EmirNo podía dejar de pensar en ella. La desesperación me estaba carcomiendo. Habíamos rescatado a su hermano y a Laurien, pero el maldito Kadir había escapado llevándose a mi esposa. Subí al lanchón con una de las autoridades, intentando mantener la calma, aunque todo dentro de mí se estaba desmoronando. El tiempo corría y la búsqueda se volvía eterna. Sabía que si no la encontraba pronto, me volvería loco.—Por favor, apúrese —dije, con la voz temblorosa por la mezcla de ira y miedo que me recorría el cuerpo.—Estamos haciendo lo posible, señor —respondió uno de los oficiales—. Ya hemos alertado a los otros puertos para que cierren cualquier salida. Si intenta irse a otra ciudad, lo detendrán.¿Cómo era posible que ese desgraciado lograra escapar? ¿Cómo? Justo en ese momento, mi teléfono sonó. Era Luciano. Dudé en contestar, pero algo me dijo que debía hacerlo.—Luciano, ¿qué sucede? No tengo tiempo.—Emir, tengo malas noticias —su tono era sombrío—. Hemos encontrado a tu hermana.
Eiza.Mi cuerpo temblaba, el miedo me había invadido por completo. Creí que iba a morir, pero mi esposo me rescató. Ahora, mientras descansaba en la sala de recuperación del hospital, todo lo que había pasado parecía surrealista. Mi mente seguía dando vueltas, y las preguntas no dejaban de surgir. —¿Y Laurien? ¿Y mi hermano?— pregunté con la voz entrecortada. Me dijeron que mi hermano ya estaba tranquilo, pero Laurien... Pobre Laurien. Parecía que estaba embarazada, y eso me hizo sentir aún peor por ella. No pude evitar que una ola de angustia me recorriera el cuerpo. Emir se acercó a mí y me dio un beso suave en la frente. Su mirada se encontró con la mía, sus ojos llenos de lágrimas.—Pensé que te iba a perder— susurró, la voz rota. —Por un momento, sentí que no te volvería a ver.Le acaricié la mejilla con ternura. —Gracias a Dios estoy aquí ahora. No quiero perder a nadie más, Emir. La vida nos pone pruebas, pero siempre quiero estar aquí, con nuestra familia.—Lo sé—murmuró, ab
EmirMiré su cuerpo inmóvil por la ventanilla, pude evitar que las lágrimas rodaran por mis mejillas. A pesar de todo, Erin seguía siendo mi hermana. Me dolía profundamente, no solo por su estado, sino por el camino que había elegido, cegada por la ambición y la influencia de Osvaldo. Mamá estaba destrozada, llorando sin consuelo, mientras Pablo trataba de abrazarla, pero incluso él sabía que sus brazos no podían detener el dolor que sentía.El médico salió de la sala de UCI con una mirada seria. —Lo lamento mucho— dijo. —La puñalada que recibió afectó órganos vitales y perdió demasiada sangre. No pudo resistir la operación—. Escuchar esas palabras hizo que una fría realidad se asentara en mi pecho. Todo había terminado.Nos acercamos a ella. Su mano estaba helada cuando la sostuve, y me dolía ver lo frágil que se veía. Mamá le dio un beso en la frente, con una ternura que solo una madre puede mostrar, antes de salir, dejándome solo con mi hermana. Me quedé mirando su rostro por un mo
EizaLos obstáculos de la vida me han enseñado a valorar lo más preciado en el mundo: la familia. Hoy, mi sonrisa se ensancha al ver a mi hijo, rodeado de nuestros seres queridos en su cumpleaños. La euforia inunda el ambiente. Amigos que he encontrado en este camino, personas maravillosas que me han apoyado, se han reunido para celebrar. Entre ellos, el señor Isaac Orlov, a quien he llegado a considerar un buen amigo, y la señora Gloria, la fotógrafa que ha capturado cada momento especial. Mis compañeras, Guadalupe y otras, también están aquí. La felicidad es contagiosa.Me acerco a Savanna, la mejor CEO que conoci y que gracias qué a ella logre. triunfar en el mundo de la moda y ahora tenia mi propia Agencia. Ella sostiene en brazos a una niña, hija de la hermana de su esposo, la señorita Mei. El ambiente es una mezcla de risas y emociones, y no puedo evitar sentirme agradecida por este instante. Mi hijo, con toda su energía, se acerca a la piñata. Se nota que es solo un niño; le cu
Mi esposo lentamente me desvistió y me dejó sobre la cama sus manos empezaron a tocar mi cuerpo y sentía como se me erizaba la piel de este momento tan agradable, cada toque provocaba vibraciones en mi cuerpo, me sentía demasiado excitada por sus toques por sus besos. Besó mi cuello bajó hasta mi ombligo y empezó a murmurar cositas cerca de mi vientre.—Perdóname bebé pero este momento va a ser único estaba muriendo por estar con tu mami. Así que lo siento, quédate ahí tranquilo—Reí por sus ocurrencias.—Si que eres chistoso— le dije burlona.—Tranquila mi amor es para que nuestro bebé no se siente incómodo cuando estemos haciendo el amor, es que es la primera vez que vamos a hacerlo mientras estás embarazada—Expreso pero luego quedo pensativo.—No es cierto No es la primera vez....—Es verdad, cuando estabas embarazada de Eleazar, te acuerdas cuando nos conocimos y que tenias bien ocultado lo de tu embarazo, mientras bailabas en ese club de Berenice. Lo hicimos varias veces.Sonreí pe
Veinte años después.EleazarVer a mis padres juntos ya más de veinte años de casados era algo que me llenaba de orgullo. Espero un día poder llegar Así junto al amor de mi vida. Sonreí feliz.Los veía felices, disfrutando de la compañía del otro, mientras mi hermana Aitiana ya toda una adolescente, estaba en plena etapa de querer un noviazgos y aventuras. Mi otra hermana menor Alessia aunque más centrada en sus estudios, no dejaba de ser motivo de mis celos protectores. No soportaba la idea de que algún chico en el colegio se acercara a ella.Bajé al salón esa mañana y encontré a mis padres viendo una película. Mamá me saludó con un cálido—Buenos días—y papá hizo lo mismo. Me dirigí hacia ellos y pregunté:—¿Y Aitiana? —Creo que está en el jardín con su hermanita —respondió mi madre. —¿No vas a ir a la empresa hoy? —preguntó mi padre. —Sí, tengo una reunión importante con los accionistas. Además, quiero presentarles a alguien —contesté, con cierto tono misterioso.Mamá levantó
Eleazar.Finalmente, el día había llegado. Estaba más que emocionado, pero no voy a mentir, también me sentía un poco nervioso. Hoy iba a presentar a Ayla, mi novia, a mis padres, y ella haría lo mismo con los suyos. Mientras me vestía, me miraba en el espejo, y no podía negar la felicidad que se reflejaba en mi rostro. Había esperado este momento por semanas, me había preparado mentalmente una y otra vez, repasando cómo iría todo. Ajusté mi pajarita y me puse el reloj que me había regalado mi abuelo; siempre me hacía sentir seguro. Un último vistazo a mis zapatillas brillantes, una gota de perfume, y estaba listo.Al bajar al salón, ahí estaban mis padres y mis dos hermanas. Mi madre, tan hermosa como siempre, con esos ojos verdes que siempre reflejan todo el amor que siente por nosotros, me sonrió y me apretó la mano. Sentí el apoyo de ella de inmediato, como si me dijera sin palabras que todo iba a salir bien. Mi padre, siempre más serio, también me dio un apretón firme en el hombr
Eleazar.Me encontraba con Alyla, mi novia, disfrutando de la vida en uno de esos momentos que parecen sacados de un sueño. Nos habíamos embarcado en un yate que contraté para pasar un tiempo juntos, lejos de todo, solo para nosotros. La isla, cerca de Milán, brillaba con la luz del sol y reflejaba una calma especial. Era como si el mundo hubiera decidido detenerse solo para nosotros.Nos sentíamos conectados, felices y libres. El agua de la piscina dentro del yate reflejaba el cielo azul, y entre risas, abrazos y besos, nos sumergimos en ella, disfrutando del momento. Los dos sabíamos que este viaje no solo era una escapada, sino una oportunidad para conocernos más, para afianzar lo que sentíamos el uno por el otro. Me encontraba pensando en los pasos que podríamos dar en el futuro, quizás un matrimonio, una vida juntos... Realmente amaba a Alyla. Lo sentía en cada fibra de mi ser. Y lo mejor era que parecía que ella sentía lo mismo. No había duda de que lo nuestro era algo real.Al