Veinte años después.EleazarVer a mis padres juntos ya más de veinte años de casados era algo que me llenaba de orgullo. Espero un día poder llegar Así junto al amor de mi vida. Sonreí feliz.Los veía felices, disfrutando de la compañía del otro, mientras mi hermana Aitiana ya toda una adolescente, estaba en plena etapa de querer un noviazgos y aventuras. Mi otra hermana menor Alessia aunque más centrada en sus estudios, no dejaba de ser motivo de mis celos protectores. No soportaba la idea de que algún chico en el colegio se acercara a ella.Bajé al salón esa mañana y encontré a mis padres viendo una película. Mamá me saludó con un cálido—Buenos días—y papá hizo lo mismo. Me dirigí hacia ellos y pregunté:—¿Y Aitiana? —Creo que está en el jardín con su hermanita —respondió mi madre. —¿No vas a ir a la empresa hoy? —preguntó mi padre. —Sí, tengo una reunión importante con los accionistas. Además, quiero presentarles a alguien —contesté, con cierto tono misterioso.Mamá levantó
Eleazar.Finalmente, el día había llegado. Estaba más que emocionado, pero no voy a mentir, también me sentía un poco nervioso. Hoy iba a presentar a Ayla, mi novia, a mis padres, y ella haría lo mismo con los suyos. Mientras me vestía, me miraba en el espejo, y no podía negar la felicidad que se reflejaba en mi rostro. Había esperado este momento por semanas, me había preparado mentalmente una y otra vez, repasando cómo iría todo. Ajusté mi pajarita y me puse el reloj que me había regalado mi abuelo; siempre me hacía sentir seguro. Un último vistazo a mis zapatillas brillantes, una gota de perfume, y estaba listo.Al bajar al salón, ahí estaban mis padres y mis dos hermanas. Mi madre, tan hermosa como siempre, con esos ojos verdes que siempre reflejan todo el amor que siente por nosotros, me sonrió y me apretó la mano. Sentí el apoyo de ella de inmediato, como si me dijera sin palabras que todo iba a salir bien. Mi padre, siempre más serio, también me dio un apretón firme en el hombr
Eleazar.Me encontraba con Alyla, mi novia, disfrutando de la vida en uno de esos momentos que parecen sacados de un sueño. Nos habíamos embarcado en un yate que contraté para pasar un tiempo juntos, lejos de todo, solo para nosotros. La isla, cerca de Milán, brillaba con la luz del sol y reflejaba una calma especial. Era como si el mundo hubiera decidido detenerse solo para nosotros.Nos sentíamos conectados, felices y libres. El agua de la piscina dentro del yate reflejaba el cielo azul, y entre risas, abrazos y besos, nos sumergimos en ella, disfrutando del momento. Los dos sabíamos que este viaje no solo era una escapada, sino una oportunidad para conocernos más, para afianzar lo que sentíamos el uno por el otro. Me encontraba pensando en los pasos que podríamos dar en el futuro, quizás un matrimonio, una vida juntos... Realmente amaba a Alyla. Lo sentía en cada fibra de mi ser. Y lo mejor era que parecía que ella sentía lo mismo. No había duda de que lo nuestro era algo real.Al
《EIZA 》No estaba segura de estos resultados, caseros por lo que opté por hacerme un test de sangre. Mordí mis uñas nerviosa, entré al laboratorio y esperé a que el técnico me hiciera el examen correspondiente. Estaba preocupada; si estaba embarazada, mis padres me echarían de casa. Sé que Kadir se haría cargo porque me ama, pero ¿qué pasaría con mis estudios? Ni siquiera conozco a sus padres. Maldición, ¿y si usé preservativos y solo fallaron una vez?—Señorita Eiza Montiel, ya tenemos listos sus resultados —sonrió la enfermera al entregarme el sobre blanco.—Gracias —agradecí. Salí de la clínica con el corazón en la mano, subí rápidamente al metro y miré mi celular una y otra vez. Hace más de una hora llamé a Kadir, pero no respondió. Intenté otra vez sin éxito. Respiré profundo, liberando el aire atrapado en mi pecho.Cuando bajé del metro, corrí directo a casa en la villa. Al entrar, saludé a mi madre, quien veía una telenovela.—¿Qué sucede contigo? —preguntó, poniéndome nerviosa
《EIZA 》Suspiro antes de tocar el timbre de la imponente casa frente a mis ojos. Al parecer, Kadir vive bien. Suelto un bufido mirando a Lucía, quien me observa apenada, con deseos de preguntarme miles de cosas.—Pregúntame lo que quieras, Lucía.—¿Por qué haces esto? Si lo viste con otra y me imagino que se comportó como un imbécil cuando lo encaraste, no deberías venir a humillarte —declara ella, sujetando mi mano. Suavemente quito su mano y dejo escapar un suspiro antes de mencionarle la situación en la que ahora estoy metida, lamentablemente.—Lucía, estoy embarazada de Kadir y él no quiere responder. Me ha pedido que lo aborte. ¿Crees que esto está bien? Al menos sus padres deberían saber que van a ser abuelos. —Lucía se queda mirándome, conmocionada por mi confesión, negando con la cabeza, desorbitada.—Eiza, ¿estás embarazada? Amiga, ¿no te cuidaste? —expresa bajando la cabeza.—Fueron dos veces. Sin embargo, no sé qué sucedió, me cuidé. La segunda vez se rompió el preservativo
《EMIR 》Desde mi oficina en el último piso de la tienda más grande de la ciudad, Rockefeller, podía ver todo el bullicio de la vida urbana. Rockefeller no era solo una tienda; era un imperio de moda, cosméticos y joyería, el lugar donde la innovación y el lujo se encontraban. Nuestro lema: “La moda al alcance de la perfección”.Eran las siete de la mañana y la tienda ya comenzaba a llenarse de clientes. Desde mi ventana, podía observar a las personas maravillarse con nuestras exhibiciones de las últimas tendencias en moda y tecnología. Rockefeller era el epicentro de la elegancia y el buen gusto, un lugar donde cada detalle estaba cuidado al máximo.Me observé en el espejo del despacho. Serio y siempre incrédulo, mi cabello negro contrastaba con mis ojos amarillentos, y la barba incipiente bien definida le daba un toque de dureza a mi rostro. Era alto, lo suficiente para imponer presencia en cualquier sala, algo que siempre consideré una ventaja en este negocio. Por otro lado era una
《EMIR 》Suspiré con exasperación. —El club de la Doña ya aburre. Esas mujeres no me llaman la atención para nada. Es mejor frecuentar alguna empleada del mi empresa. Esas que se bajan el calzón sin chistear. Pero iré a despejar la mente. Por cierto ya estas aquí.—Estoy aquí, como siempre, joven Emir —Declaro Andrew con respeto.—Bien, Don Andrew—respondí, guardando mi móvil.El elevador privado descendía con suavidad mientras repasaba mentalmente los detalles del día. Al llegar al vestíbulo, los empleados abrieron las grandes puertas con reverencia y me saludaron con cortesía, salgo de la empresa avanzando hacia la entrada principal.Salgo de la empresa y entro en mi lujoso auto, un Rolls-Royce Phantom. Mientras me acomodo en el asiento trasero, enciendo la computadora integrada. La pantalla se ilumina con mis aplicaciones y datos esenciales. Comienzo a mover los dedos sobre la superficie, un tic nervioso que aparece cuando estoy concentrado.—Buenas tardes, Don Andrew —saludo con fo
《EMIR》Al llegar al hotel, nos quedamos ahí, mirándonos unos a otros. No entendía si la chica realmente quería esto, a pesar de haber recibido el dinero. Sin embargo, la veo distante, nerviosa y, sobre todo, preocupada. Me acerco lentamente a ella y empiezo a desabrochar su camisa de botones. Ella no hace nada más que bajar la cabeza, nerviosa. Coloco mi mano en su barbilla y levanto su rostro, mirándola fijamente.—¿Quieres hacerlo? —Ella exhaló y luego asintió—. ¿Segura? —pregunté para asegurarme.—Sí, segura, puedes empezar —confirmó apresuradamente. Sonreí, bajando mi boca al lóbulo de su oreja y dejé mordiscos húmedos antes de replicar.—No me gustan que me den órdenes, aquí las órdenes las doy yo. ¿Estamos?Ella me miró nerviosa y luego asintió. Coloqué mis manos en su cintura, atrayéndola hacia mí y la recosté sobre la cama, quitando su ropa y observando su delgado cuerpo. Me quedé fijamente mirando su vientre mientras ella desviaba la mirada, apenada.—Estás… —No terminé de ha