame lo que quieras, Lucía.
—¿Por qué haces esto? Si lo viste con otra y me imagino que se comportó como un imbécil cuando lo encaraste, no deberías venir a humillarte —declara ella, sujetando mi mano. Suavemente quito su mano y dejo escapar un suspiro antes de mencionarle la situación en la que ahora estoy metida, lamentablemente.
—Lucía, estoy embarazada de Kadir y él no quiere responder. Me ha pedido que lo aborte. ¿Crees que esto está bien? Al menos sus padres deberían saber que van a ser abuelos. —Lucía se queda mirándome, conmocionada por mi confesión, negando con la cabeza, desorbitada.
—Eiza, ¿estás embarazada? Amiga, ¿no te cuidaste? —expresa bajando la cabeza.
—Fueron dos veces. Sin embargo, no sé qué sucedió, me cuidé. La segunda vez se rompió el preservativo según él, pero tomé precauciones, y ahora no sirvió de nada. ¿Sabes que el muy perro me pidió que abortara? Me pregunto si es humano. Y lo peor de todo esto es que si mis padres se enteran, me van a echar de la casa. Tú más que nadie los conoces. No sé qué hacer. -Mi voz se quiebra al no saber qué hacer.
—Lamento este acontecimiento, no sé qué decirte. Y en cuanto a Kadir, resultó ser el patán que te comenté cuando me dijiste que serías novia de él. —Asiento encogiendo los hombros. Toco el timbre de la residencia. Mi corazón late frenéticamente al ver que aparece la señora de servicio.
—Buenos días, señoritas. ¿En qué les puedo ayudar? —cuestiona la amable señora. Espero que los padres de Kadir sean personas comprensivas.
—Quisiera conversar con los padres de Kadir —le digo, dedicando una sonrisa falsa.
—¿De parte de quién, señorita?
—Me llamo Eiza, la novia de Kadir.
La señora me queda mirando sorprendida, para luego desaparecer por el recibidor. Mis manos sudan por los nervios.
—Esperemos que te reciban y hablen con Kadir, quizás para que se casen. —Miro incrédula a mi amiga. Casarme con ese imbécil después de cómo me trató, eso sí que no lo haría. Lo que sí deseo es que tenga los pantalones bien puestos y se haga responsable. Ya lo demás no me importa.
Dejamos de conversar al ver a la señora de servicio venir hacia nosotras. A su lado aparece una señora muy elegante.
—Buenos días, señora —Saludé formalmente.
La señora me observa arrugando la frente, con gestos de asombro.
—¿Quién eres y qué es lo que quieres?—inquiere con tono molesto.
—Espero me disculpe, pero soy la novia, bueno, la exnovia, ya que hace una semana su hijo me dejó al darse cuenta de mi embarazo. —La señora tapa su boca sorprendida, negando con evidente molestia.
—¿Embarazada de mi hijo? No lo creo, él tiene su prometida desde hace mucho tiempo. No creo, ¿no será que te estás confundiendo, niña? —declara malhumorada.
—Me disculpa, señora, sin embargo, fui su novia y ahora quiero que él se haga cargo, ya que se negó a responsabilizarse. Él sabe más que nadie que solo he estado con él. Su hijo es un sinvergüenza; incluso me pidió que abortara… —agrego con la voz temblorosa.
—Eres una insolente. ¿Cómo vienes a mi casa a hablar mal de mi hijo Kadir? —grita la señora. Mi corazón empieza a latir fuertemente.
—Lamento que no me crea, sin embargo, su hijo es un maldito imbécil —no termino de hablar cuando siento una fuerte cachetada que me propina la señora. Mis lágrimas brotan desesperadas. Lucía me aleja de ella.
—¿Vienes a mi casa para que resuelva tu problemita? Es cosa tuya, así que lárgate de una vez. No entiendo qué clase de fichita eres.
La miro con furia, mis ojos arden por el enojo. Cuando quiero decirle las verdades de su hijo, veo que Kadir aparece en su motocicleta. Rápidamente me jala del brazo, gritándome de la peor manera.
—¿Cómo te atreves a venir a mi casa? Eres una loca. Claro, como no te quise hacer caso vienes a inventar lo que no es.
Quedo más que sorprendida por su falsedad. ¿Cómo es posible que él sea tan descarado? Lucía niega con la cabeza, me toma del brazo y me susurra:
—Eiza, lo mejor es irnos.
—Sí, llévate a esta loca. A saber con quién te revolcaste para venir a echarme tu problema a mí. Madre, espero que no le hayas creído.
Niego aún con lágrimas en mis ojos, sollozando.
—¿Cómo podría creerle a una pordiosera mal vestida? Jamás dudaría de mi hijo – espetó la señora con veneno en su voz. Luego se dirigió a mí con burla: —Mi hijo jamás se metería con una chica que no sea de su entorno social. Así que lárgate o llamo a los de seguridad para que te echen a patadas como la perra que eres.
Mi pecho subía y bajaba de la rabia. Kadir me jaló del brazo, sacándome de la residencia. Luego me empujó bruscamente y agarró mis manos con fuerza. Lucia, enfurecida, lo enfrentó para evitar que me lastimara.
—¡Kadir, eres un imbécil, suéltala! O te podemos demandar por agresión – replicó Lucia, fulminándolo con la mirada.
—Aconseja a tu amiguita que no vuelva aquí y todo bien.
Bajé la cabeza al sentir una fuerte punzada en mi cabeza. Kadir, burlón, se encaminó de nuevo a su casa. Mi amiga Lucia me ayudó a levantarme del suelo y me llevó lejos de esa residencia.
—Lo siento mucho, no debí darte esta dirección – dijo Lucia, con remordimiento en sus ojos. Yo negué, limpiando mis lágrimas. Mi cabeza latía con dolor y solo quería irme.
—Ya no importa. Solo espero que mis padres no me den la espalda. No sé qué haría. ¿Me ayudas a tomar un taxi? —Mi mejor amiga asintió y me abrazó con fuerza para luego encaminarnos a la avenida a esperar un taxi; no creo que pueda soportar este intenso dolor de cabeza en el metro.
Me despedí de mi amiga cuando subí al taxi. Ella prometió llamarme en la noche. Observé la calle con melancolía, intentando controlar el mar de emociones que me abrumaba. No tenía idea de cómo reaccionarían mis padres. Cerré los ojos, tratando de no llorar.
Al llegar a la villa, caminé lentamente hacia la casa. Vi el auto viejo de papá estacionado en la calle. Mis manos sudaban de nervios. Debo tener los ojos hinchados de tanto llorar. Miré mis brazos y estaban rojos por la brutalidad de Kadir. Exhalé, soltando el aire estancado en mi pecho, y decidí enfrentar a mis padres. Entré a la casa y vi a mamá sentada con una maleta, llorando.
—Mamá, he llegado.
Mamá se levantó del sofá y, enojada, me jaló del cabello, golpeándome en el rostro.
—¡¿Cómo pudiste ocultarnos que estás embarazada?! ¿Qué tienes en la cabeza?!
—Mamá, espere, déjeme explicarte… —intenté decir, pero ella, enfurecida, siguió jalándome del cabello. Lloré, tratando de alejarme, pero mamá no se detuvo y me propinó una cachetada.
—¿Para qué te crie si solo ibas a avergonzarnos de esta manera?
Negué con la cabeza, abrazándome a mí misma, sollozando.
—Por favor, perdóname.—Supliqué tartamuda.
—Jamás te vamos a perdonar – declaró mi padre, apareciendo en la sala.—Nunca imaginé que tú saldrías con este lío. Debiste deshacerte de eso antes de deshonrarnos.
Dios mío, ayúdame a enfrentar esta situación. Me acerqué a mi padre, suplicando perdón, pero él me empujó con furia. Me arrodillé, desesperada.
—Perdóname, por favor.
—Lárgate de mi casa ahora mismo.—Mi corazón latía violentamente.
—Papá, no puedes echarme, ¿dónde iré? Mamá, por favor.
—Vete con el hombre que te dejó así, él es quien debe mantenerte. Desde ahora, tus padres estamos muertos para ti. Olvídate de nosotros.—Me levanté del suelo y corrí hacia mamá, pero ella se alejó, negándome su apoyo. Vi a mi hermano y a mi pequeña hermana, asustados, con lágrimas en los ojos.
—Nos has defraudado – vociferó mi padre, arrastrándome fuera de la casa. Luego sacó mi maleta y la tiró en la calle.
—Papá, lo siento – susurré, al borde del colapso.
—Lo siento por ti-Dicho esto, entró a la casa y cerró la puerta con fuerza. Miré mi maleta caer al suelo, apretando los puños con impotencia.
—Jamás pensé verme en esta situación tan lamentable – murmuré para mí misma, mientras me alejaba de la villa. Suspiré, caminando sin rumbo, sin saber qué hacer.
Puse los ojos en un club Nocturno en el que esta un letrero llamativo que decia, " Se necesita Personal"
A lo que con nervios entre al lugar.
《EMIR 》Desde mi oficina en el último piso de la tienda más grande de la ciudad, Rockefeller, podía ver todo el bullicio de la vida urbana. Rockefeller no era solo una tienda; era un imperio de moda, cosméticos y joyería, el lugar donde la innovación y el lujo se encontraban. Nuestro lema: “La moda al alcance de la perfección”.Eran las siete de la mañana y la tienda ya comenzaba a llenarse de clientes. Desde mi ventana, podía observar a las personas maravillarse con nuestras exhibiciones de las últimas tendencias en moda y tecnología. Rockefeller era el epicentro de la elegancia y el buen gusto, un lugar donde cada detalle estaba cuidado al máximo.Me observé en el espejo del despacho. Serio y siempre incrédulo, mi cabello negro contrastaba con mis ojos amarillentos, y la barba incipiente bien definida le daba un toque de dureza a mi rostro. Era alto, lo suficiente para imponer presencia en cualquier sala, algo que siempre consideré una ventaja en este negocio. Por otro lado era una
《EMIR 》Suspiré con exasperación. —El club de la Doña ya aburre. Esas mujeres no me llaman la atención para nada. Es mejor frecuentar alguna empleada del mi empresa. Esas que se bajan el calzón sin chistear. Pero iré a despejar la mente. Por cierto ya estas aquí.—Estoy aquí, como siempre, joven Emir —Declaro Andrew con respeto.—Bien, Don Andrew—respondí, guardando mi móvil.El elevador privado descendía con suavidad mientras repasaba mentalmente los detalles del día. Al llegar al vestíbulo, los empleados abrieron las grandes puertas con reverencia y me saludaron con cortesía, salgo de la empresa avanzando hacia la entrada principal.Salgo de la empresa y entro en mi lujoso auto, un Rolls-Royce Phantom. Mientras me acomodo en el asiento trasero, enciendo la computadora integrada. La pantalla se ilumina con mis aplicaciones y datos esenciales. Comienzo a mover los dedos sobre la superficie, un tic nervioso que aparece cuando estoy concentrado.—Buenas tardes, Don Andrew —saludo con fo
《EMIR》Al llegar al hotel, nos quedamos ahí, mirándonos unos a otros. No entendía si la chica realmente quería esto, a pesar de haber recibido el dinero. Sin embargo, la veo distante, nerviosa y, sobre todo, preocupada. Me acerco lentamente a ella y empiezo a desabrochar su camisa de botones. Ella no hace nada más que bajar la cabeza, nerviosa. Coloco mi mano en su barbilla y levanto su rostro, mirándola fijamente.—¿Quieres hacerlo? —Ella exhaló y luego asintió—. ¿Segura? —pregunté para asegurarme.—Sí, segura, puedes empezar —confirmó apresuradamente. Sonreí, bajando mi boca al lóbulo de su oreja y dejé mordiscos húmedos antes de replicar.—No me gustan que me den órdenes, aquí las órdenes las doy yo. ¿Estamos?Ella me miró nerviosa y luego asintió. Coloqué mis manos en su cintura, atrayéndola hacia mí y la recosté sobre la cama, quitando su ropa y observando su delgado cuerpo. Me quedé fijamente mirando su vientre mientras ella desviaba la mirada, apenada.—Estás… —No terminé de ha
《EIZA》La mañana llegó, me sentía descansada, había dormido tan plácidamente como hacia mucho no lograba, en aquellas interminables noches en las que la ansiedad y la angustia reclamaban mi cuerpo, privándome del descanso y torturándome mientras me recordaba una y otra vez al abandono y rechazo de las personas que me rodean. No me sorprendo cuando al mirar a mi alrededor descubro que me encuentro completamente sola. Salí de la cama y me puse las pantuflas que estaban sobre la alfombra. Observé una pequeña nota en la mesita cerca de la lámpara. Leí lo que decía y sonríe cuando vi el dinero que había dejado ese hombre.Dejé la nota sobre la mesa y entré a tomar una ducha. Todo era elegante en este lugar; seguramente él es un hombre que frecuenta este tipo de hoteles. Debe tener mujeres a su antojo.Mientras me bañaba, pensaba en él, en sus manos sobre mi pequeño cuerpo. Pensé que se retractaría cuando vio que estaba embarazada. Por un momento, dudó; de igual manera, yo dudé y estuve ner
《EMIR 》Me encontraba en mi oficina, una amplia sala decorada con muebles de diseño y paredes adornadas con los últimos bocetos de nuestras colecciones. La luz natural se filtraba por los ventanales, creando un ambiente cálido y acogedor. Había convocado a una reunión urgente con mis diseñadores principales para discutir la nueva línea de productos que estaba seguro revolucionaría nuestra marca. Ahora con la modelo que he contratado se que tendré muchas ventas para ganar a las competencias, sobre todo ser original. Debo ser más existe con los empleados.Mis dedos inquietos hacían ecos al golpear una y otra vez sobre la mesa, reflexionaba sobre mi decisión del cual le propuse a Eiza trabajar en la agencia de modelaje dentro de mi empresa. Sabía que esto podría ser una nueva tendencia en ropa para mujeres embarazadas y niños. Le ofrecí el trabajo por su belleza, era hermosa, joven y sobre todo bonita, se que ella llamaría la atención de las revistas. Mi deseo es ver el crecimiento de Ro
《EIZA》Estaba sentada, meditando sobre la propuesta de Laurien de mudarme con ella mientras encontraba un departamento cómodo. No dudé en aceptar. Aunque tenía algo de dinero ahorrado, sabía que no era suficiente por ahora.—Qué bueno que hayas decidido venirte conmigo, ahi estarás mas tranquila y podremos apoyarnos mutuamente —dijo Laurien, sonriendo.—Gracias, espero no ser una molestia. Te ayudaré con los gastos.—No te preocupes, serán compartidos. Además, supongo que ya no trabajarás más aquí.—No, ya no es necesario. Ahora tengo un empleo que me permitirá cuidar de mi embarazo. De hecho, debemos irnos pronto, necesito prepararme para mañana, el señor Emir es muy exigente y si no cumplo con sus reglas, podría despedirme, —respondí mientras me frotaba el cuello, sintiendo un poco de nerviosismo.—¡Qué bien, me alegro por ti! Espérame un momento, voy al camerino —menciono Laurien, mientras yo asentía y la veía alejarse.Aproveché para acercarme a doña Berenice. Al verme, ella me s
《EMIR 》El suave tintineo del cristal resonó en el despacho mientras giraba la copa de vino entre mis dedos. Desde la ventana, la ciudad se extendía como un océano de luces, y yo me sumergía en el confort de mi oficina, observando las cifras que desfilaban en la pantalla de mi computadora. Las ventas de estos últimos días habían superado mis expectativas, y todo gracias a la audaz incorporación de Eiza como rostro principal de nuestra nueva línea. Mientras saboreaba el aroma robusto del vino, mi mente se llenaba de ideas para la próxima pasarela. Imaginaba a Eiza desfilando con la elegancia que la caracterizaba, luciendo los trajes de embarazo y pantalones de oficina que nuestros diseñadores habían perfeccionado. Una fiesta de bienvenida sería el preludio perfecto para mostrar al mundo esta nueva faceta de la marca de mi empresa.Justo cuando consideraba los detalles del evento, la puerta del despacho se abrió suavemente. Melivia entró con paso firme, portando un informe de ventas. S
《EMIR》Llegó el momento esperado. Ya estamos listos para iniciar la gran fiesta de gala en beneficio de la empresa. Me encontraba preparando mi traje para contrastar con mi apariencia cuando el mayordomo entró en mi habitación con la caja de zapatos nuevos de marca. Los dejó sobre la mesa de cristal. —Necesitara, algo mas Señor.—No, Puedes retirarte —Ordene—Sí, señor —respondió, inclinando ligeramente la cabeza.Al irse el mayordomo, entré al cuarto donde estaba mi armario. Divisaba todo lo que tenía: cientos de trajes en colores oscuros, camisas, pantalones, todo acorde a mi estilo. Busqué una corbata a juego para la ocasión y dejé todo listo sobre la cama. Luego, me dirigí a la bañera, llena de flores aromáticas, para tomar una ducha. Mi mente viajó a mi madre; seguramente ella estaría más que feliz al ver mi progreso, hasta dónde he llegado y mis avances. De repente, sentí una inmensa tristeza al pensar en la manera en que falleció.Moví la cabeza, tratando de borrar cada detalle