《EMIR》
Al llegar al hotel, nos quedamos ahí, mirándonos unos a otros. No entendía si la chica realmente quería esto, a pesar de haber recibido el dinero. Sin embargo, la veo distante, nerviosa y, sobre todo, preocupada. Me acerco lentamente a ella y empiezo a desabrochar su camisa de botones. Ella no hace nada más que bajar la cabeza, nerviosa. Coloco mi mano en su barbilla y levanto su rostro, mirándola fijamente.
—¿Quieres hacerlo? —Ella exhaló y luego asintió—. ¿Segura? —pregunté para asegurarme.
—Sí, segura, puedes empezar —confirmó apresuradamente. Sonreí, bajando mi boca al lóbulo de su oreja y dejé mordiscos húmedos antes de replicar.
—No me gustan que me den órdenes, aquí las órdenes las doy yo. ¿Estamos?
Ella me miró nerviosa y luego asintió. Coloqué mis manos en su cintura, atrayéndola hacia mí y la recosté sobre la cama, quitando su ropa y observando su delgado cuerpo. Me quedé fijamente mirando su vientre mientras ella desviaba la mirada, apenada.
—Estás… —No terminé de hablar cuando colocó sus manos en mis labios y empezó a desabrochar mi camisa.
—Menos plática, señor.
—Me llamo Emir Rockefeller y tu— quise saber.
—Eiza. Nada más.
Esta vez asentí, terminando de desnudarla. Bajé lentamente, besando su piel suave. Era hermosa, pero parecía demasiado delgada, lo que me confirmaba que realmente necesitaba el dinero. Bajé un dedo hacia su intimidad y acaricié suavemente, mientras chupaba uno de sus hinchados senos. Quería parar, pero mi cuerpo no me lo permitía, y más cuando la veía gemir de placer. No había marcha atrás. Me quité la ropa, busqué un preservativo y me lo coloqué. La chica me miró y luego mordió su labio inferior, confirmando que le gustaba lo que estaba por suceder. Lamentablemente, no podría hacer lo que más me gustaba, ya que ella estaba embarazada. No obstante, necesitaba sentirla, así que me posicioné entre sus muslos y entré en ella suavemente, sintiendo una oleada tremenda de placer. Su calor me envolvía. Me moví despacio mientras ella soltaba pequeños gemidos cuando la penetraba un poco más fuerte.
—Dime si te duele y paro.
—No me duele, está bien… —susurró con la voz entrecortada. Esto provocó que la deseara poseer aún más fuerte y, sin detenerme, me moví más rápido. Elevé sus piernas sobre mis hombros, tocando su interior con un dedo y, a la vez, con mi pene. Salí de ella para luego recostarme y atraerla encima de mí.
Mordió sus labios mientras colocaba mis manos en su cuello, luego atrapé sus pequeños labios rosados entre mi lengua, succionando sus gemidos. Ella cabalgaba más rápido, provocando que le diera más duro con deseos de dominar el juego. Quité esa idea de mi mente; no estaba sola en su cuerpo por ahora, así que seguí disfrutando de su piel suave, sus ojos grises y su olor a cítricos me envolvían. Ella mordió mi hombro sin dejar de moverse y sentí ese calor abrazador salir de su interior. Llegué a mi orgasmo, y la bajé sobre la cama, no sin antes chupar uno de sus hinchados senos, que sabían a un delicioso manjar.
Se notaba agotada, me levanté de la cama y entré al baño. Quité el preservativo y lo tiré en el cesto de basura. Lavé mis manos y luego mi rostro. Me vi por un momento en el espejo y pensé en lo jodida que puede ser la vida para algunas mujeres.
Esta tal Estrella tiene algún motivo por el cual está vendiendo su cuerpo. Al ver que está embarazada, me iba a retractar, sin embargo, ella quiso seguir. No voy a negar que me encantó. Tenía meses sin estar con una mujer desde que regresé de Italia, por asuntos de las tiendas no había podido ni siquiera pensar en estar con una mujer, pero esta chica llamó tanto mi atención que no pude negar los deseos de tocar esa piel que parecía una muñeca de porcelana bien pulida.
Sin embargo, esta fue la primera y última vez. Salgo del lavabo y la encuentro dormida, luce cansada. Me pongo el calzoncillo y el pantalón, la miro por unos minutos; duerme con las boquitas abiertas. Busco la frazada, dejándola encima de ella. De repente, me da nostalgia verla así. Se ve que no es de aquellas mujeres que trabajan en los clubes, es más una chica fina, joven, ronda sus veinte o quizás menos, pero no creo que sea menor de edad. Suelto un suspiro, pongo mis manos en la quijada observándola detenidamente.
Luego me levanto, dejo el dinero sobre la mesita y una nota que escribí, que decía: “Puedes quedarte todo el día descansando en el hotel, la cuenta está pagada e igual un servicio de comida. Disfrútalo.”
Al dejar esa nota, sonriendo, salgo de esa habitación, no sin antes decirle al del mostrador que más tarde suban el servicio de comida para la chica.
—Listo, Andrew, llévame a casa —ordené al entrar en mi lujoso auto. Eran más de las doce de la madrugada y ya sentía que necesitaba dormir.
Andrew era un señor de cincuenta años que prácticamente me había cargado en sus brazos cuando yo era un bebé. Fue muy entregado a mis padres, y luego, con el abandono de mi padre, mamá entró en una depresión. Desde entonces, Andrew se convirtió en una figura paterna para mí. Sin embargo, él se considera un empleado más y no puedo hacer nada al respecto. Siempre está a mi lado, vaya donde vaya. Es mi chofer, mi amigo, como un hermano y un padre. Sin embargo, nunca cuestiona mis decisiones.
—¿Qué te pareció esa chica? —pregunté, queriendo saber su opinión.
—Usted eligió bien. Parecía nerviosa pero decidida. No aparenta ser de esas mujeres extrovertidas, si me explico.
—Bingo, opino lo mismo. Al parecer, está necesitada. Eso la llevo a bailar y sin saber acepto acostarse conmigo. Espero que pueda ayudarse con lo que le dejé.
—Seguro que sí, joven Emir. Disculpe el atrevimiento, ¿volverá a verla? —Sonrió ante esa pregunta. No negaré que me gustó mucho su inexperiencia.
—No lo creo. Se nota que ella no quiso hacer lo que hizo. Por otro lado, no puedo estar en boca de todos. Si la prensa se entera de que frecuento esos clubes, saldré en primera plana y Rockefeller puede estar en boca de todos las agencias que quieren llegar a mi nivel.
—Está bien, joven, entiendo.
Asentí, relajándome. Tenía sueño y el día me estaba pasando factura. Al llegar a mi hogar, dejé mis zapatos en la entrada. El mayordomo me pasó unas pantuflas y le hice una seña para que fuera a descansar. Subí a mi habitación y entré a tomar una ducha. La esencia de esa mujer aún impregnaba mi cuerpo. Bufé irritado, necesito una ducha..
Por otro lado me imagino que ella es capaz de todo para conseguir dinero ya que esta necesitada más en su estado de embarazo. Aún que ya eso no es mi asunto, no niego que la pase bien, de echo con cualquier mujer la paso bien, eso no significa nada inusual para mi.
Una idea cruza mi cabeza. Hace unos meses estuve buscando a una mujer embarazada para que trabaje como modelo y esta en la revista del nuevo diseño que iba implementar, ahora ya tengo que buscar ya que ya la encontrado. Esa bailarina esta embarazada y ella podría ser la modelo exclusiva para Rockefeller y de esa manera lanzar la nueva tendencia en ropa de embarazadas y bebes. Sería bueno hablar con ella y ofertarle empleo en mi empresa, será una bomba y de esa manera Rockefeller siempre estará en primera posición por los nuevos atuendos y estilos.
《EIZA》La mañana llegó, me sentía descansada, había dormido tan plácidamente como hacia mucho no lograba, en aquellas interminables noches en las que la ansiedad y la angustia reclamaban mi cuerpo, privándome del descanso y torturándome mientras me recordaba una y otra vez al abandono y rechazo de las personas que me rodean. No me sorprendo cuando al mirar a mi alrededor descubro que me encuentro completamente sola. Salí de la cama y me puse las pantuflas que estaban sobre la alfombra. Observé una pequeña nota en la mesita cerca de la lámpara. Leí lo que decía y sonríe cuando vi el dinero que había dejado ese hombre.Dejé la nota sobre la mesa y entré a tomar una ducha. Todo era elegante en este lugar; seguramente él es un hombre que frecuenta este tipo de hoteles. Debe tener mujeres a su antojo.Mientras me bañaba, pensaba en él, en sus manos sobre mi pequeño cuerpo. Pensé que se retractaría cuando vio que estaba embarazada. Por un momento, dudó; de igual manera, yo dudé y estuve ner
《EMIR 》Me encontraba en mi oficina, una amplia sala decorada con muebles de diseño y paredes adornadas con los últimos bocetos de nuestras colecciones. La luz natural se filtraba por los ventanales, creando un ambiente cálido y acogedor. Había convocado a una reunión urgente con mis diseñadores principales para discutir la nueva línea de productos que estaba seguro revolucionaría nuestra marca. Ahora con la modelo que he contratado se que tendré muchas ventas para ganar a las competencias, sobre todo ser original. Debo ser más existe con los empleados.Mis dedos inquietos hacían ecos al golpear una y otra vez sobre la mesa, reflexionaba sobre mi decisión del cual le propuse a Eiza trabajar en la agencia de modelaje dentro de mi empresa. Sabía que esto podría ser una nueva tendencia en ropa para mujeres embarazadas y niños. Le ofrecí el trabajo por su belleza, era hermosa, joven y sobre todo bonita, se que ella llamaría la atención de las revistas. Mi deseo es ver el crecimiento de Ro
《EIZA》Estaba sentada, meditando sobre la propuesta de Laurien de mudarme con ella mientras encontraba un departamento cómodo. No dudé en aceptar. Aunque tenía algo de dinero ahorrado, sabía que no era suficiente por ahora.—Qué bueno que hayas decidido venirte conmigo, ahi estarás mas tranquila y podremos apoyarnos mutuamente —dijo Laurien, sonriendo.—Gracias, espero no ser una molestia. Te ayudaré con los gastos.—No te preocupes, serán compartidos. Además, supongo que ya no trabajarás más aquí.—No, ya no es necesario. Ahora tengo un empleo que me permitirá cuidar de mi embarazo. De hecho, debemos irnos pronto, necesito prepararme para mañana, el señor Emir es muy exigente y si no cumplo con sus reglas, podría despedirme, —respondí mientras me frotaba el cuello, sintiendo un poco de nerviosismo.—¡Qué bien, me alegro por ti! Espérame un momento, voy al camerino —menciono Laurien, mientras yo asentía y la veía alejarse.Aproveché para acercarme a doña Berenice. Al verme, ella me s
《EMIR 》El suave tintineo del cristal resonó en el despacho mientras giraba la copa de vino entre mis dedos. Desde la ventana, la ciudad se extendía como un océano de luces, y yo me sumergía en el confort de mi oficina, observando las cifras que desfilaban en la pantalla de mi computadora. Las ventas de estos últimos días habían superado mis expectativas, y todo gracias a la audaz incorporación de Eiza como rostro principal de nuestra nueva línea. Mientras saboreaba el aroma robusto del vino, mi mente se llenaba de ideas para la próxima pasarela. Imaginaba a Eiza desfilando con la elegancia que la caracterizaba, luciendo los trajes de embarazo y pantalones de oficina que nuestros diseñadores habían perfeccionado. Una fiesta de bienvenida sería el preludio perfecto para mostrar al mundo esta nueva faceta de la marca de mi empresa.Justo cuando consideraba los detalles del evento, la puerta del despacho se abrió suavemente. Melivia entró con paso firme, portando un informe de ventas. S
《EMIR》Llegó el momento esperado. Ya estamos listos para iniciar la gran fiesta de gala en beneficio de la empresa. Me encontraba preparando mi traje para contrastar con mi apariencia cuando el mayordomo entró en mi habitación con la caja de zapatos nuevos de marca. Los dejó sobre la mesa de cristal. —Necesitara, algo mas Señor.—No, Puedes retirarte —Ordene—Sí, señor —respondió, inclinando ligeramente la cabeza.Al irse el mayordomo, entré al cuarto donde estaba mi armario. Divisaba todo lo que tenía: cientos de trajes en colores oscuros, camisas, pantalones, todo acorde a mi estilo. Busqué una corbata a juego para la ocasión y dejé todo listo sobre la cama. Luego, me dirigí a la bañera, llena de flores aromáticas, para tomar una ducha. Mi mente viajó a mi madre; seguramente ella estaría más que feliz al ver mi progreso, hasta dónde he llegado y mis avances. De repente, sentí una inmensa tristeza al pensar en la manera en que falleció.Moví la cabeza, tratando de borrar cada detalle
《EIZA》Sentada en el sofá del apartamento de mi amiga, en mi acostumbrada soledad, no logro dejar de pensar en Emir. Ultimadamente estoy sintiendo algo por mi jefe, y sé que no está bien. ¿Quién podría sentir algo por mí, especialmente estando embarazada? Un hombre rico, bien vestido, ni siquiera, me presta atención, no me imagino estar a su altura, además las chicas han murmurando cosas de mi y de él, incluso me han humillado cuando estamos solas, en fin, que podría esperar, no a todo mundo le puedo caer bien, por otro lado no debería estar pensando en él. Es difícil imaginar que se fijaría en mí si me conoció en un club; probablemente pensaría lo peor de mí, era una prostituta, me vendí por necesidad, y solo fue una vez, no obstante nada cambia el hecho de ser lo que fui hace unas semanas. Por otra parte no estoy para relaciones en este momento, especialmente en mi estado de embarazo.En la mañana opté por vestirme con un pantalón de Palazzo color negro para maternidad y los convine
《EMIR》Llegó el momento esperado. Ya estamos listos para iniciar la gran fiesta de gala en beneficio de la empresa. Me encontraba preparando mi traje para contrastar con mi apariencia cuando el mayordomo entró en mi habitación con la caja de zapatos nuevos de marca. Los dejó sobre la mesa de cristal. —Necesitara, algo mas Señor.—No, Puedes retirarte —Ordene—Sí, señor —respondió, inclinando ligeramente la cabeza.Al irse el mayordomo, entré al cuarto donde estaba mi armario. Divisaba todo lo que tenía: cientos de trajes en colores oscuros, camisas, pantalones, todo acorde a mi estilo. Busqué una corbata a juego para la ocasión y dejé todo listo sobre la cama. Luego, me dirigí a la bañera, llena de flores aromáticas, para tomar una ducha. Mi mente viajó a mi madre; seguramente ella estaría más que feliz al ver mi progreso, hasta dónde he llegado y mis avances. De repente, sentí una inmensa tristeza al pensar en la manera en que falleció.Moví la cabeza, tratando de borrar cada detall
Eiza.La pasarela había sido un éxito rotundo. La adrenalina aún corría por mis venas, y una sonrisa se dibujaba en mi rostro mientras veía a Emir observar satisfecho el resultado de nuestro arduo trabajo. Me sentía increíblemente emocionada y llena de confianza. Las luces de los reporteros y las cámaras de los periodistas me envolvían en un torbellino de preguntas. Me saludaban y felicitaban, y yo respondía con una mezcla de humildad y orgullo.Después de la última entrevista, decidí dar un paseo por las tiendas cercanas. Me gustó ver a la gente emocionada comprando prendas de la nueva colección, y un grupo de mujeres se acercó para admirar la ropa de maternidad. Todo parecía perfecto.Mientras estaba allí, conversando animadamente con algunos colegas, un hombre desconocido se acercó. Era alto, con un traje caro y un reloj que brillaba con elegancia.—Hermosa y elegante —Expreso acercándose a mi— Eres una de las mejores modelos que han visto mis ojos. Mi nombre es Isaac Orlov— Mencio