La Protegida del CEO: Emir Rockefeller
La Protegida del CEO: Emir Rockefeller
Por: Salyspears
Embarazada

《EIZA 》

No estaba segura de estos resultados, caseros por lo que opté por hacerme un test de sangre. Mordí mis uñas nerviosa, entré al laboratorio y esperé a que el técnico me hiciera el examen correspondiente. Estaba preocupada; si estaba embarazada, mis padres me echarían de casa. Sé que Kadir se haría cargo porque me ama, pero ¿qué pasaría con mis estudios? Ni siquiera conozco a sus padres. Maldición, ¿y si usé preservativos y solo fallaron una vez?

—Señorita Eiza Montiel, ya tenemos listos sus resultados —sonrió la enfermera al entregarme el sobre blanco.

—Gracias —agradecí. Salí de la clínica con el corazón en la mano, subí rápidamente al metro y miré mi celular una y otra vez. Hace más de una hora llamé a Kadir, pero no respondió. Intenté otra vez sin éxito. Respiré profundo, liberando el aire atrapado en mi pecho.

Cuando bajé del metro, corrí directo a casa en la villa. Al entrar, saludé a mi madre, quien veía una telenovela.

—¿Qué sucede contigo? —preguntó, poniéndome nerviosa.

—¿A qué se refiere, mamá? —respondí apretando mi bolso.

—No importa, ve a tu habitación y haz lo que debes hacer, luego prepara la cena.

Asentí con la cabeza y entré en mi cuarto. Abrí el sobre, me persigné antes de leer y solté un suspiro. Leí el contenido y me quedé petrificada al ver lo que decía: “Examen de Gravidez positivo”.

Coloqué ambas manos en mi rostro, sin saber qué hacer. Marqué nuevamente a Kadir y esta vez contestó.

—Nena, ¿y esa insistencia? Estuve muy ocupado —espeta, soltando un bufido.

—Necesitamos hablar, es urgente. Nos vemos en el parque —digo con el corazón acelerado.

—Bien, nos vemos, nena. —responde, colgando sin esperar a que le hable.

Guardo el sobre en mi bolso y salgo hacia la cocina para preparar la cena antes de que llegue papá. Mientras cocino arroz y preparo el pollo, me pierdo en mis pensamientos. Apenas tengo dieciocho años, estoy en la universidad, mis padres me mantienen, mi primer y único novio es Kadir, pero mis padres no lo saben y si se enteran, me irá mal. No conozco a los padres de él, me preguntó como lo van a tomar, ojala acepten esta situación y mis padres igual.

—Eiza, se está quemando la cena —exclama mi madre, empujándome fuera de la cocina.

—Mamá, lo siento, es que la universidad me tiene ocupada.

Mamá niega con la cabeza, haciendo señas para que salga de la cocina, claramente molesta. Voy a mi habitación, sintiéndome angustiada y con ganas de llorar por la impotencia. ¿Qué haré ahora? Suspiro, me levanto de la silla. Me pongo unos pantalones ajustados y una camiseta de manga larga, luego me calzo los tenis. Sin decirle nada a mamá, salgo de la villa y me dirijo al parque para encontrarme con Kadir.

—¿Estás embarazada y qué puedo hacer? —preguntó irónicamente, pero negué con un gesto al quitarle el test.

—Hacerte cargo de esta situación en la que ambos metimos la pata. —Kadir río burlón. —¿Qué te causa tanta gracia?

—Tú metiste la pata, no yo. Resuélvelo con un aborto, ¿por qué demonios no te cuidaste?

Lo miré sorprendida.

—¡¿Cómo puedes decirme eso?! Lo hicimos los dos—. Kadir negó molesto, arrugue el sobre entre mis manos. Mis lágrimas empezaron a fluir; pensé que me apoyaría, pero ahora me da la espalda.

—¡Qué estúpida! ¿Cómo pudiste ser tan tonta de no cuidarte?—. Colocó su dedo índice en mi sien y me apuntó molesto. —Ve a un hospital y abórtalo. Aquí tienes dinero para eso. Cuando lo hayas hecho, búscame— Saco su billete y me entregó el dinero bruscamente.

Apreté los puños y lo golpeé en la mejilla. Sin ver lo venir, él hizo lo mismo, y solté un gemido de dolor cuando su puño impactó en mi mejilla.

—Eres un imbécil, poco hombre. No pensé que fueras así.

—Estás loca. Apenas tengo diecinueve años y quieres que me haga cargo de tus problemas. No, nena, ni siquiera pienses eso. Espero que abortes—. Dicho eso, se fue, dejándome abandonada con mi problema.

Lloré amargamente, mientras sentía mi corazón latir con fuerza. Trato de no alterarme por mi condición. Voy hacia mi casa, y al entrar, mamá está enojada porque salí sin decirle nada.

—¿Por qué haces lo que quieres en esta casa? Tu padre está molesto contigo. ¿Y qué es ese golpe?—. Mamá se me acercó y sujetó mi mejilla. Mis lágrimas no paraban.

—Mamá, me caí cuando bajé del metro y me golpeé con un tubo. Estaba haciendo una tarea—. Respondí tartamudeando.

—Las tareas se hacen en la universidad. Que sea la última vez que haces lo que quieres—. Papá apareció airado, fulminándome con la mirada—. Al parecer eres una torpe, igual a tu madre, tal para cual. No entiendo cómo no te fijas por dónde caminas—. Mencionó, sentándose en el sofá.

—No soy torpe, Padre—. Refuté dirigiéndome a mi habitación. Mamá empezó a regañarme por mi actitud.

Me tiré sobre la cama y me puse a llorar amargamente por lo que me estaba sucediendo. Qué tonta e ilusa fui al no cuidarme y lo peor es que solo fueron dos veces, pero me confié. Kadir es un maldito imbécil.

《Una semana después》

Había pasado una semana. Casi no salí después de ver que mi rostro tenía ese pequeño moretón. No fui a la universidad, pero no podía seguir así, por lo que ahora me estoy preparando. Solté un bufido de indignación. Desde aquella vez, no he hablado con Kadir, ni tampoco me ha llamado.

—¿Crees que le importas?—. Susurró mi voz interior. Negando, seguí alistándome.

Me puse un pantalón holgado y una blusa de botones, junto con mis tenis. Me maquillé un poco para no verme tan pálida y tapar esas ojeras. Me miré en el espejo, observando mi reflejo. Me veía más delgada de lo normal, con mis ojos verdes apagados.

Al salir mamá, ni siquiera me saludó. Encogí los hombros y me dirigí a la universidad.

Al llegar, me encontré con Lucía. Le pregunté si sabía la dirección de Kadir. Aunque me miró confundida, me la dio. Un rato después, vi a mi supuesto novio de la mano con una compañera de clase.

—Lo siento, Eiza, pero Kadir te engañaba todo el tiempo con Minerva —me dijo Lucía. Sentí un fuerte dolor en el pecho, era increíble. Caminé hacia él y lo intercepté. Minerva frunció el ceño y él me miró con arrogancia.

—Eres increíble. Me estabas engañando con ella y ahora caminas de la mano… —le dije con voz firme.

—Nena, ve al aula. Le dejaré claro a esta lo nuestro.

¿Por qué sigo aquí, humillándome?

—No es necesario. Ya vi la clase de escoria que eres. Hablaré con tus padres sobre mi embarazo.

—Estás loca. Mis padres ni siquiera saben quién eres. No pierdas el tiempo. Contigo me cuidé. A saber de quién te has embarazado y quieres hacerme creer que soy el padre…

Reí con burla ante su osadía.

—Te recuerdo que fuiste el único. No tiene caso seguir hablando contigo.

—Así es y no vayas a mi casa. Saldrás perdiendo— Replico enojado.

Salí del campus. Lo vi acercarse a su nueva novia. No importa si me rebajo, pero tendré que decirles a los padres de Kadir que estoy embarazada de su hijo.

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