Emil.-Escucho el suspiro de Nadia a mi lado, de reojo puedo ver sus dedos moviéndose con nerviosismo, está ansiosa con la mirada perdida, sin dudarlo tomo sus manos, pega un pequeño brinco al tomarla desprevenida.— Relájate –le digo con toda la ternura y tranquilidad posible, sé que a veces mi voz suena lúgubre y peligrosa.— Es fácil decirlo, no me has dicho con quién nos reuniremos, bueno sí… con el alcalde, pero, imagino que hay acuerdos no muy ¿correctos?— Nadia debes entender que los “lideres” –enfatizo las comillas con mis dedos. –del mundo no son honrados, cuando prueban el poder buscan aferrarse a él, para eso deben… conseguir alianzas que los ayude a establecerse y es ahí donde la gente como nosotros nos aprovechamos para lograr nuestros negocios con más libertad. –hace una mueca como si no le agradara la idea. –no vivimos en un mundo dominado por la justicia Nadia o por acciones correctas, es hora de que lo entiendas.Observo por la ventana la enorme residencia del alcalde
Emil.-Veo como la camioneta que va delante de nosotros vuela por en mil pedazos dejando una llamarada enorme.— ¡DA LA VUELTA! –vuelvo a ordenar a mi conductor, de la nada aparecen dos vehículos con ametralladoras. – ¡Maldita sea!— ¿Qué está pasando? –Nadia estaba aferrada a mi cubriéndose asustada, me pongo de rodillas cubriéndome lo más que pueda, comenzamos a sentir las balas sobre la carrocería, aunque estamos blindados no estamos fuera de peligro, en la parte posterior guardo mis armas solo por si acaso, sacó la HK416 coloco el cargador.— ¡HAGAN LO QUE HAGAN SIGUE CONDUCIENDO HASTA LLEGAR A LA MANSION! –le ordeno al chofer, me pasó al otro lado abriendo la ventana. –Quédate abajo –le digo a Nadia, empiezo a disparar a los autos que no siguen, mis hombres en la camioneta en la otra camioneta ya habían iniciado el fuego, pero cada vez que avanzamos somos interceptados por otros dos.Un destello se mueve a mi lado, era Nadia que había tomado un arma y comenzado a disparar junto a
Nadia.-Aún podía sentir como los oídos me zumbaban por los disparos, el corazón casi me saltaba del pecho, la adrenalina recorriendo mis venas.— ¿Niña de verdad estás bien? –Lina preguntaba con los ojos llenos de terror. – ¡Nadia, para!— Estoy… bien, fue una explosión de adrenalina amiga, me hubieses visto disparándole a esos idiotas –ni yo sé porque sonaba tan emocionada cuando fácilmente estuvimos a punto morir de haber ido en esa camioneta. – ¡Wow! –Lina me miraba sorprendida.— ¿Parece que lo disfrutaste? Considerando el objetivo de lo que pasó. –me miraba pestañeando sin poder creer mi reacción.— Sí bueno ¿quién se atrevería a atacar al dragón en su propio territorio? –digo ahora un poco más calmada. –debe ser alguien muy estúpido.— Sin duda, escuché a Emil pedirle a Desmond que buscara al Alcalde— Sí, ese hombre no me cayó para nada bien. –me siento sobre la cama. – ¿Crees qué? –Lina se sienta a mi lado encogiéndose de hombros.— Puede ser, a veces ese tipo de hombres juega
Lina.- Necesito tomar aire fresco, mentirle a Nadia hacerle entender que no sé lo que le sucedió, el rechazo de Desmond, las ordenes de Emil, todo me está agotando mentalmente es muy difícil ser una mafiosa aunque no deseo regresar a mi vida, por primera vez en mucho tiempo me siento insegura si bien me encuentro en este palacio no me siento yo misma, no sé si Emil sabrá todo de mi o peor que lo sepa Desmond y por esa razón me rechace.Pero es imposible que sepan algo de mi pasado a diferencia de Nadia no nací ni crecí en el este de Europa vengo de Francia, allí hice cosas muy malas y a muy temprana edad hui cambiándome el nombre, por eso es imposible que ellos descubran de dónde vengo.— Lina –pego un brinco al escuchar la voz de Emil.— Definitivamente moriré de un infarto, tu voz es de terror ¿Qué necesitas? –Veo al Dragón acercarse mirando hacia el inicio de las escaleras asumo que no quiere que Nadia escuche lo que tiene que decirme.— Te irás con Desmond a Italia, buscaremos al
Nadia.-Siento como mi estómago ruge no había comido desde esta mañana.— Necesito algo de comer –salgo de la habitación tocándome el estómago, a medida que me acerco a la escaleras escucho susurros en la parte de abajo, al asomarme mi corazón se encoje, Lina y Emil están hablando muy cerca el uno del otro demasiado para mi gusto, no alcanzo a descubrir de que hablan, y no me importa solo no quiero verlos más así, a mí no me verán la cara. – ¿Qué hacen? –ambos voltearon a verme, fue gracioso ver como los dos perdían el color al ser descubiertos, mis ojos se fueron a Lina.— Uhm… Emil me estaba autorizando llevarte al Spa como habíamos quedado además me estaba ordenando buscar los vestidos del baile, debo irme. –veo huir a Lina por la izquierda, bajo las escaleras con mis brazos cruzados, pasándole por un lado a Emil.— Iré a la cocina –es lo único que le digo, no quiero demostrarle mis celos.— Espera Nadia –me detengo al escuchar sus palabras. –debes alistar tu maleta buscaremos el te
Emil.- Habíamos llegado en la mañana a Barcelona, España yo era partidario de descansar, pero Nadia con su típica y adorable terquedad eligió que fuéramos al lugar donde debía encontrarse la segunda pista que nos indique la ubicación exacta del tesoro de Kosov.Llegamos al Laberinto de Horta, Nadia observaba las anotaciones que ella misma había escrito, les di indicaciones a mis hombres, con los miembros de la araña roja respirándome en la nuca, mi prioridad es nuestra seguridad y que no nos estuvieran siguiendo, por eso hicimos escala en Madrid y nos cambiamos de avión.A mi alrededor, el aire olía a tierra húmeda y cipreses, y el sonido de los pájaros resonaba en la distancia, como si el propio laberinto tuviera su propia banda sonora.Caminaba unos pasos detrás de Nadia, observándola mientras avanzaba con determinación, sus ojos buscando entre los pasillos verdes, había algo en su energía determinada y concentrada que la hacía brillar, como si el lugar la estuviera llamando direct
Nadia.-Debía tener en mente que esto era parte del entrenamiento, inhale profundamente mientras caminaba hacía la barra, sentía el estómago contraído, mis pies se volvían más pesados con cada paso, pero tenía que hacerlo.“Tú puedes Nadia” mentalmente intentaba darme ánimo, giré hacía donde estaba Emil tenía la mirada fija en mí, las comisuras de sus labios apenas hicieron el esfuerzo de sonreír asumo que no quería ser como una porrista no esperaba de mi marido que elevara los dos pulgares alentándome, no sería él.Del otro lado de la barra estaba uno de nuestros guardaespaldas, lo miré y me respondió con un leve asentimiento indicándome que no estaba sola.Me senté sobre el taburete y suspiré, de inmediato capté la atención de un chico que estaba al lado de nuestro protector, el chico no apartaba la mirada de mi, así que con un leve gesto tomé mi cabello colocándolo a un lado dejando al descubierto mi cuello, cabe destacar que traté de ser lo más sensual y coqueta que podía ser aunq
Lina.-No pude aguantar más y me desvanecí soltando el llanto que había contenido al ver el cuerpo marcado de Nadia, me partieron el corazón verla temblando mientras la cosmetólogo la examinaba incluso ella estaba sorprendida.Fui fuerte por ambas, pero apenas llegamos necesitaba alejarme de ella, cuando el dragón nos vio llegar pudo ver me mi expresión lo difícil que fue, ahora estoy oculta porque no deseo que me pregunte nada.— ¿Estás bien? –detrás de mí escucho la voz de Desmond.— No, no lo estoy ¿cómo puede haber gente tan podrida en este mundo? –mis lágrimas seguían aflorando.— Emil…— No le diré nada de lo que vi… que me despida si es lo que quiere.— Lina él vio las fotos –me giré hacía él.— Eso no se compara al verla en persona.— ¿Quieres desquitarte? –fruncí mi ceño sin entender sus palabras –tenemos al doctor ¿recuerdas? –abrí los ojos de par en par, pensar en ese mal nacido encendió mi ira por completo.— Pero… pensé— No lo vamos a matar, pero podemos hacerlo vivir un