《EMIR 》
Desde mi oficina en el último piso de la tienda más grande de la ciudad, Rockefeller, podía ver todo el bullicio de la vida urbana. Rockefeller no era solo una tienda; era un imperio de moda, cosméticos y joyería, el lugar donde la innovación y el lujo se encontraban. Nuestro lema: “La moda al alcance de la perfección”.
Eran las siete de la mañana y la tienda ya comenzaba a llenarse de clientes. Desde mi ventana, podía observar a las personas maravillarse con nuestras exhibiciones de las últimas tendencias en moda y tecnología. Rockefeller era el epicentro de la elegancia y el buen gusto, un lugar donde cada detalle estaba cuidado al máximo.
Me observé en el espejo del despacho. Serio y siempre incrédulo, mi cabello negro contrastaba con mis ojos amarillentos, y la barba incipiente bien definida le daba un toque de dureza a mi rostro. Era alto, lo suficiente para imponer presencia en cualquier sala, algo que siempre consideré una ventaja en este negocio. Por otro lado era una de los CEO más importantes y millonario de esta ciudad, a lo que conllevaba tener mucho interesados extranjeros con mi marca única y sobre todo original.
Hoy era un día importante. Teníamos una reunión con los diseñadores más destacados para presentar la nueva línea de ropa masculina y a la moda, prendas que podían cambiar de color y textura con solo un toque. Era un avance que prometía revolucionar la industria de la moda y, por supuesto, mantener a Rockefeller en la cima del mercado.
—Señor, buenos días, le he preparado su café negro y cargado como a usted le gusta —escucho decir a Melivia, mi secretaria. Ella se retira dejando el café sobre el escritorio tal como me gusta. Tomo un sorbo mientras examino cada detalle de las modelos en la tableta; la mayoría son flacas y sin gracia.
Molesto, dejo la tableta sobre la mesa y me levanto de mi silla para observar la gran ciudad desde este rascacielos. Vuelvo a sorber un poco de mi café antes de dejar la taza y dirigirme al baño. Entro y miro nuevamente mi rostro en el espejo.
Sonrío de lado al verme impecable. La junta pronto empezará, así que me dirijo a la sala de reuniones. Salgo de mi oficina y, al verme, los empleados se levantan de sus escritorios bajando la cabeza. Veo a una chica acomodándose mientras paso, lo que me detiene y elevo las cejas, observándola de reojo.
—¿Y eso? —pregunto al verla toda desaliñada. Las demás la miran y niegan con la cabeza.
—Lo siento, señor. Es que… bueno… —tartamudea.
—Silencio —ordeno molesto— Que sea la última vez que vienes con esa fachada a mi empresa. Te pago demasiado bien para verte así. ¿Entendido?
—Sí, señor —la chica asiente apenada. Miro a las demás y, con voz firme, les replico:
—Y esto va para todas. Odio ver desorden en mi empresa. Melivia, sígueme.
—Sí, señor. Enseguida —responde Melivia. Salgo con pasos firmes y ninguna responde nada. No puedo permitir esas cosas en Rockefeller, donde se diseñan las mejores prendas.
—Si vuelve a venir vestida de esa manera, la despides inmediatamente con todos sus prestaciones. Por esta vez la dejaré pasar.
—A sus órdenes, señor Rockefeller.
Entro en la sala de reuniones. Los socios, accionistas y diseñadores se levantan y, al sentarme en la silla al frente, ellos toman sus lugares con un gesto. Mi secretaria Melivia prende el PowerPoint y nos muestra los videos de los nuevos diseños que serán tendencia. Muevo los dedos sobre la mesa larga, observando todo con detalle.
—Bien, señores —comienzo—Aquí tenemos los diseños que se lanzarán próximamente. Necesito que se aseguren de que todo esté listo para nuestra campaña en redes sociales a nivel mundial. Quiero que estos diseños sean tendencia. No hay margen para errores.
Las miradas se cruzan, cada uno tomando notas y asintiendo. La precisión y la excelencia son imprescindibles en Rockefeller, y no aceptaré menos.
—Ahora Melivia pon el video de la colección masculina— Melivia obedece a mi orden colocando el video.
La sala de reuniones de Rockefeller estaba en silencio mientras observaba a mi equipo. La nueva colección de ropa masculina estaba a punto de lanzarse, y no había margen para errores. Aldrick, uno de nuestros diseñadores más talentosos, se levantó y rompió el silencio con su usual entusiasmo.
—Emir, he estado revisando las tendencias actuales y creo que necesitamos incorporar más modelos jóvenes para nuestra línea de ropa masculina —Señala con esa chispa en los ojos que siempre tenía cuando una idea le emocionaba—. El mercado está saturado con estilos tradicionales, y lo que realmente captará la atención de nuestros clientes son prendas que combinen modernidad con un toque atrevido.
—¿Qué propones exactamente? —pregunté, intentando que mi tono serio no apagara su entusiasmo.
—Podríamos centrarnos en chaquetas de cuero ecológico con detalles metálicos y camisetas de algodón orgánico con estampados geométricos. Además, los pantalones de mezclilla con cortes asimétricos y parches de diferentes texturas están ganando popularidad. Necesitamos modelos jóvenes que puedan transmitir esta nueva imagen fresca y audaz.
Asentí, sopesando sus palabras. Aldrick tenía razón; era necesario adaptarnos y destacar. En ese momento, Sara, la encargada del equipo de costureros, intervino, preocupada.
—Perdón por interrumpir, Emir, pero con el aumento en las ventas, nuestro equipo de costureras está desbordado —declaro para luego proseguir —. Las prendas personalizadas y los detalles artesanales requieren mucho tiempo y dedicación. Necesitamos contratar más costureras para mantener la calidad que nos caracteriza y poder cumplir con los plazos de entrega.
La preocupación en su voz era evidente. Sabía que no podíamos comprometer la calidad de nuestras prendas. Reflexioné unos momentos antes de responder.
—De acuerdo, Sara. Iniciaremos el proceso de contratación de más costureras de inmediato —respondí finalmente—. Y Aldrick quiero ver los diseños preliminares de esa nueva línea para la próxima semana. Asegurémonos de que Rockefeller siga liderando el mercado con innovación y calidad.
La reunión concluyó con un sentido de propósito renovado. Sabía que la clave del éxito radicaba en adaptarse a las nuevas tendencias sin perder la esencia que había hecho de Rockefeller una marca icónica en el mundo de la moda.
Sin esperar más, salí del salón de reuniones con pasos apresurados, pero el constante golpeteo de los tacones altos de Melivia resonaba en mi cabeza, causándome un dolor insoportable. Me detuve abruptamente, y ella hizo lo mismo. Coloqué un dedo en mi cabello, girando para enfrentar a mi fiel secretaria.
—Meli, esos tacones son demasiado altos para tu edad. Por favor, cámbialos o pasaré todos los malditos días con dolor de cabeza.
—Lo siento, Señor Rockefeller —respondió ella con formalidad.
—Ay, deja las formalidades, no hay nadie aquí. Nos vemos. Encárgate de todo —Melivia asintió, aunque negando con la cabeza.
Que día más estresante.
Marcó el número de Andrew a lo que él responde al instante
—¿Qué recomiendas para el estrés?—Pregunto.
—Puedes ir al club.
《EMIR 》Suspiré con exasperación. —El club de la Doña ya aburre. Esas mujeres no me llaman la atención para nada. Es mejor frecuentar alguna empleada del mi empresa. Esas que se bajan el calzón sin chistear. Pero iré a despejar la mente. Por cierto ya estas aquí.—Estoy aquí, como siempre, joven Emir —Declaro Andrew con respeto.—Bien, Don Andrew—respondí, guardando mi móvil.El elevador privado descendía con suavidad mientras repasaba mentalmente los detalles del día. Al llegar al vestíbulo, los empleados abrieron las grandes puertas con reverencia y me saludaron con cortesía, salgo de la empresa avanzando hacia la entrada principal.Salgo de la empresa y entro en mi lujoso auto, un Rolls-Royce Phantom. Mientras me acomodo en el asiento trasero, enciendo la computadora integrada. La pantalla se ilumina con mis aplicaciones y datos esenciales. Comienzo a mover los dedos sobre la superficie, un tic nervioso que aparece cuando estoy concentrado.—Buenas tardes, Don Andrew —saludo con fo
《EMIR》Al llegar al hotel, nos quedamos ahí, mirándonos unos a otros. No entendía si la chica realmente quería esto, a pesar de haber recibido el dinero. Sin embargo, la veo distante, nerviosa y, sobre todo, preocupada. Me acerco lentamente a ella y empiezo a desabrochar su camisa de botones. Ella no hace nada más que bajar la cabeza, nerviosa. Coloco mi mano en su barbilla y levanto su rostro, mirándola fijamente.—¿Quieres hacerlo? —Ella exhaló y luego asintió—. ¿Segura? —pregunté para asegurarme.—Sí, segura, puedes empezar —confirmó apresuradamente. Sonreí, bajando mi boca al lóbulo de su oreja y dejé mordiscos húmedos antes de replicar.—No me gustan que me den órdenes, aquí las órdenes las doy yo. ¿Estamos?Ella me miró nerviosa y luego asintió. Coloqué mis manos en su cintura, atrayéndola hacia mí y la recosté sobre la cama, quitando su ropa y observando su delgado cuerpo. Me quedé fijamente mirando su vientre mientras ella desviaba la mirada, apenada.—Estás… —No terminé de ha
《EIZA》La mañana llegó, me sentía descansada, había dormido tan plácidamente como hacia mucho no lograba, en aquellas interminables noches en las que la ansiedad y la angustia reclamaban mi cuerpo, privándome del descanso y torturándome mientras me recordaba una y otra vez al abandono y rechazo de las personas que me rodean. No me sorprendo cuando al mirar a mi alrededor descubro que me encuentro completamente sola. Salí de la cama y me puse las pantuflas que estaban sobre la alfombra. Observé una pequeña nota en la mesita cerca de la lámpara. Leí lo que decía y sonríe cuando vi el dinero que había dejado ese hombre.Dejé la nota sobre la mesa y entré a tomar una ducha. Todo era elegante en este lugar; seguramente él es un hombre que frecuenta este tipo de hoteles. Debe tener mujeres a su antojo.Mientras me bañaba, pensaba en él, en sus manos sobre mi pequeño cuerpo. Pensé que se retractaría cuando vio que estaba embarazada. Por un momento, dudó; de igual manera, yo dudé y estuve ner
《EMIR 》Me encontraba en mi oficina, una amplia sala decorada con muebles de diseño y paredes adornadas con los últimos bocetos de nuestras colecciones. La luz natural se filtraba por los ventanales, creando un ambiente cálido y acogedor. Había convocado a una reunión urgente con mis diseñadores principales para discutir la nueva línea de productos que estaba seguro revolucionaría nuestra marca. Ahora con la modelo que he contratado se que tendré muchas ventas para ganar a las competencias, sobre todo ser original. Debo ser más existe con los empleados.Mis dedos inquietos hacían ecos al golpear una y otra vez sobre la mesa, reflexionaba sobre mi decisión del cual le propuse a Eiza trabajar en la agencia de modelaje dentro de mi empresa. Sabía que esto podría ser una nueva tendencia en ropa para mujeres embarazadas y niños. Le ofrecí el trabajo por su belleza, era hermosa, joven y sobre todo bonita, se que ella llamaría la atención de las revistas. Mi deseo es ver el crecimiento de Ro
《EIZA》Estaba sentada, meditando sobre la propuesta de Laurien de mudarme con ella mientras encontraba un departamento cómodo. No dudé en aceptar. Aunque tenía algo de dinero ahorrado, sabía que no era suficiente por ahora.—Qué bueno que hayas decidido venirte conmigo, ahi estarás mas tranquila y podremos apoyarnos mutuamente —dijo Laurien, sonriendo.—Gracias, espero no ser una molestia. Te ayudaré con los gastos.—No te preocupes, serán compartidos. Además, supongo que ya no trabajarás más aquí.—No, ya no es necesario. Ahora tengo un empleo que me permitirá cuidar de mi embarazo. De hecho, debemos irnos pronto, necesito prepararme para mañana, el señor Emir es muy exigente y si no cumplo con sus reglas, podría despedirme, —respondí mientras me frotaba el cuello, sintiendo un poco de nerviosismo.—¡Qué bien, me alegro por ti! Espérame un momento, voy al camerino —menciono Laurien, mientras yo asentía y la veía alejarse.Aproveché para acercarme a doña Berenice. Al verme, ella me s
《EMIR 》El suave tintineo del cristal resonó en el despacho mientras giraba la copa de vino entre mis dedos. Desde la ventana, la ciudad se extendía como un océano de luces, y yo me sumergía en el confort de mi oficina, observando las cifras que desfilaban en la pantalla de mi computadora. Las ventas de estos últimos días habían superado mis expectativas, y todo gracias a la audaz incorporación de Eiza como rostro principal de nuestra nueva línea. Mientras saboreaba el aroma robusto del vino, mi mente se llenaba de ideas para la próxima pasarela. Imaginaba a Eiza desfilando con la elegancia que la caracterizaba, luciendo los trajes de embarazo y pantalones de oficina que nuestros diseñadores habían perfeccionado. Una fiesta de bienvenida sería el preludio perfecto para mostrar al mundo esta nueva faceta de la marca de mi empresa.Justo cuando consideraba los detalles del evento, la puerta del despacho se abrió suavemente. Melivia entró con paso firme, portando un informe de ventas. S
《EMIR》Llegó el momento esperado. Ya estamos listos para iniciar la gran fiesta de gala en beneficio de la empresa. Me encontraba preparando mi traje para contrastar con mi apariencia cuando el mayordomo entró en mi habitación con la caja de zapatos nuevos de marca. Los dejó sobre la mesa de cristal. —Necesitara, algo mas Señor.—No, Puedes retirarte —Ordene—Sí, señor —respondió, inclinando ligeramente la cabeza.Al irse el mayordomo, entré al cuarto donde estaba mi armario. Divisaba todo lo que tenía: cientos de trajes en colores oscuros, camisas, pantalones, todo acorde a mi estilo. Busqué una corbata a juego para la ocasión y dejé todo listo sobre la cama. Luego, me dirigí a la bañera, llena de flores aromáticas, para tomar una ducha. Mi mente viajó a mi madre; seguramente ella estaría más que feliz al ver mi progreso, hasta dónde he llegado y mis avances. De repente, sentí una inmensa tristeza al pensar en la manera en que falleció.Moví la cabeza, tratando de borrar cada detalle
《EIZA》Sentada en el sofá del apartamento de mi amiga, en mi acostumbrada soledad, no logro dejar de pensar en Emir. Ultimadamente estoy sintiendo algo por mi jefe, y sé que no está bien. ¿Quién podría sentir algo por mí, especialmente estando embarazada? Un hombre rico, bien vestido, ni siquiera, me presta atención, no me imagino estar a su altura, además las chicas han murmurando cosas de mi y de él, incluso me han humillado cuando estamos solas, en fin, que podría esperar, no a todo mundo le puedo caer bien, por otro lado no debería estar pensando en él. Es difícil imaginar que se fijaría en mí si me conoció en un club; probablemente pensaría lo peor de mí, era una prostituta, me vendí por necesidad, y solo fue una vez, no obstante nada cambia el hecho de ser lo que fui hace unas semanas. Por otra parte no estoy para relaciones en este momento, especialmente en mi estado de embarazo.En la mañana opté por vestirme con un pantalón de Palazzo color negro para maternidad y los convine